Por Rodrigo Blandino.

Hace unos pocos días se viralizó en las redes sociales un mensaje de Nahomy Urbina Marcenaro, conocida como “La comandante Masha”, en este mensaje se quejaba de como un periodista había filtrado un video antes de tiempo, impidiendo que ella pudiese salir de Nicaragua a un lugar seguro en Costa Rica. Lo ocurrido con ella no es fortuito, les ha pasado a decenas de compañeros que están sumergidos en la clandestinidad, resguardando sus vidas y su integridad física de la brutal represión de la dictadura Ortega Murillo.

Al igual que Masha, muchos jóvenes y personas mayores han tenido que verse en esta odisea, personajes como Oscar Rene Vargas han revivido un pasado que consideraban superado, ellos saben cómo actuar ante esta realidad, sin embargo, ¿qué hay de los que nunca habíamos vivido la represión de una dictadura? ¿Cómo nos adecuamos a una realidad que no conocíamos? Y… ¿Cómo la sobrellevamos con la facilidad de la detección por medio de la tecnología y las redes sociales? Estas son preguntas que debemos hacernos y reflexionar con el fin de hacerle difícil el trabajo a los órganos de represión del Estado.

El Estado y su aparato represivo.

Mucho se ha escrito sobre la naturaleza del Estado y cual es su función, pero pocos calzarían en la realidad que vivimos, es el análisis de Carlos Marx el que mejor describe la situación, para Marx el Estado nace producto de las contradicciones de las clases sociales. El Estado surge para que un sector de la sociedad se imponga sobre otro, germinando en sus entrañas aparatos que se encargan de hacer efectivo ese dominio. La policía y el ejercito cumplen la función de gendarmes no solo del Estado, sino de los poderosos, es decir, de la burguesía en general y particularmente de los sectores vinculados al gobierno.

Comprender que la Policía y el Ejercito son agentes del poder es importante para vislumbrar que ellos defenderán hasta las últimas consecuencias el poder establecido no el de los sectores mas pobres de la misma. En Nicaragua desde la piñata en 1990 se fue gestando un nuevo sector de la burguesía vinculada al sandinismo. Pero en estos doce años de Ortega en el poder, esta burguesía sandinista se ha convertido en un sector hegemónico y los rangos de la policía y el ejercito son parte de la misma, contando con intereses financieros en la administración del Estado.

La policía y el ejercito no solo reprimen en las calles, estos se encargan de hacer labor de espionaje para identificar quienes son los sujetos peligrosos para los intereses del gobierno, es por esta razón, que se crean órganos de inteligencia.

La insurrección y la silenciosa labor de espionaje.

La insurrección de abril rebasó completamente a los órganos de inteligencia, era imposible identificar a las decenas de miles de pobladores que salieron a las calles a luchar contra el genocidio que estaba perpetrando la dictadura. Sin embargo, estos órganos nunca dejaron de trabajar, a los retenes y tomas se mandaron infiltrados encargados de hacer perfiles de los dirigentes, tomar fotos, caracterizar los sectores en las tomas y en algunos casos, saturar de provocadores. La labor de espionaje requiere de trabajo de contraespionaje, sin embargo, la mayoría de los jóvenes no hemos sido preparados para contrarrestar esta realidad.

La represión y la cacería.

Julio fue un mes decisivo en la primera etapa de este proceso, ya que a punta de bala el gobierno se ha impuesto, iniciando una persecución política como no se ha visto en décadas en Nicaragua, el asesinato selectivo, la represión colectiva, el encarcelamiento, la desaparición, encarcelamiento y tortura es lo que el gobierno ha impuesto a los compañeros que protestaron y en algunos casos, solo criticaron públicamente a la dictadura.

La clandestinidad.

Las masacres y la represión de la dictadura mandaron a cientos de personas a la clandestinidad, estar en la clandestinidad es: “En este sentido, la clandestinidad implicaba un funcionamiento oculto y secreto; sin embargo, en el caso de la guerrilla, el objetivo era el desarrollo de una ofensiva armada dirigida contra distintos blancos, entre los que solían estar las fuerzas de seguridad, ciertos sectores del empresariado o de la dirigencia sindical. En cambio, en el caso de los grupos no armados, la estructura clandestina tenía, por un lado, un sentido básicamente defensivo orientado a la protección frente al accionar represivo de las fuerzas de seguridad. Por otro lado, era la única forma de continuar con la militancia en contextos políticos en los cuales la actividad de algunos grupos de izquierda estaba prohibida.” (María Florencia Osuna, Entre la “legalidad” y la “clandestinidad”)

Un compañero atrincherado en la UNAN nos ilustra lo que ha vivido: “Nunca me imaginé vivir perseguido, cambiar de casas, permanecer en el encierro, estar en vigilia noches completas esperando que vengan a apresarme y contemplar la posibilidad de que otros de mis compañeros sean capturados y torturados. Las noches son interminables, y el corazón solo espera el tiempo en que la dictadura caiga y ganemos por fin nuestra libertad.

En muchas ocasiones no se dimensiona como el actuar político en una toma, marcha o barricada puede repercutir en nuestras vidas, más aun, cuando se trata con una dictadura como la de los Ortega Murillo. Como se ha aprendido crudamente, la clandestinidad es para personas que han sido identificadas o que tienen que realizar una labor que no puede ser detectada. Esta implica tomar todas las medidas para que la persona en cuestión no sea capturada, desparecida, apresada o torturada. Plantea reubicarse en un espacio donde el individuo no sea detectado o visto como un peligro.

