Por Horacio Villegas

Pasados diez meses desde la declaración de emergencia nacional por la pandemia del Covid-19, ahora el gobierno del dictador Juan Hernández invocó de nuevo la alerta a nivel nacional, esta vez por la tormenta tropical Eta. La incapacidad del gabinete de Hernández fue notoria desde el ingreso a territorio hondureño de esta tormenta tropical el pasado miércoles 4 de noviembre, mismo día de la declaración de emergencia en todo el país.

Esta acción tardía de parte del gobierno representó una falta de previsiones y acciones de contingencia en las zonas más vulnerables ―como la Costa Norte― negligencia que resultó en la pérdida de 74 vidas humanas según datos oficiales y más de 2 millones de hondureños afectados. Esta otra emergencia, que también llegó a Guatemala y Nicaragua, solo se compara con los estragos que ocasionó el huracán Mitch hace 22 años (1998), y se espera la llegada del nuevo huracán categoría 5, Iota.

La tormenta tropical Eta, subestimada por las autoridades de la Comisión Permanente de Contingencias Honduras (COPECO), desde el jueves 5 de noviembre inundó por completo las casas de miles de familias del departamento de Cortés, la colonia La Planeta de la ciudad de La Lima fue el ejemplo claro del poder de los ríos desbordados y del caudal de agua que abarcó un piso completo de las casas. Por si fuera poco, ese mismo jueves, en una conferencia de prensa, una comisión gubernamental con Hernández a la cabeza, exigió a estos pobladores que se encontraban atrapados en sus techos, abandonar inmediatamente la zona. ¿previo aviso, o una burla en cara de los afectados?

Otra tragedia que aumentará el hambre y la indignación

Sumado a los artificiales planes económicos anunciados en medio del encierro por el coronavirus (Ley de aceleración económica, Crédito solidario, Ley de alivio de deuda, Plan de rescate financiero), y al gasto en compras de infraestructura médica bajo modalidades de sobrevaloración y estafas ―como los hospitales móviles―, ahora el gobierno de Hernández declara, en medio del descontento y la rabia por la falta de acciones preventivas de su parte, el Plan de Reconstrucción “No están solos”.

¿En qué consiste? En asistir los albergues que los propios afectados por Eta ubicaron a expensas del gobierno, con implementos en forma de Kits costosos que aún están en “veremos” dado el procedimiento de elección de empresas ofertantes. O, en otras palabras: el plan consiste en montarse sobre las estructuras de ayuda comunitaria que nació de la solidaridad del pueblo, que respondió con organización en rescates, recaudación de víveres, alimentación y adecuación de albergues ―acciones genuinas que le hicieron frente a la ineptitud de COPECO y las demás instancias gubernamentales.

El dinero para este nuevo asistencialismo proviene de un préstamo de 12 millones de dólares cedido por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tomado de los 35 millones de dólares de fondos verdes para el cambio climático. El préstamo fue confirmado el 7 de noviembre por el ministro de Finanzas Marco Midence. Según este funcionario “Estos [fondos] se usarán para dotar a los albergues de frazadas, alimentos y bioseguridad, reforzar el rescate humanitario y llevar comida caliente a los que más lo necesitan” (Twitter de Marco Midence, 7 de noviembre de 2020).

Los hondureños de la Costa Norte, que formaron su vida alrededor de la geografía del enclave bananero, trabajadores de bajos salarios que dependían de la industria maquilera y el monocultivo del banano y la palma, a duras penas lograron formar un patrimonio hace 22 años luego del catastrófico Mitch, esa miserable realidad que vuelve a resurgir con mucha semejanza, es el cuadro, en general, que hoy se evidencia frente a nuestras narices.

Algunos voceros de los rubros económicos como Anabel Gallardo, presidenta de la federación nacional de agricultores y ganaderos de Honduras (FENAGH), señalan que “el sector agrícola que aporta el 14% del PIB en el país, la palma, caña de azúcar y el banano predominan en exportaciones y son estos productos los más afectados por las inundaciones” (Frente a Frente, 5 de noviembre de 2020).

