Por Sebastián Chavarría Domínguez

Las elecciones municipales del pasado 5 de noviembre del 2017 se consumaron, con una altísima abstención electoral que era percibida a simple vista. El esperado informe de la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) fue dado a conocer el día 7, en un extenso documento de 52 páginas.

¿Qué tan alta fue la abstención?

El fenómeno de la abstención en Nicaragua ha ido aumentando en el tiempo, especialmente a raíz del retorno del FSLN al gobierno, en el año 2007. Este fenómeno refleja un rechazo pasivo contra las denuncias de fraudes electorales.

A pesar de la reforma a la Ley Electoral, que a última hora promovía el voto de los ciudadanos que se encontraban en el padrón pasivo, con el solo hecho de presentar su cedula de identidad, la abstención se calcula entre un 50 y 70%.

Sobre este punto existen versiones contradictorias. En las elecciones municipales del 2012, el Consejo Supremo Electoral (CSE) reconoció una abstención del 44%. En este año 2017, Roberto Rivas, presidente del CSE, reconoció una participación del 52%, es decir, una abstención del 48%, un 4% más alta que las cifras oficiales. Indudablemente, las cifras han sido maquilladas, para rondar y equiparar la votación con la abstención. (50 y 50%)

¿Es mayoría el sandinismo?

Las cifras oficiales del CSE son demoledoras. De un padrón de 4,481,621 ciudadanos aptos para votar, solamente votaron 1,962,326, es decir, no votaron 2,519,295 personas, lo que indica que la abstención fue mas alta del 55%.

El FSLN obtuvo 1,335,493 votos (68.06 %), en segundo lugar el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) obtuvo 321,443 votos (16.38 %), El Partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) obtuvo 186,595 votos  (9.51 %), el Partido Conservador 25,732 votos (1,31%), YATAMA  obtuvo 28,976 (1,41%), el Partido Revolucionario Democrático (PRD) obtuvo 23,463 (1.2 %); el partido A.L.N. obtuvo 21,112 votos (1.08%), y el partido APRE A.P.R.E. obtuvo 3,962 votos (0.2 %).

Si el padrón electoral era de 4,481,621 ciudadanos aptos para votar y solamente votaron por el FSLN (aun con las dudas de inflación de votos o múltiples votos a favor del FSLN) tendríamos que solamente un 29,7% de la población se identifica con el partido sandinista, la cifra mas baja en toda su historia.

Esta caída abrupta de la cantidad de votos sandinistas nos indica que hay una erosión política muy grande después de 10 años de continuo gobierno de Daniel Ortega. El problema es que la alta votación relativiza y aumenta en apariencias los porcentajes de votos a favor del FSLN.

Los partidos de la maltrecha oposición burguesa que se atrevieron a participar en las elecciones municipales, tuvieron resultados distintos. Si comparamos la enorme cantidad de votos del PLC en el periodo 1997-2007, los 321,443 votos obtenidos es un premio de consolación. Lo mismo le pasó a la corriente de Eduardo Montealegre, ahora organizada en el partido CxL, redujo su votación a 186,595 votos, después de haber quedado en segundo lugar en las elecciones generales del 2012. Sin embargo, lo más significativo es que las dos corrientes del liberalismo, ya no tiene la mayoría de su base social en los centros urbanos, sino en aquellas zonas del campo donde el ejército de la contra tuvo influencia de masas.

En cerca de 15 municipios, los votos de las dos corrientes liberales, que nuevamente fueron por separado, la sumatoria de ambas superaría a la votación del FSLN. En otros 16 municipios la votación estuvo casi empatada, superada por algunos votos por parte del FSLN, a pesar de los reclamos de la oposición. En total, existen 31 municipios de las zonas rurales en donde la mayoría de la población votó en contra del FSLN.

Repartición de alcaldías

En las elecciones municipales del 2004, el FSLN obtuvo 87 de los 152 municipios en juego en aquel entonces, pero en el año 2008 el FSLN avanzó mucho más obteniendo 109 municipios y la oposición 44 de un total de 153.

En las elecciones municipales del año 2012, el FSLN ganó 134 alcaldías, el Partido Liberal Independiente (PLI), todavía en manos de Montealegre, obtuvo 13 alcaldías; el PLC obtuvo dos alcaldías; el partido regional YATAMA ganó tres alcaldías y ALN, logró solo una alcaldía.