El look es importante, variar el perfil que los para-policías tienen es importante para despistar, la masa muscular, el corte de cabello, la posición corporal, la forma de vestir pueden salvarnos la integridad. Incluso las formas de hablar y gesticular, son fundamentales para pasar desapercibido, y esa es una clave, llamar lo menos posible la atención. Si uno cambia de look, no debe divulgarlo en ninguna parte, ni en redes sociales, ni en estados de WhatsApp.  

Las personas se tienen que recluir en casas de seguridad no pueden tener conexión normal con el exterior, no se puede salir, ni dar información de donde te encuentras, incluso a tus familiares, mientras menos personas conozcan el paradero del perseguido, menor es el riesgo de ser capturado. Si hay varios compañeros en una misma casa, es conveniente revisarse los celulares mutuamente, evitar las video llamadas que permitan identificar donde se encuentran las casas de seguridad y las personas que están ocultándose.

Hay que tener muy en claro que cuando una persona de un circulo es capturada y conoce la ubicación de sus compañeros, no hay que esperar que por fuerza de voluntad resista a las torturas, uno debe estar claro que esa persona puede dar un tiempo prudencial para que permita al resto de la célula o grupo reubicarse y desaparecer del radio de captura, no moverse es como clavarse un puñal. En el instructivo conocido como “El Miedo”, por ejemplo, nos ilustra: “se recomienda a las organizaciones de resistentes asumir la posibilidad   que   el   prisionero/a “hable” en   la   tortura, tomando   precauciones   para    contrarrestar   el   arresto.   Dichas   precauciones   son   una   forma   de   proteger   a   la organización, pero también al compañero/a que con toda seguridad sería sometido/a a técnicas de tortura concebidas para extraer información a la víctima en breve plazo.”

Mantener la tranquilidad es indispensable, ya sea para moverse en la calle o para desplazarse de una casa de seguridad a otra, hay que mentalizarse como una persona normal y comprender, a que a menos que uno sea una figura de pública y conocida, un agente de policía no reconocerá a primera vista. Si se tiene celular, es indispensable borrar todos los mensajes que uno tiene en ellos y estar claros que las líneas de celular son rastreables, por lo que es recomendado cambiar de chip o no manejar los mismos. Si uno es abordado por un parapolicia en la calle hay que conservar la calma y de ser acusado, negar cualquier identidad que se le pueda acreditar. Nunca en la calle hay que responder al seudónimo combativo, ese leve detalle puede sembrar la duda en un agente que esté investigando.

Las redes sociales.

Es necesario saber que las redes sociales son armas útiles para la lucha, sin embargo, puede ser la herramienta de perdición para muchos compañeros. Una foto en Facebook puede hacer que las redes de espionaje detecten a la persona, el lugar y con quienes se encuentra. Redes como Signal y Telegram vienen encriptadas, sin embargo, las redes sociales son vulnerables, por lo que es recomendable tener mucho cuidado con su uso.

La inexperiencia ha llevado a que cometamos muchos errores, como salir en entrevistas sin los rostros tapados, incluso a inferir los días en que se va a cruzar la frontera para salir del país, cosas tan simples se vuelven un peligro latente que puede ser superado con paciencia y tener claro que lo que siempre prima, es la seguridad personal y la de los compañeros.

Hay que plantear la posibilidad de la captura, en esta situación hay que mentalizar la envergadura de la lucha, la labor histórica y lo importante de la causa, aferrarse un ideal o una comunidad que depende de uno, esta simbiosis entre causa, amigos y camaradas es importante para resistir los interrogatorios y la tortura.  Siempre estando claros que el objetivo es soportar la mayor cantidad de tiempo, que ganar tiempo significa salvar vidas y camaradas.


Por Maximiliano Cavalera.

Desde jóvenes se nos enseña que Nicaragua es una tierra de lagos y volcanes, esta metáfora parece apegarse mucho al carácter del nicaragüense.  Y … ¿cómo no ver en Nicaragua un volcán? Si basta con ojear nuestra historia y veremos que las explosiones sociales son una constante en nuestra realidad social y política. Desde las rebeliones indígenas, pasando por las luchas pre independistas, la guerra contra Walker, la gesta anti imperialista de Sandino y las insurrecciones contra la dictadura Somocista. Nicaragua ha sido un mosaico de gestas heroicas, cada una con sus propias características y su propia realidad.

Desde la derrota de revolución en 1990 mucha agua corrió bajo el puente. Los 16 años de gobiernos neoliberales fueron de una profunda reacción en donde la juventud se movilizó sobre todo por rescatar el 6%. Las luchas estudiantiles por el 6% constitucional vieron como miles de jóvenes salieron a las calles defendiendo la autonomía y el derecho a la educación superior, sin embargo, en ese período la sombra del Orteguismo se cernía sobre la lucha. No es un secreto que los estudiantes universitarios y su dirigencia fueron manipulados desde 1990 para salir a las calles y ser cola de carga del sandinismo. Durante mucho tiempo la dirigencia de UNEN negoció las luchas estudiantiles buscando favores del FSLN, en aquel entonces muchos dirigentes se escondían en la mística de la revolución para ocultar su naturaleza de sirvientes de Ortega. Para ningún estudiante era extraño que un dirigente de UNEN fuese premiado con una diputación o cargos en el FSLN. Claro, luego de haber sido un asalariado de las universidades y gozar de todos los privilegios, becas, bonos, vehículos, comida, fiestas, y otros estipendios que despilfarraban en esa época.

