Por Victoriano Sánchez

La crisis de la oposición se ha materializado, ya no se puede ocultar. Dos años y medio después de los acontecimientos de abril del 2018, que sacudieron al país, la oposición lejos de unirse se divide nuevamente. Esto no es nuevo, era algo previsible.

La unidad con los partidos zancudos

Después del aplastamiento de los tranques, comenzó una lenta campaña a favor de la “unidad” de la oposición. Se abandonó la consigna de elecciones anticipadas, y todos se acomodaron con la salida electoral hasta el 2021.

Mientras tanto, los mismos grupos que formaron la Coalición Nacional por la Democracia (CND) en 2015, una fracasada alianza electoral con el PLI de Eduardo Montealegre, son los mismos que hoy impulsan la llamada Coalición Nacional (CN). Estos grupos son el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), que tiene una expresión pública a través del fantasmal Frente Amplio por la Democracia (FAD) formado por disidentes del liberalismo.

El FAD-MRS  y la Articulación que dirige Mónica Baltodano, se aliaron al grupito de disidentes de Félix Maradiaga,  y es el bloque que controla actualmente al Consejo Político (CP) de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) y son quienes han impuesto la línea de concretizar la unidad con los partidos zancudos o colaboracionistas para supuestamente “sacar a la dictadura”. La confluencia de estos grupos dentro del CP de la UNAB tiene un origen social común: todos administran o están ligados a ongs, que son disfrazados de “movimientos sociales”.

Poco a poco la UNAB fue abandonado la denuncia contra los partidos zancudos y se ha convertido en la principal impulsora de la Coalición Nacional, en la que participan el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán,  el partido regional YATAMA y el desconocido Partido de la Restauración Democrática (PRD), que obtuvo su personalidad jurídica en 2017.

La Coalición Nacional esta formada por estos partidos, más el Movimiento Campesino (MC) que dirige Medardo Mendoza, la UNAB, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y el llamado “sector juvenil y estudiantil”.

División por los Estatutos

Al momento de firmarse los Estatutos de la Coalición Nacional, se produjo una división. La ACJD expreso algunas dudas y se origino una crisis interna, que termino con la renuncia de José Pallais a esta organización. Los movimientos sociales que participan dentro de la ACJD han perdido su independencia y se han debilitado porque las cámaras empresariales ejercen el control e imponen la política a seguir. El nacimiento formal de la Coalición Nacional fue programado para el 25 de junio. Firmen o no el documento, la realidad es que hay división.

La última encuesta refleja desconfianza

El gran problema de los grupos de oposición es que creen que solo con juntarse van a tener la fuerza suficiente para derrotar a la dictadura en las próximas elecciones. La unidad no servirá para nada si antes no se hacen las reformas electorales que desmantelen el aparato que el FSLN ha logrado montar dentro del Consejo Supremo Electoral (CSE)

Los grupos de oposición se pelean por el control del membrete de la Coalición Nacional mientras el pueblo esta luchando por sobrevivir en medio de la pandemia. Debido a que la oposición no levanta las reivindicaciones mas sentidas de la población en la lucha contra la crisis económica, la última encuesta de CID Gallup reflejó que más del 70% de la población no se inclinaba por partido alguno, incluso la Coalición Nacional no obtuvo preferencia alguna.

La UNAB descendió del 30% en septiembre del 2019 a 5% en la actualidad. Y la ACJD se derrumbó también hasta el 1%. La anterior encuesta es una comprobación que la mayoría de la población desconfía de los grupos de oposición que impulsan la Coalición Nacional.

Todavía estamos a tiempo

A pesar de los pleitos y divisiones de la oposición, la mayoría de la población quiere un cambio real, y este comienza creando nuevos movimientos y partidos políticos, para que presenten sus propuestas transformadoras. No podemos confiar en los partidos zancudos que más temprano que tarde traicionaran la lucha democrática. Los trabajadores y el pueblo debemos crear nuevos instrumentos políticos para cualquier lucha electoral, que debe incluir primero la libertad de los presos políticos, la recuperación de las libertades, una reforma electoral democrática para crear las nuevas fuerzas políticas que el pueblo con su rechazo pasivo está reclamando.


