Por Francisco Machado

En las universidades estatales de Latinoamérica se fraguaron las oposiciones más francas contra los sistemas dictatoriales y militares que asolaron el siglo XX en nuestros países. México, Chile, Argentina, Guatemala y otros países hermanos, vieron cómo los gobiernos envestidos de armas y control militarista, propinaban golpes a la ya frágil libertad de expresión ejercida por estudiantes y civiles disidentes de aquellos regímenes nefastos.

Centroamérica no era la excepción a esta regla impuesta por aquellos gobiernos represores, asesinos de jóvenes estudiantes que enfundaban libros, pensamientos, e ideas, en oposición a aquel absurdo sistema que arremetió con las armas, persecución y asesinatos: en Guatemala Oliveiro Castañeda de Léon, asesinado el 20 de octubre de 1978 por el ejército; y más cerca de nosotros, Eduardo Becerra Lanza, desaparecido el 1 de agosto de 1982.

La criminalización que se ha venido dando en la Universidad Nacional ¿Autónoma? de Honduras desde el 2015 –primero con los tres compañeros que ya enfrentaron un veredicto injusto y desfavorable que los condena por delitos absurdos de usurpación, y luego los 20 compas que hoy 15 de junio esperaban las igualmente absurdas y mal infundadas sanciones por la toma del edificio administrativo– ha desembocado en la expresa violación de la autonomía universitaria que expele cualquier presencia sanguinaria de militares.

¿Cómo pueden las autoridades universitarias despachar a la ligera y disponer a su libre interpretación y usanza, las repercusiones de un siglo XX que fracasó en la defensa de la vida de muchos estudiantes asesinados a diestra y siniestra por órdenes de los Estados, y los abyectos militares? Los tiempos actuales no se prestan para dejar en el olvido estos viles asesinatos. Las universidades públicas y autónomas no coinciden con las contestaciones represivas de los gobiernos que mandan militares a aniquilar a estudiantes: las sangrientas armas no son compatibles en ningún sentido con las nobles ideas.

Hoy 15 de junio de 2017 mientras 20 compañeros en el IUDPAS recibían sanciones administrativas por parte de las autoridades, militares irrumpieron en el edificio de Química y Farmacia de la Universidad intimidando a estudiantes y pacientes, y lo peor de todo, sacando a varios compañeros del recinto universitario para trasladarlos a una posta policial. Mientras estén pendientes temas como el cese total de la criminalización de estudiantes –más de 20 compañeros criminalizados–, un tan esperado diálogo abierto y sincero que diluya los intrincados temas de las elecciones estudiantiles y las normas académicas, estaremos ahogados en la crisis que la administración actual de la UNAH ha creado: entiéndase la arbitraria administración de Julieta Castellanos.

Llamamos a todos los grupos, corrientes, frentes estudiantiles, asociaciones, etc., a cerrar filas contra la criminalización de las luchas estudiantiles, a luchar unidos repudiando la actitud de Julieta Castellanos. Llamamos a cerrar filas en la defensa de los estudiantes procesados, así como no permitir nuevas violaciones a la autonomía universitaria.


Por Francisco Machado

El pasado miércoles 7 de junio dieron la sentencia a los tres compañeros criminalizados por acuerpar la lucha del movimiento estudiantil en el 2015, en aquel momento el movimiento exigía la derogación de las normas académicas, la total democratización de la universidad y el cese de la criminalización de estudiantes. Exigencias que todavía permanecen latentes. Como es de esperar, el sistema de justicia del país demostró estar abismalmente corroído, dándole fácil escapatoria a corruptos como Mario Zelaya –responsable del desfalco del Seguro Social–, y negándoles la plena libertad a tres heroicos estudiantes defensores de la educación pública: Cesario Padilla, Moisés Cáceres y Sergio Ulloa.

En el contexto de la crisis de la universidad –donde todavía están pendientes temas como la elaboración de nuevas normas académicas, la participación legítima de representantes estudiantiles en el gobierno universitario y el agudo problema de la criminalización de compañeros–, la extensión de las autoridades universitarias y la cruda estrategia de exponer a los tres compañeros al sistema fallido de justicia, vuelven notable la desesperación de las autoridades de la universidad por defender la ya antidemocrática Cuarta Reforma Universitaria, que se sostiene en una suerte de despotismo conjugado con censura y aprensión.

La denuncia de los organismos de derechos humanos a nivel internacional y nacional no hicieron espera al condenar este cobarde acto de persecución de parte de las autoridades de la universidad; sectores del movimiento social del país también manifestaron repudio hacia esta sucia maniobra de las autoridades de esta institución.

La persecución y criminalización continúan

Las acciones de criminalización hacia los tres compañeros han desembocado en la absurda sentencia contra Cesario Padilla de la carrera de periodismo, Moisés Cáceres de sociología, y Sergio Ulloa de trabajo social. Compañeros que, al parecer, miran promisorio el encierro injusto en alguna cárcel del país. Un grupo de combativos estudiantes encabezó la toma del suntuoso edificio administrativo el pasado miércoles 24 de mayo; esto desencadenó otra ola de criminalización, que encausaría a los compañeros a otro proceso legal en donde las autoridades universitarias volvieron a cumplir su papel de cobardes verdugos.

