Por Rodrigo Blandino.

Hace unos pocos días se viralizó en las redes sociales un mensaje de Nahomy Urbina Marcenaro, conocida como “La comandante Masha”, en este mensaje se quejaba de como un periodista había filtrado un video antes de tiempo, impidiendo que ella pudiese salir de Nicaragua a un lugar seguro en Costa Rica. Lo ocurrido con ella no es fortuito, les ha pasado a decenas de compañeros que están sumergidos en la clandestinidad, resguardando sus vidas y su integridad física de la brutal represión de la dictadura Ortega Murillo.

Al igual que Masha, muchos jóvenes y personas mayores han tenido que verse en esta odisea, personajes como Oscar Rene Vargas han revivido un pasado que consideraban superado, ellos saben cómo actuar ante esta realidad, sin embargo, ¿qué hay de los que nunca habíamos vivido la represión de una dictadura? ¿Cómo nos adecuamos a una realidad que no conocíamos? Y… ¿Cómo la sobrellevamos con la facilidad de la detección por medio de la tecnología y las redes sociales? Estas son preguntas que debemos hacernos y reflexionar con el fin de hacerle difícil el trabajo a los órganos de represión del Estado.

El Estado y su aparato represivo.

Mucho se ha escrito sobre la naturaleza del Estado y cual es su función, pero pocos calzarían en la realidad que vivimos, es el análisis de Carlos Marx el que mejor describe la situación, para Marx el Estado nace producto de las contradicciones de las clases sociales. El Estado surge para que un sector de la sociedad se imponga sobre otro, germinando en sus entrañas aparatos que se encargan de hacer efectivo ese dominio. La policía y el ejercito cumplen la función de gendarmes no solo del Estado, sino de los poderosos, es decir, de la burguesía en general y particularmente de los sectores vinculados al gobierno.

Comprender que la Policía y el Ejercito son agentes del poder es importante para vislumbrar que ellos defenderán hasta las últimas consecuencias el poder establecido no el de los sectores mas pobres de la misma. En Nicaragua desde la piñata en 1990 se fue gestando un nuevo sector de la burguesía vinculada al sandinismo. Pero en estos doce años de Ortega en el poder, esta burguesía sandinista se ha convertido en un sector hegemónico y los rangos de la policía y el ejercito son parte de la misma, contando con intereses financieros en la administración del Estado.

La policía y el ejercito no solo reprimen en las calles, estos se encargan de hacer labor de espionaje para identificar quienes son los sujetos peligrosos para los intereses del gobierno, es por esta razón, que se crean órganos de inteligencia.

La insurrección y la silenciosa labor de espionaje.

La insurrección de abril rebasó completamente a los órganos de inteligencia, era imposible identificar a las decenas de miles de pobladores que salieron a las calles a luchar contra el genocidio que estaba perpetrando la dictadura. Sin embargo, estos órganos nunca dejaron de trabajar, a los retenes y tomas se mandaron infiltrados encargados de hacer perfiles de los dirigentes, tomar fotos, caracterizar los sectores en las tomas y en algunos casos, saturar de provocadores. La labor de espionaje requiere de trabajo de contraespionaje, sin embargo, la mayoría de los jóvenes no hemos sido preparados para contrarrestar esta realidad.

La represión y la cacería.

Julio fue un mes decisivo en la primera etapa de este proceso, ya que a punta de bala el gobierno se ha impuesto, iniciando una persecución política como no se ha visto en décadas en Nicaragua, el asesinato selectivo, la represión colectiva, el encarcelamiento, la desaparición, encarcelamiento y tortura es lo que el gobierno ha impuesto a los compañeros que protestaron y en algunos casos, solo criticaron públicamente a la dictadura.

La clandestinidad.

Las masacres y la represión de la dictadura mandaron a cientos de personas a la clandestinidad, estar en la clandestinidad es: “En este sentido, la clandestinidad implicaba un funcionamiento oculto y secreto; sin embargo, en el caso de la guerrilla, el objetivo era el desarrollo de una ofensiva armada dirigida contra distintos blancos, entre los que solían estar las fuerzas de seguridad, ciertos sectores del empresariado o de la dirigencia sindical. En cambio, en el caso de los grupos no armados, la estructura clandestina tenía, por un lado, un sentido básicamente defensivo orientado a la protección frente al accionar represivo de las fuerzas de seguridad. Por otro lado, era la única forma de continuar con la militancia en contextos políticos en los cuales la actividad de algunos grupos de izquierda estaba prohibida.” (María Florencia Osuna, Entre la “legalidad” y la “clandestinidad”)

Un compañero atrincherado en la UNAN nos ilustra lo que ha vivido: “Nunca me imaginé vivir perseguido, cambiar de casas, permanecer en el encierro, estar en vigilia noches completas esperando que vengan a apresarme y contemplar la posibilidad de que otros de mis compañeros sean capturados y torturados. Las noches son interminables, y el corazón solo espera el tiempo en que la dictadura caiga y ganemos por fin nuestra libertad.