En las elecciones municipales del 2017, el FSLN obtuvo 135 alcaldías (111 alcaldes fueron reelectos y solo 24 fueron nuevos candidatos), el PLC obtuvo once pequeñas alcaldías en zonas rurales, el partido CxL (de Montealegre) obtuvo seis pequeñas alcaldías en zonas alejadas, y ALN obtuvo una alcaldía. El PÑLC y CxL han presentado recursos de impugnación en 11 municipios en las zonas rurales, pero su dirigencia no está llamando a la movilización en defensa del voto, tienen una actitud proclive a realizar negociaciones secretas. La presencia de la OEA, los escasos recursos de impugnación, a pesar de 7 opositores muertos y varios heridos y detenidos, la han dado una baño de legitimidad a las recién finalizadas elecciones municipales.

El esperado informe de la OEA

En lenguaje diplomático, que ocultaba algunas críticas, la Misión de Observación Electoral de la OEA rindió su informe preliminar, aportando, entre líneas, algunos datos interesantes, como, por ejemplo, el hecho que hubo una “mayoritaria presencia de fiscales del Frente Sandinista de Liberación Nacional, no así de los principales contendores en las mesas observadas. De éstas, solo el 59% de ellas tenía presencia de fiscales del Partido Liberal Independiente (no queda claro es una confusión con CxL) y del Partido Liberal Constitucionalista, contrastando con la casi completa cobertura del partido oficialista. Llama la atención, tomando en cuenta su caudal electoral, la importante presencia en las JRV observadas de los fiscales de la Alianza por la República, que superaban en el total de mesas observadas a los demás partidos, con excepción del FSLN”.

¡Sorpresa! El minoritario APRE que solo obtuvo el 0,2% de los votos, tuvo un numero de fiscales en las JRV, similar al FSLN. Pero el aspecto central del informe de la OEA, son las recomendaciones, las que tienen un solo eje político: presionar para una urgente reforma del sistema electoral.

Veamos lo que dice la OEA en relación a las actuales estructuras electorales: “El mecanismo por el cual las dos primeras mayorías de las elecciones anteriores se reparten el 100% de los presidentes y primeros miembros de Juntas Receptoras de Votos, a razón de 50% para cada uno (similar criterio utilizado en la conformación de los restantes organismos electorales) refleja una realidad política que ya no se encuentra vigente, y que debiera ser atendida”.

Esta crítica a la OEA está dirigida contra el corazón de la Ley Electoral del año 2001, que fue negociada entre Alemán y Ortega, y estaba destinada a instaurar un nuevo bipartidismo. Tal vez por eso se refiere a “una realidad política que ya no se encuentra vigente. Y es que, desde entonces, los partidos del primero y segundo lugar copan las estructuras electorales, machacando a los partidos minoritarios y al principio democrático de la proporcionalidad.

En consecuencia, la OEA demanda una reforma a Ley Electoral, para “reformar el criterio para la composición tanto de los Consejos Electorales Departamentales, Regionales y Municipales como de las JRV, procurando que estas instancias estén compuestas por ciudadanos inscritos en el padrón electoral, que sean seleccionados de forma aleatoria y transparente, sin consideración de su pertenencia partidaria”.(…) Diseñar un marco legal que permita la depuración del padrón electoral de manera permanente y continua (…) Establecer campañas de actualización del Padrón, mediante visitas a los ciudadanos del Padrón Pasivo para verificar su situación real, y fomentando entre la ciudadanía la responsabilidad de verificar su inclusión en el Padrón Activo (…) Reglamentar de manera clara y detallada los procedimientos de forma y fondo que los partidos políticos deben cumplir en el registro de los ingresos de fuentes privadas recibidas. (….) Incluir dentro de la Resolución de Ética Electoral para las futuras elecciones los artículos referentes a la prohibición del uso de bienes del estado, proselitismo en edificios públicos y escolares, para que los actores del proceso puedan hacer uso del Reglamento de quejas, peticiones, reclamos y denuncias del CSE con un respaldo legal”.

