Por Victoriano Sánchez

Ahora muchos reniegan de las enseñanzas de la revolución de 1979. Y es que el fracaso de la revolución de 1979 trajo muchas frustraciones, que se han acumulado a lo largo de los últimos 40 años. Los crímenes de la dictadura Ortega-Murillo han revivido el fenómeno del anti sandinismo. Casi siempre se asocia la revolución de 1979 a su conducción, pero esto es válido hasta cierto punto.

Los enemigos de una nueva revolución, los que conspiran para un “aterrizaje suave”, explotan esta confusión, para llevar agua su molino y afianzarse como las figuras de recambio ante el inevitable derrumbe de la dictadura actual.

Diferenciar el rol de la conducción de la dinámica de la revolución

Para asimilar las experiencias de 1979, debemos diferenciar entre el rol que juega una dirección política o militar, y la dinámica misma de la revolución. En el periodo 1977-1979, el FSLN logró atraer las simpatías populares por su firmeza en la lucha contra la dictadura. La revolución estalló el 10 de enero de 1978 cuando el pueblo explotó en las calles al enterarse del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, quien luchaba en solitario contra la dictadura

Las masas despertaron a la política en 1978 y vieron en el FSLN una dirección firme, con la cual valía la pena arriesgar la vida, y lo hicieron. Al desaparecer el máximo líder de la oposición burguesa, el FSLN se convirtió en un polo de atracción, nutriéndose de muchos anti somocistas sinceros.

Esta audacia revolucionaria, la firmeza a la hora del combate, fueron factores que permitieron al FSLN ganarse las simpatías de las masas, pero la revolución había estallado y tenía su propia dinámica, lo que hizo el FSLN fue aprovechar esa dinámica y conducirla, explotando hábilmente los puntos más débiles del somocismo.

Sobre la unidad contra la dictadura

Cuando les conviene, la oposición burguesa rescata la gran unidad nacional que se dio en la lucha contra Somoza. Eso es una mentira descarada. Igual que hoy, el gran capital estaba dividido, lo que se manifestó en varios intentos de negociación con la dictadura para crear un somocismo sin Somoza. A finales de 1978 surgió el Frente Amplio Opositor (FAO) que junto a la OEA siempre intento una salida negociada de la dictadura. Fue la terquedad de Somoza la que impidió esa salida negociada. Incluso, el FAO en medio de la insurrección de 1979 intentó llegar a una negociación en Caracas, Venezuela.

El FAO entro en crisis a finales de 1978, el grupo de los Doce (aliados políticos del FSLN) se salieron y con el Movimiento Pueblo Unido (MPU) y otros grupos, crearon en febrero de 1979 el Frente Patriótico Nicaragüense (FPN), como brazo político del proceso insurreccional.

Nunca hubo unidad total. La burguesía estaba dividía, y la guerrilla del FSLN tuvo la virtud de nunca detenerse ante las dificultades, siempre confiando en la lucha de masas, que había adquirido la forma de una guerra de guerrillas en todo el país.

No habían ongs

Una diferencia sustancial entre 1979 y la lucha actual, es que en aquella época no habían ongs que pretendieran jugar un rol político. Ahora tenemos el fenómeno que los ongs pretenden sustituir a los partidos o direcciones políticas, organizando seminarios en hoteles, impartiendo cursos con ideologías sobre la ciudadanía, el empoderamiento social, la horizontalidad, las auditorias ciudadanas, el control ciudadano, etc, que crean una nebulosa ideológica e impiden a los jóvenes dar el salto en la construcción de direcciones políticas revolucionarias a nivel nacional.

Al contrario, cuando se produjeron las masacres y la represión sangrienta contra los tranques en 2018, estos ongs llamaron a la “lucha pacífica”, a la “resistencia pacífica”. Como los cristianos de la antigüedad, solo faltó que llamaran a poner la otra mejilla.

Una enseñanza que no debemos desechar

Cuando el FSLN era un partido revolucionario, nunca dejo de impulsar las luchas, nunca de detuvo ante las dificultades, siempre para adelante, sin detenerse jamás. Esta es una cualidad que las nuevas generaciones debemos copiar y mejorar, precisamente para luchar contra aquellos que en 1979 fueron revolucionarios, pero ahora ya no lo son.

Tenemos que estudiar a nuestros enemigos, observar su comportamiento político, para luchar eficientemente contra ellos. A la guerrilla se le opone la contra guerrilla, a la lucha política contra la dictadura debemos oponer y mejorar las tradiciones revolucionarias de 1979 que permitieron derrotar a la dictadura somocista, para que podamos derrotar también la actual dictadura Ortega-Murillo en el periodo inmediato.