Desgraciadamente, la juventud universitaria vería su vida política a la sombra del FSLN que en esa época se enmascaraba como una organización antimperialista, socialista y revolucionaria, todavía en aquellos años el FMI era enemigo del Estado y ser empresario no era la panacea que ahora se presenta. En las luchas universitarias la figura mítica era la del guerrillero configurada desde la icónica imagen del Che. Antes del 2006 algunas organizaciones como el PLC, intentaron entrar a las universidades, no lo lograron por la enorme tradición de lucha social que había. Sin embargo, la juventud en general se articulaba a través de pocos espacios visibles en la realidad nacional, principalmente en organizaciones religiosas, algunas deportivas y como activistas de alguna ong’s.

El regreso de Ortega y el inicio de la pesadilla.

El triunfo de Ortega cambia radicalmente la realidad de los dirigentes de UNEN más no la del estudiantado, y mucho menos de la juventud en general.  Ya no era necesaria la dirigencia de UNEN para luchar contra los gobiernos liberales, y las protestas por el 6% desaparecieron de la agenda de la dirigencia universitaria. Esto generó un embrión particular, los dirigentes de UNEN siempre fueron combativos y se probaban a morterazos en las calles, pero ya no había luchas por el 6%. Así que estas nuevas generaciones de dirigentes estaban ahí solo para ser fieles al orteguismo, la broma más grande fueron las últimas elecciones para la presidencia de UNEN nacional, en donde las elecciones fueron la peor burla de los últimos años, llegando al absurdo de que las urnas de votos fueron llevadas a la casa del FSLN donde se impuso un nuevo presidente nacional.

La dirigencia estudiantil se volvió un simple membrete del orteguismo, pagados para inmortalizarse en las universidades y evitar que surgieran organizaciones estudiantiles fuera de su servilismo. Hace mucho dejaron de ser revolucionarios, desde que Ortega llegó al poder se institucionalizó los salarios, las prebendas y la corrupción en donde el más arrastrado y no combativo era el dirigente.

La juventud Sandinista.

La juventud sandinista ha dado cambios importantes con el tiempo, pero en el 2006 se transformó en una especie de órgano personal de Rosario Murillo en medio de una pugna interna entre las facciones internas del FSLN. La que fuese una organización de mucho prestigio descrita por Gonzalo Carrión como: “La Juventud Sandinista de los años 80 es considerada una juventud “sacrificada y crucificada” que luchó por el paradigma de la libertad y que se regocijó con orgullo por el simple hecho de ser parte de la familia de los ideales de Sandino, pero que también sintió y vivió el dolor en carne propia cuando vio caer en combate a los también compañeros jóvenes que luchaban por establecer en Nicaragua un gobierno alejado de una dictadura.” (En Nuevo Diario 19-02-12) pasó a ser una organización sin principios, ideales o política, en simples actores de los deseos de la familia presidencial. Vertiginosamente la JS se transformó en una versión tropicalízada de las camisas pardas fascistas, grupos de choque de la pareja presidencial en cargados de golpear a las manifestaciones opositoras y de repartir cuotas asistencialistas. El coctel ideológico es tan potente que sus miembros declaran: “El comandante y la compañera, nos han indicado que hay que trabajar en la fe, un tema que no habíamos trabajado, hay muchos elementos en los que estamos trabajando, nos movilizamos para ayudar al comandante, debe haber compromiso de parte de los jóvenes.” (Stereo Romance página web 20-12-16)

Una generación perdida.

No es fortuito que la realidad de los jóvenes y estudiantes en el país no cambiase, sino que, hasta cierto punto, se profundizará la problemática de los jóvenes en el país, no es un secreto que los dirigentes reflejan la sociedad en la que vivimos y sus fenómenos. Internacionalmente el Orteguismo vendió la idea que Nicaragua vivía una segunda etapa de la revolución, sin guerras e intervenciones, en la cual el país se desarrollaría llegando a erradicar la pobreza y beneficiar a los más necesitados. Pero la realidad fue muy diferente, en Nicaragua no se estaba gestando el socialismo ni siquiera un Estado paternalista, en nuestro país se profundizó la agenda neoliberal solo que asistencialista.

En pocos años el FMI dejó de ser el enemigo, ahora se vanagloriaba que el Estado cumpliese los compromisos con el mismo, los empresarios fueron aliados fieles del régimen mientras garantizase la estabilidad en sus negocios, los trabajadores no vieron una mejoría en sus salarios, siquiera en su capacidad adquisitiva, y el crecimiento económico fue la prioridad. No es casual que la juventud en general no viese al sandinismo como un partido que lo representase, al final la problemática de su realidad no las solucionaba el gobierno, el problema del empleo, la salud, el acceso a la seguridad social, salario digno, la rentabilidad del salario han sido contrariedades latentes, basta con mencionar, que el salario mínimo más bajo del istmo es el de Nicaragua. Para decenas de miles de jóvenes la solución a su realidad precaria era y son una zona franca, la migración o tener la suerte de conocer a una persona del gobierno que te garantice algún trabajo.

En esta segunda etapa del Orteguismo, los jóvenes crecieron bajo la realidad del libre mercado, en una sociedad enajenada que le rinde culto a la banalidad y como modelo el empresario exitoso, según Zygmunt Bauman, en su libro “Modernidad Líquida” y llevado a nuestro contexto: “la sociedad contemporánea integra a sus miembros, fundamentalmente, como consumidores. Para ser reconocidos, hay que responder a las tentaciones del mercado. Acompañado al deseo del objeto, va la inmediata frustración. Lo que genera que se deposite la fantasía de felicidad en un nuevo objeto. Así se produce un círculo de deseo permanente de consumo. Se tiene y se sufre, y si no se tiene se sufre aún más

Nos organizamos o perdemos la lucha.