En pocas palabras, la OEA exige una profunda reforma al sistema electoral, para evitar que el control que tiene el FSLN sobre el CSE conduzca a una mayor falta de confianza de la población en la democracia.

La visión del Departamento de Estado de los Estados Unidos

El gobierno de Estados Unidos ha sido uno de los principales críticos al endurecimiento del régimen de Daniel Ortega, pero estas críticas son a veces silenciadas o neutralizadas por los avances en la economía, la estabilidad, la seguridad y la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. A diferencia de los años 80, ahora el gobierno sandinista contribuye enormemente a la estabilidad de Centroamérica, y eso es bien visto por Washington.

No obstante, con el ascenso de Donald Trump, las presiones diplomáticas se han arreciado contra el gobierno de Ortega. Por ello, después del informe de la OEA, y de derramar unas cuantas lagrimas por las víctimas de la violencia electoral, el Departamento de Estado declaró en un comunicado que “Los Estados Unidos se encuentra preocupado por las persistentes deficiencias en el proceso democrático de Nicaragua, como lo demuestran las elecciones municipales del 5 de noviembre. (…) Nos preocupan seriamente los informes fidedignos sobre las irregularidades a lo largo de este proceso electoral. La presencia de una misión de observación electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) brindó la requerida transparencia y Estados Unidos coincide con sus recomendaciones, dirigidas a fortalecer el balance dentro del sistema de partidos políticos, mejorar la selección de los miembros de los consejos electorales a todos los niveles, establecer un adecuado marco legal para la sociedad civil y promover una amplia e inclusiva observación electoral nacional".

La moderada respuesta de Ortega

La política del gobierno de Estados Unidos y su títere, la OEA, está muy clara: impulsar una urgente reforma electoral. Esta política está en consonancia con el Acuerdo firmado con la OEA en enero del 2017. En pocas palabras, Daniel Ortega es consciente que se ha comprometido a impulsar una democratización del régimen político y del sistema electoral, para lograr la supervivencia del sandinismo.

En un discurso moderado, Ortega dijo, después de las elecciones municipales, que “En las elecciones regionales tendremos un sistema electoral mejorado, más perfeccionado, más fuerte, más seguro, para el bienestar de todas las familias nicaragüenses (…) el sistema electoral tiene deficiencias, porque no existe democracia perfecta, ni ha existido (…)” (Confidencial, 09/11/2017)

La reforma del régimen comienza su marcha, hasta donde llegará, no lo sabemos, pero la alta abstención de las pasadas elecciones municipales indica que la paciencia de las masas está llegando a su límite, mientras se acrecientan las presiones del imperialismo norteamericano.


Por Melchor Banavente

Después de un periodo de incertidumbre, donde se tejieron todo tipo de especulaciones, finalmente la Organización de Estados Americanos (OEA) anunció el  envió de la esperada delegación de observación de las elecciones municipales a realizarse en noviembre de este año 2017, a cargo del cuestionado Wilfredo Penco.

Para entender lo que pasa en Nicaragua, debemos apretarnos fuertemente el cráneo, ya que las oscilaciones políticas tienden a hacer saltar abruptamente nuestros sesos. En el año 2016, Daniel Ortega había declarado, ante el Congreso del FSLN, que jamás volverían los observadores internacionales pisar el suelo nicaragüense, y mucho menos observar las elecciones. Después, ante la presión de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, que aprobó la primera versión de la llamada Nicaact, Ortega tuvo que retroceder, y en un giro inesperado firmó un Acuerdo con la OEA, no solo para supervisar las elecciones municipales del 2017, sino también ayudar a democratizar el régimen político, haciendo cambios en el sistema electoral y en otras instituciones.

En el año 2017, al calor de la crisis venezolana, se produjeron tensiones y desacuerdos entre el gobierno de Ortega y la OEA, y la misión de observación parecía destinada al fracaso. Se habló de la falta de recursos económicos y hasta de la posibilidad que Estados Unidos financiara la misión de observación, pero ambos aspectos se diluyeron.

En el ínterin, la oposición burguesa se rasgó las vestiduras. El régimen de Daniel Ortega ha logrado atomizar y dividir a la oposición, haciendo negociaciones directas con los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP). Ortega comprendió, al igual que el somocismo, que era mejor hacer concesiones directamente a la cúpula empresarial, en vez de hacerlo a través de sus agentes políticos, los partidos de derecha.

