Por German Aquino

Después del Acuerdo de Paz entre el FMLN y el gobierno arenero de Cristiani, el modelo económico neoliberal se profundizó, permitiendo las privatizaciones de muchas instituciones del Estado, lo que a la vez golpeó a los trabajadores del sector público.

Nuevamente el imperialismo norteamericano ha impuesto una de sus exigencias: La Ley de Asocios Públicos Privados, la cual ha sido promovida por el gobierno de Funes y el FMLN y fue aprobada el 23 de mayo del presente año por el Órgano Legislativo. En esta instancia todos los partidos ligados a las élites económicas tradicionales y a los actuales grupos económicos emergentes se unieron y votaron a favor, incluyendo al mismo FMLN, quien en un momento mostro cierta reserva.

Asocio para el crecimiento económico de unos pocos

Con la visita imperial del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica en marzo del 2011, fue anunciado el llamado Asocio para el Crecimiento. Posteriormente, el Secretario de Estado adjunto para Asuntos Económicos, Energéticos y Empresariales José W. Fernández, y el Secretario Técnico de la Presidencia de El Salvador, Dr. Alexander Segovia, firmaron una Declaración Conjunta de Principios del Asocio para el Crecimiento, el cual identifica “…la reducción del crimen y la inseguridad y el aumento de la productividad del sector bienes y servicios transables como las prioridades para propiciar el crecimiento económico, comprometiéndose a la vez a adoptar las medidas contenidas en el Plan de Acción Conjunto, en el que se privilegia a la empresa privada mientras reduce el papel del Estado al establecimiento de un entorno institucional propicio para el crecimiento económico”.

En ese mismo plan se señala que en “El Salvador, cerca del 88.7 por ciento del territorio es susceptible a desastres naturales y aproximadamente 95.4 por ciento de su población está en riesgo”, situación que poco o nada cambiará con la implementación de los Asocios públicos y privados.

Asocio para el crecimiento económico: amenaza para el pueblo y empleados públicos

La Ley Especial de Asocio Público Privado (LEAPP), dejó por fuera ciertos servicios como el del agua, salud y educación, pero permitirá a empresas privadas la explotación de recursos naturales. Así mismo, gran parte de servicios generales como limpieza, seguridad, etc., brindados en las instituciones públicas, pueden ser parte de los asocios públicos privados (privatizaciones).

De esta forma la clase trabajadora del sector público se verá reducida y se perderán empleos, lo cual podría aplicarse a todas las instituciones del Estado, como una manera de reducir los gastos en detrimento de la clase trabadora del sector público, mientras los altos funcionarios continúan con grandes salarios.

Amarga experiencia

Ya existen experiencias de asocios públicos privados, como es el caso del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), en el que la mayor parte de servicios generales como limpieza, seguridad, alimentación, etc. son brindados por empresas privadas las cuales le pagan míseros salarios a sus trabajadores pero los dueños de estas empresas obtienen grandes ganancias, agregado a lo anterior que estos trabajadores no gozan de estabilidad laboral, ni les está permitido sindicalizarse. Este tipo de empleos son las oportunidades que habrá para el pueblo con los Asocios púbicos-privados, los cuales parecieran dar solución a la problemática del desempleo, pero en realidad agudizarán más la crisis y llevarán a una mayor explotación, atentando contra los derechos laborales.

Luchemos contra los asocios públicos privados

Para la clase trabajadora y pueblo en general la ley de Asocio públicos-privados traerá repercusiones negativas, por lo tanto las organizaciones sindicales del sector público, unidas a las demás organizaciones de trabajadores deben buscar la unidad en la acción y exigirle al gobierno no continuar incorporando en los asocios públicos-privados (privatizaciones) los servicios generales brindados en las instituciones del Estado. Debemos exigirle al gobierno revertir las privatizaciones impulsadas por la derecha arenera y crear verdaderas fuentes de trabajo que permitan fortalecer las finanzas públicas, pero que a la vez garanticen los derechos de la clase trabajadora.


Por Rogelio González

Actualmente los núcleos económicos tradicionales, núcleos económicos emergentes, el gobierno de Funes y del FMLN y ciertas fracciones legislativas han montado todo un show alrededor de ciertas reformas, entre las que encuentran el mísero aumento al salario mínimo y al aguinaldo y el que se haya declarado asueto nacional el día del padre.

Aumento al salario mínimo, una burla

El gobierno de Funes y del FMLN propuso un aumento del 10%, al salario mínimo. La empresa privada consideró que debería ser del 8% el aumento del salario mínimo y un 10% al aguinaldo. Al final la propuesta fue 12% pero de manera escalonada, ante lo que existe diferencias. El Presidente Funes propone que sea un 5 % a partir de junio de este año, otro 5 % en enero de 2014 y el restante 2 % el 1° de junio de ese mismo año, lo que implicaría que el aumento sea en un año; mientras la empresa privada considera que en junio debe realice un incremento del 4 %; otro 4 % el 1 de enero de 2014 y el restante 4 % el 1 de enero de 2015.