Actualmente estos compañeros esperan una fuerte sanción administrativa que los desahuciará de la garantía de ser “estudiantes” universitarios para enfrentarse en calidad de civiles, es decir inermes y desprotegidos, contra el gigante corrupto que es el sistema de justicia hondureño.

Rectoría lleva la persecución y sanciones a lo interno de cada carrera

Recientemente se han venido dando persecuciones internas en la UNAH, pero figuraban en lo clandestino y todavía no en la visibilidad legal, estas eran patrocinadas por rectoría y llevadas a cabo por la empresa de seguridad –llamada ESPA– que contrataron las autoridades desde 2013. A esto se añade la rotunda cobardía de algunos docentes, jefes de departamentos y decanos, que mostraron ser más que canallas, y además elegantes esbirros cobijados por su estúpida credibilidad a los ascensos de puestos cedidos por las autoridades: de allí la notoria figura de la elegante vicerrectora académica –Belinda Flores–, campeona en denuncias hacia estudiantes de economía.

Apenas dos días atrás, circuló un oficio en donde la rectoría explícitamente ordenaba a los decanos y decanas, directores de centros regionales y las demás autoridades inmediatas de facultades y carreras, “la revisión de los expedientes de los estudiantes y sus diferentes desempeños en su vida estudiantil, esta solicitud se requiere previa a la graduación de este sábado 10 de junio de 2017”. Al parecer se quiere privar de los méritos académicos a los compañeros que protestaron y protestan en contra del régimen de Julieta Castellanos.

El 10 de junio una compañera de la carrera de Historia, Martha Silva, luego de su plena graduación no vio escrito el mérito académico en su respectivo título de graduada, lo que deja por sentado el atrevimiento y sórdido proceder de las autoridades universitarias que parece que erigen un estado policiaco de persecución y censura, en vez de la supuesta y ruidosa academia que tanto pregonan.

Socavar la información personal de los estudiantes; derribar sus méritos; estropearles sus planes de ser candidatos a becas –desde luego, por la falta de dinero que nos agobia a casi todos los estudiantes de esta universidad–; el hecho de imaginar una pizarra llena de información completa de los estudiantes que protestan, cedidas de paso al vil y asesino sistema policial; todo esto vuelve preclara la contundencia que tenemos al rechazar el continuismo de Julieta Castellanos, y toda la bola de seguidores que aplauden todas sus acciones y proyectos.

El mismísimo militarismo aniquilador de estudiantes y militantes de izquierda parece estar entronizado en la UNAH. Las ironías y paradojas dejan boquiabierto a cualquiera: una estudiante de sociología que simpatizó con la izquierda en los ochentas, denunciante del militarismo en sus publicaciones, hoy arremete contra estudiantes, confiándolos al sistema de justicia que ella misma preconizara injusto, y lo peor de todo, embestida de escrupulosidad militarista que pone en pizarrones el rostro de lo que ella antes representara.

La universidad ya figura como un compartimento estanco de donde brotan indicios de autoritarismo, represión y censura. Lo primero surge con la figura autoritaria de la rectora Julieta Castellanos instaurada desde el 2008, quien a punta de absolutismo moral y aprehensión de cuanta ley, sanción y norma le parezca, penaliza y trasgrede derechos fundamentales de reconocimiento universal y nacional como el de la protesta e ideas de fundamentos contrarios.

Lo segundo se conjuga con lo primero y cristaliza en persecuciones internas: absurdas sanciones, como quitarle menciones honoríficas a compañeros de excelencia académica; y lo tercero y último no es otra cosa que el imperio de la palabra que mantienen periódicos como “Presencia Universitaria” y demás medios escritos, digitales y televisivos de la UNAH. La Universidad ungida desde el 2004 por la Cuarta Reforma Universitaria ha encauzado la opinión hacia un solo bando, un ridículo elogio de la administración de Julieta Castellanos que notablemente ha mejorado instalaciones de infraestructura, pero despachado a punta de garrote la democracia universitaria, dejando sin voz y participación legítima a los estudiantes en el gobierno universitario.

En el día del estudiante la exigencia es la libertad de los tres compañeros criminalizados

El domingo 11 de junio se llevó a cabo una movilización de estudiantes comenzando por el hospital Escuela hasta la Universidad. Las consignas correspondieron a la exigencia de la libertad de los tres compañeros juzgados culpables por los tribunales de justicia del país. Resulta inconcebible cederle paso al festejo en este día del estudiante, a sabiendas de la frágil condición en la que se encuentra el ejercicio pleno de los derechos irrenunciables como el de la protesta, y el de la libertad de expresión.

La movilización no estuvo tan concurrida como en años anteriores por lo que es necesario volver al rigor de la información detallada de la problemática en cada una de las asociaciones de carrera. La mayoría de estudiantes que nutrieron el movimiento estudiantil en el 2015 y 2016 surgieron por la aplastante presencia de las normas académicas hoy en vilo; al parecer la figura trasgresora de derechos humanos como lo es la criminalización de estudiantes puede llegar a sensibilizar a más compañeros de la UNAH, pero es urgente la difusión de la problemática.