Por Héctor Moraga

Poco más de dos años han pasado desde aquel estallido social de abril del 2018, que descolocó los enquistes de una dictadura tan tiránica como su predecesora. Dictadura que ha ensañado con fusil, cárcel y muerte todas aquellas expresiones que manifiesten una oposición a las políticas criminales y déspotas de la familia de turno en el poder, los Ortega-Murillo.

El asesinato de Jorge Luis Rugama

La polarización y la intolerancia del sandinismo, contra quienes no comulgan con su distorsionada cosmovisión de sociedad, ha llegado al punto de establecer un Estado de terror permanente. Esto último se evidencia con el caso del ciudadano Jorge Luis Rugama, del poblado de La Trinidad, departamento de Estelí, quien el pasado 19 de Julio fue ultimado de un disparo en la cabeza por un trabajador de la alcaldía de Estelí, afín al partido del Frente Sandinista.

Esa tarde, los simpatizantes de Ortega celebraban un aniversario más de la caída de la dictadura dinástica de los Somoza, celebración que irónicamente se da bajo el yugo de otra dictadura. Al transitar las caravanas Orteguistas por las calles de Estelí, el señor Rugama, desde su casa, levantó el grito que la juventud nicaragüense reivindicó durante 2018: “Viva Nicaragua libre”. Acto siguiente, Jorge Luis Rugama se convierte en una víctima mortal del oficialismo Sandinista.

Los crímenes de Ortega

El caso de Jorge es uno de los más recientes, pero lamentablemente no es el único. Las tipificaciones de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el Estado de Nicaragua incluyen entre ellos:

* Asesinatos para estatales y ajusticiamientos a opositores, entre los casos más conocidos se encuentran el del niño Álvaro Conrado de 15 años en los predios de la Universidad Nacional de Ingeniería; Franco Valdivia, quien fue derribado por un francotirador en la ciudad de Estelí; Marcelo Mayorga, a quien asesinaron durante la operación limpieza en la ciudad de Masaya; la familia Pavón del barrio Carlos Marx en Managua; y así más de 350 asesinados y asesinadas cuyos crímenes permanecen en la impunidad

* Centenares de detenciones arbitrarias y judicializaciones ilegales, muchas de las cuales se ha logrado documentar la aplicación de métodos de tortura física y psicológica contra los opositores que no lograron escapar del aparato represor del régimen. Hoy en día, las celdas del gobierno albergan a más de 90 presas y presos políticos quienes están siendo procesados por delitos ficticios. Tal es el caso del estudiante John Cerna, a quien lo acusan de tráfico de estupefacientes; y del comerciante Wilfredo Brenes, quien ya había sido puesto en libertad.

* La persecución masiva de opositores que derivó en el exilio de más de 88 mil nicaragüenses a países de la región y fuera de ella. Ciudadanos que incluso hoy en día no ven posibilidad de retornar a Nicaragua bajo las condiciones de represión actuales a las que continuamos sometidos.

* La expulsión de cientos de estudiantes de pre grado, a quienes se les ha borrado por completo su registro académico y quienes además no han logrado continuar sus estudios dentro, ni fuera del país.

Y la lista de crímenes se extiende todavía más, pero al mismo tiempo crece la urgencia de todo un pueblo por obtener la justicia que con convicción continuamos demandando. Los procesos de una justicia real son imposibles mientras Ortega continúe gobernando, eso lo tenemos más que claro, no obstante, llegará el momento en que la dictadura caiga de una vez y para siempre, y como pueblo estamos en la necesidad de ir un paso por delante. Pero ¿Cómo nos preparamos para la transición?

Dictadura, nunca más

La frase “Quien no conoce su historia está obligado a repetirla” no podría tener mayor validez, ni un mejor significado que lo ocurrido en nuestro contexto. Durante el periodo de transición post Somoza, los jóvenes revolucionaros de aquel entonces anhelaban una Nicaragua mejor, un país libre, próspero y democrático. El fracaso de la revolución sandinista, 40 años después, debería ser motivo suficiente para que hoy en día, los jóvenes que luchamos por una Nicaragua libre, reflexionemos de sobre manera sobre el rumbo que está tomando nuestra lucha, sobre los errores del pasado. Es obligación nuestra construir desde lo aprendido e identificar aquellas acciones que no nos permitieron sanar las heridas que como sociedad nunca fueron cerradas.

El sandinismo siempre ha operado desde la confrontación del enemigo: en el exterior, el imperialismo o la anti izquierda; en el interior desde las otredades, nicaragüenses. Esto último da pauta a la desfiguración de la ciudadanía, del ser y de nuestras raíces, teniendo como consecuencia directa una visión segmentada del ejercicio democrático. Por tanto, surge esta dualidad en la ciudadanía: el militante y el opositor; el “yo” y el otro; la revolución y el enemigo de esta.