Las respuestas del gobierno al hundimiento de estos rubros ha sido el endeudamiento con organismos financieros internacionales y la revelación de planes económicos que como en el curso de la pandemia, han seguido un camino de rotundos fracasos; no ha surgido, ni surgirá, del gabinete del dictador Hernández, una respuesta concreta a este cuadro de crisis económica que enfrentará Honduras luego del desastre causado por Eta. La tarea de buscar soluciones creíbles e inmediatas quedará en manos de los diferentes sectores del país que lucharon en medio de la tormenta tropical sin el respaldo y apoyo del gobierno.

El pueblo desmanteló la burocracia

A raíz de la negligencia y falta de acciones de parte del gobierno en las inundaciones del 5 de noviembre en la colonia La Planeta y, otras zonas de la Costa Norte, los propios habitantes de las comunidades aledañas y menos afectadas, en un acto de solidaridad, asumieron el rescate de miles de personas que se encontraban atrapadas en los techos de sus casas.

Como resultado de este acto sin precedentes, resurgió la emblemática frase “solo el pueblo salva al pueblo”. Este rescate con hombres y mujeres voluntarios, sin ninguna preparación más que las ansias de ayuda, vio surgir lanchas, alimentos y la preparación de albergues sin ninguna presencia de los burócratas de COPECO. El pueblo reconoció el liderazgo y acción de instituciones que a duras penas han sobrevivido por el achicado presupuesto estatal dirigido hacia ellas, como el caso del cuerpo de Bomberos de Honduras.

A COPECO se le atribuye parte de la responsabilidad en las muertes ocurridas en esta tormenta tropical Eta, debido a la falta de un programa de contingencia en las zonas que, según pronósticos, serían las más afectadas. COPECO encendió aún más la rabia de los hondureños cuando en el lugar de la afectación, con personas en estado delicado, víctimas de las inundaciones, decidieron imponer todo un engorroso trámite en la recepción de ayudas, entre ellas alimentos recién preparados a los damnificados que se encontraban en albergues. Videos divulgados en las redes sociales, mostraban a estos burócratas, en más de una ocasión, rechazando este tipo de ayudas tan necesarias en un momento crítico.

Las personas que en los distintos lugares del país decidieron aportar con ayudas a los damnificados, entendieron rápidamente la maniobra política de los nacionalistas, quienes a través de instituciones lideradas por ellos ―COPECO por el cuestionado Max González, por ejemplo―, pretendían ondear banderas sobre el trabajo comunitario ya existente, para luego alardear y borrar de alguna forma el descrédito y rechazo que se han ganado “a pulso”.

¿Cuál fue la respuesta de los hondureños ante esta maniobra? Se definieron centros de acopio independientes, donde se ubicaron miles de ayudas y alimentos no perecederos para abastecer los albergues tanto de las ciudades afectadas en el Norte, como de la capital; se desconocieron los centros de acopio gubernamentales por considerarlos ilegítimos e irregulares; se contrataron camiones que llevarían al Norte todas las ayudas recibidas; y entre otras acciones, se hizo un llamado a los hondureños en el extranjero para que hicieran sus donaciones a través de cuentas de amigos o personas de confianza puesto que los consulados les exigieron rotular sus donaciones a nombre de COPECO.

JOH crea una secretaría de transparencia ¿para qué?

El gobierno de Hernández creó el pasado martes 3 de noviembre, bajo el nombre de Secretaría de Estado en el Despacho de Transparencia (SDT), una nueva instancia que, a juicio de varios sectores del país, viene a duplicar funciones de otros organismos en materia de transparencia como el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP) y en asuntos de corrupción, como lo es el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) y el Tribunal Superior de Cuentas (TSC).