Protestas y tomas hasta ver fuera a Julieta Castellanos

Inmediatamente al darse a conocer el dictamen del ministerio público, para los tres compañeros criminalizados, no tardaron en pronunciarse los distintos estudiantes pertenecientes a las asociaciones estudiantiles, movimientos independientes y estudiantes conscientes de esta problemática. La máxima de las luchas dignas y justas prevalece: se logra la democratización a punta de exigencia y reclamo, nunca con pasividad y remilgos.

Las autoridades universitarias ejemplifican a los típicos tiranos que, cegados de arrogancia, frialdad y desmesura, se creen con la suficiente potestad de arrancarle cualquier indicio de derechos y libertades a los pueblos que los sostienen, y que ya pronto los derriban. Desde el PSOCA alentamos a los compañeros del movimiento estudiantil y a todos los estudiantes conscientes a volver sistemático su reclamo por democratizar la UNAH.

El llamado es a los compañeros de las carreras históricamente combativas como lo han sido las de Ciencias Sociales, Humanidades, entre otras, a estar alertas, pues sus mismas autoridades de facultad, como lo son los decanos y decanas, y demás profesores esbirros de las autoridades, pueden prestarse al régimen policiaco que instauró rectoría, a modo de sancionarlos y quitarles sus bien obtenidos méritos.

El problema inmediato reside en las acciones desmesuradas de las autoridades, que están erigiendo un régimen de persecución interno en la Universidad, en este sentido la contraofensiva debe de ser la difusión de toda la problemática en las asambleas estudiantiles, tomas esporádicas y momentáneas, y nutridas movilizaciones internas y externas que aglomeren a los sectores populares sensibles a la problemática de la criminalización de estudiantes.


Por Ricardo Velásquez

El día martes 6 de junio, la Secretaría de Educación presentó el quinto Informe Nacional de Desempeño Académico, en el cual se presentan los niveles de aprendizaje en matemáticas y español entre el primero y noveno grado, de Educación Básica.

Según el documento, los niveles de aprendizaje permanecieron estancados en el período 2014-2016. La Secretaria de Educación a través del proyecto “Mejorando el Impacto al Desarrollo Estudiantil de Honduras (MIDEH) deja en evidencia que la política del estado en materia educativa ha sido un rotundo fracaso. No es de extrañar el tan evidente fracaso, cuando la política educativa actual deja al margen a uno de los actores principales en el contexto: Los Docentes. Pero también hicieron a un lado a los alumnos, padres y madres de familia.

Durante los últimos 7 años, el estado a través del ex Ministro de Educación, Marlon Escoto, se dedicó a implementar medidas tendientes a mermar las conquistas de los docentes y, por otro lado, a reducir el nivel de exigencia en los educandos para que aprobaran las asignaturas respectivas. Los “oficios” del ex ministro se volvieron el pan de cada día de los docentes, en los cuales se manifestaba el propósito de que los alumnos se aprobaran sin siquiera obtener las competencias mínimas de aprendizaje. Sin lugar a dudas, que las áreas más afectadas en los niveles de aprendizaje son precisamente Matemática y español. Siendo la asignatura de matemática la que presenta mayores dificultades.

El informe se realiza, teniendo como insumos la información obtenida de la aplicación de pruebas de fin de grado de español y matemáticas del primero al noveno grado del país. Tal evaluación se realizó en noviembre del 2016 en 649 centros educativos en los 18 departamentos de Honduras, escogidos en forma aleatoria.

El informe concluye que es la asignatura de matemáticas donde se reflejan las mayores dificultades y que los alumnos del área rural tienen menor desempeño que los del área urbana. Este hecho tampoco es casual, en el caso del marginamiento y exclusión en que están sometidos los alumnos del área rural, viene a repercutir en su desarrollo de aprendizaje.

El Director del Proyecto Mejorando el Impacto al Desempeño Estudiantil en Honduras (MIDEH), Rusbell Hernández, manifestó “…los avances…se pueden ver en diferentes dimensiones porque en matemáticas y español algunos grados han mejorado, otros se han estancado y otros están igual lo que significa que en el promedio nacional el país se encuentra igual que en los últimos cuatro años…”. DiarioElArticulista (06/06/2017).

Lo anterior no es más que aceptar que el estado ha fracasado en educación, en los últimos 8 años principalmente, donde se ha reprimido salvajemente al magisterio en materia económica, donde la aprobación de los alumnos solo ha interesado como cifras estadísticas para cumplir con las metas EFA (Programa Educación Para Todos, por sus siglas en inglés) y donde la merienda escolar y los programas sociales del gobierno son con fines exclusivamente políticos.

