Por Sebastián Chavarría Domínguez

Este 19 de abril del 2021 se cumplirán tres años de la represión a balazos contra las protestas estudiantiles. Este hecho sangriento encendió la llama de la rebelión popular en toda Nicaragua. Los acontecimientos de abril del 2018 produjeron un repentino e inesperado cambio en la situación política.

Un drástico cambio en la situación política

La solidaridad estudiantil se extendió a todos los recintos universitarios. Las universidades (UPOLI, UNAN, UNI y UNA) se convirtieron en trincheras de la lucha democrática. Después de la masacre del 19 de abril, los alrededores de la UPOLI se convirtieron en un campo de batalla entre los sectores populares y la Policía Nacional que atacaba a los estudiantes que ahí se habían refugiado. La solidaridad popular fue clave para derrotar la represión policial, pero el número de muertos fue aumentando con los días.

La lucha estudiantil fue el detonante de una sociedad inconforme, que se volcó a las calles a exigir justicia y la renuncia de la pareja presidencial. En pocos días, pasamos de una situación reaccionaria, caracterizada por el férreo control de la dictadura, a una situación revolucionaria en la que los de arriba ya no tenían el control y los de abajo no querían estar bajo ese control.

Ausencia de una dirección revolucionaria

Los acontecimientos de abril del 2018 fueron un violento estallido social, el inicio de una revolución democrática que, a pesar de reflejar el enorme descontento social, tuvo una enorme debilidad: fue un proceso espontáneo, sin una clara dirección política, que orientara a las masas en las calles cual era el camino a seguir y las tareas a cumplir. La consigna de renuncia de la pareja presidencial y convocatoria de elecciones anticipadas era aceptada por la mayoría, pero no había una orientación como se lograría esto.

Era una paradoja. La lucha popular espontanea debió enfrentar a un aparato represivo centralizado. Mientras en las calles reinaba el entusiasmo, también había mucha desorganización.

El movimiento autoconvocado que se produjo a nivel nacional reflejó un desesperado intento por improvisar una dirección política, pero el problema es que una conducción política no se forja de la noche a la mañana, sino que es producto de un largo y complejo proceso de muchos años de dura experiencia.

Las masas en las calles clamaban por una conducción, y al no existir una conducción política que tuviera autoridad y reconocimiento de las masas, el vacío fue ocupado por los movimientos sociales controlados por los ongs, impregnando a la movilización popular con la ideología y lenguaje de la llamada “sociedad civil”.

El problema de los ONGs es que no tienen independencia, porque sus agendas políticas son impuestas por los donantes que aportan los fondos para financiar sus actividades. En este proceso, los ONGs terminan controlando a los movimientos sociales, que se vuelven dependientes de ese financiamiento. El resultado es desastroso. Los activistas sociales terminan aceptando la agenda política de los donantes. En vez de construir organizaciones desde abajo, con los recursos económicos aportados por los diferentes sectores sociales, se trabaja con presupuestos, salarios, viáticos, y demás rubros.

Donde más se puede apreciar el daño causado por los ONGs fue en los grupos estudiantiles. Una parte de los dirigentes estudiantiles fue becada para estudiar en el extranjero, otra parte ha abandonado la lucha, y un reducido grupo se mantiene dependiente de los cada vez más escasos fondos de los donantes.

El surgimiento de la ACJD

Los empresarios del COSEP y AMCHAM, que habían sido beneficiados en los años anteriores de la política de “diálogos y consensos”, tenían el problema de controlar el estallido social y por eso acudieron ante la Iglesia Católica, la cual procedió a organizar la llamada Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), que agruparía a diferentes sectores y movimientos sociales para establecer una mesa de negociación con la dictadura.