Si tomamos en cuenta que el salario mínimo actual es de $224.21 para el comercio, de $219.35 para la industria, de $187.60 para la maquila, y de $104.98 para los trabajadores agropecuarios, aunque fuese la propuesta del presidente Funes la que prevalezca, dicho aumento es una burla para la clase trabajadora, no digamos que fuese la propuesta de la empresa privada la que prevalezca.

Un día de asueto asusta a la empresa privada

La aprobación del 17 de junio (día del padre) como un día feriado, ha generado molestias a la empresa privada ya que ello les obliga a dar libre remunerado al trabajador o a pagar doble. Esta discusión ha puesto al descubierto las ganancias de las empresas privadas; según Jorge Daboub, presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada, el permitir el nuevo feriado le costaría al país $12 millones. Por otra parte Norman Quijano, candidato presidencial de la derecha arenera expresó: “Yo esperaría que los diputados del FMLN recapaciten. Los padres no necesitamos que nos regalen un día de remuneración para compartir con los hijos” (LPG, 10/6/2013). Las discusiones relacionadas con este tema reflejan cómo la empresa privada no está dispuesta a ceder lo mínimo de sus ganancias.

La derecha arenera busca sacar ventaja del aumento al aguinaldo

Recientemente fue aprobado un decreto mediante el cual se reformará el artículo 198, del Código de Trabajo. Según la reforma se establece que la cantidad mínima que deberá pagarse “…para quienes tuvieren entre un año y menos de tres años de servicio, la prestación será equivalente al salario de 15 días; para aquellos que tuvieren entre 3 y 10 años de servicio, será de 18 días, y aquellos trabajadores que tuviesen 10 o más años de servicio laboral en la misma empresa, se le estaría pagando 21 días de salario” lo cual no debe alegrar a la clase trabajadora ya que será a partir del 2014. David Reyes, de la derecha arenera manifestó: "la situación económica que enfrenta la familia salvadoreña es preocupante en los últimos nueve años por las poco efectivas políticas públicas, que han dañado a la clase trabajadora por el incremento del costo de la vida” (http://www.elsalvador.com). Se le olvida que han sido las políticas impulsadas en los gobierno de su partido las que no han beneficiado a la clase trabajadora.

Aumento salariales para toda la clase trabajadora

El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) considera que las actuales reformas al salario mínimo y al aguinaldo son insuficientes y peor aun cuando serán efectivas hasta los próximos años y más parecieran promesas de campañas y cantos de sirena con los cuales el gobierno y los demás partidos políticos buscan hacer ver que están trabajando por el bienestar de la clase trabajadora y de esta manera atraer votos para las próximas elecciones.

Consideramos que el aumento de salarios debe ser general, debe estar acorde al costo de la vida, debe incluir a trabajadores privados, públicos y municipales, a excepción de los burócratas que ganan onerosos salarios. Debe cesar la diferenciación de salarios según actividad económica, pues se establece para beneficiar a sectores de la burguesía. Así mismo debe existir un congelamiento de los precios de los productos de la canasta básica y verdaderos subsidios para la clase trabajadora.

La dirigencia del FMLN ha abandonado su pasado revolucionario y se ha aburguesado

Por Joel Arriola

Recientemente ha aparecido un artículo de Julia Evelyn Martínez muy interesante[i]. Se recurre a Gramsci para describir el proceso de “degeneración” del FMLN y el PT de Brasil. La categoría clave es Transformismo, un término político que como bien dice Julia Evelyn fue acuñado por Gramsci.

Sin embargo, creemos que el caso del FMLN expresa un doble proceso o fenómeno, que no logra describirlo completamente la categoría de Transformismo.

El Transformismo, según Gramsci, hace referencia a un proceso, donde el sistema hegemónico, inherente a todo tipo sociedad, es usado como un sistema orgánico a las clases dominantes y que se expresa en la integración de los intelectuales de otros grupos sociales al sistema hegemónico dominante, decapitando de esta forma al movimiento de masas.

Es decir pues, el transformismo no es algo aislado de los grupos económicos de poder, sino que al contrario expresa la política de las clases dominantes que se niegan a ceder, cualquier mínima reforma o concesión económica y/o política a las clases subalternas y utiliza por tanto a los jefes políticos integrándolos a la “clase política”.