Los factores que inciden en la mejoría o deterioro de los niveles de aprendizaje son diversos, pero ningún programa los vendrá a mejorar si el bastión principal como alumnos y docentes no son tomados en cuenta. En el caso de los docentes deben ser estimulados en dos vías; capacitación y remuneración. En el caso de los alumnos deben ser beneficiados con programas de becas para los más necesitados, sin un fin político para el gobernante de turno.

Para dorar la píldora, se resalta la gestión de las autoridades de los centros educativos en la implementación de Planes de Mejora, dejando entrever la frase de “sálvese quien pueda”. Russbell Hernández manifestó “…en el informe se identifican avances importantes en relación a años anteriores y uno de los factores que motivó estos avances es la implementación de los planes de mejora que no solo se elaboraron, sino que fueron objeto de seguimiento por parte del proyecto MIDEH…”. Lo anterior deja claro que los pocos avances que se lograron fueron por propio esfuerzo de los docentes, que al final son los que implementan cualquier programa educativo.

Docentes, alumnos y madres de familia a movilización ya

La calidad educativa no es exclusiva de una política impuesta en educación, sin lugar a dudas que el primer impulsador y velador de la calidad es el docente mismo. Pero el alumnado viviendo en situaciones precarias tampoco está en condición de preocuparse por una brillante educación, los padres y madres de familia sobreviven bajo la línea de pobreza, por ello es urgente que todos se movilicen para obtener mejores condiciones en el proceso educativo. Solo la movilización unida heredará un Programa Educativo Nacional acorde con los intereses de educandos y educadores.


Por Mateo Raudales

A casi 14 años de engendrada la Cuarta Reforma Universitaria, la crisis de legitimidad se profundiza de forma extensiva en todos los niveles y con todos los actores involucrados del proceso de educación superior. Hoy, tras un año de comenzado el conflicto universitario que mantuvo paralizadas las actividades académico-administrativas de la UNAH más de 50 días en 2016, nuevamente en Ciudad Universitaria se vuelven a escuchar los ecos -un tanto disonantes- de tomas. En 2010, las contradicciones del proyecto de reforma, encabezado por el gobierno de Julieta Castellanos, acentuaron los desencuentros de las autoridades por perpetuar su política de exclusión y reajuste administrativo y, por otro lado, los estudiantes, urgidos de espacios de participación para representar sus dinámicas multisectoriales en la política universitaria.

En horas de la noche, del miércoles 24 de mayo de 2017, un grupo de compañeros y compañeras decidieron “recuperar” el Edificio Administrativo (mal llamado “Alma Mater”) de la UNAH-CU, haciendo pública su solidaridad con el proceso de criminalización que desde 2009 se ha venido desarrollando, teniendo consecuencias penales más graves a partir de 2015 y llegando a significar para julio de 2016 más de 70 procesos judiciales a nivel nacional a estudiantes universitarios.

La lucha estudiantil, una lucha que ha enfrentado desde el siglo pasado las tiranías de los grandes poderes en estas haciendas liberales, construye su rebeldía desde la resistencia permanente; muchas veces en reconocimiento de nuestros mártires y hermanos, otras, por la necesidad misma de querer cambiar la triste realidad que cubre nuestra cotidianidad política, social, cultural, económica y espiritual. Esta forma de lucha, sin embargo, no ha permitido sistematizar las experiencias organizativas en una plataforma consecuente de coordinación nacional a nivel superior y medio, no ha consolidado la organización y politización de las asociaciones de carrera y disputa sus principios, métodos y discursos en una alzada espontanea; que no ha dejado de exponer las mismas problemáticas, con sus respectivas víctimas y victimarios, pero sin una propuesta sólida y políticamente construida desde todos los espacios y sectores estudiantiles.

La encrucijada del movimiento estudiantil hondureño parece ser el traspaso inesperado de generaciones. En cada momento de su formación, el movimiento estudiantil padecía de un mal reduccionista, que subrayaba el carácter activista y panfletario de muchos/as de sus más recónditos discursantes. La universidad construye su propio campo de poder, pero siempre en el marco de una red de macro-relaciones institucionales, factuales, militares e intelectuales del país e internacionalmente. Ningún proceso actual es ajeno al embate neoliberal que asalta a Centroamérica a finales del siglo XX, y ni éste explica ampliamente los contenidos, formas y medios académico-educativos que se desarrollan a nivel de docencia, investigación y vinculación, sin antes comprender la contradictoria relación histórica de las Universidades latinoamericanas con los Estados centrales y los grupos de poder dominantes. La conquista de la autonomía fue -por ejemplo- una gesta desde la negación intencionada del carácter “colonial” educativo y la necesidad de una Universidad responsable con el desarrollo social de las naciones moderna.