Poco a poco, de manera imperceptible, desde la ACJD y con el apoyo de la Iglesia Católica, comenzaron a maniobrar para contener desde adentro al poderoso movimiento de masas que había salido a las calles y canalizarlo hacia las negociaciones en el famoso Dialogo Nacional

En el mismo periodo que surgió la ACJD también se formó la llamada Asamblea de Movimientos Sociales (AMS) conocida también como Articulación. Tanto la ACJD como la Articulación tenían vasos comunicantes, porque muchos de los movimientos sociales que surgieron en abril se entrelazaban con ambas organizaciones, aunque hubo contradicciones en torno a cuál era la ruta para salir de la dictadura.

El fracaso del primer Dialogo Nacional

La dictadura estaba acorralada por la movilización de masas y el aislamiento internacional, por eso convocó al Dialogo Nacional, para ganar tiempo. La dictadura engaño a todos haciéndoles creer que podía ceder las elecciones anticipadas. Mientras se producían las más grandes movilizaciones de la historia, Ortega-Murillo convocaron al Dialogo Nacional el 16 de mayo y le pusieron fin el 16 de junio, día que se inició la ofensiva militar contra los tranques y barricadas

El mes de mayo fue el de mayor cantidad de movilizaciones en todo el país. Esta coyuntura favorable fue desaprovechada, porque los empresarios del COSEP y AMCHAM presionan desde adentro de la ACJD por calmar las cosas, mientras continuaban las movilizaciones callejeras

La convocatoria al Dialogo Nacional fue una maniobra de la dictadura, y se crearon ilusiones de que la crisis se podía resolver por la vía de la negociación.

Una tragedia: no se organizó el paro nacional

Mientras la dictadura maniobraba, fingiendo que retrocedía y que estaba dispuesta a negociar el adelanto de las elecciones, en realidad en las calles las masas no tenían una conducción política reconocida, que las orientara sobre las tareas que debían impulsarse.

La consigna más popular era la “renuncia de la pareja presidencial”, pero nadie indicaba como lograrlo. En ese momento, salvo algunos grupos de izquierda, el conjunto de movimientos sociales ligados a los ongs difundió la idea de la lucha pacífica, no violenta, mientras los primeros grupos paramilitares comenzaban a armarse y atacar a las manifestaciones masivas, como la masacre ocurrida el 30 de mayo.

Esa era el momento preciso para convocar a la Huelga General o Paro Nacional indefinido. En sentido contrario, todos los medios de comunicación, incluida la propaganda de la ACJD y la propia Articulación, se concentraban en le necesidad de mantener la lucha pacífica. La consigna de elecciones adelantadas fue abandonada, primero por la ACJD y después por la Articulación a finales del 2018.

En ese periodo de ascenso revolucionario, los empresarios hicieron una maniobra, convocaron a un “paro nacional” para el jueves 14 de junio, como una medida de presión ante la crisis del Dialogo Nacional, y después otro simulacro de paro “nacional” el viernes 13 de julio. Estos paros nacionales mas bien eran lock out, es decir, los empresarios cerraban sus fabricas y negocios, mandaban a los trabajadores a sus casas, una medida de presión totalmente pasiva. Los empresarios tenían profundo temor que se repitiera la experiencia de 1979, cuando un puñado de guerrilleros, apoyándose en la movilización popular, tomó el poder y después confiscó la mayoría de sus bienes. Temían profundamente al caos de una nueva revolución, y por eso comenzaron a retroceder, permitiendo que la dictadura se reorganizara.

Una vez que la dictadura sintió que podía pasar a la contraofensiva, lo hizo de manera despiadada. En el periodo álgido de la lucha (abril-julio) del 2018, se perdió una gran oportunidad. En los pueblos, la gente estaba sublevada, incluso en algunos municipios se forman juntas de gobierno locales, expresiones de doble poder, pero estas no se unificaron para constituir una alternativa de gobierno ante la crisis de la dictadura.