La oposición burguesa, debilitada al extremo, estaba en vilo, ante el dilema de participar o no participar en las elecciones municipales. Siempre hay dos bloques: los que se adaptan a las condiciones impuestas por Daniel Ortega, y aquellos que libran una lucha frontal, y cuya consecuencia es la reducción de los espacios políticos y la casi desaparición.

En el primer bloque tenemos al Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán, que se resiste a morir. El PLC ha hecho todo tipo de maniobra y alianzas con tal de superar el estado de postración en que se encuentra. También tenemos a los pequeños partidos “zancudos” (ALN, PLI y Partido Conservador) que consideran que deben aprovechar cualquier espacio político, léase aprovechar los cargos y las prebendas. El debilitamiento de estos partidos también es parte de un proceso de desencanto y desilusión de las masas con el sistema político.

En el centro, completamente solo, se encuentra el nuevo partido de Eduardo Montealegre, dirigido y administrado por su alter ego, Kitty Monterrey, y que se denomina Ciudadanos por la Libertad (CxL). Este partido acaba de obtener su personalidad jurídica, y no la va arriesgar con una política abstencionista, ya que la Ley Electoral castiga a los partidos que no participan en los procesos electorales.

CxL estaba desgarrado internamente por el dilema de no participar, ante la falta de observación electoral. Las sucesivas denuncias de fraude electoral se han convertido en un boomerang contra la oposición burguesa, porque hasta sus propias bases se niegan a participar en procesos electorales en los que al final el Consejo Supremo Electoral (CSE), controlado por el sandinismo, impone las cuotas de candidatos ganadores a cada partido.

En el extremo de este abanico de fuerzas dispersas se encuentra el Frente Amplio por la Democracia (FAD), una alianza entre el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) con los chingastes de las divisiones de todos los partidos. En el FAD hay gente que fue del PLC, que fueron del grupo de Montealegre, y otros organismos de la sociedad civil.

El FAD tiene una posición tajante: no se puede participar en las elecciones mientras no haya garantías mínimas. Incluso, el FAD ha criticado la designación de Wilfredo Penco como coordinador de la delegación de observadores de la OEA, debido a que ya ha participado en otras delegaciones y ha avalado los fraudes electorales.

En ese ambiente de denuncias anticipadas, y sin la posibilidad que los trabajadores y la izquierda presenten sus candidatos, no hay duda de que la abstención se impondrá, y con ello Daniel Ortega habrá capeado nuevamente el temporal.


Por Victoriano Sánchez

En guerra anunciada no hay muertos, dice el sabio refrán popular. Nuevamente se ha constituido un consenso bipartidista, entre los representantes demócratas y republico, al seno del Congreso de los Estados Unidos, contra el gobierno de Daniel Ortega. El primer intento de aprobar la Nicaraguan Investment Conditionality Act (NICA), conocido como NICA ACT, se produjo a finales del 2016, cuando fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Representantes, pero la candente campaña electoral presidencial impidió su aprobación en el Senado.

Nueva versión del proyecto de ley

Ahora, en la legislatura del 2017, nuevamente la representante republicana y recalcitrante Ileana Ross-Lehtinen, junto al representante demócrata Albio Sires, volvieron a introducir el proyecto de NICA ACT, con algunos cambios importantes. Como era de esperarse, el Sub Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, aprobó el proyecto por unanimidad, pasando a debate. Los procedimientos legislativos de Estados Unidos establecen que si no hay oposición, al ser presentada por unanimidad por republicanos y demócratas, el proyecto de ley es automáticamente aprobado, pasado a aprobación del Senado, antes de convertirse en una ley.