Así ocurrió pues, por ejemplo en El Salvador, durante la crisis de 1979, tras el derrocamiento del general Humberto Romero, donde estuvo planteada la cuestión del poder y en este momento (de crisis orgánica), la burguesía en alianza con el imperialismo instalan una junta reformista, en la que son absorbidos los dirigentes de la “izquierda oficial” (el PCS), participando en ministerios, jefaturas y en la misma Junta. Este Transformismo, logra disminuir en alguna medida las luchas de masas. Afortunadamente no toda la izquierda sufre este proceso y el hilo conductor de las luchas sociales no se cae por completo[ii].

Este proceso de Transformismo es pues, la absorción de los intelectuales, es decir los máximos dirigentes de las clases subalternas a la “clase política” o bien también integrándolos a la conformación de una nueva “sociedad civil” organizada de tal forma que resulte más orgánica a la nueva fracción hegemónica del bloque histórico, es decir los integra pues, a las organizaciones como ONG´s, iglesias, medios de comunicación dominantes, etc., decapitando de esta manera al movimiento de masas.

Creemos que este proceso de Transformismo no es nuevo en el país. De hecho, en 1983, tras el cambio de programa durante la guerra[iii], pudo observarse un “quiebre político” que si bien no constituye Transformismo, bien podría ser el inicio de toda la degeneración del FMLN como instrumento político. A partir de allí, todas las plataformas de gobierno son estrictamente burguesas[iv].

Por eso, en este momento y más estrictamente desde la finalización de la guerra y la firma de los acuerdo políticos llamados “de paz”, existe un proceso de Transformismo en la alta cúpula del FMLN. Los otrora comandantes guerrilleros pasan a ocupar cargos en el parlamento y otras instituciones del Estado[v], dándose así el clásico proceso que Gramsci teoriza, donde los dirigentes de las clases subalternas pasan a ocupar cargos en la sociedad política bajo el mandato ideológico de la democracia burguesa, es decir renunciando al proyecto socialista. Aquí ocurre además otro proceso, que aunque no desentrañemos en su totalidad, es necesario por lo menos mencionarlo: cómo el Transformismo de la cúpula del FMLN da pie, años más tarde a su aburguesamiento, es decir como de ser absorbida por las clases dominantes, pasa años después a convertirse en una fracción burguesa que se disputa la dirección del bloque hegemónico y con ella del bloque histórico salvadoreño.

21 años de acuerdos de paz y el proceso es constante. Con las elecciones del 2009, se da un nuevo Transformismo ahora no sólo con los dirigentes del partido, sino con líderes comunales, dirigentes sindicales y en fin, dirigentes de todo el movimiento social y popular, que pasan a ocupar cargos en las instituciones gubernamentales. Estos dirigentes populares o bien se acomodan a los intereses de las clases dominantes (por ejemplo Armando Flores, ministro de Economía, otrora dirigente estudiantil y posteriormente miembro del movimiento social, Hugo Martínez dirigente del FMLN y un largo etc.) o bien terminan siendo expulsados del gobierno de Funes-FMLN.[vi]

En un artículo anterior hemos analizado como el gobierno de Funes-FMLN, tiene un carácter evidentemente preventivo ante las jornadas de luchas acumuladas en los últimos dos gobiernos de ARENA y constituye además una estrategia del imperialismo para mantener y profundizar las políticas neoliberales en la región[vii].

Vemos pues, que el Transformismo en el FMLN no es para nada nuevo, sino que data incluso desde las entrañas mismas de la guerra y se va prolongando, hasta llegar a los acuerdos políticos llamados de “de paz” y el gobierno de Funes-FMLN en el 2009. Vemos además que sucede con la alta cúpula del FMLN y no solo con un sector “electoralista”.

El “aburguesamiento del FMLN y el transformismo de los “mandos medios”

Lo que en realidad sucede en el FMLN pues, y por lo que apuntábamos que es un doble proceso, es que la su cúpula se ha vuelto estrictamente burguesa, es una cúpula que posee enormes cantidades de empresas y capital, disfrazadas bajo la ideología de “empresas de finalidad social”8. Pero sucede además un proceso paralelo de transformismo, pero este no opera en la cúpula sino en los mandos medios, pues la cuestión de la cúpula no es ya que hayan sido absorbidos por las clases dominantes, sino simplemente que se han convertido en una nueva burguesía, tal y como sucedió con Ortega en Nicaragua.

Además este proceso de Transformismo no es impulsado, es decir no es orgánico a los intereses de las clases dominantes tradicionales (Cristiani, Poma, etc.), sino orgánico a los intereses de este nuevo sector burgués.

De allí que creamos también que la aseveración de Julia Evelyn, en su citado artículo sobre el transformismo en la izquierda, apropósito de que “Esperemos que en El Salvador, la vertiente electoral del partido FMLN pueda mirarse en el espejo del PT de Brasil, para detener o revertir su proceso de transformación y que pueda así re-encontrase con sus bases”[viii]; no es sólo imposible, sino también contrario a los intereses de alta cúpula del FMLN y por tanto tal suceso, no ocurrirá jamás. De allí la importancia también de la construcción de un nuevo instrumento político de lucha clasista.