El aplastamiento de los tranques

Ortega y Murillo engañaron a todos con el Dialogo Nacional, ganaron tiempo y después desencadenaron una brutal represión contra los tranques, cambiando la correlación de fuerzas. La insurrección cívica desarmada fue herida de muerte, los liderazgos locales fueron asesinados, encarcelados o forzados al exilio. Este hecho sangriento permitió que la dictadura todavía sobreviva en el poder, a pesar de su agonía.

Un factor determinante fue la espontaneidad de la explosión social, un proceso espontaneo, sin planificación alguna, sin influencia de ningún partido político. Si bien es cierto que el proceso espontaneo permitió el surgimiento de nuevos liderazgos, la falta de una conducción política centralizada permitió que la dictadura masacrara los focos revolucionarios, uno por uno, hasta disolverlos.

Cuando más se notó esta debilidad fue en la lucha de los tranques (mayo-junio), los cuales no tenían coordinación entre un municipio y otro, un aspecto que permitió su destrucción.

La crisis continúa

En abril se inició una auténtica revolución democrática que, a pesar del heroísmo desplegado por las masas, no logró el objetivo central de imponer la renuncia de la pareja Ortega-Murillo.

¿Qué pasó? ¿Por qué la dictadura todavía se mantiene en el poder? La revolución democrática de abril del 2018 terminó siendo salvajemente reprimida, abortada, por una combinación de factores que vale la pena analizar.

Pero lo mas grave, es que los viejos grupos políticos, especialmente las corrientes disidentes del FSLN (el MRS y MPRS), incluso partidos de derecha como CxL, terminaron tomando el control de los organismos surgidos de la rebelión de abril. Obviamente, cuando el movimiento autoconvocado retrocedió, estos grupos aprovecharon para tomar el control, y aparecer como abanderados de la lucha azul y blanco.

Lo mas grave es que estos viejos grupos no han tenido la estrategia de crear una nueva fuerza política, sino de aliarse a los viejos partidos para ir a elecciones, limitándose a negociar cuotas de poder. Y tres años después muchos se preguntan porque estamos en una situación tan delicada, porque la dictadura sigue en el poder, y lo peor es que no se han logrado las ansiadas reformas electorales.

El lector debe sacar sus propias conclusiones.

salariominimo

Por Roberto Martínez

Después de muchas semanas de forcejeo, finalmente hubo humo negro en la Comisión del Salario Mínimo (CNSM). Todas las partes acordaron que el nuevo salario mínimo sería del 3% y entraría en vigencia el 1 de marzo. Una vez más, la CNSM aprobó un salario mínimo inferior a la inflación y al costo de la vida, perjudicando el bolsillo de los trabajadores.

Deterioro del salario real

A pesar que en los últimos años ha aumentado nominalmente, de manera específica en los últimos tres años se ha producido una brusca caída del salario mínimo, y con ello un deterioro del salario real de los trabajadores

En 2018, año de la explosión social contra la dictadura, el salario mínimo aumentó un 10.40%, dividido en dos partes: el primer ajuste de 5.20% se aplicó desde el 1 marzo hasta el 31 de agosto, y el restante 5.20% se aplicó desde el 1 de septiembre, hasta el 28 de febrero de 2019. En este año, debido a la crisis económica, el  Ministerio del Trabajo (MITRAB), congeló el salario mínimo, mientras el costo de la vida se disparó brutalmente. En el año 2020, en medio de la crisis económica y la pandemia, el ajuste al salario mínimo fue solo del 2.63%.

En estos años, el aumento del salario mínimo siempre ha estado por debajo del 5% de la devolución del córdoba en relación al dólar, y también por debajo de la tasa de inflación, que son dos indicadores diferentes. Mientras la economía esta dolarizada, los salarios se pagan en córdobas “chancheros” que se devalúan diariamente.

Como una maniobra monetaria, el Banco Central de Nicaragua ha disminuido el deslizamiento o devaluación del 5% hasta un 3%. Esta medida no beneficia al trabajador porque los productos importados en dólares continúan subiendo de precio, por la depreciación del dólar a nivel internacional.