Hasta hace poco, la sociedad nicaragüense y su juventud vivía una especia de letargo con pocas expresiones políticas fuera de las ya mencionadas, o tradicionales vinculadas a las religiosas y ongs. Por esta razón, es que las insurrecciones de abril fueron tan bruscas y difíciles de apagar, la juventud no estaba amalgamada en una organización que dirigiese la lucha o la centralizase, esa es propaganda del gobierno para justificar el absurdo del golpe de Estado. Sin embargo, esto nos plantea una gran limitante, negarnos a organizarnos en la vida política nacional es dejarle el camino libre a la dictadura y los parásitos políticos que han sido actores de la desgracia de Nicaragua.

Es imperativo abandonar la noción sectorial imperante en nosotros, los diferentes grupos nos debemos unir en una sola organización juvenil o estudiantil, amplia y democrática, con una clara visión de los objetivos políticos, que no arrastre con los lastres del pasado y que se plantee como resolver los problemas del país. Lo que más ha debilitado la actual lucha es la falta de liderazgo nacional, que nos riente clara y decididamente como luchar contra la dictadura, que organice a los estudiantes actualmente desmovilizados, que nos ayude a organizar sindicatos en las empresas, que llame a los obreros y campesinos a la lucha contra los genocidas, que organice a los barrios, grandes actores políticos de nuestros tiempos. Ya es hora de tomar las riendas de nuestro destino, no dejarlas a terceros que han malogrado el destino de nuestro país, dejando el poder, el dinero y los privilegios a los actores que llevan más de 30 años jugando con los destinos de Nicaragua. Los jóvenes son los llamados a fundar una nueva nación y discutir qué tipo de organización creen que debe tener, pero para esto, debemos trabajar en la organización de nuestras fuerzas.

Hace falta discutir qué país queremos, como nos organizamos para alcanzarlo, los métodos de lucha a seguir, las estrategias, el modelo económico, el modelo jurídico, sin embargo, es una discusión que no podemos dejar de lado, como dice el refrán, para hoy es tarde.


Por Diego Lynch

Durante el año 2004, en la Universidad Centroamericana (UCA) se fundó el Movimiento Acción Estudiantil (M.A.E). Esta organización surgió a raíz de que un grupo de estudiantes, que luchaban por las reivindicaciones sociales y estudiantiles (el 6% constitucional, el no incremento al pasaje de transporte urbano colectivo, entre otras) observó que dentro de la Unión Nacional de Estudiantes Universitarios (UNEN) existían malos manejos del presupuesto, los que se venían llevando a cabo desde la época de Bismarck Santana, Jasser Martínez y así sucesivamente. Estos malos manejos tenían sus orígenes en los intereses particulares del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y no a las necesidades del estudiantado. El MAE fue integrado por jóvenes de las distintas facultades y de diferentes años, algunos de ellos participes de la toma de la UCA durante el año 2001. Ellos siempre levantaron la bandera de la lucha estudiantil y denunciaron la mala administración de la UNEN.

Dentro de los malos manejos de la corrupta burocracia de UNEN podemos mencionar asignaciones de becas a estudiantes que no cumplían con los requisitos, el mal uso del presupuesto en bares, fiestas y facturas de compras a título personal, las que se justificaban como como “gastos administrativos”, así como el uso de fondos para financiar las actividades del FSLN, el cual premiaba a los dirigentes de UNEN más destacados con todo tipo de prebendas, incluidas algunas diputaciones a los más fieles.

Por eso nació la iniciativa de impulsar una nueva opción estudiantil de izquierda, amplio, independiente y crítico, el cual decidió participar en las elecciones del año 2004, las que, como de costumbre, fueron fraudulentas y manipuladas en beneficio de la fórmula de UNEN, respaldada por Jasser Martínez y el FSLN. Sin embargo, ante las constantes denuncias de fraude cometido y con suficientes pruebas, las autoridades universitarias tuvieron que anular las elecciones, lo que molestó a la dirigencia nacional de UNEN la que no quiso arriesgarse y ordenó no realizar nuevas elecciones, quedando de manera interina las mismas personas que llevaban varios años mal administrando el movimiento estudiantil. Muchos de ellos todavía son dirigentes de UNEN y continúan siendo fieles al FSLN, a pesar de la rebelión estudiantil en todas las universidades, incluida la UCA.

Cierran filas en otras universidades

Ante el susto que se llevaron con el MAE en el año 2004, la corrupta burocracia de UNEN cerró filas en las diferentes universidades y recintos para evitar que la experiencia del MAE se extendiera y organizara a los estudiantes.

Luego que el FSLN retomó el gobierno en el año 2007, el control sobre las universidades fue total. Movimientos independientes como MAE, PUENTE, y varias corrientes feministas, fueron bloqueados, perseguidos, hostigados y tuvieron muchas dificultades para impulsar su trabajo, aunque continuaron, en condiciones difíciles, ejerciendo presión desde distintos lugares para tratar de influenciar la conciencia de las masas estudiantiles.