Esta “crónica de una muerte anunciada” expone con crudeza el fracaso sistemático de dirección del Movimiento Estudiantil Universitario (MEU), surgida en 2016 como plataforma de articulación estudiantil de Asociaciones de Carrera, de Facultad, Movimientos Independientes y la comunidad estudiantil organizada o no organizada. Tras la firma del acuerdo del 28 de julio, el MEU catapulta una conciencia frágil, resguardada por la comodidad pequeñoburguesa del arreglo institucional, traicionando los principios y escudando sus argumentos en cuestiones inalcanzables e incomprensibles para la mayoría de estudiantes: consenso de reglamento, normas académicas, tomas escuetas y el último circo, más irrisorio que el propio Congreso Nacional, el “Congreso Estudiantil Eduardo Becerra Lanza”; el colapso de las asociaciones despolitiza las bases, creando una reacción negativa a cualquier situación de toma, a finales de 2016 el movimiento estudiantil debatía sus horizontes: cada vez más cercanos a la comedia.

La criminalización de la protesta estudiantil continua vigente. Tras la “recuperación” del Edificio Administrativo, más de 15 compañeros y compañeros fueron detenidos ilegalmente en el campus de Ciudad Universitaria; no sin antes haber sufrido un atentado de agresión física y violencia por parte de la mafia de seguridad ESPA, liderada por Roger Aguilar, anterior miembro del escuadrón de la muerte 3-16 durante la caza de “disidentes políticos” en la Guerra de Baja Intensidad de Honduras, en la década de 1980. Compañeros y compañeras que, en su legítimo derecho de asumir las formas de manifestación que son garantizadas por su libertad de expresión, ahora serán expuestas –nuevamente– a un sistema de justicia que ha demostrado constantemente su radical fracaso, no obstante fortaleciendo sus mecanismos de represión y control social, parafraseando la memorable reflexión del Sub-Comandante Marcos, serpiente que muerde sólo los pies descalzos de los más desprotegidos.

Este hecho constituye un notable atraso en la lucha estudiantil. Sin una coordinación clara en las políticas que deben dar contenidos a las denuncias y exigencias de los estudiantes, más 15 compañeros y compañeras servirán de nuevo como excusa perfecta de la dirección oportunista del MEU para conciliar, desde una representación ilegitima, los acuerdos que más favorezcan el proyecto de exclusión y mercantilización en la UNAH. La experiencia del MEU entre mayo y julio 2016 demostró una maduración de los métodos de lucha, generando una estrategia mediática excepcional y conduciendo una “recuperación del territorio universitario” por más 50 días, en todos los Centros Universitarios y Centros Regionales Universitarios. Este momento de la lucha estudiantil se logró gracias a la convergencia de generaciones que aportaron diversas experiencias compartidas en procesos como la Huelga por la Dignidad en 2008, el Golpe de Estado de 2009, la Huelga de Hambre y la lucha indignada en 2015, y el acompañamiento a la lucha contra el asesinato de la compañera Berta Cáceres en la Segunda Peregrinación Indígena en 2016.

El Movimiento Amplio Universitario (MAU) fue quizás el espacio que más políticamente aprehendió estas circunstancias, enfrentando de forma aguerrida el ejercicio de la justicia al margen del derecho que impone y no construye, que legisla y no garantiza, que sentencia y no da oportunidades. Sin embargo, tanto el MAU como los demás MI y las Asociaciones de Carrera, no han sabido cómo dar profundidad a la solución de una crisis que involucra el sistema educativo nacional, entregando irresponsablemente a más y más compañeros y compañeras a la comidilla jurídica que no tiene más salidas que sujeción a la corrupción de jueces, fiscales, abogados, leyes, acuerdos, conciliaciones, pactos, negociaciones, homologaciones y cualquier otra verborrea propia de las quimera legales que se refunden –a más de 190 años de vida “independiente” centroamericana– entre honorables trajes y protocolos de palacios y parlamentos.

La ruta ahora es reagrupar la solidaridad estudiantil a nivel nacional. Las autoridades propician esta actuación porque se hace necesario plantear condiciones propias para evitar un conflicto a mayor escala: el llamado a diálogo o negociación estará vigente en el discurso mediático de ambas partes. El movimiento estudiantil, por su parte, carece de condiciones. Desmovilizadas las bases, despolitizadas las asociaciones de carrera, absorbida la vida orgánica de los MI por la plataforma del MEU, la comunidad estudiantil no responderá con la misma intensidad un proceso de lucha; y la autoridades, buscando no disputar la gobernabilidad de la UNAH en un año electoral tan crucial como el presente, propiciará un campo favorable para la mediación de sus intereses y propuestas. Las bases ahora deben volver a Asambleas. Desde las asociaciones el llamado a asambleas permanente debe ser urgente, porque a pesar de estas condiciones desfavorables, la solidaridad por la violencia en contra de compañeros y compañeras se puede canalizar en acciones concretas. La oportunidad de replantear las estructuras del MEU es otra prioridad; esta plataforma no puede representar el espacio de articulación y acción en esta coyuntura, de así hacerlo se infiltraran las mismas visiones y salidas comunes a una crisis que va más allá de interés estudiantil, teniendo sus raíces en la escalonada desigualdad social que sufre Honduras, y que corroe todas las dimensiones de la vida nacional e individual.