Se acabó el show

Durante varias semanas se produjo un forcejeo entre la representación patronal y la representación sindical, mientras la representación gubernamental guardaba silencio, esperando que ambos sectores se cansaran y se pusieran de acuerdo. Incluso, la delegación sindical estuvo dividida en dos posiciones distintas, a pesar de que ambas corrientes son sandinistas

La Central Sandinista de Trabajadores (CST), que dirige Roberto González, aglutina a los sindicatos de la construcción y de las industrias, incluidos los escasos sindicatos de zona franca. La CST planteó inicialmente un ajuste del 5% en el salario mínimo, pero rápidamente se retractó y bajo su propuesta hasta un 3%.

Por su parte, el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), que aglutina a los sindicatos de empleados públicos, y que es dirigido por el sempiterno Gustavo Porras, no presentó una propuesta concreta, pero terminó coincidiendo con el Consejo Nicaragüense de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa, (CONIMIPYME) alrededor un 3%.

El Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) no participó en las discusiones, pero si lo hizo una de sus cámaras. La Cámara Nacional de Turismo (CANATUR), planteó inicialmente un 1% para el sector turismo, y un 3% para los otros sectores. La Asociación de Promoción y Desarrollo y Sostenibilidad de Nicaragua (APRODESNI), que aglutina a los empresarios sandinistas, planteó un ajuste del 2.9%.

Al final, todos coincidieron en el aumento del 3% que ni siquiera compensa el deslizamiento del córdoba en relación al dólar. Los trabajadores siguen pagando el alto precio de la crisis económica, sin sindicatos que luchen por sus intereses inmediatos.

La propuesta de subir el techo del IR

En medio de las discusiones, Roberto Gonzalez de la CST planteó la propuesta de subir el techo del Impuesto sobre la Renta (IR) a 150.000 córdobas para los trabajadores asalariados. Actualmente, los trabajadores que ganan más de 100,000 córdobas al año (8300 mensuales) deben pagar IR. Esta disposición golpea a los sectores medios.

El COSEP, desde afuera, planteó lo mismo, que en vez de aumentar el salario mínimo se subiera el techo del IR a 200,000 córdobas anuales. La mayor parte del presupuesto de la republica se financia con el IVA y con este cobro del IR a los trabajadores. La dictadura no acepto esta propuesta y prefirió descargar nuevamente el peso de la crisis sobre los estómagos de los trabajadores.

Salario mínimo de 500 dólares

Para julio del 2019 el Banco Central situó el valor de la canasta básica en C$14,159 córdobas. Este dato no ha sido actualizado, pero la carestía de la vida y el desempleo son los principales problemas que golpean a los trabajadores.

En realidad, como en el resto de Centroamérica, el costo promedio de la canasta básica ronda los 500 dólares. En Nicaragua ese debe ser el salario mínimo, y aumentar conforme el costo de la vida. Es el único camino para evitar la degradación de los trabajadores y sus familias.


Por Sebastián Chavarría Domínguez

Mientras Rosario Murillo habla todos los días, en unas interminables letanías que solo los periodistas están obligados a escuchar, Daniel Ortega guarda silencio. El está reservado para los asuntos estratégicos. Por esta razón, sus discursos, largos, incoherentes y aburridos, deben ser espulgados con detenimiento, porque casi siempre suele filtrar en algunas frases o líneas, el mensaje codificado que quiere transmitir, especialmente a Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

El discurso del 11 de enero

Desde el aplastamiento del levantamiento popular espontaneo de abril del 2018, y de los dos fallidos intentos de Dialogo Nacional (mayo-junio del 2018 y marzo-abril del 2019) Daniel Ortega no volvió a referirse a negociaciones. Fue el periodo en que la administración Trump impuso sanciones a familiares y circulo de hierro alrededor del matrimonio Ortega-Murillo, pero que no lograron doblegarlos.