Por Sebastian Chavarria Domínguez

El levantamiento popular del 2018 produjo una enorme crisis en los partidos tradicionales colaboracionistas o “zancudos”, especialmente dentro del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), el mismo que pactó un sistema bipartidista con el FSLN en el año 2000.

Muchos dirigentes de base del PLC se incorporaron a la insurrección cívica, en una clara ruptura con la cúpula partidaria que encabeza Arnoldo Aleman. El caso mas significativo de este vuelco de un sector del PLC a la lucha popular, fue el de Apolonio Fargas Gomez, alcalde de Mulukukú, quien fue hecho prisionero político, liberado por la amnistía general del 2019, pero vuelto a perseguir hasta ser destituido por la dictadura.

La convención del 2019

Desde el año 2017, la convención nacional del PLC del 2017 venía reclamando la necesidad de reorganizar al PLC, pero al año siguiente no se puedo realizar la convención nacional del 2018 por el nivel de represión existente. El problema se trasladó a la convención nacional del año siguiente.

En el año 2019, las bases liberales estaban agitadas, reclamaban cambios y pedían a gritos la unidad de la oposición. El PLC estaba conmocionado por los acontecimientos sangrientos del año 2018. Una de las resoluciones de esa convención nacional, fue la de iniciar un proceso de reorganización interna, y que los lideres no fueran nombrados por el “dedazo” sino que se eligieran mediante asambleas o un proceso electoral interno.

Todos los directivos nacionales, departamentales, municipales y hasta el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) debían someterse al escrutinio de las bases. Hubo una rebelión silenciosa contra la conducción de Arnoldo Aleman y su grupo. Incluso, hubo una resolución especial que ordenó que todos los cargos debían renunciar o suspenderse el mandato para marzo del 2020, para facilitar la elección interna de cara a la convención nacional de este mismo año.

Aleman golpea a la corriente de María Haydee Ozuna

Arnoldo Aleman como caudillo del PLC ha tenido que enfrentar muchas rebeliones internas, pero nunca ha perdido el control del aparato partidario, que maneja como clientela política, otorgando prebendas y rotando periódicamente las listas de cargos públicos.

Como existe mucho descontento acumulado en las bases del PLC. Un sector de la vieja guardia, una corriente plebeya, encabezado por María Haydee Ozuna, actual presidenta nacional del PLC, ha tratado de cambiar la orientación claudicante del arnoldismo con la dictadura, pero sobre todo se oponen a que Maria Fernanda Flores de Aleman, la esposa de Arnoldo Aleman, se consolide como la sustituta del caudillo, aplastando a los viejos dirigentes que tiene arrastre popular entre las bases.

Las elecciones internas debían realizarse ante de la convención nacional del 11 de julio, y escoger a los nuevos convencionales, pero una comisión especial del CEN, encabezada por Arnoldo Alemán, y conformada por Maria Fernanda Flores, Jamileth Bonilla, Martha McCoy, Silvio Américo Calderón y Miguel Blandón, nombraron a Miguel Rosales, el delfín de Maria Fernanda, como el nuevo presidente nacional del PLC.

¿Cuál fue la justificación? Que el país estaba bajo pandemia del covid-19 y que la convención nacional no podía reunirse. Una situación bastante similar al 2018, cuando no pudo reunirse la convención nacional.

El dictamen jurídico

A través de un dictamen jurídico, elaborado por el exmagistrado Silvio Americo Calderon, se hizo una interpretación del articulo 81 de los Estatutos del PLC, que establece que los cargos de presidente nacional y de las juntas directivas nacionales, regionales y municipales “no podrá desempeñar la misma posición después de dos períodos consecutivos”.

Pero el asunto que debía ser resuelto en las elecciones internas previas a la convención nacional, fue resuelto mediante una sentencia de una comisión jurídica. Pero no solo dieron el golpe de Estado contra Maria Haydde Ozuna y 44 dirigentes más, sino que en dicha sentencia no solo se autonombraron los nuevos dirigentes, sino que se recetaron un periodo de tres años de duración en los cargos, “por considerar que el próximo año (2021) es electoral a nivel nacional, el período de duración del cargo de los directivos del partido, sea por un período de tres años, tal y como lo establece el artículo 76 del estatuto”.