Notas:



Julia Evelyn Martínez. El transformismo en la izquierda. 28-05-2013 Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=168851

En este caso la teoría del transformismo de Gramsci tiene elevada semejanza con las teorías de los frentes populares o gobiernos de conciliación de clases, acuñadas por el trotskismo.

Véase Joel Arriola. 30 años de la muerte de Marcial y el “quiebre político” de la guerra civil salvadoreña. 17-04-2013 Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=166840

Véase por ejemplo: FMLN. lineamientos para la plataforma electoral. 4 de septiembre de 1993; o bien el Programa social y democrático para el Salvador de septiembre de 2003, que no es mas que una propuesta ampliada y más elaborada del mismo programa burgués de 1993.

Es necesario recatar que el mero hecho de pasar a formar parte del parlamento no constituye Transformismo en si, pero el participar en el parlamento bajo el mandato ideológico de la democracia burguesa (y más aun de la neoliberal) renunciando al proyecto revolucionario-socialista histórico si lo es.

Aquí también existe similitud entre las aportaciones teóricas de Gramsci y el trotskismo. Para Gramsci el transformismo se da en un momento de movilizaciones sociales y se hace precisamente para descabezar el movimiento de masas, transformando a sus dirigentes. Para el trotskismo lo que ocurre es la formación de gobiernos de frente popular o de conciliación de clases, que se dan siempre en el marco de movilizaciones sociales (o en un posible ascenso de estas) y que se dan precisamente para mantener el orden social, cooptando para ministerios, jefaturas, etc. Líderes del movimiento popular, sindical, social, etc. En ambos es pues, una salida “democrática” al ascenso (o posible ascenso) de masas, que incluye la traición de alguna parte de la dirigencia.

Véase Joel Arriola y Alberto Quiñónez. ¿Qué es el gobierno de Funes-FMLN? Elementos para un debate en la izquierda en EL Salvador. 16-05-2013 Disponible en   http://www.rebelion.org/noticia.php?id=168214

Véase el excelente artículo de Julia Evelyn Martínez, La disputa por la dirección del bloque hegemónico. Disponible enhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=152929


Por Joel Arriola

“Las luchas revolucionarias son justo lo opuesto a las luchas parlamentarias… Hemos tenido… sonoras ´victorias´ parlamentarias, íbamos precisamente de victoria en victoria. Y el resultado de todo ello fue, cuando llegó el día de la gran prueba histórica… una aniquiladora derrota política y moral, un naufragio inaudito, una bancarrota sin precedentes”.

Rosa Luxemburgo

El orden reina en Berlín

No pretendemos acá apuntar nada nuevo. Todo lo dicho, dicho y comprobado por la práctica histórico-social está. Sin embargo, creímos necesario estas pequeñas notas, dado que han pasado 4 años de gobierno de Funes-FMLN, y pese a ser incuestionablemente un gobierno que aplica totalmente las políticas económicas del imperialismo y pese a ser evidente su carácter burgués[i], una gran parte de sectores populares, trabajadores, estudiantes, campesinos y en fin, miles de hombres y mujeres honradas, aún siguen viendo este gobierno, como “su gobierno”.

Rosa Luxemburgo, ¡la flor más roja del socialismo! La mujer inmortalizada del ¡Socialismo o Barbarie! Nos ha legado no solamente una vida al servicio de la revolución, sino también una serie de aportaciones, de herramientas teóricas para desenmascarar el oportunismo y revisionismo de hoy.

No era su intención. Cuando escribió Reforma o Revolución su interés era sacar a luz las consecuencias prácticas del revisionismo de Eduard Bernstein y las tareas planteadas para la socialdemocracia de la época. Sin embargo en ese esfuerzo nos ha legado este texto de enorme importancia en la actualidad. En momentos de crisis, de revoluciones, de luchas sociales a escala global, pero también de florecimientos de viejos reformismos al estilo Bernsteniano, de pasividad y de “transiciones graduales y ordenadas hacia el socialismo”.

En El Salvador, este 1º de Junio se cumplieron 4 años del gobierno de Funes-FMLN, después de un verdadero triunfo popular sobre la oligárquica ARENA; el triunfo se transformó en derrota y las conquistas en retrocesos.

En su texto Rosa Luxemburgo comienza a refutar, a desmentir una a una las anotaciones de Bernstein sobre la construcción del socialismo. Bernstein había dicho que el socialismo no se produciría como resultado de una gran crisis del capitalismo y que por tanto su implantación debía ser por medio de las reformas sociales.