Fue hasta que asumió Joe Biden como nuevo presidente de Estados Unidos, que Ortega, en un discurso pronunciado el 11 de enero, dijo lo siguiente: “(…) Hacemos un llamado al gobierno de Estados Unidos y en este caso particular al nuevo presidente Biden a trabajar una política de respeto y entendimiento (…) entiendan que no aceptamos ser colonia de nadie, que nos dejen trabajar (…) Si Estados Unidos se volcara en esa dirección, cuanto respeto ganaría"

En ese mismo discurso, envió un mensaje al gran capital y a los grupos de oposición: “(…) Ahora se trata de ir trabajando para que después de las elecciones de este año, elecciones generales, se pueda instalar un gran acuerdo nacional, un gran diálogo nacional, ¿para qué? Para que lo que quedó aprobado en la Constitución vuelva a caminar, tomando en cuenta las nuevas circunstancias (…)”.

La repuesta de Biden

La respuesta de Estados Unidos no fue inmediata. La administración Biden parece estar concentrada en resolver los graves problemas internos: la crisis económica, la pandemia y la pelea contra el Trumpismo. No obstante, la repuesta de la administración Biden no se hizo esperar.

Sin utilizar el agresivo discurso Trump, ni amenazar con sanciones inmediatas, en una reciente entrevista, Juan Gonzalez, principal asesor de Biden en asuntos latinoamericanos, se refirió a las relaciones con Ortega: “(…) Nicaragua es de mucha preocupación. Las acciones del Gobierno de Daniel Ortega en contra de su propio pueblo, incluso usando francotiradores en contra de manifestantes pacíficos, son posibles crímenes de lesa humanidad. El gran problema que ha tenido Nicaragua, desde que regresó Ortega a la Presidencia en 2006, es que se han cambiado las reglas del juego para favorecer que se perpetúe en el poder. Estados Unidos defenderá que haya elecciones justas y transparentes, aunque lo que se ha visto es que el Gobierno de Ortega está ya de nuevo manipulando el sistema a su favor. Es algo que se ha ignorado demasiado. La administración previa se enfocó en Venezuela y Cuba, y casi se olvidó de Nicaragua. Es algo muy preocupante y sí será un foco de atención para esta administración”. (El Faro, 08/02/2021)

Ese mismo día, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, emitió una declaración que oficializaba las declaraciones de Gonzalez: “(…) Ortega está conduciendo a Nicaragua hacia la dictadura. Esto aislará aún más a su régimen de la comunidad global. La Administración de Biden está comprometida a apoyar al pueblo nicaragüense y su demanda de democracia. Estamos enfocados en empoderar a la sociedad civil y mejorar el respeto por los derechos humanos. Instamos al presidente a que cambie de rumbo ahora”, (08/02/2021).

El discurso del 21 de Febrero

Daniel Ortega reapareció en el escenario político, en el acto de conmemoración del 87 aniversario del asesinato del general Augusto Cesar Sandino. En su discurso, volvió a insistir en la negociación con Estados Unidos: “(….) Que no se olviden los europeos, que no se olviden los Estados Unidos que en este Planeta nadie sobra y por eso es importante encontrarse, dialogar, llegar a Acuerdos, hacer a un lado las actitudes hegemonistas”. (El 19, 22/02/2021)

Pero no hay que engañarse. Mientras Ortega clama por una negociación directa con Estados Unidos, continúa montando el aparataje legal e institucional para “ganar” las elecciones de noviembre, ofreciendo de antemano negociar el régimen político, pero después del resultado de las elecciones.

Por esta razón ha retrasado cualquier indicio de reforma electoral, mantiene altos niveles de represión sobre los opositores, y ruega a Dios todos los días que la administración Biden se endurezca para tener la justificación necesaria para, en medio del conflicto y las contradicciones con la comunidad internacional, mantener el actual sistema electoral, promover la abstención y ganar las elecciones de noviembre del 2021.