Pese a todo, el MAE mantuvo su lucha, y con el surgimiento de la rebelión estudiantil en abril de este año, se ha incorporado al Movimiento 19 de Abril. En la lucha contra la dictadura orteguista, es necesario unir fuerzas para agrupar y organizar la lucha estudiantil en una sola vía; no podemos dividirnos por intereses de grupos o de siglas, ya que eso sería darle la oportunidad a la moribunda UNEN de reagruparse y retomar fuerzas. Solo la unidad combativa estudiantil logrará el objetivo de democratizar el Movimiento Estudiantil.

¿Desobediencia estudiantil? ¿Cómo reagrupar las fuerzas?

Ante la persecución de UNEN y las listas negras contra los activistas independientes, una buena parte de los estudiantes sienten temer de retornar a los recintos y retomar las clases, debido a los secuestros, encarcelamientos y hasta asesinatos de algunos dirigentes estudiantiles.

No hay duda que mientras no existen condiciones mínimas de libertad, los compañeros que están en listas negras o que están siendo perseguidos, no deben arriesgarse a regresar a clases, deben permanecer ocultos hasta que las condiciones mejoren, pero el resto de compañeros debemos discutir como continuar la lucha. No podemos dejar que UNEN recobre fuerzas o que haga misas negras porque la mayoría de los estudiantes no están en las aulas.

No hay duda que a la dictadura orteguista y UNEN les interesa mantener dispersos y desorganizados a los estudiantes. El Gobierno mantiene los niveles de represión para que la mayoría de los estudiantes no regresen a las aulas, y no salgan a las calles a manifestarse. De esta manera, desmovilizados y ausentes, la agonizante UNEN quiere realizar sus propias elecciones, para continuar siendo la representación oficial de los estudiantes, aunque en realidad no es así, y seguir negociando prebendar con las autoridades universitarias.


Por Orson Mojica

Después de las masacres realizadas por la Policía Nacional y los paramilitares, el gobierno Ortega-Murillo está difundiendo, en su propaganda, la idea que el "golpe de Estado" ya fue derrotado, y que la situación se está normalizando. Nada más alejado de la realidad.

El gobierno Ortega-Murillo logró capear la primera oleada de la insurrección popular desarmada. El edificio gubernamental se estremeció, pero no cayó. No obstante, los crujidos demuestran que el edificio sigue tambaleándose porque sus bases, la económia real, está a punto de caer en estado de coma.

Crisis financiera latente

Entre el 18 de abril, cuando estalló la insurrección desarmada, hasta el 27 de junio, los depósitos totales (privados y públicos) bajaron en cerca de US$750.6 millones, lo que representó una reducción del 13,7%.

Según un informe del Banco Central de Nicaragua, “los depósitos, en junio 2018, éstos disminuyeron 9,774.7 millones de córdobas respecto al mes previo. (…)   los   depósitos   en   moneda   extranjera disminuyeron en 8,179 millones de córdobas, mientras que aquellos en moneda nacional disminuyeron en 1,595.7 millones de córdobas”.

Hasta el 26 de julio de este año, los bancos tenían depósitos totales por 4,628.6 millones de dólares, inferior a los 5,210.8 millones de dólares a diciembre del año 2017. Para julio del 2018, el saldo de depósitos es similar a los 4,524.7 millones de dólares a diciembre del 2014. Entre abril y julio, los bancos perdieron un promedio de 8.9 millones de dólares por día. Los depósitos en dólares disminuyeron de US$4040 millones al 18 de marzo a US$3390 millones al 7 de agosto.

Entre mayo y junio del 2018, las Reservas Internacionales Brutas (RIB) se redujeron 2,967 millones de dólares, quedando a finales de junio en 2,658.5 millones, produciéndose una reducción de 308.5 millones de dólares, una caída de 10.40 por ciento. Al 21 de junio, las RIB aún cubrían 2.79 veces la base monetaria, pero todavía existe una situación de frágil estabilidad. Sin embargo, a partir de ese momento no hay datos oficiales, las cifras son maquilladas o no hay informacion, pero este silencio no detiene la tendencia decreciente continua.

En junio, el Banco Central de Nicaragua tuvo que recurrir a un programa suscrito con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), conocido como “Línea de Asistencia Financiera (LAF)”, solicitando los primeros 50 millones de un total de 250 millones, con el objetivo de sostener el nivel de las reservas internacionales.

Pese a la reducción de los depósitos, la liquidez de los bancos todavía se mantiene, debido a la sobre acumulación de dinero originada en los años anteriores, por el flujo de petrodolares. El problema es que la insurrección popular ha producido un enorme hueco en la economía, el que se mantiene y produce una sangría constante y creciente.

Profundización de la política monetaria expoliadora

Siguiendo el esquema de estos últimos 12 años, el gobierno de Ortega ha profundizado, en momentos de aguda crisis económica y financiera, la política monetaria neoliberal, que procura la macro estabilidad financiera, a costa incluso de la reducción de la capacidad adquisitiva de las masas populares

Para mantener la liquidez de los bancos privados, y niveles aceptables de las reservas internacionales (dólares), el Banco Central ha contraído la masa monetaria (córdobas). La base monetaria se redujo de C$33,114 millones de córdobas en diciembre del 2017 a C$27,970 millones en agosto de 2018. Al haber menos córdobas, hay menos actividad económica, las empresas y personas consumen menos, y como la mayor parte de los productos son importados, con ello el Banco Central pretende disminuir el gasto de divisas. Tambien pretende obligar, a quienes los tienen, a vender sus dolares. Para el 7 de agosto, las RIB bajaron de US$2757 millones de dólares en diciembre del 2017 a US$2472 millones de dólares.