El consenso bipartidista sobre Centroamérica

Es un error creer que el consenso bipartidista es solo contra el gobierno de Daniel Ortega. En los últimos años, Estados Unidos se ha dotado de una estrategia para hacer frente al proceso de desintegración de los países que conforman el Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), que pasa por el CARSI, el Pla de Alianza para la Prosperidad (PAP) y la aprobación, entre otras, de la Consolidated Appropiations Act de Diciembre del 2016. Esta ley es la que provee los fondos necesarios para implementar la estrategia de Estados Unidos en relación a Centroamérica. La nueva versión de la NICA ACT debe verse como un aspecto muy particular dentro de esta estrategia

Lo que dijeron Lehtinen y Sires

Ileana Ros-Lehtinen, durante el mes de abril, justificó explicó en qué consistía el nuevo proyecto: “Debemos continuar con el  sostenimiento de estándares para todos los gobiernos de  Centroamérica en temas de derechos humanos, corrupción y transparencia mientras examinamos dónde usar el dinero de contribuyentes estadounidenses ya que el régimen de Ortega en Nicaragua no es la excepción”.

“Esta versión de la Ley NICA va un paso más allá de la versión anterior que Albio y yo presentamos en el último Congreso, pide que el régimen de Ortega combata activamente la corrupción y tome las medidas significativas para proteger a defensores y activistas de los derechos humanos. Estas son preocupaciones bipartidistas, y como muchos de nosotros hemos presenciado durante más de una década, el poder de Ortega que ha llevado a Nicaragua a una continua espiral descendente. El momento de actuar es ahora - para el pueblo de Nicaragua y para su futuro democrático - antes de que sea demasiado tarde. La Ley NICA será una herramienta poderosa que puede ayudar a poner un fin a las atrocidades que se producen en Nicaragua y revertir su trayectoria destructiva actual”.

Por su parte, el representante Sires, justificó el nuevo proyecto de la siguiente manera: “Daniel Ortega y su familia continúan acumulando gran cantidad de riquezas, mientras que Nicaragua sigue siendo el segundo país más pobre del Hemisferio Occidental. Él ha pasado años reprimiendo a la oposición política y ha creado una monarquía de facto haciendo que su esposa asuma el papel de vicepresidente. Continuaré luchando por el pueblo nicaragüense hasta que sus voces sean escuchadas. Esta importante legislación deja claro que Estados Unidos no está de acuerdo y no dejara a Ortega oprimir a los defensores de los derechos humanos y sofocar la democracia mientras se llenen los bolsillos con dinero a expensas del pueblo nicaragüense”.

Apretando las clavijas

El 3 de Octubre la Cámara de Representantes, al no existir oposición, fue aprobado el nuevo proyecto de ley, y posteriormente enviado al Senado.

La NICA ACT persigue el objetivo central de “oponerse a los préstamos en instituciones financieras internacionales a favor del Gobierno de Nicaragua a menos que este adopte medidas eficaces para celebrar elecciones libres, justas y transparentes, y otros fines”.

La NICA ACT autorizaría al Presidente de Estados Unidos “oponerse a cualquier préstamo en beneficio del Gobierno de Nicaragua, con excepción de dirigirse a necesidades humanas básicas o promover la democracia, a menos que el Secretario de Estado certifique e informe a los comités del Congreso pertinentes que el Gobierno de Nicaragua está tomando medidas efectivas para: (1) celebrar elecciones libres, justas y transparentes supervisadas por observadores electorales nacionales e internacionales creíbles; (2) promover la democracia, así como un sistema judicial

y consejo electoral independientes; (3) fortalecer el estado de derecho; (4) respetar el derecho a la libertad de asociación y expresión; (5) combatir la corrupción, incluyendo la investigación y perseguir a los funcionarios gubernamentales que se atribuyen ser corruptos; y (6) proteger el derecho de los partidos políticos de oposición, periodistas, sindicalistas, defensores de los derechos humanos y activistas de la sociedad civil para operar sin interferencia”.

Este es el programa de reformas democráticas que Estados Unidos pretende, a través del chantaje económico, que el gobierno de Daniel Ortega inicie un proceso de reformar que suavicen el actual régimen autoritario, bonapartista. A diferencia del resto de países de Centroamérica, donde Estados Unidos presionan para una lucha efectiva contra los carteles del narcotráfico, las pandillas o el crimen organizados, el gobierno de Daniel Ortega aparece como un excelente alumno y firme aliado a favor de la seguridad y el combate al narcotráfico. El programa de reformas es esencialmente político, para cortar las garras al gobierno de Ortega

La nueva arma: la lucha contra la corrupción.