Es así como la función de Estado limita su ejercicio únicamente a la ciudadanía alineada con las políticas de los gobernantes de turno, y desconoce a quienes no forman parte de esta. De esta forma es como se limita también el acceso a procesos de justicia y de construcción integral de la memoria.

La memoria histórica fue un recurso que el gobierno sandinista instrumentalizó durante sus más de 40 años de existencia, moldeándola, adaptándola, transformándola e incluso eliminándola de la construcción de la identidad social sobre las generaciones nacientes. ¿Fue acaso la ausencia de memoria histórica uno de los factores que nos llevaron de vuelta a un ciclo dictatorial, aparentemente sin fin? Existe una multiplicidad de estudios, tanto académicos como vivenciales, que podrían responder a esta pregunta, pero cada contexto es distinto. En nuestro caso, es una prioridad.

Memoria y reparación como políticas de un nuevo gobierno

Al hablar de transición debemos referirnos al proceso en el cual se logre realizar, de una vez y para siempre, el desmantelamiento de toda estructura de poder que posea vínculos tanto con los crímenes de lesa humanidad, perpetuados principalmente por el Frente Sandinista, como aquellos que también hayan sido partícipes o colaboradores de la degeneración de las instituciones y poderes del Estado. Una tarea inmensurable a simples rasgos, pero no imposible. Los cimientos de un Estado de derecho deben de partir del involucramiento y fiscalización de la ciudadanía en todo momento, así como de la transparencia y la profesionalidad de quienes ejerzan la función pública llegado el tiempo. Pero, luego de reestructurar el Estado ¿Qué nos sigue?

En realidad, la pregunta no es el “¿Qué?”, han pasado dos años y la ciudadanía está más que clara en cuanto a cada uno de los términos que se demandan desde el día cero. La pregunta no es otra sino el “¿Cuándo?”. ¿Cuándo obtendremos justicia para las madres que hoy lloran a sus hijos e hijas?; ¿Cuándo les tocará el tiempo a las víctimas directas de la dictadura de poder reivindicar su humanidad y su ciudadanía?; ¿Cuándo nos tocará recuperar las autonomías que nos fueron cercenadas durante todos estos años?; Nuestra prioridad debería contemplar el resarcimiento de las víctimas en todo momento, en todo proceso.

La reparación como responsabilidad y obligación del Estado

Y es aquí donde surge el conflicto medular de todo esto: el “¿Cómo?”. Las políticas de reparación deberán aplicarse como políticas de Estado una vez entremos a un período de transición. No puede haber justicia sin reparación, y viceversa. La reparación deberá estar configurada mediante un eje que permita sostener la equidad social. El Estado deberá de garantizarle al afectado o afectada la recuperación de su dignidad humana, la dignidad de sus seres queridos, deberá además garantizar la reinserción social de quienes incluso lo han perdido todo.

Esto último implica directamente la administración de recursos para que estas políticas puedan llevarse a cabo. Por ejemplo: todo proceso legal al que las victimas recurran para la dignificación de las directrices antes mencionadas, debería ser asumido en su totalidad por el Estado, y esto incluye la incorporación de profesionales de alto nivel para las tareas requeridas en cada etapa; que el Estado sea garante de seguridad social, de salud mental e integral en la medida que la o el beneficiario lo requiera. Que el Estado garantice el acceso expedito a la educación primaria, secundaria y superior para quienes fueron forzados a abandonar sus estudios, y a quienes se les fue privado administrativamente este derecho.

La complejidad de este proceso recae también en las buenas prácticas de quienes ostenten el poder político en una nueva Nicaragua. Nunca más debemos ver el Estado como un Estado-Botín, como fuente de ingreso o como nuestra fábrica de recursos ¡NUNCA MÁS! Por tanto, la seriedad que este proceso implica sostiene el reconocer que esto partirá desde nuestros fondos públicos, y es acá donde debemos cuestionarnos ¿Cómo el Estado puede reparar mi daño, o nuestros daños?

Hoy en día continuamos sometidos bajo un régimen criminal, que también opera desde la destrucción de la ciudadanía. A pesar de estar bajo dos pandemias (una biológica, y la otra dictatorial) nuestro pueblo se mantiene resiliente día a día, con la esperanza de poder ver la luz de día sobre nosotros una vez más.