Por Roberto Martinez

Continua el forcejeo por la candidatura presidencial única de la oposición. Desde hace mucho tiempo están en campaña Miguel Mora, precandidato del Partido de la Restauración Democrática (PRD), y también Félix Maradiaga, quien logró imponer su precandidatura única por parte de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB)

El hecho que Maradiaga no tuviera contrincantes dentro de la UNAB, es un vivo reflejo de lo que ocurre al interior de esta organización. Los bloques entre las cupulas negociaron entre ellos, eligiendo a Maradiaga, pero con ello anularon políticamente a los nuevos liderazgos que surgieron de la rebelión de abril del 2018.

La candidatura de Juan Sebastian Chamorro (JSCH) no es respaldada por ninguna organización. JSCH no es respaldado por la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD). Otros candidatos que han surgido, pero sin causar ningún revuelo, es Luis Fley, ex comandante de la contra, y principal líder de Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), una agrupación sin personalidad jurídica. La base social del ejercito contra se dispersó hace muchos años en otras corrientes, no solo entre los liberales, sino que una parte fue absorbida por el mismísimo FSLN. Y también surgió la candidatura de George Henriquez, militante de YATAMA, que sin el apoyo de su partido lanzó la candidatura para dejar testimonio del racismo predominante contra los habitantes de la costa Caribe.

La candidatura de Cristiana Chamorro

Sin lugar a dudas, la candidatura de Cristiana Chamorro representa los intereses de unas las fracciones del gran capital. Muchos de los grupos políticos, ante la ausencia de líderes, se refugian en las faldas de Cristiana Chamorro, creyendo que por ser hija de doña Violeta Chamorro, se puede repetir la hazaña de 1990, cuando el FSLN fue derrotado electoralmente por una alianza de 14 pequeños partidos políticos.

De manera oportunista, muchos de los grupos políticos en disputa, se han arrodillado ante ella, para lograr cuotas a nivel de las diputaciones. La última encuesta de CID-Gallup colocó a Cristiana Chamorro por encima de los otros candidatos, a pesar que ella no ha hecho campaña. Este detalle ha pasado desapercibido. Refleja que la mayoría de los candidatos no logran cautivar a la población, muy desconfiada en relación a los políticos tradicionales.

El vertiginoso ascenso de Cristiana Chamorro, obligo al ambicioso Félix Maradiaga a dejar a un lado sus aspiraciones, y declarar que aceptaría formar parte de la formula encabezada por Cristiana, es decir, Maradiaga aspira a ser candidato a vicepresidente: “Yo no sería un candidato de la división y encantado haría fórmula con la persona que la ciudadanía decida (…)” (VosTV 27/01/2021)

Por su parte, Miguel Mora también redujo sus expectativas y declaro estar dispuesto a apoyar al candidato único que salga electo: “El que gane será apoyado por los candidatos que no logren llegar a la victoria, ese es el acuerdo, (…) que se escoja mediante una consulta popular democrática, en este caso por medio de las encuestas hechas por firmas internacionales”. (VosTV 27/01/2021)

La comisión de “buena voluntad”.

La cacareada unidad de la oposición ha resultado una tarea imposible, porque todos los grupos, detrás de la bandera de la unidad, intentan imponer su hegemonía sobre los otros. No discuten los problemas que afligen a la población, como liberar a los presos políticos, como restaurar las libertades democráticas o solucionar la crisis económica, sino que se concentran tras bastidores en negociar cuotas de diputaciones.

La Coalición Nacional (CN) lanzó la propuesta de creación de una comisión de “buena voluntad” de figuras muy respetadas, como los venerables ancianos Fabio Gadea Mantilla, Carlos Tunnerman y últimamente incorporaron a Denis Martinez, un popular exjugador de grandes ligas del baseball. Hasta el momento, no hay frutos visibles, aunque hay discretas negociaciones intensas entre los bloques de oposición.