Este componente de lucha contra la corrupción es uno de los principales cambios en la nueva versión de la NICA ACT. El punto 7 es un acápite dedicado a elaborar un informe sobre la corrupción en Nicaragua. “No más de 90 días después de la fecha de la promulgación de esta Ley, el Secretario de Estado, en consulta con la comunidad de inteligencia (tal como se define en la sección 3 (4) de la Ley de Seguridad de 1947 (50 USC 3003 (4)), presentará al Congreso un informe sobre la participación de altos funcionarios del gobierno nicaragüense, miembros del Consejo Supremo Electoral, la Asamblea Nacional y el sistema judicial, en actos de corrupción pública o violaciones de los derechos humanos en Nicaragua (…) El informe requerido en la subsección (a) deberá ser presentado en forma no clasificada, pero puede contener un anexo clasificado. La parte no clasificada del informe se pondrá a disposición del público”.

Con esta disposición legal, el gobierno de Estados Unidos se prepara para atacar a la cúpula sandinista, incluyendo la familia presidencial Ortega Murillo. Es un secreto a voces que a partir del año 2007, cuando el FSLN recupero el poder, la alta cúpula sandinista inició un proceso de acumulación originaria y extraordinaria de capitales, especialmente con el uso privado y discrecional del convenio petrolero con Venezuela, que le permitió al gobierno de Ortega disponer, hasta hace poco, de más de 500 millones de dólares en efectivo cada año, durante casi una década.

El proyecto de NICA ACT también contempla que “A más tardar 180 días después de la fecha de la presente Ley, el Secretario de Hacienda de Estados Unidos, someterá a los comités del Congreso apropiados un informe escrito evaluando:  (1) la efectividad del sistema financiero instituciones en la aplicación de las salvaguardias aplicables a Nicaragua (…)”.

Lo anterior implica que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos hará inspecciones sobre el sistema bancario y financiero de Nicaragua, y con el pretexto de cumplir esta parte de la ley, recolectará la información de inteligencia necesaria para elaborar los listados, clasificados o no, de posibles actos de corrupción. Todos los bancos nicaragüenses tienen relaciones con bancos norteamericanos, y solo por este hecho, para no caer en listas negras, están obligados a brindar la información que solicite el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

Albanisa en la mira

A raíz de las sanciones económicas de la administración Trump contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, el consejero económico de la embajada de Estados Unidos en Managua, William Muntean, lanzó la primera gran advertencia a los empresarios norteamericanos con inversiones en Nicaragua, de no realizar transacciones comerciales con la empresa Alba de Nicaragua S.A. (Albanisa), que es una empresa venezolana-nicaragüense. PDVSA es dueña de más del 50 por ciento de las acciones de Albanisa. Si bien cierto que el objetivo de las sanciones es el gobierno venezolano, a partir de este hilo los ataques rebotaran contra el gobierno de Nicaragua.

Tocando el bolsillo

La estrategia del gobierno de Estados Unidos es simple. Con la NICAACT están creando los mecanismos legales, no solo para parar cualquier préstamo internacional favorable para el gobierno de Ortega, sino que tienen el objetivo central de revisar el bolsillo de la burguesía sandinista, revisar sus transacciones, sus procesos de acumulación de capital, y con ello tienen una enorme arma económica y política contra el gobierno de Daniel Ortega, por si acaso se resiste a realiza los cambios democráticos en el régimen político bonapartista. Con ello, la administración Trump ha creado un compás de espera para negociar con Daniel Ortega. Todo dependerá de lo que se negocie.


Por Victoriano Sánchez

La reelección es una maldición en la vida política de Nicaragua. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) creció y se desarrolló en la lucha contra el reeleccionismo de la dictadura somocista. La reelección es proporcional a la debilidad de las instituciones del Estado burgués. En otros países, por ejemplo, a la burguesía como clase, o como fracción de clase, le interesan más el buen funcionamiento de las instituciones del Estado burgués, que la presencia constante de determinados individuos.

Nicaragua pareciera marchar en sentido contrario a los demás países de la nación Centroamericana. Ha habido muchos casos de reelección en Centroamérica, pero son raros y contados los casos de intento de dinastías en los países de Centroamérica. En El Salvador hubo una corta dinastía Meléndez-Quiñonez, de muy corta duración (1915-1923). Honduras es otro país que presenta muchos casos de reelección presidencial, pero no casos de dinastías.