El panorama esta mas que claro: Arnoldo Aleman y su grupo acaban de liquidar a una corriente opositora dentro del PLC, para mantener su control firme del aparato partidario de cara a las elecciones generales de 2021.


Por Sebastián Chavarría Domínguez

La situación sanitaria en Nicaragua es realmente dramática. El coronavirus se abate contra una población indefensa. La estrategia de la dictadura, de promover la “inmunidad de rebaño”, demostró no solo ser errónea, sino que las consecuencias las paga directamente la población empobrecida.

Creciente mortandad

A diario se conocen noticias sobre la muerte de altos funcionarios de la dictadura: ministros, diputados, alcaldes, comisionados de policía, etc.  También se conoce la muerte de secretarios políticos departamentales y jefes paramilitares. Todas víctimas directas de los errores de la dirigencia de su partido, que promovió concentraciones masivas cuando la pandemia apenas estaba comenzando. Incluso, hasta inventaron una canción sobre el “virus importado”

Pero sería un error creer que solo están muriendo sandinistas. Están falleciendo personas de todos los estratos sociales, de todas las profesiones y corrientes políticas. El virus no respeta ideologías o banderas políticas. Los hospitales están al borde del colapso, por esta razón mucha gente prefiere convalecer en su casa.

La falta de acciones y políticas sanitarias de la dictadura ha acentuado la desesperación e incertidumbre en la mayoría de la población.

El llamado a la cuarentena voluntaria

La situación es tan grave, que mas de 33 asociaciones de médicos especialistas firmaron un comunicado criticando a las autoridades porque “(…) se continúa negando la situación y no se toman con urgencia medidas de lucha anti epidémicas y a gran escala para intentar contener el avance de la pandemia”

Esta cuarentena nacional voluntaria “(…) consiste en permanecer en casa por al menos 3-4 semanas, realizar compras de alimentos una vez por semana, garantizando el distanciamiento de al menos 1.5 metros de persona a persona, el uso de mascarillas y caretas faciales o pantalla protectora fuera de casa, y el constante lavado de manos”.

La dictadura respondió con el silencio. En otro comunicado, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) expresó; “(…) Instamos a todos los nicaragüenses a acogerse a esta cuarentena voluntaria (…) Llamamos al sector privado que sigan reforzando las medidas de seguridad para mitigar y prevenirlo y a aquellos empleadores que no lo han hecho a que lo hagan (…)”. (01/06/2020)

La Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (AMCHAM) apoyó el llamado, manifestando su inconformidad porque “(…) han llamado al gobierno y a diversos actores de la sociedad a tomar medidas (…) ahora estamos en la etapa de contagio comunitario (…)” (02/06/2020)

Por su parte, el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) apoyó el llamado a la cuarentena nacional, pero se mostró cauteloso al afirmar que “(…) todas nuestras acciones van a tener un impacto muy limitado, si el gobierno no asume su responsabilidad (…) adoptando las medidas de salud publica que han orientado la OMS/OPS y que reiteradamente se le han solicitado, entre otras, suspender clases presenciales (…) prohibir aglomeraciones, establecer protocolos de seguridad en el transporte público (..)” (01/06/2020)

¿Es viable?

El llamado de las 33 asociaciones médicas, aunque no denuncia a la dictadura, es sincero, pero no es la repuesta adecuada. De hecho, una parte de la población está en auto cuarentena desde marzo. El problema es que cualquier cuarentena, sea voluntaria o forzada, necesita un respaldo económico, para que las personas puedan mantenerse resguardados en sus hogares, y puedan comprar comida, pagar los recibos de agua, energía eléctrica e internet.

Una cuarenta basada en la voluntariedad no funciona, sobre todo en un país donde el 80% de la población vive en la informalidad, es decir, no tiene un trabajo y salarios fijos.

Se salen por la tangente

A diferencia del gremio médico, en esta ocasión las cámaras empresariales si reclamaron tímidamente acciones y medidas a la dictadura, pero al final se salen por la tangente y dejan caer toda la responsabilidad del combate a la pandemia en las personas como individuos, a través de una casi imposible cuarentena voluntaria.