ONU recomienda indemnizar solo a una parte de las victimas

Recientemente, se hizo del conocimiento público que el Grupo de Trabajo sobre detención arbitraria, una instancia del Consejo de Derechos Humanos de la

Organización de Naciones Unidas (ONU), resolvió que los periodistas Miguel Mora y Lucia Pineda Ubau, detenidos y encarcelados ilegalmente por la dictadura, y otro grupo de activistas que fueron detenido al llevar agua a las madres en huelga de hambre por la libertad de sus hijos, conocido como la “banda de los aguadores”, deben ser indemnizados.

Esta resolución ha generado un debate, porque solamente recomienda indemnizar a una parte, no a todos los presos políticos, victimas o sus familiares. No puede haber discriminación entre las víctimas, todas merecen justicia e indemnización por parte del Estado. Sin embargo, lo primero que debemos hacer es movilizarnos para tumbar a esta dictadura, para que la justicia, reparación e indemnización mitiguen el dolor que los asesinatos, torturas, encarcelamiento o desapariciones, han causado a las víctimas y sus familiares.


Por Victoriano Sánchez

La celebración del 19 de julio de 1979 se ha convertido en una fecha que causa división y polémica entre los nicaragüenses. Poco a poco se ha ido olvidando que en esa fecha se produjo una grandiosa unidad popular que terminó derrocando una sangrienta dictadura de 45 años de duración.

Inmediatamente después del triunfo de la insurrección popular de 1979, en donde el FSLN jugó un destacado papel de conducción política y militar, la Dirección Nacional del FSLN conformada por los nueve comandantes (tres por la tendencia tercerista, tres por la tendencia proletario y tres por la tendencia de la guerra popular prolongada) decidieron confiscar esa fecha y utilizarla solo en beneficio de su propio partido en formación.

La institucionalización de la celebración del 19 de Julio

La revolución popular antimosomocista, amplia y diversa, en la que participaron activamente muchos sectores sociales, fue convertida en una nueva categoría: Revolución Popular Sandinista (RPS).

El 14 de febrero de 1980, la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN), con clara hegemonía del FSLN, emitió el Decreto No 294, publicado en La Gaceta No. 39 de 15 de febrero de 1980, que reformó el Decreto No 11 de 1951 y el artículo 57 del Código del Trabajo, agregando el 19 de julio como un feriado nacional.

Al producirse la confrontación política por el control de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, el FSLN se apropió de los símbolos y se adjudicó el titulo de dueño de las tradiciones revolucionarias. Desde entonces, el 19 de julio dejó de celebrarse como una fiesta nacional, para convertirse en una celebración o fiesta marcadamente partidaria, que con los años adquirido una connotación casi religiosa

Incluso, después de la derrota electoral de 1990, el gobierno de dola Violeta Chamorro no se atrevió a atacar estas tradiciones que el sandinismo había impuesto en los años anteriores. En 1995, el artículo 66 del actual Código del Trabajo, confirmó la fecha del 19 de julio como feriado nacional. Así quedó institucionalizado la conversión de la celebración del 19 de julio, que dejo de ser una fiesta nacional, para convertirse en una fiesta partidaria.

La metamorfosis del FSLN

En todo el periodo 1990-2020, que incluye el pacto con Arnoldo Alemán y finalmente la recuperación del gobierno en 2007, el FSLN continuó explotando los símbolos y las tradiciones de la revolución de 1979, a pesar que para entonces la conducción sandinista se había transformado en lo opuesto. Esta metamorfosis dio un salto de calidad con la piñata de 1990, cuando la cúpula sandinista privatizo los bienes estatales que habían sido expropiados al somocismo. El FSLN había derrotado militarmente al somocismo, pero al final termino asimilándolo y convirtiéndose lentamente en una nueva y sofisticada versión del somocismo.

El rechazo a la nueva dictadura

El estallido de la rebelión popular en abril de 2018, y las masacres realizadas contra los estudiantes y quienes estaban protestando en los tranques, ha incentivado el rechazo popular contra la nueva dictadura encabezada por la familia Ortega-Murillo.

Y ese rechazo se ha convertido también en un repudio a todo lo que el FSLN actualmente representa. El problema es que la mayoría del pueblo ya no hace distinción entre el pasado revolucionario del FSLN antes de 1979, cuando combatía armas en mano a la dictadura, con los crímenes y la represión actual. El rechazo es global y con ello se tira a la basura a las tradiciones revolucionarias que permitieron derrotar al somocismo, y que, si lográsemos reproducirlas, esta vez contra la propia conducción sandinista, podríamos obtener un nuevo triunfo revolucionario.

La derecha pesca en rio revuelto

El concepto de izquierda, que en cualquier país del mundo significa pensamiento democrático y progresista, en Nicaragua se ha transformado, por culpa del FSLN, en algo deshonroso.