Como siempre, Nicaragua parece ser la excepción de la regla. La dinastía somocista (1934-1979) fue destruida por la revolución popular encabezada por los comandantes guerrilleros del FSLN, apoyados por la mayoría del pueblo. Pero, como ha ocurrido en muchos casos en la historia, los vencedores terminan absorbiendo los males de los vencidos. Después de un largo camino, Daniel Ortega terminó controlando esa fabulosa máquina de poder que es el FSLN, y con ello ha iniciado periodos de reelección continua, y últimamente al colocar a su esposa Rosario Murillo en la vicepresidencia, ha iniciado un casi seguro camino hacia la construcción de una nueva dinastía. Su hijo Laureano Ortega es entrenado apresuradamente en las artes de la maniobra política y de la lucha por mantener el poder de la familia Ortega-Murillo

El panorama es aterrador, la historia parece repetirse de manera constante en Nicaragua. El surgimiento de la dinastía somocista fue posible por la debilidad extrema de las oligarquías y de la burguesía en Nicaragua, las cuales se acostumbraron a dirimir sus conflictos ante el gran árbitro, el gobierno de los Estados Unidos. Por eso Somoza García se apoderó del control de la Guardia Nacional (GN), y con ello estableció pactos y acuerdos con la débil burguesía, llegando a incorporar al Partido Conservador en la repartición de cargos y prebendas dentro de las instituciones del Estado. Desde entonces la burguesía nicaragüense no está acostumbrada a pelar por el buen funcionamiento de las instituciones del Estado, no por la democracia. Todo lo ha resuelto en oscuras negociaciones de familias y cúpulas. El resultado fue que mientras el somocismo aprovechó la estabilidad económica del periodo posterior a la segunda guerra mundial, para darle concesiones a sus contrapartes al mismo tiempo que creaba una repartición del 50% del poder político.

Ahora la burguesía nicaragüense, agrupada en el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), sigue el mismo esquema histórico, con una particularidad: ha creado a su propio “dictador”, José Adán Aguerri, ha sido reelecto por más de 13 años de manera consecutiva como presidente de esa cámara empresarial. Incluso, para evitarse molestias y críticas, el COSEP reformó sus Estatutos y en el futuro los periodos presidenciales pasaran de uno a tres años. De la misma manera que Daniel Ortega reformó la Constitución en 2014 para imponer la reelección indefinida, en el COSEP la reelección es también indefinida y ahora por periodos trianuales.

¿A que se debe este fenómeno? Refleja de manera dramática que la burguesía nicaragüense, igual que el periodo del somocismo, no le importa el poder político siempre y cuando sus negocios marchen bien. No le interesa pelear la llamada institucionalidad, para eso tiene a José Adán Aguerri, que es una especia de super ministro sin cartera, que opina y negocio todos los temas económicos, y que defiende velada y abiertamente al gobierno de Ortega y a la llamada políticos de diálogos y consensos.

Y en cierta medida tenemos una pequeña dinastía empresaria en ciernes. Carlos José Aguerri, hermano de José Adán, fue electo magistrado de la Corte Suprema de Justicia, en supuesta representación del sector privado.

Si algo refleja la construcción acelerada de una nueva dinastía Ortega-Murillo, es la desaparición del viejo partido FSLN, una guerrilla donde a pesar de todo se discutían los problemas. De igual manera, la reelección continua y la elevación de José Adán Aguerri como héroe empresarial refleja la ruina de la burguesía nicaragüense, la repetición del mismo error cometido durante el somocismo, y el anuncio claro que la democratización de Nicaragua solo puede ser hecha por los trabajadores.


Por Victoriano Sánchez

El 6 de noviembre del 2011 se realizaron las elecciones generales que permitieron la reelección de Daniel Ortega, después de haber asumido el control total del gobierno en el año 2007. Al año siguiente se realizaron las elecciones municipales, el 4 de noviembre del año 2012. Antes de la realización de estas elecciones, Ortega logró convencer a los partidos de oposición dentro de la Asamblea Nacional, con el argumento que era necesario depurar el padrón electoral, para reformar la Ley Electoral. Todos cayeron en la trampa.