Los empresarios no mencionan sus propias responsabilidades, no dicen nada sobre la obligación que tienen de garantizar el empleo y el salario a sus empleados. Se limitan a llamar al cierre de las empresas no esenciales, pero siempre obvian sus responsabilidades laborales como empleador. De esta manera, como la dictadura no toma acciones reales, los empresarios hacen algunas críticas formales, pero en el fondo quedan con las manos libres para despedir a sus empleados.

El combate contra la pandemia debe ser desde las instituciones del Estado, si la dictadura no toma acciones reales, pues es hora de pensar como organizarnos para cambiar de una vez por todas a este gobierno criminal.

 

Por Sebastián Chavarría Domínguez

Las recientes sanciones impuesta por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos contra el general Julio Cesar Avilés, jefe del Ejército Nacional (EN) y contra Iván Acosta, ministro de hacienda, constituyen el segundo golpe más importante que el gobierno de Estados Unidos ha asestado a la dictadura Ortega-Murillo, en el último periodo.

En diciembre del 2019, fueron sancionados los negocios relacionados con PETRONIC, la caja chica de la familia Ortega-Murillo. Es importante recalcar que el general Avilés ha sido sancionado como individuo, y que el EN como institución todavía no se encuentra en la lista negra, como ocurrió con la Policía Nacional.

Debido al control interno que ejerce la dictadura, Estados Unidos tomo la iniciativa política y ejerce presiones desde el exterior, para lograr las reformas que permitan la realización de elecciones libres.

El preámbulo de las sanciones

El 4 de mayo, la Unión Europea (UE) anunció sanciones contra seis altos funcionarios de la dictadura Ortega-Murillo que ya habían sido sancionados por Estados Unidos. Esta decisión simbólica de la UE transmitió un poderoso mensaje: se agota el tiempo para impulsar reformas democráticas.

El 20 de mayo, en una conferencia de prensa, el secretario Mike Pompeo, rompió los fuegos, expresando su profunda preocupación por “(…) los numerosos señalamientos creíbles de que la capacidad de los hospitales (de Nicaragua) está cada vez más al límite y de que se están enterrando cuerpos durante la noche de manera disimulada, lo cual sugiere que la situación sería mucho más grave de lo que reconoce en verdad el régimen”. 

La forma como la dictadura ha manejado el combate contra la pandemia, esta siendo utilizado para aumentar las presiones en su contra.

Al día siguiente, los senadores Ted Cruz y Bob Meléndez impulsaron una resolución en el comité de relaciones exteriores del Senado de Estados Unidos, exigiendo el respeto a los “(…) derechos constitucionales de los nicaragüenses y a implementar las reformas electorales para permitir la celebración de elecciones, libres, justas y transparentes”, y demandado a la administración mayores sanciones contra el gobierno de Ortega. Las sanciones de Estados Unidos contra Avilés y Acosta, dos figuras claves del círculo de hierro que rodea a Ortega-Murillo, fueron anunciadas el 22 de mayo.

El objetivo real de las sanciones

Estados Unidos se hizo de la vista gorda cuando Ortega-Murillo masacraban la insurrección desarmada en 2018. Lo condenaron en los foros internacionales, pero no movieron un solo dedo en su contra. Dejaron que hiciera la labor sucia de masacrar la sublevación popular, a cambio de la realización de reformas al régimen dictatorial.

Han transcurrido mas de dos años y todavía no hay señales ni certeza que las ansiadas reformas se producirán, tampoco se conoce la intensidad o profundidad de las mismas. Además, quedan prácticamente un año antes del inicio del proceso electoral del año 2021.

Las sanciones de Estados Unidos persiguen presionar nuevamente a la dictadura Ortega-Murillo para que inicie los cambios democráticos que nunca llegan. Mientras tanto el país va rumbo hacia la catástrofe, con dos años de recesión económica (2018 y 2019), un contexto de recesión económica mundial y los estragos de una pandemia que esta matando a centenares de indefensos ciudadanos, producto de la inacción gubernamental.