Por Minerva y Horacio Villegas

El rumbo del país tuvo un giro inesperado a partir de los sucesos acaecidos en el año 2009 durante la mal llamada “sucesión presidencial”. El aparente orden político y social sufrió un austero rompimiento en el cual se vieron afectadas todas las esferas que constituyen la realidad del país, por esta razón, no es motivo de sorpresa que surgiera de tales hechos una crisis que aún se cierne sobre las cabezas de todos los hondureños hoy en día; el nombre de Honduras, un país pequeño ubicado en una zona de gran interés geopolítico, se ha hecho conocer, aunque no precisamente por medio de algo bueno, hoy Honduras es uno de los países que enlista los rankings a nivel mundial y latinoamericano punteando como uno de los países más pobres y violentos, solo por mencionar inicialmente algunos de sus señoriales títulos.

Es a partir de los hechos del 2009 que las formas de violencia en el territorio se evidencian y diversifican, yendo desde lo físico hasta lo simbólico; la realidad social se manifiesta desde entonces como un golpe brutal para los sentidos que la perciben, arrastrando consigo a la población que de a poco se vuelve poco menos solidaria y desensibilizada ante el horror del amarillismo noticioso. Honduras se posiciona como uno de los países más infelices y con un alto porcentaje de enfermedades mentales en relación a la población total. La situación que hoy vive en país, se exterioriza como una constante incertidumbre en la cual la cultura de la sospecha se propaga como enfermedad viral, donde la desesperanza se vuelca en constantes suplicas a un cielo indiferente, que voltea la vista para no ver, el cruel resultado del capitalismo experimentado desde la periferia.

Las soluciones que se presentan a menudo vienen directamente del conjunto de recetarios que las grandes potencias traen como buena nueva y que, al pasar de los años, no surten ningún efecto, dicho en otras palabras, la imposición de los modelos neoliberales se figura como una gran roca que debemos empujar con la esperanza de no volver a repetir la tarea. Por su parte, los enfrentamientos ideológicos dentro de la nueva ágora que son las redes sociales solo refleja a una sociedad polarizada inmersa en discusiones eternas, que no encuentra sentido ni posible solución ante la crisis en que se vive. Que en su misma incertidumbre propone, pero no dispone y dentro del eclecticismo de sus soluciones alude otra vez al nada envidiado Sísifo. La realidad Hondureña se vuelve así, una dimensión bidireccional, un estira y encoje que conduce a esperanzas de redención aún anidadas en el topus uranus.

La derrota de la lucha contra el golpe de Estado y la reacción sobreviniente

Hasta este punto la realidad nacional se pinta como una de las peores tragedias jamás antes vistas en la historia de Centroamérica, no obstante, es importante señalar que la población también ha experimentado cambios notables a partir de los hechos acaecidos en el 2009. La participación social por medio de la opinión, se ha constituido como un nuevo poder que transgrede el control del estado, como un ojo vigilante que a pesar de su participación un tanto perezosa, observa y con la vista pasmada contempla como la realidad política en donde se aglutina el futuro del país, se trasforma en un “reductio ad absurdum”, y que en los momentos de mayor indignación y efervescencia ha conseguido movilizar a miles de personas en protesta por los grandes escándalos de corrupción que han dejado tras de sí la pérdida de miles de vidas sea por razones directas o indirectas. A pesar de la buena voluntad, las protestas parecieron no ser suficientes.

Por su parte, como resultado de esta política mutante, hija bastarda de una democracia en decadencia, tonta y sin bases ideológicas coherentes ha resurgido el partido nacional como fuerza política dominante. Los secretos que esconden para mantener la hegemonía política no parecen ser los secretos escondidos en la caja de pandora, la fórmula es sencilla: práctica proselitista, clientelismo, adoctrinamiento, alusión a la tradición radicalizada y el trabajo con bases que constituyen clases que viven en extrema pobreza y limitado capital cultural. Como resultado, teniendo en cuenta los índices de pobreza, se obtiene una mayoría al servicio de una burguesía dueña del ejercicio político. Es en esta pequeña parte de la narración donde se hace más evidente la encrucijada: la clase opositora constituye un pequeño número fragmentado en pequeñas células concentradas en partidos ideológicamente contrarios en apariencia.

A consecuencia del golpe de estado, se deriva un conflicto interno que debilita al partido liberal, constituido para aquel entonces como primera fuerza y de la cual surge un ala radical que justifica su razón de ser fundamentando su ideología en un discurso de pseudo izquierda. Esta ala rebelde del partido liberal comienza a tener una gran aceptación presentando como primer proyecto político el restablecimiento del orden constitucional, por medio de la elección de la ex primera doña Xiomara Castro de Zelaya, intento que a pesar de la afluencia de votantes simpatizantes del partido Libre y en el caso del PAC con el candidato Salvador Nasralla, no fue suficiente para derrotar al oficialismo en las urnas. Es a partir de la continuidad del proyecto político orquestado por el partido nacional, que se evidencia la necesidad de establecer nuevas estrategias para el derrocamiento del poderío que controla el futuro del país. Surge a razón de ello la propuesta de una alianza entre partidos, dicha posibilidad ofrece a la oposición la concentración de los votos en un solo poder que incline la balanza en las próximas elecciones y de esta forma garantice el derrocamiento del partido dominante. No obstante, las dificultades se han presentado a la orden del día, el camino que se ha recorrido para consolidar la alianza de partidos ha tenido constantes altibajos en los cuales las tácticas de boicot se han presentado de formas insólitas.