Esta política monetaria neoliberal tiene un brutal efecto de contracción sobre la economía, afectando a las PYMES y pequeños negocios, que son los que más han sufrido la paralización económica y la reducción de los préstamos y fuentes de financiamiento.

El acelerado descenso de la actividad económica.

En los últimos 7 años, por una combinación de factores, como la apertura de la economía al capital transnacional, el flujo de petrodólares del convenio con Venezuela, el pacto con los empresarios del COSEP, etc, el PIB de Nicaragua había crecido un promedio del 5,2%.

Estas cifras pueden resultar impactantes, pero lo que no se dice es que la estructura económica de Nicaragua sigue siendo la más pequeña de Centroamérica, con bajísimos índices de productividad, y exportando esencialmente los mismos productos de hace un siglo: una economía basada en la agro exportación (café, azúcar, carnes), en la intensa actividad minera (principalmente oro y plata), con nuevos rubros como la pesca, las maquilas y el sector turismo, los cuales no aportan nada al desarrollo de la economia nacional.

Antes del estallido de la insurrección popular en abril del 2018, el Banco Central de Nicaragua había previsto un crecimiento del PIB entre el 4,5% y el 5% para el año 2018. Estos pronósticos se han venido al suelo. La proyección actual es que el PIB crecerá apenas un 1% en este año.

Los datos publicados por el Banco Central de Nicaragua no pueden ocultar la realidad. La construcción registró una disminución del 4.5 por ciento (-10.1% en el acumulado de enero a mayo). La   actividad comercial disminuyó el 10.3 por ciento. Los servicios   de hoteles y restaurantes disminuyeron 35.9 por ciento, por la reducción del ingreso de turistas. La pesca y acuicultura registraron una disminución de 1.1 por ciento. La actividad pecuaria disminuyó 9 por ciento. Solamente el sector electricidad experimento un leve crecimiento del 1,3%, también la agricultura registró un crecimiento de 2.5 por ciento, debido a la terminación de las principales cosechas: café, caña de azúcar, etc.

Mayo y junio son los meses del inicio del ciclo agrícola 2018-2019. Fue en estos meses que se produjo el pico más alto de la movilización y de la insurrección popular, afectando con ello las actividades preparatorias del ciclo agrícola. El futuro de la agroexportacion es incierto.

Los efectos de la contrarrevolución en la economía

A mediados de junio y durante la primera quincena de julio, la nueva dictadura desarrolló una macabra ofensiva militar contra la insurrección desarmada, provocando centenares de muertos, heridos, secuestrados y desaparecidos. Ortega-Murillo lograron restaurar el orden a balazos, pero no lograron restaurar el funcionamiento anterior de la economía.

A mediados de Julio, Ovidio Reyes, presidente del Banco Central, se mostró “optimista”: “Se prevé que a partir de julio y agosto se normalice la situación y que algunos sectores que habían estado deprimidos logren repuntar, compensándose de esta manera las pérdidas (…) “No va a ser lo mismo que era antes, pero creemos que si sentamos las bases de la estabilidad y la Mesa de Diálogo funciona a cómo debe ocurrir, entonces la economía puede retornar a una senda de crecimiento que tal vez no alcance al 5 por ciento, pero sí podría ubicarse en la tasa promedio de crecimiento económico de Centroamérica de 3.5 a 4 por ciento”. (La Prensa, 26/07/2018)

Pero el optimismo del Banco Central no corresponde a la realidad. La ruptura de la alianza con los empresarios, en una economia capitalista, ha tenido consecuencias en la reducción abrupta de las anteriormente altas tasas de inversión extranjera. Los capitalistas, nacionales y extranjeros, le temen a las masas populares, pero ahora le temen al gobierno que ordena la invasión de sus propiedades. La “confianza”, un elemento clave en la economía capitalista, fue rota y no será fácil su restauración. La dictadura orteguista se ha vuelto en su contrario: en el origen de las desconfianzas de los capitalistas.

Dos proyectos de ley: reforma presupuestaria y Ley de Bonos

La rebelión popular, por un lado, y la profundización de la crisis económica, ha tenido una consecuencia negativa en los ingresos fiscales de la dictadura. La represión de los paramilitares no puede restaurar el anterior funcionamiento de la economía, ni mejorar los ingresos fiscales.

Por esta razón, el gobierno Ortega-Murillo envió con carácter de urgencia una reforma al presupuesto nacional, donde plantea una disminución de ingresos por 7,462.3 millones de córdobas y una reducción de gasto total por 5,912.5 millones de córdobas. En su proyecto de ley, Ortega-Murillo reconocen que hay una reducción del financiamiento neto externo por 4,035.2 millones de córdobas, lo que agrava más la crisis fiscal.

Al reducirse los ingresos, por la baja recaudación de impuestos, y por la reducción del financiamiento externo, el gobierno no tiene otro camino que reformar el presupuesto nacional, para reducir el gasto público.

Antes del estallido insurreccional en abril, las metas de recaudación eran de 80,773.2 millones de córdobas (unos 2600 millones de dólares), la propuesta de reforma presupuestaria la reduce a 73,310.9 millones de córdobas, lo que implica una reducción de aproximadamente el 10%.

El Programa de Inversión Pública sufrirá una reducción por los 4,018.3 millones de córdobas, en pocas palabras, casi cero inversiones. También habrá una reducción proporcional de las asignaciones establecidas en la Constitución.