Los obispos rompen el silencio

En una cadena de acontecimientos, los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) rompieron el silencio, superaron sus divisiones, y emitieron una carta pastoral que, en sus párrafos principales, pronunciaba lo siguiente:

“(…) Constatamos (…) la fragilidad y vulnerabilidad en la que se encuentra el sistema de salud pública, la rapidez con que avanza el contagio, la verdad sobre el número de contagiados y muertes a causa del virus. (…) todos sin excepción prioricemos el cuidado de la vida, por encima de la economía (..) Exhortamos a los gobernantes y a todos los sectores del país a abrirse a las alianzas y consensos para buscar y encontrar alternativas y soluciones conjuntas que nos eviten una mayor catástrofe humana.”

La carta pastoral no solo fue una critica a la forma como la dictadura esta combatiendo la pandemia, sino que llamó a todos los sectores, incluida la propia dictadura, a abrirse a las “alianzas y consensos”. La ultima vez que los obispos hablaron así fue durante el fracasado segundo Dialogo Nacional en abril del 2019.

La campanilla que los obispos han sonado, anuncia inminentes procesos de negociaciones entre la dictadura y la oposición sobre las cruciales reformas electorales. Sin ellas, no habrá elecciones "libres" en el año 2021. La dictadura ya llegó al borde del abismo.


Por Victoriano Sánchez

Mientras en el resto de países de Centroamérica, los gobiernos de turno se han visto obligados a tomar algún tipo de medidas, a todas luces insuficientes para contener la expansión del coronavirus, en Nicaragua la pandemia se ensaña de manera especial contra la población nicaragüense, debido a que la dictadura Ortega-Murillo decidió aplicar de manera secreta la política de “inmunidad colectiva”, conocida popularmente como “inmunización de rebaño”.

Esta política parte del supuesto que el contagio es inevitable, y que por ello se deben promover actividades masivas, como las “marchas de amor en tiempos del COVID” para dejar que la población se contagie, porque al final el 50% puede adquirir inmunidad, un 30% se enfermará de manera leve, un 10% de manera grave, otro 10% requerirá hospitalización y cuidados intensivos, y dentro de este rango hay un porcentajes de muertos, que los documentos oficiales del Ministerio de Salud (MINSA), han calculado en 800.

La “inmunidad colectiva”

En Inglaterra, el primer ministro Boris Jonhson trató de aplicar la política de “inmunidad colectiva” y rápidamente dio marcha atrás. Inglaterra ocupa el primer lugar de muertes en Europa, superando únicamente por Estados Unidos. El único país que ha aplicado con relativo éxito la política de “inmunidad de rebaño” es Suecia, que tiene una población con altos niveles de educación y una economía desarrollada.

Las autoridades suecas no decretaron cuarentena, adoptaron algunas medidas como evitar reuniones mayores de 50 personas, pero en general apelaron a la “responsabilidad individual” de sus ciudadanos. Las cifras de Suecia no difieren de las de sus vecinos nórdicos, que si establecieron cuarentenas:  14.300 contagios, 1.500 víctimas que en su mayoría vivían asilos u hogares de reposo.

La indolencia de la dictadura

Los científicos todavía discuten cual es la mejor política para frenar al coronavirus, mientras sigue creciendo el nivel de contagios y muertes por el mundo.

En Nicaragua, la dictadura no ha reconocido que está aplicando la política de “inmunidad colectiva”, pero su comportamiento nos indica, sin lugar dudas, que ese fue el camino que escogieron para enfrentar la pandemia. Por eso no hicieron nada en la etapa previa al contagio masivo. Incluso, los sandinistas llegaron al extremo de negar la existencia del virus. Hasta elaboraron la “cumbia del virus importado” para distraer a sus bases. Al igual que Trump, redujeron el peligro de contagio del virus a una gripe un poco más fuerte.

Detrás de esta indolencia de la dictadura se esconde su propia crisis: no puede resolver absolutamente nada. Nicaragua tiene dos años de recesión económica, y ya entramos al tercer año. La pandemia ha destapado la crisis capitalista a nivel mundial, generando una recesión de la economía mundial, que incidirá directamente en la maltrecha economía nicaragüense. El panorama es realmente sombrío.

¿Por qué la dictadura escogió el camino de la “inmunidad colectiva”? Por que no tiene margen de maniobra en el plano económico. Si tomara decisiones parecidas a las de sus vecinos, como el gobierno de Bukele en El Salvador, o de Carlos Alvarado en Costa Rica, la dictadura tendría que adoptar medidas económicas que, en las condiciones actuales, serian el tiro de gracia contra los empresarios, porque les obligaría a pagar salarios y a garantizar algún nivel de protección del empleo.