Recientemente el Partido Ciudadanos por la Libertad (CXL) lanzó una campaña por las redes sociales con el hashtag “#nuncamas19dejulio”, tratando de explotar el rechazo a la dictadura Ortega-Murillo desde el punto de vista ideológico. Lo que pretenden es enterrar las tradiciones revolucionarias anteriores a 1979, que el FSLN deformó y prostituyó, para que no vuelva a repetirse la experiencia de una insurrección armada victoriosa contra cualquier otra dictadura.

Y cuando hablamos de tradiciones revolucionarias nos referimos a la movilización y la lucha popular contra el somocismo, que hoy debe ser retomada, sin la distorsión que causó el FSLN, para luchar y triunfar contra aquellos que fueron revolucionarios en el pasado pero que ahora son la reencarnación del somocismo.

 


Los firmantes del Estatuto de la Coalición Nacional

Por Victoriano Sanchez

El pasado 25 de junio, en un acto deslucido con escasa asistencia en el Hotel Holiday Inn, se firmó el Estatuto de la Coalición Nacional (CN). La firma estuvo precedida de una crisis y una división sin precedentes en las filas de la oposición burguesa.

¿Quiénes conforman la Coalición Nacional?

La Coalición Nacional está conformada por ocho organizaciones. De estas, dos son partidos políticos nacionales: el PLC y el Partido de la Restauración Democrática (PRD). YATAMA es un partido político indígena regional. La Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN) es un partido político en formación, sin personalidad jurídica, compuesto por ex contras.

El PLC es partidos zancudos. YATAMA incluso ha sido parte de la Convergencia Nacional, una alianza electoral liderada por el FSLN. Hasta hace poco YATAMA rompió sus alianzas con el FSLN.

El resto de los participantes son movimientos sociales: la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB). También participan el Movimiento Campesino (MC) que goza de mucho prestigio por la lucha contra el canal interoceánico y el papel en los tranques. Y finalmente, esta el llamado “sector juvenil y estudiantil” conformado por expresiones estudiantiles que han sido diezmadas por la represión. Los grupos estudiantiles están divididos: la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ participa dentro de la UNAB, y otras cinco expresiones estudiantiles se agrupan dentro del ACJD.

Cada organización tiene un voto, independientemente de su fuerza real, lo que generará muchos roces y contradicciones.

Se reciclan los partidos “zancudos”

La rebelión de abril del 2018 reflejó no solo la indignación popular contra la dictadura, sino también la profunda desconfianza de los partidos tradicionales o “zancudos” que han colaborado con el régimen. En los tres meses de rebelión y enfrentamientos callejeros, con muertos y heridos del bando popular, los partidos zancudos no asomaron ni la nariz, ni se pronunciaron apoyando la rebelión popular.

Después de las masacres, persecución y encarcelamiento de los estudiantes y lideres populares, la movilización comenzó a descender. En ese momento, cuando el peligro había pasado, los dirigentes de los partidos políticos comenzaron a aparecer en los medios de comunicación, derramando lagrimas de cocodrilo por las víctimas. Esa desconfianza hacia los partidos zancudos se mantiene por parte de la población.

Sin embargo, los espacios de la oposición han sido copados lentamente por los grupos de viejos políticos mañosos, que tienen más experiencia política que los líderes estudiantiles y populares que se han mantenido defendiendo las banderas de la insurrección de abril.

La unidad como tabla de salvación

Sin consignas y sin discurso revolucionarios que agrupe nuevamente a las masas en la lucha contra la dictadura, estos viejos grupos políticos se han reciclado. Cambiando su ropaje gritan desesperadamente que la unidad es necesaria para derrocar a la dictadura. Lo que no dicen es que tipo de unidad.

Bajo la bandera de la mas amplia unidad, en la Coalición Nacional esta participando el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) que dirige Arnoldo Aleman y su esposa Maria Fernanda Flores. También participan las dos cámaras empresariales, el COSEP y AMCHAM, las mismas que se negaron a convocar al paro nacional indefinido en los meses de abril, mayo y junio, cuando la movilización popular tenía acorralada a la dictadura.

En pocas palabras, la estrategia de la oposición burguesa consiste en unir a todos, a pesar de la trayectoria y las actuales posiciones diferentes, para crear una coalición que permita derrota a la dictadura en las elecciones de noviembre del año 2021. Esta es una misión imposible. Los empresarios tienen intereses diferentes a los estudiantes y demás sectores populares. Estos tienen aspiraciones diferentes al PLC y YATAMA, dos partidos colaboracionistas que participan en la Coalición Nacional.