Cómo es de costumbre, las instituciones como la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), que colaboran y no riñen con el régimen, desearon el buen desempeño de esta nueva secretaría a cargo de María Andrea Matamoros, hija de David Matamoros Batson ―pieza clave del fraude electoral del 2017―. ¿Qué representa la creación de este nuevo organismo que vendría a suplantar las funciones de otras instancias, que han revelado los actos de corrupción del gobierno de Hernández, como el CNA por ejemplo? Para el Frente Parlamentario contra la Corrupción, esta nueva instancia vendría a exterminar al CNA e “instalar un nuevo ente encargado de recibir y dar trámite a las denuncias ciudadanas por corrupción” (Comunicado del Frente Parlamentario contra la Corrupción, 9 de noviembre de 2020).

Lo cierto es que, con este nuevo Frankenstein, surgido en esta coyuntura, los recursos orientados a la tragedia por Eta, podrían no ser fiscalizados por el CNA y otros veedores que han denunciado de frente al régimen. Con la creación de esta secretaría de transparencia, JOH estaría arrebatando de las manos la documentación más comprometedora de su gobierno al CNA y al TSC, para de esta forma, librarse de señalamientos por actos de corrupción. Debemos denunciar esta nueva estructura que aparte de ocultar información, succionará más dinero del presupuesto general del Estado.

¿Qué hacer ante la profunda crisis que va caminando?

Mientras el gobierno traza sus planes de “reconstrucción” del país bajo la ruta de mayor endeudamiento con la banca internacional, el presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), Juan Carlos Sikaffy, asegura que la solución a la crisis debe pasar necesariamente por “muchos incentivos fiscales para las empresas y fondos frescos para que el gobierno pueda enfrentar la reconstrucción que se le viene encima” (La Tribuna, 7 de noviembre de 2020).

Esta afirmación del vocero de los empresarios demuestra dos asuntos que es oportuno combatir: la ambivalente postura de los empresarios, que imploran por el rescate de sus millonarias empresas por gracia de exoneraciones fiscales, y la claudicación del COHEP ante el desacreditado gobierno de Hernández ―cambio de opinión de un empresariado que en el transcurso de la pandemia desconoció las mesas multisectoriales del gobierno. A todas luces, los burgueses quieren “reconstruir” sus ganancias, y no la situación de los pobres, los más afectados por Eta.

Otro vocero de artificiales soluciones a la crisis, como el exministro de finanzas, Arturo Sánchez, supone que hay que seguir otorgándole el liderazgo al gobierno, ayudándolo a conformar “un equipo multisectorial con representantes del sector público, organizaciones del sector privado e instituciones de la sociedad civil, para iniciar el Plan de Reconstrucción Eta y cuantificar la inversión que será requerida” (Arturo Alvarado Sánchez, El Heraldo, 12 de noviembre de 2020). Otro discurso que deposita la confianza y reconoce el liderazgo en el corrupto gabinete de los nacionalistas; y, además, coloca sus ilusiones en mesas multisectoriales que no contemplan las organizaciones legítimamente del pueblo, desde los movimientos sociales, hasta las organizaciones de barrios y colonias.

A contracara de estas propuestas que levantan los sectores burgueses del país, se encuentran las posturas de los economistas tecnócratas del Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH), quienes aseveran que en medio de esta crisis “el apoyo puede ser canalizado a través de organizaciones locales, iglesias y otras instituciones que puedan garantizar una mejor distribución de estos recursos” (La Tribuna, 7 de noviembre de 2020). Postura que coloca en su justa dimensión la nulidad de las vías gubernamentales de recepción de ayudas, y que además incita a las organizaciones locales a asumir la distribución de los recursos empleados para la reconstrucción del país.