Los empresarios del COSEP y de AMCHAM han sido cautelosos, y se han limitado a tomar medidas sanitarias en sus empresas. Esta inercia de la dictadura, esta permitiendo los despidos en zonas francas y en muchas empresas. En la etapa final de su crisis, la dictadura no quiere tomar medidas en contra de los empresarios, porque arruinaría la salida política electoral que vienen cocinando en silencio.

La realidad se impone: contagios, muertes y entierros clandestinos

Como era de esperarse, la política de “inmunidad colectiva” que impulsa la dictadura estaba condenada al fracaso. Al comienzo, en la primera fase, el Ministerio de Salud (MINSA) se limitó a negar el contagio, aduciendo que todos los casos detectados eran “importados”, y todos los enfermos estaban “delicados, bien atendidos pero estables”, hasta que fueron muriendo uno a uno. De esta manera, maquillando las cifras, los datos oficiales registran hasta el momento 25 casos de contagio y 8 muertes, con una alta tasa de letalidad.

Pero la realidad ha terminado imponiéndose. El MINSA ha dejado de brindar conferencias de prensa, en el momento preciso que la cantidad de muertes ha crecido en todo el país. Los hospitales están repletos de personas con síntomas del COVID y al borde del colapso. El contagio local es masivo, con la gravedad que no existen cifras oficiales. El numero de muertes se ha incrementado, teniendo como foco inicial el departamento de Chinandega, seguido por Managua y Masaya, los departamentos más poblados.

En las redes sociales circulan videos de entierros clandestinos, que ocurren por las noches. En ellos se aprecian a funcionarios del MINSA con trajes blancos de protección, cargando el féretro sellado, introduciéndolo a la tumba. Los familiares de los fallecidos se quejan de que no les permiten enterrar a sus deudos, y que el MINSA no confirma las causas del deceso.

Sin lugar a dudas, estamos ante una fase de contagio masivo y de muertes que evidencian el fracaso de la política de “inmunidad colectiva”. Es tan evidente, que la dictadura ha tenido que aplicar algunas de las recomendaciones de la OMS, pero ya es demasiado tarde.

Continua el silencio de la oposición

La pandemia metió en crisis al proyecto de la Coalición Nacional (CN). No podía ser de otra manera. La llamada unidad de la oposición no se ha concebido como una alianza para luchar contra la dictadura, sino como una alianza electorera, en donde se repartirán los cargos. El problema es que la realidad alteró el esquema electorero. El pretexto de la crisis ha sido la conformación del Consejo Político de la CN.

Los partidos tradicionales exigen un delegado por fuerza política, en cambio la cúpula actual de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) pide que cada organización tenga 3 miembros, lo que haría inmanejable la toma de decisiones. La CN no ha nacido y ya esta en crisis, pero donde mas se nota la crisis en que no tienen posturas unificadas para combatir la nefasta política de “inmunidad colectiva” que aplica la dictadura.

La crisis se manifiesta en las distintas repuestas que, los sectores que conforman la fallida CN, dan ante la pandemia y ante la indolencia de la dictadura.

Los 43 puntos de la Alianza Cívica

Después de un largo silencio, el pasado 23 de abril del 2020, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), sacó un documento con 43 propuestas. Además de la suspensión de clases y de aumentar el presupuesto para el MINSA, la ACJD propone “establecer a la brevedad un fondo de transferencias en especie, alimentos y víveres a personas en riesgos y que no puedan salir de sus viviendas”; “un monto adicional a la pensión de los aproximadamente 280 mil pensionados del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS)”. Esta vez no mencionaron la crisis financiera del INSS.

Ante los problemas financieros de la pequeñas y medianas empresas, propone la “Creación de fondos de garantías que respondan por préstamos de pequeños y medianos productores y comerciantes.  Suspender por tres meses el pago de cuotas de préstamos, sin detrimento del historial crediticio. Suspender el pago de hipotecas por tres meses (…) Suspender el pago de agua y luz por tres meses, así como prohibir el corte de dichos servicios”.