La pelea por incidir en la fórmula presidencial

Al nombrar a Maradiaga como precandidato único, la UNAB demostró que toda su estrategia no se basa en construir una alternativa independiente, de los viejos partidos políticos, sino utilizar a los movimientos sociales y a las ongs como mecanismo de presión social para negociar la fórmula presidencial, optando al menos a la vicepresidencia. Esta es la misma estrategia de Miguel Mora del PRD.

Y por ello observamos que la CN es la que mas presiona por la unidad, porque salvo el PRD todas las agrupaciones que la conforman no tienen personalidad jurídica, y para participar en las elecciones necesitan una casilla.

Tanto la UNAB como la ACJD renunciaron a la idea de conquistar su propia casilla, y de esta manera han comenzado a girar y a depender de la buena voluntad del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL). La ACJD resolvió el problema al unirse a CxL y conformar la llamada “Alianza Ciudadana” (AC).

La mentalidad dependiente de Cristiana

Invitada para participar en un conversatorio promovido por Diálogo Interamericano, en Washington, Estados Unidos, la candidata Cristiana Chamorro brindo declaraciones que dejaron estupefactos a sus seguidores. Ante la pregunta sobre que puede hacer la administración Biden para restaurar la democracia en Nicaragua, Cristiana respondió lo siguiente: “(…) primero se debe activar formas de multilateralismo. Segundo enviar a una misión de alto nivel de parte de la administración para negociar con Ortega y entender que es lo que Ortega necesita en este momento. Esta misión debe ir acompañada por la OEA para reactivar las conversaciones que tuvieron en el pasado (…)”. (subrayado nuestro)

Estas declaraciones cayeron como un balde de agua fría, porque precisamente la desconfianza de la población es que los políticos volverán a ponerse de acuerdo con la dictadura, traicionando las demandas democráticas de abril del 2018.

Quizás por inexperiencia, Cristiana Chamorro lo dijo muy claro: la administración Biden debe negociar con Ortega, y entender que es lo que el necesita. Cristiana no dijo que la democratización de Nicaragua debe ser obra del pueblo nicaragüense, sino que es tarea de Estados Unidos, lo que refleja una mentalidad dependiente.

Humberto Ortega: “Cohabitación o caos”.

El mismo día, en un artículo de opinión en el diario La Prensa, el general Humberto Ortega Saavedra, fue un poco más allá pero dentro de la misma lógica del pensamiento de Cristiana Chamorro: “El reto del presente exige nos integremos coherentemente con visión del rumbo histórico (…) este imprescindible paso solamente es posible concertando un Acuerdo Nacional de cohabitación democrática, que convoque el poder que resulte de la nueva correlación de fuerzas de las elecciones libres en noviembre próximo, legitimadas nacionalmente, y reconocidas por la comunidad internacional. (debemos) hacer un balance desde 1990, recoger lo bueno y desechar lo malo, para lograr gobernabilidad superando la dañina polarización política (…) Sin este acuerdo el caos reinará”. (La Prensa, 17/02/2021)

Cristiana Chamorro planteó que los Estados Unidos deben resolver el problema de Nicaragua a través de una negociación con la dictadura de Daniel Ortega, en cambio Humberto Ortega lo planteo claramente como un acuerdo después de las elecciones, gane quien gane. Esta posición es la misma de Daniel Ortega quien dijo que las negociaciones se realizaran hasta después de las elecciones.

En pocas palabras, ya no se habla de la democratización, sino que, desde ángulos diferentes, ambos coinciden en la necesidad de una negociación con la dictadura, la diferencia es que Cristiana propone que sean los Estados Unidos, mientras que Huberto Ortega propone que sea entre los grupos de poder de Nicaragua, pero después de las elecciones, coincidiendo con su hermano.