El primer paso para idear un plan de reconstrucción del país debe ser trazar una amplia discusión en las agendas de los sectores populares y gremiales, movimientos sociales, campesinos, sindicatos, organizaciones de barrio, etcétera; donde se propongan las bases de un programa de atención de la emergencia en reemplazo del asistencialismo del gobierno. Desde el Socialista Centroamericano los incitamos a discutir estas alternativas, donde se tomen en cuenta algunos puntos que ya hemos sugerido en anteriores publicaciones como “1) el salario mínimo mensual para todas las personas que no tienen empleo y puedan subsistir mientras se supere la crisis; 2) el financiamiento sin intereses para pequeños negocios bajo otros esquemas que no sean las fracasadas leyes de alivio financiero y 3) el financiamiento para viviendas populares de materiales no perecederos como las que ha entregado el gobierno.


Por Carlos M. Licona

En el 2019 un proyecto de ley que tenía como objetivo la privatización de la salud y la educación pública fue la chispa que permitió un movimiento de lucha unificado que se aglutinó bajo la estructura de la Plataforma por la defensa de la educación y la salud pública, después de muchos años de aguantar trancazos, esa experiencia de unidad entre diversos sectores fue apoteósica y tuvo como resultado una victoria con la derogación de los PCM (Leyes aprobadas Por Consejo de Ministro).

Después de varios días de luchas campales em las calles de Tegucigalpa y un paro indefinido realizado por el gremio magisterial, el proyecto de ley fue bateado y el pueblo logró una rotunda victoria, aunque sucedieron algunos hechos que se consideraron como traición y que incidieron en el debilitamiento de La Plataforma, estos no opacaron la victoria de una pelea que tuvo de vanguardia a los jóvenes universitarios.

Nuevamente un zarpazo a los trabajadores

El gigantesco saqueo que el gobierno ha realizado en la crisis de la pandemia aunado a la destrucción del huracán Eta, ha sido motivo para que nuevamente la narcodictadura que dirige Juan Orlando Hernández pretenda apropiarse de los fondos de los institutos de previsión como ser;  el Instituto Nacional de Jubilaciones y Pensiones de los Empleados y Funcionarios del Poder Ejecutivo (INJUPEMP), Instituto Nacional de Previsión del Magisterio (INPREMA) y el RAP (Régimen de Aportaciones Privadas), dejando a un lado el Instituto de Previsión Militar, cualquier régimen o gobierno que esté, nunca se atreven a tocar a los militares, en cambio, con lo que pertenece a los trabajadores hacen lo que quieren.

Por lo anterior nuevamente se presenta la oportunidad para unificar la lucha con  organización y una estrategia que dé respuesta inmediata a la probable represión que ejecute el régimen, además, mantener activados los organismos defensores de derechos humanos para salvaguardar la vida de los que estén al frente de esta nueva batalla que ya tenemos encima.

Es necesario que las dirigencias sindicales, gremiales y populares convoquen a asambleas departamentales para crear instancias departamentales y que se pongan a la vanguardia de esta pelea apenas inicia. Es imperativa la unidad alrededor de una estructura para que coordine y dirija las diferentes actividades que se realicen, la lucha no debe limitarse a la toma del INPREMA, debe llevarse a las calles para defender los fondos que son de los trabajadores.

El pelo en la sopa

Aunque el domingo 15 de noviembre se realizó un programa unificado de la Federación de Organizaciones Magisteriales de Honduras (FOMH), con ausencia de dos de los colegios; el SINPRODOH y el COLPROSUMAH, este último es el que cuenta con mayor cantidad de afiliados y no se ha sumado a la lucha, el discurso incendiario de los programas que realizan todos los días en horario de las 6 p.m. no es más que palabrería barata para engañar a los maestros del país, este colegio sigue bajo el control de Arnaldo Pinto y es el que dicta las líneas con las que debe actuar la organización, en la lucha del año pasado con la Plataforma, este docente fue denunciado por el mismo gobierno que en un informe del Tribunal Superior de Cuentas aparecía como uno de los nuevos millonarios del país.