El otro proyecto de Ley, pretende crear Bonos de Estabilidad Financiera, para recolectar unos 250 millones de dólares. En las actuales circunstancias de inestabilidad política, ¿quién comprara bonos a un gobierno que puede caer en cualquier momento? Los bancos se han distanciado del gobierno. Solo existe una entidad, que tiene muchos petrodolares, y que probablemente sea quien compre esos bonos: el Banco Corporativo (BANCORP), que es el banco privado de la familia Ortega-Murillo. Si esto llegase a ocurrir, no es descartable, tendriamos una masiva operacion de lavado de dinero proveniente de ALBANISA, que compraria bonos que refrescarian las finanzas del gobierno, y al mismo tiempo ese capital de origen dudoso se legalizaria en valores de deuda publica. Negocio redondo.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial ya negaron la solicitud del gobierno de Nicaragua, de conseguir un préstamo de emergencia. Ambas instituciones, dominadas por Estados Unidos, respondieron lo mismo: que el problema no es económico, sino político.

Ola de despidos y reducción del empleo

Otra consecuencia trágica de la crisis económica y el déficit fiscal es la aplicación de un plan de ajuste que tiene el objetivo central de disminuir los gastos de la planilla de empleados públicos. Este plan de iba a iniciar lentamente durante el año 2018, pero la insurrección de abril aceleró los acontecimientos.

Al agravarse la crisis económica y el déficit fiscal, la dictadura está despidiendo no solo a médicos y maestros, sino que ha organizado una barrida en todas las instituciones del Estado, incluidas las alcaldías. El pretexto que han utilizado es que el gobierno sandinista necesita librarse de los empleados públicos “golpistas”, pero la raíz la oleada de despidos se debe fundamentalmente a los factores económicos anteriormente enumerados.

Se calcula que, producto de la crisis económica, unas 200,000 personas han perdidos sus empleos, fundamentalmente en el sector servicios y pequeños y medianos negocios. La economía lejos de mejorar, tiende a empeorar.

Condiciones para una nueva insurrección popular

De manera acelerada, la crisis económica está generando condiciones favorables para una nueva explosión social. Ahora ya no estaría de por medio solamente el rechazo político a la nueva dictadura, sino que las condiciones de crisis económica van a empujar a decenas de miles a salir a las calles, reclamando no solo libertad, sino las condiciones mínimas para el sustento de sus familias.


Por Aquiles Izaguirre.

La historia de los universitarios ha cambiado estrepitosamente, en un abrir y cerrar de ojos, miles de jóvenes han salido a la vida política nacional, sufriendo un parto prematuro, doloroso y cruento, en más de diez años la juventud universitaria no se movilizaba de la forma en que lo hizo en estos meses contra la dictadura Ortega Murillo. La represión generada por los consortes ha sido sistemática y sangrienta, cientos de estudiantes apresados, otros perseguidos, sumidos en la clandestinidad y decenas de muertos nos ha costado salir de la caverna y llegar a la luz como lo expresaba el filósofo griego platón.

Desde abril, los estudiantes universitarios y jóvenes han sido la columna vertebral de la lucha por el rescate del INSS y luego, para derrocar a los Ortega Murillo. Contrario a los mitos que implanta el gobierno y algunos sectores estudiantiles, este proceso no inicia buscando como derrocar al régimen, todo lo contrario, es un movimiento espontaneo de cientos de jóvenes en Managua en contra del robo del INSS, la impunidad, las reformas de Ortega, pero, sobre todo, representó el hartazgo de la juventud por la represión constante a cualquier tipo de protesta.

Para analizar una sociedad y sus sectores, es necesario ver como se desarrollan las luchas y las tendencias que hay. Caracterizar como está un sector y su dinámica en la sociedad es fundamental para determinar las estrategias y tácticas para afrontar las luchas que se vienen. Sin una caracterización clara se corre el riesgo de no afrontar los retos planteados.

La masacre de abril y la represión subsiguiente.

Siendo honestos, nadie en el país se imaginó que la respuesta de los Ortega fuese una represión tan sangrienta. El 19 y 20 de abril parecía que vivíamos una realidad bestializada, en donde la policía sembró el terror por toda Managua. Sin embargo, la respuesta de los jóvenes y Nicaragua en general estuvo a la altura, miles de jóvenes se insurreccionaron desbordando la genocida intención del Orteguismo. Florecieron por todo el país las protestas, barricadas y tomas.

Desde las masacres de abril el panorama cambió radicalmente, los estudiantes se acomodaron a su realidad concreta, hubo tomas de recintos universitarios, intentos de tomas, recintos cerrados para evitar que sus estudiantes se organizaran, etc. La realidad ha sido extremadamente volátil, cambiante e inesperada configurando enormes retos para la población en general y particularmente para los estudiantes.

Espionaje e infiltrados

El sandinismo y UNEN provienen de una misma placenta, el Orteguismo dará su lucha para mantener el control de las universidades, un movimiento independiente no es tolerable, ya que la historia demuestra que en las universidades se gestan los movimientos políticos que luego darán la lucha nacional, o como ha sido parte de nuestra tradición, las universidades han sido los semilleros de futuros grupos armados. Es seguro que el gobierno y UNEN mandaron infiltrados a las tomas y reuniones, el objetivo no es simple, es dejar que se organicen los estudiantes y luego desarticular las organizaciones que nacen de sus senos, eso sí, ya identificado los grupos y su periferia. Así actúan los órganos de inteligencia, basta estudiar un poco los mismos y uno comprenderá que no hay organización que no sea permeable a las labores de espionaje, mientras más difícil de infiltrar es porque menos trabajo abierto se hace. La de ellos es una labor sutil y de paciencia, con la lógica de capturar información, rastrear redes organizacionales, caracterizar cuales son los elementos más afines, radicales, etc.