Al parecer, lo único que los une es la ambición de sacar una votación electoral que les permita renegociar el poder con la pareja presidencial.

Todos tienen posiciones diferentes, pero fingen estar de acuerdo, porque necesitan engañar a la gente, crear falsas expectativas para que conseguir el voto de la población. Ellos creen que puede repetir la victoria electoral del año 1990, que la sola unidad les garantiza el triunfo. Pero no es así.

Cuando estalló la pandemia, las fuerzas que conforman la Coalición Nacional no pudieron dar un repuesta unificada, cada quien salió por su lado, unos incluso se retiraron discretamente de la escena, como fue el caso de los empresarios.

La desconfianza hacia los partidos zancudos

Una muestra de que persiste la desconfianza instintiva de la población hacia los partidos colaboracionistas, es que la reciente encuesta de CID-Gallup confirmó que el 70% de la población no cree en ningún de los actuales partidos políticos. Incluso, la Coalición Nacional como tal no reflejó ningún puntaje en la encuesta.

La sorpresa fue que el FSLN, que siempre había mantenido un 40% del electorado, bajó a un 18%. Este desplome de las intenciones de voto es similar a la que se produjo a mediados del 2018, cuando las bases del sandinismo criticaron las masacres. Después del aplastamiento de los tranques el FSLN logró recomponer a su base, pero ahora nuevamente sufre otro desplome, probablemente causado por el mal manejo de la pandemia. Los sandinistas de base han visto la actitud despreciativa hacia la vida humana, en la medida que la dictadura no hace nada efectivos para combatir la pandemia y disminuir el número de muertes.

Triste papel de la ACJD y la UNAB

Producto de la rebelión del 2018 surgieron dos fuerzas políticas nuevas: la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) nació el 6 de junio, y meses más tarde, a inicios de octubre, surgió la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).

La ACJD ha tenido una evolución. Fue conformada para la negociación del Dialogo Nacional, que fracasó en junio del 2018 y en marzo-abril del 2019. En estos dos años, a pesar de los roces iniciales, las diferencias han venido desapareciendo, y estas dos organizaciones se convirtieron el núcleo fundador de la Coalición Nacional. En honor a la verdad, la ACJD ha mantenido un rumbo invariable, defiendo y representando los intereses de los grupos del gran capital, a pesar que existen algunos movimientos sociales. La predominancia de los grupos empresariales provocó la reciente ruptura y retiro del movimiento campesino, así como muchos desgranamientos de personalidades: Edwin Carcache, Jose Pallais, etc.

La organización que ha variado su rumbo es la UNAB. Los documentos de fundación de la UNAB explícitamente rechazaban cualquier dialogo con los partidos zancudos. Sin embargo, las organizaciones de la UNAB han defendido la permanencia del PLC en la Coalición Nacional, supuestamente para evitar que Arnoldo Aleman dividida el voto. Este razonamiento es muy extraño. Lo más probable es que el PLC termine rompiendo la Coalición Nacional cuando se discuta el tema de las reformas electorales, ya que como partido del segundo lugar tiene muchos privilegios.

La UNAB ha dejado de ser una organización para impulsar la movilización, la justificación de este viraje es la represión. Ahora la UNAB está concentrada en organizar los “territorios”, pero no es una organización para la lucha, sino que esta trabajando a marchas forzadas en creer una estructura electoral.

Pero donde mejor se aprecia el viraje electorero de la UNAB es en las políticas que difunde en las redes sociales. Últimamente, esta impulsando una campaña de recolección de firmas para que la Organización Mundial de la Salud (OMS), pueda entrar a Nicaragua a halarle las orejas a la dictadura, por un pésimo desempeño en la lucha contra la pandemia. A veces, como en este caso, las cosas pequeñas reflejan las grandes limitaciones políticas de la conducción de la UNAB, que define políticas para los organismos internacionales y no para organizar y movilizar a las masas populares.

La Coalición Nacional: pegada con saliva

Bajo este contexto se firmaron, a ultima hora, los Estatutos de la Coalición Nacional. Resulto obvio que había una profunda división originada por la posible casilla a usar en las próximas elecciones. El PLC ha ofrecido sus privilegios de partido del segundo lugar a la Coalición Nacional, pero hay un sector de esta, representada por la mayoría de la ACJD, que se inclinan por ir en la casilla del Partido Ciudadanos por la Libertad (CXL).

No hay división por líneas políticas, porque sencillamente no existen esas líneas políticas. No hay consignas para movilizar, ni discurso agitativo. La división surge por la casilla a usar, y eso que las elecciones serán dentro de año y medio. Estas fricciones confirman el giro electoralista de toda la oposición, mientras la pandemia esta destrozando a los nicaragüenses, no hay una sola organización que de una repuesta a los problemas económicos.