La logística operante por parte del gobierno de turno no se ha hecho esperar ante las tentativas de derrocar el proyecto político en curso, las tácticas van desde monitoreos en redes sociales, asesinatos, difamación, hasta la generación de temas polémicos que encausen la atención de la opinión pública a otros asuntos. Del aborto al maltrato animal, de la fuga de pandilleros hasta dirigentes espirituales celebrando elecciones con un solo contendiente, de mesías que traen consigo buenas nuevas. La realidad Hondureña se compone entonces de una cortina de humo mediática empleada como condición dilatoria para opacar el desvío de los fondos para proyectos políticos, millonarios desfalcos a los organismos del estado y para generar confusión que retrase la consolidación de la alianza.

El enemigo por dentro

“Pero, las amenazas de la alianza no solo representan un factor que proviene de las afueras, el peor enemigo de la alianza se encuentra adentro”.

La alianza de oposición surge con la premura de la coyuntura del momento, dejando tras de sí incontables enfrentamientos ideológicos, confusiones y una población enfrentada con muy baja formación política y escasa organización. Es en este punto donde la fragilidad de la oposición se hace evidente, dejando expuestas un sinfín de preguntas entre las cuales subyace la más importante: ¿Es posible generar un cambio con una victoria de la oposición? Es precisamente esta interrogante la que muchos callan, puesto que la alianza se manifiesta en la misma ingenuidad de la población como la última esperanza para recobrar el orden; vista “como un mal necesario” ha caído en el olvido uno de los males mayores, el oportunismo. Es en ese olvido, en la misma desesperación de la vieja crisis que se excluye la premisa causante de todo el mayor mal: “La mala política” y que de la mala política, de la corrupción y de la desidia es de donde surgen las verdaderas crisis. Los pequeños detalles olvidados desnudan de a poco la única verdad que ninguno quiere escuchar: “La alianza es un proyecto improvisado que corre el riesgo de desplomarse con la fragilidad de un castillo de naipes”. Si se desploma, surge la dictadura, si resiste ¿Qué sigue?

Llegado a este punto solo puede ultimarse de la siguiente forma: el nacimiento de la alianza no surge con una mala intención, pero tal intención surge ante la inminente de una debilidad política por parte de los partidos de oposición, que se evidencia y que se reconoce al aceptar el pacto no después de interminables conflictos y discusiones entre dirigentes y bases de partidos. Tres largos años de pugna y enfrentamiento a partir de las últimas elecciones hicieron que se considerase las posibilidades de establecer una alianza de oposición pero estas se arraigaron, únicamente ante la amenaza de la reelección, uno de los incontables proyectos que nacen en el descaro de la corrupción y la impunidad.

Para que la alianza se considere una verdadera amenaza a los intereses de la clase burguesa del país, es necesario hacer una reconsideración de su razón de ser, es decir que el verdadero cambio se obtendrá, cuando la población así como las figuras que fungen como representantes asuman una madurez política que permita no solo construir proyectos políticos basados en discursos, anhelos y utopías romancistas (muy bien aceptados en la población), sino en la creación de proyectos a largo plazo con planes de acción objetivos y realistas que incluyan una verdadera educación de las bases para la toma de decisiones consciente, critica y combativa, no apresurada y producto de la desesperación. Honduras nuevamente evidencia poseer una política en pañales, donde su ejercicio surge de la necesidad coyuntural y que se pretende tapar con la simpleza que dan las soluciones que se obtienen por el sentido común.

La crisis de Honduras no puede ser solventada con la desfachatez de una improvisación actoral por parte de los dirigentes políticos, es necesario que la transformación se encause en otras direcciones que incluyan agentes de cambio decisivos, como el abandono del interés personal para crear perfiles “de buen político” para afianzarse una carrera. La política no es un fin en sí mismo, se trata del medio por el cual es posible alcanzar el bienestar de todas las personas, por esta razón, no puede tomarse a la ligera, Honduras puede ser el semillero del cual germine una próxima revolución, pero para ello, es necesario que las condiciones sean las adecuadas.

¿Más de lo mismo? Crítica al caricaturesco programa de la Alianza Política de Oposición

Días antes de presentarse el veredicto sobre quién encabezaría la alianza de oposición –donde resultó ser el candidato electo Salvador Nasralla este domingo 21 de mayo–, se lanzó públicamente por las redes sociales y medios de comunicación el planteamiento político y estructural de esta alianza partidaria; todo esto vertido en una suerte de fundamentos doctrinarios que no pueden ser aplaudidos y aceptados sin antes mostrar los notables resquicios donde brotan sus inconsistencias.

El programa se reduce sencillamente en una evocación del populismo, en donde se ovacionan reformas sociales que a simple vista conceden bienestar social a la mayoría pobre y desposeída del país; una estrategia, sin embargo, embarrada de utopismo y sentimentalismo. Estamos frente a un programa impremeditado y pensado como la sombra de supuestos políticos todavía irrealizables, pero fuertemente añorados.