Las reformas lentas y moderadas eran el camino que llevarían a ese ideal socialista. La implantación del socialismo por medio de reformas se llevaría a cabo mediante el parlamento, para el cual había que ganar una amplia mayoría. Se promoverían las reformas, que serían “pequeños trozos” de socialismo, hasta que al final, la burguesía pasaría de ser propietaria a ser simplemente una administradora de la propiedad. Es decir la propiedad privada se habría vuelto social, la riqueza se habría hecho de la humanidad entera y los burgueses habrían colaborado para ello, tanto así que se habrían convertido sin ningún reniego en los administradores de la nueva forma de propiedad, viendo como su anterior usufructo, se caía en el fondo del abismo.

Este es el esquema de Bernstein y Konrad Schmidt. Es el esquema de la afirmación de que la revolución social es posible mediante la gradual y ordenada aplicación de reformas sociales impulsadas desde el aparato del Estado, las cuales pueden llevarse a cabo armónicamente con las clases dominantes, es decir sin resistencia de estas; en fin pues es el esquema de que la revolucion social puede llevarse a cabo sin lucha de clases, y así Marx y Engels se equivocaron al plantear que el motor de la historia es la lucha de clases.

Es la afirmación de que es imposible y hasta peligroso expropiar a la burguesía de una sola vez, que es mejor implantar poco a poco reformas, que son en realidad pequeños “trozos” de revolución y que en un futuro no muy lejano el socialismo estaría construido, sin ninguna gota de sangre. Baste nada más esperar a que los señores parlamentarios hagan esas reformas sociales.

Es el esquema de esperar que el Estado burgués, instrumento de la clase dominante, se transforme en el “Estado de todo el pueblo”. Este es el esquema del reformismo, del oportunismo, de los elementos dañinos insertos en el movimiento obrero y de trabajadores, es el esquema que conduce a la derrota de las luchas de masas, es el esquema de reformar el capitalismo y no transformarlo, es el esquema de la traición a las luchas sociales.

¿A caso no es este –en el “mejor” de los casos– el esquema del FMLN?, no se plantean al caso una transición ordenada, sin cambios radicales, sin expropiaciones, ni nacionalizaciones.

Exactamente, si lo es.

¿Qué les diría a estos reformistas Rosa Luxemburgo?

Hay que ser coherentes y nombrar a las cosas por su nombre. Esto es traición. Es la renuncia en la práctica –como también en el discurso– a la revolución social, es la renuncia a lucha por la liberación de la humanidad, es pues la traición a los pueblos explotados y oprimidos.

Contra los revisionistas que pregonaban que las reformas eran una manera ordenada de llegar al socialismo, Rosa Luxemburgo decía:

“La reforma y la revolución no son… distintos métodos de progreso histórico, que pueden optarse libremente en el mostrador de la historia, como cuando se eligen salchichas calientes o frías, sino que son momentos distintos en el desarrollo de la sociedad de clases… La reforma legal no posee impulso propio, independiente de la revolución, sino que en cada período histórico se mueve en la dirección marcada por el empujón de la ultima revolución”.

Y continuaba:

“Es en lo absoluto falso y completamente anti-histórico considerar las reformas como una revolución ampliada y, a su vez, la revolución como una serie de reformas encontradas. La reforma y la revolución no se distinguen por su duración sino por su esencia”

Y así culminaba sentenciando:

“Por tanto, quien se pronuncie por el camino reformista en lugar de y en oposición a la conquista del poder político y a la revolución social, no elige en realidad un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo objetivo, sino un objetivo diferente: en lugar de la implantación de una nueva sociedad, prefiere unas modificaciones insustanciales de la antigua… no busca la realización del socialismo, sino la reforma del capitalismo”[ii]

Así pues, estas frases a veces olvidadas de Rosa, son ineludiblemente la constatación, de que los reformismos de ayer, como los de hoy, deben ser rebatidos hasta la muerte. Así, en lugar de capitular, de rendirse, o de otorgar supuestos “beneficios de la duda” al gobierno de Funes-FMLN es necesario emprender la construcción de un nuevo instrumento político, rescatando lo mejor de toda la tradición política y organizativa del siglo XX, para las futuras luchas que sin duda han de venir, y podremos decir con Rosa Luxemburgo:

“¡El orden reina en Berlín!", ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya ´se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto´ y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas: ¡Fui, soy y seré![iii]



[i] Ya hemos abordado esta situación en un artículo anterior. Véase Joel Arriola y Alberto Quiñónez. ¿Qué es el gobierno de Funes-FMLN? Elementos para un debate en la izquierda en EL Salvador. 16-05-2013 Disponible en  http://www.elsoca,org

Rosa Luxemburgo. Reforma o Revolución. Ocean Press. Págs. 137-138. En Manifiesto. Tres textos clásicos para cambiar el mundo. Cuba 2006

Rosa Luxemburgo. El orden reina en Berlín.(14 de enero de 1919). Versión digital, disponible en:  http://www.marxists.org/espanol/luxem/01_19.htm

 Marzo 2009: FMLN gana las elecciones y abre un periodo de ilusiones democráticas

Por Joel Arriola/Alberto Quiñónez.