Es una desgracia que, a estas alturas, después de dos años y medio de resistencia contra la dictadura, la oposición, ahora controlado por grupos de zancudos y oportunistas que se están reciclando, gire en torno a las dos corrientes liberales PLC y CxL.

Lo mas importante en la próxima coyuntura es recuperar las banderas de la rebelión de abril del 2018, luchar por una profunda reforma electoral que permita la creación de nuevas fuerzas políticas, como lo demanda la población, y crear una unidad de las fuerzas verdaderamente democráticas, que luchan reamente para terminar con esta sangrienta dictadura.


Por John Cerna

Escribo estas palabras desde una celda en la cárcel nicaragüense de "La Modelo".

Casi todos me conocen como Tigrillo. Era estudiante de la Universidad Nacional de Ingeniería en 2018, cuando estallaron las protestas estudiantiles. Estaba terminando el quinto año de Ingeniería Civil y me expulsaron cuando me uní a las protestas. Casi muero allí esos primeros días, cuando la Policía me disparó a quemarropa.

Luego me atrincheré en la UNAN Managua, donde estuve apoyando al puesto médico. De allí pasé a vivir como si me estuvieran cazando. Pude continuar mis estudios en la UCA, a pesar de complicaciones médicas producto no solo de la persecución en mi contra, sino también de las capturas frecuentes de otros compañeros. Los estudiantes hemos sido los más sacrificados en esta coyuntura.

Tengo 24 años y, al igual que muchos con los que ahora comparto encierro, nuestro único error fue haber crecido creyendo en la posibilidad de un país en donde tengamos oportunidad de salir adelante por nuestro trabajo y no por "el partido". Fui capturado el 28 de febrero de este año, tras un operativo de "inteligencia nacional". Pero no se las dejé fácil, pude mandar un SOS y avisar. Me acusaron de tráfico de drogas, un delito que no cometí, pero qué hacemos en el país de "la normalidad", además de correr el riesgo de que nos maten por creer en algo. Me condenaron a 12 años y 6 meses.

Estoy en una celda con reos comunes, junto a acusados de violación, de feminicidio, de tráfico de estupefacientes, de robo. Aquí hay entre 18 y 24 reos por celda. Cocinamos sobre un ladrillo de barro con una resistencia. A veces nos dan 15 minutos de “sol”, pero casi todo el tiempo pasamos encerrados.

En los primeros días soñé con una "nube” (mensaje escrito en papel) que decía: "Ya logramos tu libertad". Al despertarme seguía preso tras estos barrotes oxidados.

El encarcelamiento que ahora vivo es peor que el que nos reportaban los compañeros hace dos años. Han muerto presos en las diferentes galerías por “complicaciones respiratorias” o cualquier excusa, menos el virus.

Las autoridades tomaron medidas, pero han sido tardías. Rocían con cipermetrina las celdas a diario, toman la temperatura y te fotografían; no hay consultas médicas, mucho menos medicamentos. Racionan la comida.

Desarticularon la galería de los viejitos porque murieron tres a mediados de mayo; improvisaron un indulto para liberar a los demás. La situación es tan grave que los mismos funcionarios del penal están falleciendo de covid-19, pero por necesidad los que quedan siguen trabajando. Ahora restringen las visitas y se ha limitado a un familiar por presidiario.

El sistema nos afecta a todos por igual y está viciado por doquier. A los reos comunes los deja a mitad de proceso por largos períodos, los acusan e inculpan injustamente, les reducen los beneficios y si se los devuelven es para congraciarse con las familias, jugando con la dignidad humana. "La prisión también cambió desde 2018", le escuché decir a uno un día de estos.

Mi papá murió tres semanas antes de que me capturaran. En mi última conversación con él me dijo: "Tenés grandes propósitos... Aunque nunca te voy a entender". Yo le refuté: “Ahí vas a tener mis dos cartones (títulos)”. Lo único que él quería era verme con un mejor futuro. Era mi héroe.

Lamentablemente a la "juventud, divino tesoro" de Darío le ha tocado pagar los platos rotos de los más longevos, como todo mal augurio en esta Latinoamérica; como Neomar Lander en Venezuela y Alvarito Conrado aquí. Una vez le dije a alguien que mi mayor miedo es "no ser suficiente".

Días antes de ser apresado, casi muero ahogado con un amigo al que la crisis, los problemas y la depresión lo estaban matando. Habíamos ido a la costa para despejar la mente un poco y sonsacarlo de esas ideas destructivas. A cien metros de la orilla y hundiéndose en el agua, descubrió que quería seguir viviendo. Nos rescataron unos pescadores. Siempre intento ayudar a los míos en lo que pueda.