En muchas ocasiones no se dimensiona como el actuar político en una toma, marcha o barricada puede repercutir en nuestras vidas, más aun, cuando se trata con una dictadura como la de los Ortega Murillo. Como se ha aprendido crudamente, la clandestinidad es para personas que han sido identificadas o que tienen que realizar una labor que no puede ser detectada. Esta implica tomar todas las medidas para que la persona en cuestión no sea capturada, desparecida, apresada o torturada. Plantea reubicarse en un espacio donde el individuo no sea detectado o visto como un peligro.

El look es importante, variar el perfil que los para-policías tienen es importante para despistar, la masa muscular, el corte de cabello, la posición corporal, la forma de vestir pueden salvarnos la integridad. Incluso las formas de hablar y gesticular, son fundamentales para pasar desapercibido, y esa es una clave, llamar lo menos posible la atención. Si uno cambia de look, no debe divulgarlo en ninguna parte, ni en redes sociales, ni en estados de WhatsApp.  

Las personas se tienen que recluir en casas de seguridad no pueden tener conexión normal con el exterior, no se puede salir, ni dar información de donde te encuentras, incluso a tus familiares, mientras menos personas conozcan el paradero del perseguido, menor es el riesgo de ser capturado. Si hay varios compañeros en una misma casa, es conveniente revisarse los celulares mutuamente, evitar las video llamadas que permitan identificar donde se encuentran las casas de seguridad y las personas que están ocultándose.

Hay que tener muy en claro que cuando una persona de un circulo es capturada y conoce la ubicación de sus compañeros, no hay que esperar que por fuerza de voluntad resista a las torturas, uno debe estar claro que esa persona puede dar un tiempo prudencial para que permita al resto de la célula o grupo reubicarse y desaparecer del radio de captura, no moverse es como clavarse un puñal. En el instructivo conocido como “El Miedo”, por ejemplo, nos ilustra: “se recomienda a las organizaciones de resistentes asumir la posibilidad   que   el   prisionero/a “hable” en   la   tortura, tomando   precauciones   para    contrarrestar   el   arresto.   Dichas   precauciones   son   una   forma   de   proteger   a   la organización, pero también al compañero/a que con toda seguridad sería sometido/a a técnicas de tortura concebidas para extraer información a la víctima en breve plazo.”

Mantener la tranquilidad es indispensable, ya sea para moverse en la calle o para desplazarse de una casa de seguridad a otra, hay que mentalizarse como una persona normal y comprender, a que a menos que uno sea una figura de pública y conocida, un agente de policía no reconocerá a primera vista. Si se tiene celular, es indispensable borrar todos los mensajes que uno tiene en ellos y estar claros que las líneas de celular son rastreables, por lo que es recomendado cambiar de chip o no manejar los mismos. Si uno es abordado por un parapolicia en la calle hay que conservar la calma y de ser acusado, negar cualquier identidad que se le pueda acreditar. Nunca en la calle hay que responder al seudónimo combativo, ese leve detalle puede sembrar la duda en un agente que esté investigando.

Las redes sociales.

Es necesario saber que las redes sociales son armas útiles para la lucha, sin embargo, puede ser la herramienta de perdición para muchos compañeros. Una foto en Facebook puede hacer que las redes de espionaje detecten a la persona, el lugar y con quienes se encuentra. Redes como Signal y Telegram vienen encriptadas, sin embargo, las redes sociales son vulnerables, por lo que es recomendable tener mucho cuidado con su uso.

La inexperiencia ha llevado a que cometamos muchos errores, como salir en entrevistas sin los rostros tapados, incluso a inferir los días en que se va a cruzar la frontera para salir del país, cosas tan simples se vuelven un peligro latente que puede ser superado con paciencia y tener claro que lo que siempre prima, es la seguridad personal y la de los compañeros.

Hay que plantear la posibilidad de la captura, en esta situación hay que mentalizar la envergadura de la lucha, la labor histórica y lo importante de la causa, aferrarse un ideal o una comunidad que depende de uno, esta simbiosis entre causa, amigos y camaradas es importante para resistir los interrogatorios y la tortura.  Siempre estando claros que el objetivo es soportar la mayor cantidad de tiempo, que ganar tiempo significa salvar vidas y camaradas.

Hemeroteca

Archivo