Luego de casi cuatro años del gobierno Funes-FMLN [1], se ha evidenciado cada día más su carácter burgués, reformista, desmovilizador de las luchas sociales; ha quedado claro, además, que la alta cúpula del FMLN se ha convertido en una cúpula burguesa con afanes oligárquicos que se disputa contra la burguesía tradicional u oligárquica absolutamente todo (instituciones del Estado y mercado). Ha quedado claro también que en esta enorme disputa inter-burguesa el empresariado expresado políticamente en GANA (Salume y otros) ha encontrado afinidades empresariales con el bloque burgués del FMLN, conformando política y económicamente la ya mencionada burguesía emergente.

De ese concierto empresarial se deriva la formación política del “bloque de partidos”, la correlación de fuerzas “progresistas” en la Asamblea Legislativa: FMLN-GANA y demás partidos clientelares. Pero este bloque es progresista sólo en el marco de una contra hegemonía frente a la oligarquía financiera que encarna el ala dura de ARENA, pero no de cara a la conformación de un proyecto político-revolucionario, es decir, cuya base programática sean los intereses de las clases explotadas y oprimidas.

Entonces, a 4 años del gobierno de Funes-FMLN, cabe someramente contestarnos ¿Qué es este gobierno? Fácilmente podrá contestarse el lector: “un gobierno burgués”. Y efectivamente estará en lo correcto. Pero ello no es todo. El gobierno Funes-FMLN, como expresión fiel de una burguesía emergente, requiere de la mayor concentración de poder político y económico que sea posible. El carácter burgués del gobierno Funes-FMLN y la impronta de poder de la cúpula farabundista están llevando a echar mano de todo lo que sea posible ocupar en la conformación de su estrategia empresarial. En este punto entran en el juego otros actores –más fuertes y decididos- que tienen mucho qué decir y, sobre todo, imponer. De ahí que no sea despreciable el coqueteo vulgar del gobierno y las camarillas del Frente con los gobiernos de los Estados Unidos y Brasil, con la Unión Europea y con organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial.

En río revuelto, ganancia de pescadores. Así reza el dicho popular y es cierto. En la riña de las burguesías autóctonas, con todo y su ceguera ideológica y política, otros agentes ganan terreno, asumen posiciones estratégicas en la región y socavan los derechos de la clase trabajadora con la máscara del progreso, el empleo, la competitividad y esa sarta de ingenuidades que ya es lugar de “nuestras” derechas e izquierdas institucionales. Esos agentes no son otros que las formas institucionales de los imperialismos en pugna: el gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea –al menos en nuestra región-, y de las empresas transnacionales como concreción de la explotación y la dominación que los centros capitalistas ejercen sobre la periferia.

La ambivalencia del gobierno se muestra en que, mientras deja el paso libre a las inversiones ALBA, alimentando con ello al bloque burgués de la cúpula del FMLN, ejecuta políticas económicas pro-oligárquicas, como el mantenimiento del dólar como moneda de curso legal [1], el pago de la deuda externa [3], la política fiscal profundamente regresiva, injusta e insostenible [4], la política comercial de liberalización y la política laboral de repartimiento de migajas.

Otros elementos del gobierno burgués: la desmovilización y la legitimación social del proyecto de neoderecha

Además de su carácter burgués y pro imperialista, el gobierno actual es un gobierno de conciliación de clases, un gobierno de “frente popular preventivo” que aplica fielmente las políticas de los imperialismos en pugna (Asocio para el Crecimiento, Asocios Público-Privados, Proyecto de Ley de la Función Pública, reformas a la Ley de Zonas Francas, “tregua entre pandillas”, Acuerdo de Asociación). Este gobierno, pues, viene en gran medida a complementar lo que los gobiernos de ARENA, por su desgaste político, ya no podían llevar adelante, es decir, todas las políticas pro-imperialistas (principalmente el Asocio Para el Crecimiento y el acuerdo “Stand By” con el FMI y a partir de allí todos los recortes sociales).

Así, pues, el imperialismo decidió (y lo hizo expresamente) apoyar a Funes-FMLN en la cuestión electoral del 2009, para lograr derrotar a su contendor ARENA. Al imperialismo poco podría importarle los intereses rancios de la oligarquía salvadoreña que se jugaban con su salida del control del ejecutivo, al imperialismo le interesaba únicamente el establecimiento de un gobierno que aplicara fielmente su política imperialista, tanto internamente como a nivel regional (baste recordar, pues, el nefasto papel del gobierno de Funes-FMLN en la legitimación del golpe de Estado en Honduras, mediante sus gestiones para integrarlo nuevamente a la OEA) y para ello necesitaba estabilidad interna en El Salvador. Eso ya no era posible para ARENA, por su tremendo desgaste político sufrido por 20 años de gobiernos neoliberales.