A principios de este año me tocó llorar a la Valentina "Toretto", una compañera de lucha, con quien estuve en la toma de la rotonda Rigoberto López Pérez, frente a la UNAN, en 2018. Como ella escribió después, en aquellos primeros días de lucha, en aquella rotonda, creíamos que la dictadura agonizaba. Valentina se quitó la vida el 6 de enero de este año. Día de Reyes. Poco antes subió a su blog una carta de despedida, en la que escribió:

La verdad es simple: ya me cansé de sufrir y de ver sufrir. Ya no estoy esquivando balas todos los días en una barricada, y no concibo nada igual de importante que hacer… No veo plausible para mi país la libertad y la equidad social que se reivindicó con la anarquía en 2018. Soy realista. Estoy viviendo en una dictadura, pero mi vida es mía, y no tengo por qué seguir soñando con los cadáveres que he visto. No quiero saber nada de reunioncitas de salón con discursos melosos; la moralidad performática de ese juego político se reduce a espejos del ego y anhelos de poder. Solo eso queda.

Intento ahora ayudar a los chavalos en crisis, porque ha sido muy difícil para nosotros. Me envían mensajes, ellos allá afuera y yo aquí adentro. “Estás donde no deberías estar, pero fundamentalmente no estás”, me decía alguien en uno de esos mensajes. Pero aquí estoy.

Entre las peores cosas que he sentido es el dolor de que una vida se me vaya entre las manos, como cuando levanté a Chester Chavarría, en la Unan Managua, o una prima que dejaron morir porque, en julio 2018, en los hospitales públicos preferían darle la sangre a los heridos del Gobierno que a los pacientes de oncología.

¿Dónde están la paz y el amor que pregonan a diario en los medios de la dictadura? ¿Cuánto nos van a seguir quitando a costa de sus intereses miserables? El difunto Tomás Borge lo dijo: "Podremos perderlo todo, pero nunca el poder", ignorando que tres cuartas partes de la población votante es menor de 40 años, conscientes de todo lo ocurrido a la fecha.

El día en que "limpiaron" la Unan, le dije al cardenal Leopoldo Brenes en la iglesia Divina Misericordia: “¿Qué vas a negociar con tu verdugo? ¿La manera en que te mata?”

De entre los presos políticos han "priorizado" a unos 37 de los casi 100, por problemas médicos, nos han sacado a chequeos bajo la supervisión del Comité Internacional de la Cruz Roja. Pero en realidad solo es protocolo para asegurar que sus "monedas de cambio" estén vivos y "sanos". En una ocasión hablé con la encargada del Comité, quien me aseguró que venían porque las "autoridades" lo piden.

A cuatro meses de mi detención, nunca nadie me ha atendido por el déficit respiratorio, una costilla rota sin sanar completo, la luxación crónica del hombro y un charnel de escopeta que cargo conmigo en la sien izquierda, como remanente de esta lucha.

No somos la moneda de cambio por la absolución de crímenes de lesa humanidad. Así se lo han querido vender al mundo creando una Ley de amnistía, ignorando tanto daño hecho. Tampoco queremos salir y vivir con miedo en un Estado policiaco, con patrullas a cada esquina. Para ser honesto, quiero que Nicaragua sea un lugar donde mis hijos no tengan que vivir lo mismo que yo.

Hemos intentado negociar nuestra liberación, pero también hay intereses de por medio. La empresa privada insiste en jugar un doble rol, no han querido confrontar con el régimen. El verdadero "paro nacional" jamás ocurrió, y no pueden decir que tienen demasiado que perder, porque sus activos dependen de sus empleados. En algún momento rendirán cuentas de sus negocios con el Gobierno y, como cita el refrán: unos a la bulla y otros a la cabuya. Los empresarios son otros que se han aprovechado de las circunstancias para su propio beneficio.

Hay más de cien mil nicaragüenses que fueron forzados a dejar su lugar, sin destino fijo, que han pasado dificultades, esperando poder retornar a casa, con garantías de no repetición y de que el Estado vele por ellos, ya que su seguridad es primero. Para lograrlo es necesario una memoria completa, justicia transicional, procesos de reconstrucción a todos los niveles, responsabilizar a los asesinos por el daño causado, reformas electorales y autonomía universitaria. De momento esto parece  una utopía, pero un día será de día.

Hoy le toca a nuestra generación hacer la historia. Desde la cárcel, ahora soy yo quien dice lo que antes, frente a otra dictadura, dijo Carlos Fonseca: ¡Yo acuso a la dictadura!

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