Las posturas políticas de la Alianza se concentran –la mayoría– en los problemas de coyuntura: la oposición a los planes reeleccionistas de JOH, a la corrupción vista desde el gran desfalco del seguro social, a la cancelación del cobro de peajes, y en general la propuesta de desmantelar las políticas asistencialistas y espurias del gobierno de turno.

No existen políticas de gran alcance en este plan doctrinario de la Alianza, en vez de presentarnos un riguroso plan de gobierno de rasgos más realistas y no tan descabelladamente románticos, se nos presenta sin más, el viejo escarnio con que los liberales del siglo XIX y XX saludaron a la crédula población hondureña de ese entonces: con la vieja idea de la gratuidad educativa incondicional y el beneficio tan bien gratuito y de rasgos universales de la seguridad social. Dos siglos de espera ya nos pesan sobre la espalda a la mayoría. Parece pues, que estamos frente a las mismas e inalcanzables promesas, esta vez preparadas a la luz de este nuevo siglo.

Otro embuste que figura en este programa de gobierno de la Alianza es hacernos creer, a los que engrosamos las extensas filas de pobreza en el país, que no se pagará por ningún servicio público tal como la luz eléctrica y el agua potable; semejante propuesta no ha sido llevada a su total realización en ningún país que ha sido moldeado en la dialéctica relación de dependencia que han tenido los países latinoamericanos con los imperialismos europeos y norteamericano, excluyendo el caso de Cuba con su sistema que garantiza en algún sentido estos servicios. Esta propuesta de la Alianza está fuera de contexto, pues al estar enmarcado el país en un sistema político dependiente y neoliberal, no es posible garantizar plenamente estos servicios.

Se reza –en este ingenuo ideario– por una “Reforma Agrícola Justa, con salvaguardia de las propiedades productivas”. Otro balbuceo retórico que no dice mecanismo alguno con que se pueda lograr este cometido; el problema del acceso a la tierra está fuertemente enlazado con la lucha campesina que decide batirse a sangre con el sector oligárquico dueño de las tierras y la mano de obra.

Hablar del acceso a la tierra para el campesino en este país es abrir el debate sobre el control exorbitante que tienen los oligarcas sobre ella; unas cuantas líneas sentimentales, expresadas sin aliento combativo o alternativas suficientes para extenuar este problema, demuestran la delirante presencia y poco alcance resolutivo de esta alianza para los grandes problemas de la nación.

El fenómeno del sistema extractivo que devora los recursos naturales de los países latinoamericanos, y la vida de sus nobles defensores, como en nuestro caso el repudiable asesinato de la compañera Berta Cáceres, es hoy un preocupante tema que agobia a la población consciente de este fenómeno. El tema de las concesiones cedidas a estas empresas extractivas solamente se truncan ligeramente con reformas, pero en el marco de dependencia y fragilidad de los estados centroamericanos es una realidad que suceda sin extrañeza alguna, este tipo de venta del territorio nacional. Y en este sentido la Alianza en cuanto al tema extractivo se refiere, solo se enviste de reformismo sin replantearse el marco histórico de debilidad estatal que tiene nuestro país, que le concesiona a los países europeos y a Estados Unidos los recursos naturales sin objeción alguna.

La Alianza de oposición: entre liberalismo y populismo

Tanto el partido LIBRE como el PAC se componen de presupuestos salidos del mismísimo liberalismo político, aunque recientemente es la retórica populista del sentimentalismo la que vertebra sus planteamientos doctrinarios. Por un lado, LIBRE al derrotar los últimos vestigios de oposición franca contra el golpismo, demostró ser una organización vasalla a las directrices del sistema eleccionario-fraudulento del país. Organización vestida de un socialismo vacío y de fondo un partido de liberales enardecidos con sus correligionarios golpistas, ideológicamente un vertedero de ideas socialistas fosilizadas y una cúpula –en su mayoría– de la vieja guardia sindicalista.

Por otro lado, está el PAC que con su intrincada postura ideológica que coquetea con los principios de libertad emanados del liberalismo, y compuesto por la clase media antorchera descontenta por la corrupción en el país, figura como el partido político de más aceptación por su reciente presencia en la vida política del país, y quizá por el carisma y franqueza de su representante Salvador Nasrralla.

Los dos partidos fusionados en la Alianza de Oposición no dejan de ser una alternativa que solo se planteó remediar problemas coyunturales, no sabemos la postura de la Alianza –encabezada ahora por Salvador Nasrralla como candidato presidencial–, frente a la presencia del gobierno norteamericano en el rumbo político del país, y tampoco advertimos el rumbo económico que tomará la Alianza si el gane frente a JOH se presenta; lo cierto es que al componerse del ideario más esperanzador del liberalismo y el populismo, es predecible su arraigo a los más recalcitrantes grupos económicos del país, y a una fuerte filiación de dependencia a las potencias dominantes.

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