Siempre las modificaciones del centro de poder se traducen en situaciones de crisis, inestabilidad y recomposición política de las periferias. Este proceso va siempre acompañado de un cambio en la dinámica de los partidos políticos: el péndulo se mueve hacia aquel partido que más cerca se encuentra del proyecto histórico del centro de poder y que además debe ser receptáculo de legitimidad social. Así sucedió a finales de los 80 y principios de los 90, cuando la difusión de las políticas neoliberales, de la mano del Consenso de Washington, hallaron eco en la agenda política del partido ARENA y en sus grupos afines [5].

En la coyuntura 2008 – 2009, el imperialismo necesitaba un gobierno en el que no sólo se mantuviera, sino que se revitalizara el modelo neoliberal [6], que aplicara su política en la región y que fuera capaz de detener el inicio de una serie de luchas sociales que comenzaban en el país y que, seguramente, se intensificarían en el marco de la crisis. El neoliberalismo requiere de estabilidad: una estabilidad idiota propia de una sociedad de masas. Sólo un gobierno de derecha disfrazado de izquierda no radical podía lograr ofrendar esa estabilidad al imperio.

A casi cuatro años de gestión, el gobierno de Funes-FMLN logró ese objetivo. Ha desmovilizado al movimiento social, sindical y popular salvadoreño, ha firmado el Asocio Para el Crecimiento y aplica fielmente las políticas pro imperialistas en la región. Así pues, en la práctica el gobierno de Funes-FMLN es un gobierno de frente popular [7] preventivo impulsado por el imperialismo norteamericano [8], fenómeno que se articula con las disputas inter-burguesas al interior del país.

Pero ¿cómo explicar el fenómeno aucontraire? Es decir: cómo explicar el poder que legitima al frente como fuerza política si ya no le queda nada más que una depauperación teórica e ideológica, una identidad de la nada que recuerda un pasado que nunca fue, una rotura estructural con el presente en función de un futuro imposible, una inconsciencia de la inconsciencia de la consciencia, una normatividad utópica que es la muerte de la utopía.

No es la intención del presente artículo profundizar en este fenómeno. Pero señalamos que esa legitimación nace de la conversión de la sociedad salvadoreña en una “sociedad de masas”. Ello en el sentido de una pérdida paulatina y creciente de la subjetividad, donde la inmediatez de “El Partido” llena el vacío dejado por la utopía, la necesidad de pertenencia sustituye a la crítica, el sentirse parte de algo –sea lo que esto sea– con un discurso panfletario al cual recurrir sustituye al proyecto político revolucionario.

La lección del 1 de mayo: ¡la verdadera izquierda se separa del gobierno y del FMLN!

Sin embargo, la realidad no es tan estática; cierto es que a casi 4 años del gobierno de Funes-FMLN el movimiento social salvadoreño está prácticamente descabezado y la situación social es estable, pero también es cierto que existe un sector de la izquierda que se ha separado del gobierno y del FMLN.

Todo ello se expresó en la marcha del 1 de mayo. En este año, por primera vez un sector del movimiento sindical, estudiantil y popular marchó de forma paralela a la marcha convocada por el oficialismo. Unas 3000 personas asistieron a la marcha convocada por la Coordinadora Sindical Salvadoreña, gritando consignas en contra del gobierno de Funes-FMLN y contra la aplicación de las políticas del imperialismo, principalmente contra los Asocio público-Privados, el Acuerdo de Asociación y el proyecto de Ley de la Función Pública.

Cabe reflexionar, pues, que a pesar de la dinámica desmovilizadora del gobierno de Funes-FMLN, las contradicciones del capitalismo subdesarrollado salvadoreño, vuelven de nuevo a brotar y se cumple nuevamente la sentencia: “toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de la luchas de clases… Velada algunas veces y otras franca y abierta” [9] .

Notas

[1] El lector crítico o el dogmático militante del Frente podrían argüir que caemos en un equívoco impensable al decir que el gobierno es compartido por Funes y el FMLN, y que, además, es obvio que la argolla de poder del FMLN dentro del Ejecutivo es más bien reducida –Funes mismo nunca fue militante y de ahí su debilidad ideológica- y que ello explica la tibieza de las reformas implementadas en el actual gobierno. Algo de razón hay. No obstante, el FMLN mismo asume el gobierno de Funes como suyo propio: nadie hablaría más elocuentemente sobre esto que el candidato presidencial del Frente en su discurso del Primero de Mayo.