El monopolio del servicio de agua potable esta en manos del Estado, pero el monopolio de la energía eléctrica es propiedad de la familia Ortega-Murillo, tal vez por eso proponen, al menos en el comunicado, una medida tan “radical”.

Esta actitud cambia cuando se trata de empresas transnacionales: “Promover que las empresas de telecomunicaciones no suspendan servicios de telefonía celular ni de internet”. Las empresas de telecomunicaciones son Claro y Movistar, ahora en manos de Tigo.

También proponen: “Reducir por tres meses los precios de los combustibles del gas licuado, (…) Reducción de los precios de los combustibles en proporción a la disminución de la caída de los precios internacionales del petróleo”. El monopolio de los hidrocarburos también es propiedad de la familia Ortega-Murillo, pero en este caso se limitan a ajustarse a los precios internacionales del petróleo.

En relación a la enorme masa de trabajadores informales, la ACJD propone crear “un programa especial de atención a trabajadores de cuenta propia”, pero sin explicar en que debe consistir.

Pero donde se reparten con la cuchara grande es en relación a los beneficios a favor de los empresarios: “Suspender el pago del impuesto sobre la Renta, del Valor Agregado y el Impuesto Selectivo de Consumo por tres meses. Prorratear el pago de estos tributos suspendidos una vez pasada la crisis. Suspender del pago de Cuota Fija, impuestos que cobran las alcaldías por tramos comerciales en el mercado y el Impuesto a Bienes Inmuebles (IBI) por los próximos tres meses. (…) Agilizar las devoluciones de pagos de impuestos sobre la renta en caso que los contribuyentes hayan pagado de más, producto de las retenciones al porcentaje de ventas.    Suspender por el resto del año procesos de reparos fiscales a las empresas”.

El plan de los 43 puntos tiene un enorme componente de beneficios fiscales para los empresarios, y no defensa del empleo y el salario de los trabajadores. Sobre estos, solo hay dos líneas: “Procurar pagar el salario básico a los trabajadores mientras dure la etapa de distanciamiento social que la OMS ha recomendado. Procurar el pago inmediato de prestaciones a los trabajadores a quienes se les ha cancelado sus contratos de trabajo”. En estos dos casos, esta la palabra “procurar”, lo que queda discrecionalmente en manos de los empresarios, cumplir o no. No una sola palabra sobre la necesidad de defender el empleo y los salarios.

Evidentemente, el plan de 43 puntos de la ACJD se preocupa mas por los empresarios que por los trabajadores. Pero, además, es papel mojado si no alientan a la población a la lucha. Y no lo hacen.

La preocupante posición de la UNAB

Desde el pasado 3 de abril, la UNAB sacó un a propuesta de 12 puntos, de los cuales solamente dos contenían reivindicaciones económicas: “(…) 10.- Suspensión del pago de los servicios de agua potable y energía para los sectores de menor consumo, no se debe suspender estos servicios básicos por falta de pago (..) 12.- SIBOIF debe autorizar el congelamiento inmediato y momentáneamente el pago de préstamos, hipotecas y tarjetas de créditos y prever un mecanismo para diferir los montos atrasados a lo largo de varios meses sin recargo en las tasas de interés”.

Ahora bien, el 8 de mayo del 2020, la cúpula de la UNAB publicó un comunicado, alertando que se inicio la fase de contagio comunitario, recomendando las siguientes medidas: “1.- Quedarse en casa. (…) 2.- Evitar sobrecargar el sistema de salud. (…) 3.- Crear redes de solidaridad en cada cuadra, en cada barrio, en cada comarca. Acopiando alimentos y medicamentos para quienes lo necesiten. (…)”.

Eso es todo. Ni una sola exigencia o denuncia para que el pueblo luche contra la dictadura criminal. En pocas palabras, salvase quien pueda y a como pueda. Es una actitud omisiva que refleja la bancarrota política de la cúpula de la UNAB. No hay un solo planteamiento para los trabajadores, sean del sector formal o informal.

La UNAB se ha convertido en un pequeño aparato electorero, y no en un organismo de lucha contra la dictadura, en momentos tan duro como el que vivimos. La historia somete a prueba a las organizaciones, y parece que la UNAB no esta pasando la prueba.

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