El hecho quedó en el olvido nuevamente después de que se derogaron los PCM y despierta sospecha por el papel acomodado de la dirigencia actual. El COLPROSUMAH con una dirigencia al igual que el resto de los colegios magisteriales: muy burocratizada, son quienes le han hecho daño al gremio, pero en este momento la unidad es una obligación, no hacerlo es un apoyo soslayado al gobierno. De ahí que tanto el COLPROSUMAH como el SINPRODOH deben ponerse al frente de esta lucha, de lo contrario, nuevamente serán señalados como traidores.

Organización, unidad y lucha

Esta lucha no es exclusiva del magisterio, está en riesgo las jubilaciones de docentes, empleados del ejecutivo y también de la empresa privada, solo se ganará en las calles con unidad de todos los trabajadores,  hasta ahora solo el magisterio mantiene tomadas las instalaciones del INPREMA pero la pretensión del régimen afecta a todos los trabajadores que cotizan mensualmente para tener un derecho a jubilación, por lo tanto es necesario convocar inmediatamente a todos los sindicatos y gremios para poner en marcha una estrategia de lucha.

El gobierno ahora habla de socializar el proyecto, pero eso no es más que llevar a una mesa de diálogo a las dirigencias para imponer su voluntad, luego  cambiarle las palabras y siempre terminar en lo mismo; robarse el dinero de las jubilaciones.


Por Carlos M. Licona

Nuevamente la desgracia sacude la conciencia del pueblo hondureño, ni siquiera habíamos salido de los efectos de la crisis en que caímos producto del golpe de estado del 2009 cuando nos cayó la pandemia, ni siquiera se avizora que se termine el coronavirus cuando nos cae Eta en forma de tormenta vertical. Y aquí el adagio popular de “no hemos salido de una y nos cae la otra” se cumple como una maldición por dejar instalarse una dictadura que lleva casi los once años.

El desastre ocasionado por las inundaciones en el Valle de Sula; La Lima, Chamelecón y otras zonas de la costa norte nos manifiesta el drama humano de la miseria, pero peor aún, nos evidencia un gobierno incapaz de dar respuesta rápida a las crisis y cuya clase política se da a conocer exclusivamente por participar en actos de corrupción.

Sin duda alguna que si hay que aplaudir a alguien es al noble pueblo hondureño que se ha volcado a mostrar solidaridad, en un primer momento para rescatar personas atrapadas en los techos de las casas y en un segundo momento corriendo a entregar donaciones de vestuarios, alimentos y medicinas para las personas damnificadas. Ya son ocho meses de cuarentena en la que muchos de los compatriotas quedaron sin salarios y esto no ha sido impedimento para que se hagan donaciones.

Ha sido el mismo pueblo de forma espontánea que ha acudido en el auxilio de los compatriotas que ahora son más que víctimas de la naturaleza; víctimas de la narcodictadura. De forma individual u organizada se han establecido lugares para dejar implementos para enviar a donde están los damnificados. Muchas personas que acudido a usar la tarjeta de crédito o a quitar fiado para adquirir alimentos para poder enviarlos. Noble gesto de una población maltratada por un gobierno déspota y tirano.

Que el pueblo controle un Plan de Reconstrucción

Es el momento de la organización y lucha de los sectores populares, gremios, sindicatos, campesinos y organizaciones comunales, inmediatamente se debe convocar a una reunión con los líderes referentes de enorme envergadura moral y amplio don de servicio social. Se debe levantar un pliego de demandas y exigir que el estado las cumpla inmediatamente, entre otras demandas que el gobierno tiene  la obligación de cumplir acá escribimos algunas de las más importantes:

1) Deben ser las Organizaciones populares, gremiales, sindicales, campesinas y comunales las que deben encabezar un plan de reconstrucción donde controlen y vigilen el presupuesto nacional para tal fin y toda la ayuda externa que llegue. Permitir que el gobierno lo haga es seguir facilitándole los medios para que se lo roben.