[2] La dolarización, o Ley de Integración Monetaria, fue una política impulsada por el entonces presidente arenero Francisco Flores y constituye una medida de carácter burgués, orgánica a los grupos oligárquicos tradicionales (principalmente a la oligarquía financiera), puesto que permite beneficiar a las entidades financieras (asegurando la estabilidad del tipo de cambio y eliminando el riesgo cambiario), facilita la especulación, la contratación de deuda privada en el extranjero y la transacción de mercancías de los grupos ligados al comercio exterior.

[3] La deuda salvadoreña es política y técnicamente impagable. Según datos sistematizados por Arias Peñate, d el 2000 al 2011 pagamos US$17,423.4 millones de deuda externa; sin embargo, la deuda lejos de disminuir, se incrementó en US$9,700 millones. Para 2016 tendremos una deuda de US$18,302 millones y habremos pagado US$25,264.3 millones. Para 2016 habremos pagado 5.3 veces la deuda que teníamos en el año 2000 y ésta sin embargo se habrá incrementado 3.8 veces. A esto habría que sumarle la deuda previsional, con lo que para el 2016 estaríamos endeudados con el 112% en relación al PIB. (Arias Pénate, Salvador. La trampa de la deuda en El Salvador. Pág.66 – 71. San Salvador, El Salvador. 2012 Talleres gráficos UCA). Además de ello, al ser la deuda una forma de reasignación del plusvalor a escala planetaria, su pago contribuye a hinchar los bolsillos de la burguesía financiera mundial, potabiliza el proceso de acumulación del capital al ralentizar la caída tendencial de la tasa de ganancia y permite reasignar el plusvalor generado para reducir el potencial de la no realización de las mercancías. Es decir, pues, que el pago de la deuda misma es un mecanismo que coadyuva al mantenimiento del capitalismo como sistema-mundo.

[4] Estas características aluden a todos los componentes de la política fiscal; en materia tributaria, la regresividad del sistema de impuestos; en materia de gastos, el recorte para programas sociales; en materia de financiamiento, la opción por el endeudamiento. El hecho de no querer tocar temas de fondo como la progresividad de los impuestos, en el marco de la crisis fiscal, es, quizás, la más elocuente característica del carácter injusto y regresivo de tal política.

[5] De esta forma, en 1989, este partido que encarna el proyecto del consorcio FMI-Banco Mundial llega al poder y sin ninguna oposición aplica sistemáticamente todo el paquete de las reformas neoliberales en la primera mitad de la década de los 90. Un documento que recoge esa convergencia de los intereses del imperialismo (resumidos en el Consenso de Washington) y la burguesía oligárquica nacional, es la estrategia económica elaborada por FUSADES en 1989. Ver: FUSADES. Hacia una economía de mercado en El Salvador: bases para una nueva estrategia de desarrollo económico y social. FUSADES-DEES. 1989. Págs. 3 – 4.

[6] El Asocio para El crecimiento, entre El Salvador y Estados Unidos firmado en noviembre del 2011 expresa: “El Asocio para el Crecimiento es un esfuerzo que aspira a ampliar rápidamente el crecimiento económico inclusivo en El Salvador bajo un compromiso profundo con la democracia y los derechos humanos. A fin de lograr estas metas, todos los socios reconocen la importancia de una economía de mercado en buen funcionamiento y el rol fundamental del sector privado en liderar el desarrollo económico mientras que el gobierno cumple un propósito esencial estableciendo un entorno institucional propicio para el crecimiento económico”. Gobierno de El Salvador. Asocio para el Crecimiento. El Salvador – Estados Unidos, plan de acción conjunto. Noviembre del 2011. Pág. 4. Versión digital.

[7] Por gobierno de frente popular o de conciliación de clases entendemos, “un gobierno en el que los partidos obreros colaboracionistas de clase ocupan ministerios y un lugar dominante”. El gobierno de frente popular es un tipo diferente de gobierno burgués, con un contenido claramente contrarrevolucionario y que no tiene ninguna incompatibilidad con el régimen capitalista-imperialista. Su propósito es desmoralizar y desmovilizar a las masas.

[8] Es importante recordar, que no es primera vez que un sector la izquierda salvadoreña participa en un frente popular impulsado por el imperialismo. Ya en 1979, tras el golpe al general Humberto Romero el Partido Comunista Salvadoreño, participó de la Junta Revolucionaria de Gobierno, junto a los militares y la socialdemocracia. No creemos superfluo hacer mención de que las contradicciones internas (interburguesas) y externas (interimperialistas) juegan diferentes roles y poseen distintos grados de influencia en la coyuntura actual. Si bien el capitalismo representa el marco global donde esas luchas se presentan, la dinámica interna es la que permite asumir ese marco como palanca o como camisa de fuerza.

[9] K. Marx y F. Engels. El manifiesto comunista. Editorial Jurídica Salvadoreña. Págs. 51-52. San Salvador. 3era edición.

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