Padrón electoral activo y pasivo

Ya es una costumbre que la Ley Electoral se reforma de acuerdo a las necesidades coyunturales de quienes controlan el poder político. Antes de cada elección, se realizan ajustes a la Ley Electoral antidemocrática, acordada después del pacto Alemán-Ortega en 1999.

La Ley No 790, publicada en La Gaceta No 95 del 23 de Mayo de 2012, reformó varios aspectos de la Ley Electoral, pero la reforma más importante consistió en crear el llamado padrón activo y padrón pasivo. Antes de la reforma del 2012, los ciudadanos estaban anotados o inscritos en un único padrón electoral, pero a partir de la vigencia de la Ley No 790 se crearon dos padrones

La reforma del artículo 33 estableció que “(…) El Consejo Supremo Electoral actualizará permanentemente el Padrón Electoral, excluyendo del mismo a las personas fallecidas y a quienes les sea cancelada o suspendida la cédula de acuerdo con las causales y procedimientos establecidos en la Ley No. 152, “Ley de Identificación Ciudadana” e incluyendo a los nuevos cedulados y los cambios de residencia debidamente tramitados (…)”.

Hasta aquí, la reforma de la Ley Electoral no parece causar ningún problema, pero el articulo 34 fue más allá: “(..) Para garantizar la depuración permanente del Padrón Electoral, este se constituirá por todos los ciudadanos nicaragüenses que han ejercido su derecho al voto al menos una vez en el periodo comprendido entre las dos últimas elecciones generales o cualquiera de los otros procesos electorales que se hayan producido entre ellas.(…)

De esta manera, desde 2012, se creó un padrón electoral activo y pasivo. Los partidos de oposición creyeron con esta forma se obtendría una depuración del padrón electoral, y se evitaría la múltiple votación a favor del FSLN, pero en realidad no estaban conscientes de las consecuencias de esta reforma

Altos niveles de abstención

El régimen bonapartista que Ortega impuso a partir del año 2007, ha provocado un rechazo pasivo ante las constantes denuncias de fraudes electorales. Este rechazo se manifiesta en la alta abstención electoral. La abstención es un fenómeno en alza a partir de las elecciones del año 2006, cuando Daniel Ortega logró retornar al gobierno. En las elecciones presidenciales del año 2006 la abstención fue calculada en 39%, en el año 2011 fue del 42% pero en el año 2016, cuando se produjo la segunda reelección y hubo boicot de la oposición burguesa fue mayor al 50% de los ciudadanos inscritos para votar.

Contra reforma en 2017

Para las elecciones municipales de noviembre del año 2017, no solo no hay ambiente electoral, no hay contienda, ni partidos capaces de enfrentar el aparato electoral clientelista que el FSLN ha reconstruido en la última década, sino que hay un nuevo fenómeno y es que el padrón pasivo es igual o más grande que el padrón activo, producto de los elevados índices de abstención electoral en las últimas dos elecciones.

Por eso es que ante una posible presencia de observadores de la OEA, algo que todavía no está claro, y ante la inminencia de un masivo rechazo al sistema electoral antidemocrático, Daniel Ortega ha tenido que echar marcha para atrás, en relación a la reforma del año 2012, enviando con carácter de urgencia una nueva iniciativa de reforma electoral, esta vez en sentido contrario.

La Ley No 958, publicada en La Gaceta No. 168 del 4 de Septiembre de 2017, creo el artículo 196 bis, de carácter transitorio: “En las próximas elecciones que se realizarán en el año 2017, se permitirá que cualquier persona que estando en la Lista de ciudadanos cedulados de la Junta Receptora de Votos y que no se encuentre en el Padrón Electoral de esa Junta Receptora de Votos, pueda solicitar en esa Junta Receptora de Votos su inclusión al Padrón Electoral presentando su Cédula de Identidad. La Junta Receptora de Votos lo registrará de inmediato sin más trámite, pudiendo el ciudadano ejercer el derecho a votar”.

Si bien es cierto que esta reforma garantiza el derecho al voto, también crea condiciones para que existe voto múltiple en las próximas elecciones. Esta es la manera que Ortega combate la abstención electoral.

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