2) Salario mínimo mensual para todas las personas que no tienen empleo y puedan subsistir mientras se supere la crisis.

3) Condonación de deudas  para los que perdieron sus propiedades.

4) Financiamiento sin interés para pequeños negocios.

5) Financiamiento para viviendas populares a intereses muy bajos.

6) Control absoluto de las contrataciones de empleados y de compras de vestuario, medicamentos y medicinas.

Si el gobierno dirige se lo roban otra vez

Corresponde al pueblo encabezar un plan de reconstrucción a través de los representantes de las respectivas organizaciones. El gobierno no debe por ningún momento controlar los fondos que se destinen a reconstruir las zonas afectadas, si lo hacen ya sabemos cual será el resultado. Es el momento para levantar la cabeza y controlar el dinero para que no se lo roben una vez más.

La bolsa solidaria con la que han hecho política durante esta crisis de pandemia debe ser abolida y las personas víctimas de esta catástrofe deben recibir con dignidad lo que es obligación del estado entregar, sin ningún tipo de activismo político o a cambio de un aplauso o de alguna consigna vergonzosa por decir. La empresa privada tampoco debe utilizar esta desgracia para hacer negocios y generarse jugosas ganancias a costa de la tragedia humana.

El pueblo ha soportado por una década la represión económica que le impuso Juan Orlando Hernández, los sectores que se han atrevido a luchar contra el régimen han sido aplastados, quizás es la oportunidad de aprender que solo juntos se logran milagros. Solo una unidad realizada por toda la población es que puede poner fin a esta desgracia que no se avizora que va a terminar, con personajes que se dicen líderes de oposición y que solo benefician la dictadura al mantener la división en el pueblo, no se va a llegar a tierra firme, así que solo el pueblo salva al pueblo.


Por Carlos M. Licona

Honduras ha sufrido una nueva tragedia, el huracán Eta que entró al país por la zona oriental ha dejado una enorme tragedia, con la ciudad de La Lima totalmente inundada y miles de damnificados, la cantidad de muertos aún no se conoce, son muchos los desaparecidos y el rescate de las personas subidas en los techos de las casas ha sido una ardua labor en la que solidariamente se sumó la población misma.

COPECO un elefante enorme de corrupción

El Comité Permanente de Contingencias (COPECO) que actualmente es dirigido por funcionarios muy obedientes a Juan Orlando Hernández, durante toda la crisis de la pandemia que inició desde marzo, solo ha demostrado una vez más que el gobierno de la narcodictadura se ha especializado en saquear el presupuesto nacional, con toda una estructura  montada en los 3 poderes del estado ya no tienen el mínimo pudor para ejecutar actos de corrupción, así lo reflejan las compras de hospitales móviles que aún no terminan de llegar.

El principal involucrado es Marco Antonio Bográn Corrales, exdirector ejecutivo de Inversión Estratégica de Honduras (INVEST-H), fue el que se encargó de las adquisiciones de emergencia por la cantidad de 48 millones de dólares (1200,000,000 de lempiras) y fue acusado de corrupción, pero lo sorprendente es que fue por un delito de monto menor, hecho por el cual está defendiéndose en libertad.

La crisis de la pandemia solo vino a darles más facilidad a un régimen que desde el año 2010 han ejecutado muchos casos gigantescos de corrupción donde los principales culpables gozan impunemente como nuevos millonarios del país. En este 2020 sus actos delincuenciales ya afinados les ha otorgado una oportunidad para robarse el dinero.

Otra desgracia para el pueblo

Si hay dos características que señalar de este régimen son; la primera los altos grados de corrupción en la que se involucran los funcionarios y la segunda es la incapacidad de los que dirigen las instituciones. Días antes de que se formara el huracán Eta se había nombrado director de COPECO al excantante de reguetón, Max González, quien se hace llamar Killa. Lo único que se sabe del privilegiado cantante es que fue reguetonero y por arte de magia pasó a ganar casi los 200,000 lempiras mensuales.