Las tomas de recintos.

Es importante analizar el tema de la represión y los métodos de lucha no solo como ejercicios de memoria, sino para analizar que fue lo que pasó, y cuales fueron las consecuencias. Las tomas se vieron vigorosas y fuertes porque fueron apoyadas por una buena parte de la población universitaria y los ciudadanos en general. La lucha interna en los recintos tomados pasaba por varios temas, entre ellos si la lucha era contra la dirigencia de UNEN o el régimen, pero podemos decir, que la fuerza motriz de estas tomas fue la lucha contra el gobierno, de ahí la persistencia de los atrincherados y la población en general que miraba como héroes a los atrincherados.

A medida que la resistencia en general se profundizaba, las tomas se volvían un peligro para el gobierno, no por su capacidad militar, sino por el símbolo político que significaba para todo el país. El Ortegismo no se quedó con los brazos cruzados, tenía políticas para desgastar la lucha, infiltrarla, levantar perfiles de los atrincherados, sabotearlas, meter gente a fotografiar, atacar con batería fuerte para desarticular a los estudiantes y meter agentes como provocadores fuera del control de los estudiantes. El sonado caso Viper ilustra muy bien como trabaja el Orteguismo, atacando criminalmente las tomas, golpeándolas militarmente para luego infiltrar con provocadores y agentes infiltrados que levanten perfiles de los cabecillas. El trabajo es aprovechar la inexperiencia de los estudiantes y golpearlos de todas las maneras posibles, llegando a ser tan bizarra la situación, que ellos atacaban con armas de fuego para guerra y denunciaban a los universitarios por supuestamente estar armados.

Pocos analizan la forma en que el Orteguismo ha trabajado y como la represión influye en los métodos de lucha. Con el desalojo de los estudiantes atrincherados la dinámica nacional cambió, no fue fortuito que la UNAN fuese desalojada brutalmente días antes que Monimbó. Dejaron los dos picos de resistencia para el final y celebrar con bombos y platillos haber vencido en una guerra que ellos afrontaron con armamento pesado y la población escasamente armada, sin posibilidades reales de ser un ejército.

El desalojo y la desobediencia.

El 13 de julio en medio de negociaciones con las autoridades para la entrega del recinto, la guardia Orteguista decidió atacar brutalmente, el desalojo tenía la intención clara de desarticular e impedir un repliegue estratégico de los estudiantes y jóvenes atrincherados. EL objetivo era desarticular el movimiento estudiantil anti gobierno y anti UNEN, mandarlos a la clandestinidad y ya con perfiles de dirigentes, perseguir y apresar a los estudiantes que dirigieron las tomas.

El cambio en la realidad nacional es palpable, si las movilizaciones y barricadas de abril cambiaron las condiciones políticas en el país. La brutal represión hecha por los paramilitares abrió nuevas condiciones. Acrecentado el poder de la dictadura, y planteando diferentes modelos para trabajar, unos más abiertamente que otros, sin embargo, es responsabilidad de los dirigentes hacer lo posible para conservar la seguridad de todos los miembros que se han involucrado en la organización estudiantil. Parece que la población estudiantil entiende instintivamente lo que viene, ellos no regresaran a clases, como lo hicieron el 7 de mayo, las condiciones actuales presentan un panorama no conveniente para el trabajo de masas en las aulas, ya que se sincronizaría con el pico más bajo en las movilizaciones contra el gobierno y, en consecuencia, contra sus lacayos.

Es un error pensar que solo por el hecho que nos presentemos a las aulas los estudiantes lo harán, hasta el momento hemos sido la vanguardia, pero forzar la realidad política de los estudiantes atribuyendo nuestros propios sentimientos es un error político que costará mucho. Los estudiantes no sienten seguridad en las calles, no sienten seguridad en los recintos menos en las aulas de clases, León es un parámetro y nos muestra la tendencia que hay por el momento en la comunidad universitaria. Avocar por el regreso a clases y no ser escuchado es un riesgo grande, que se puede tomar en otro momento sin arriesgar tantos compañeros. En este momento la mejor política es la desobediencia, ya que es proteger no solo a muchos estudiantes que están siendo perseguidos, sino a los estudiantes en general, planteando la problemática y que entiendan las razones.

Ya habrá tiempo del trabajo organizacional, y, aun así, no implica la victoria contra UNEN y el gobierno, dependerá del trabajo que se realice y como lo ejecuten los estudiantes, pero sobre todo, que como esta nueva generación de dirigentes y jóvenes se diferencien de los males que combatimos. En los hechos, si primamos nuestras percepciones personales a la seguridad de nuestros compañeros, somos igual que UNEN, utilizando el prestigio ganado sin tomar en cuenta lo que se puede perder, que es mucho.

La desobediencia estudiantil significa preservar la integridad física de todos los estudiantes, esperar tácticamente un panorama un poco más favorable para la labor organizacional, protestar en contra de la pérdida de la autonomía, comprendiendo que, aunque llamemos a las clases, la mayoría de los estudiantes no ven el regreso a clases como una opción, por lo menos a corto plazo. Aprovechar esa pasividad como una bandera política puede dejar posicionados estratégicamente de cara a que se abra una nueva coyuntura un poco más favorable.

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