La incapacidad para dar respuestas a la crisis es reiterativa aun cuando cambien a los funcionarios. De esa forma nos agarró Eta que entró al país convertido en tormenta tropical y que dejó una enorme cantidad de agua que afectó terriblemente a esas zonas de la costa norte.

La solidaridad de los sectores populares

La población se ha volcado a rescatar personas atrapadas en los techos de las casas, la donación de alimentos, ropa y medicinas se ha hecho de forma automática y organizaciones gremiales y populares se han puesto al frente como centros de acopio para mandar lo recaudado inmediatamente al norte del país.

Una población que condena y repudia los actos de corrupción del gobierno no tiene la mínima confianza en utilizar las instituciones del estado instaladas para recaudar las donaciones, tanto así que se evidencia en las publicaciones hechas en redes sociales y las frases y publicaciones llevan el sello del repudio.

Inmediatamente se debe conformar una estructura integrada por los gremios y sectores populares para elaborar y ejecutar un plan de reconstrucción, es imperativo hacerlo, la crisis de la pandemia y ahora con el desastre dejado por Eta el país necesita una conducción que garantice que los fondos que provengan de la comunidad internacional no sean desviados a las cuentas privadas.

El pueblo hondureño debe dar un ultimátum a los líderes que dicen llamarse de oposición para que conformen un movimiento nacional para tumbar al régimen. Muchos se autocalifican que se oponen a la continuidad del Partido Nacional en el poder, sin embargo, con las acciones solo demuestran que son las mejores piezas que tienen el juanorlandismo para mantener dividida a la población y así nuevamente erigirse como dueños del poder.

Lo ideal sería que el pueblo mismo se volque a las calles a exigir y pelear por terminar con la dictadura, sin embargo, al parecer ese sentimiento de repudio aun no es lo suficiente para llenar de fuerza el ímpetu y adueñarse de las calles.

Si el gobierno se pone al frente de un plan de reconstrucción ya sabemos cual será el resultado, el pueblo no debe permitirlo.


Por Horacio Villegas

Los dueños de pequeños locales de bebidas protestaron este lunes 26 de octubre frente a las instalaciones de COPECO (Comisión Permanente de Contingencias) en Tegucigalpa, exigiendo la reapertura de sus negocios y levantando carteles con la frase “Tenemos familias que mantener”; un claro síntoma del fracaso generalizado de las medidas económicas puestas en marcha por el gabinete nacionalista desde inicios de marzo, y que hasta la fecha no han dado respuestas oportunas a miles de microempresarios, los más afectados por la crisis económica.

El fracaso de las medidas económicas durante la crisis sanitaria

A inicios del confinamiento, el gobierno desplegó un conjunto de leyes y medidas destinadas a los trabajadores de los sectores más golpeados por el cierre de la economía, mismos que representan más del 70% del empleo en el país, las denominadas Pymes y Mipymes. El concierto de “iniciativas” comenzó con la llamada Ley de aceleración económica anunciada desde el 13 de marzo pasado, que disponía, según declaró el ministro de la presidencia Ebal Díaz, de un plan de inversión en la “red integral pública de salud”, traducida en el mayor incremento del presupuesto de la secretaría de salud, y la supuesta construcción de once hospitales públicos ―hasta el momento inexistentes―.

En este mismo mes el gobierno anunció el “crédito solidario”, la entrega de préstamos a emprendedores a bajos intereses, política que ha sido denunciada por los mismos productores del campo, a quienes aún, luego de ocho meses, no llegan los aclamados beneficios de los créditos. Las medidas impulsadas por el gabinete económico de Juan Hernández, continuaron emergiendo pese a los rotundos fracasos.

En mayo se generalizó a todo el sistema financiero la Ley de alivio de deuda para los trabajadores, estrategia que prometía dar un periodo de gracia por tres meses en las cuotas de los préstamos adquiridos por los trabajadores con la banca. La medida decretada por el gobierno, que colocó la confianza de los hondureños en el siniestro proceder del sistema financiero, no puso un alto a los bancos que aprovecharon a cobrar intereses moratorios, endeudando aún más a quienes accedieron a esta fracasada “Ley de alivio”.

Los millonarios préstamos suscritos con la banca internacional no resultaron ser un paliativo que ofreciera el rescate inmediato de miles de pequeños comerciantes, más bien sirvieron como un remedio descarado que libró de riesgos y amenazas a las monumentales reservas de dinero de los bancos. El “fondo de garantía” aprobado por el gobierno en mayo, es el caso; ya que fue ideado con el propósito de reducir el riesgo de las entidades financieras mediante un préstamo otorgado por el BCIE (Banco Centroamericano de Integración Económica). Mismo que cubre un gran porcentaje de los préstamos adquiridos por las hambrientas Mipymes que intentan sobrevivir ante la escasez de crédito. Prácticamente, con este nuevo fondo de garantía el gobierno completa el dinero prestado a las Mipymes con fondos adquiridos del BCIE, para dejar intacta la reserva de los bancos, o, en otras palabras, los ricos comen pan frente a los pobres que no tienen dientes.

Nace con ocho meses de retardo el rescate a las Mipymes

Los reclamos de la población hondureña ante los ultrajes de la banca que arremetió con el cobro de intereses sobre intereses en los préstamos, manipulando a su antojo la Ley de alivio de deuda, fue el escándalo que dio pie a un nuevo remedio que nace a ocho meses del confinamiento. Esta nueva medida fue denominada Plan de rescate financiero solidario, ideada desde agosto y a pesar de las negativas del Cohep, fue consensuada por los quince bancos, la Ahiba (Asociación Hondureña de Instituciones Bancarias) y el gobierno, el pasado 18 de octubre.

“Logramos un acuerdo con los bancos para salvar y reactivar las mipymes. Les adelanto que nadie pagará más de lo que pagaba antes, no se cobrarán intereses sobre intereses, se ampliarán los plazos de pago y habrán períodos de gracia y rebajas de intereses.” (Twitter oficial de Juan Hernández, 18 de octubre de 2020).

Según el comisionado propietario de la CNBS (Comisión Nacional de Bancos y Seguros) Evasio Asencio, este nuevo rescate readecuará los plazos de pago de los préstamos de las Mipymes. Políticas que se diferencian de la ley de alivio de deuda en la temporalidad de los plazos de pago que alcanzan los 15 años, y en el no cobro de intereses sobre intereses, toda una nueva promesa revestida de “buenas intenciones” que el Congreso Nacional revisará para su ulterior aprobación.

Proselitismo nacionalista coincide con nuevas medidas económicas

El anuncio de este rescate financiero coincide en tiempo con el lanzamiento ―el pasado 14 de octubre―, del Bono Único destinado a 260 mil trabajadores independientes, transferencia electrónica de dos mil lempiras que el gobierno efectuará con supuestos filtros que medirán la pobreza a través de una herramienta denominada IVM. A ocho meses de la primera medida económica en el curso de la pandemia ―fallida a todas luces―, y cerca del año electoral 2021, las iniciativas económicas se confunden con el proselitismo electoral del partido de gobierno.

El presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, candidato presidencial por la corriente nacionalista “Juntos Podemos” será quien presentará como un logro y anticipo de campaña, la emisión del Plan de rescate financiero solidario en forma de ley. Y el Bono Único servirá de estímulo a las numerosas bases sociales del partido de gobierno con el objetivo de lograr más votos en las próximas elecciones. No cabe duda que a meses del proceso electoral de las internas, se afinan los detalles de políticas gubernamentales que estuvieron en el oscurantismo, con el único propósito de promover ―confundiendo con sutileza las medidas oficiales con las políticas partidarias―, la prematura campaña del Partido Nacional.

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