La crítica de Amaya Copens

La dirigente estudiantil Amaya Copens goza de mucho respeto y autoridad política, y que por cierto recibió del Departamento de Estado de los Estados Unidos el premio “Mujeres de Coraje 2020”, escribió una crítica no solo a Cristiana Chamorro, sino también a los otros candidatos: “(…) En lugar de pedir debates con la dictadura, que sabemos que no se van a dar, en lugar de publicitarse, exijan libertad. (…) mi crítica principal es generalizada hacia la empresa privada, y particularmente a la desconexión que han mostrado varios actores, no solamente Cristiana, esta crítica no es personal, ni es por su historia familiar, ni por su apellido, es por la insensibilidad con que zanjó un tema que trae consigo un sufrimiento enorme.

Pero no ha sido la única, ni tampoco es la única a quien menciono, mi señalamiento es para todos quienes están en estos momentos siendo candidatos públicos a reflexionar sobre su abordaje y a mantener presente la empatía necesaria ante un pueblo tan herido.(…)” (Confidencial, 18/02/2021)

Metiendo los errores políticos bajo la alfombra

En una entrevista en el diario de su propiedad, Cristiana Chamorro matizó las declaraciones en Washington, aclarando que ella planteo que la administración Biden “(…) se siente con Ortega a conversar sobre los requerimientos políticos y de asistencia electoral que se necesita para una reforma que garantice una votación limpia, democrática, transparente y creíble. (…)” (La Prensa, 22/02/2021)

Y sobre el candente tema de abrir negociaciones con la dictadura, dijo lo siguiente: (…) Siendo realista, el gobierno no está hablando con nadie y menos con la oposición.Yo creo que es necesario abrir canales de comunicación. (…) Obviamente somos los nicaragüenses quienes vamos a tener la última palabra en este camino difícil, en el que nos tenemos que poner de acuerdo en muchas cosas. Yo en lo personal creo en la política del diálogo y en saber qué quiere la otra parte, dónde está situada. En los 90, para lograr la difícil triple transición adoptamos un principio de la transición española y es el siguiente: una reforma impuesta te explota en la cara, pero una que es aceptada por tu adversario es una para siempre (…)”. Mas claro, imposible!

En relación a la critica de Amaya Copens, Cristiana Chamorro reconoció: “(…) Su publicación tiene un reclamo que merece ser escuchado (…) En mi caso personal, le he pedido una conversación privada porque me interesa mucho profundizar el pensamiento de jóvenes como ella que debemos alentar a seguirse expresando en libertad”.(ibid.)

Una gran decepción en ciernes

Si por la víspera se saca el día, no cabe la menor duda de que si Cristiana Chamorro es la candidata única presidencial de la oposición, el pueblo de Nicaragua se va llevar una gran decepción.

Dicen que la historia se repite dos veces: una como tragedia, y otra como comedia. Quienes creen que Cristiana Chamorro va a repetir la hazaña de su madre, se van a llevar una tremenda decepción, primero porque no tenemos las condiciones de guerra civil e hiperinflación de los años 80, y segundo porque mientras doña Violeta levantó la consigna de parar la guerra y terminar con el servicio militar, ella nunca hablo de negociaciones durante la campaña electoral. En cambio, su hija Cristiana de antemano está solicitando una negociación Biden-Ortega, lo que indica que si fuese electa presidenta no dudara en establecer un nuevo protocolo de transición y de negociaciones que no conducirán a una democratización de Nicaragua. En pocas palabras, Cristiana esta lista para hacer realidad la cohabitación que planteó el general Humberto Ortega.


Cristiana Chamorro es la candidata del gran capital

Por Roberto Martínez

Lentamente nos acercamos a la fecha del 7 noviembre, cuando se realizaran las elecciones generales. Definitivamente, tenemos que reconocerlo, la dictadura se anotó un triunfo al desbaratar la propuesta de elecciones anticipadas, y con ello sobrevivir durante tres años.

Nada de reformas electorales

A pesar de que desde inicios de 2020 ya había una propuesta de reforma consensuada entre los principales grupos de oposición, no se realizó ninguna campaña para que estas propuestas fueran retomadas por la población.

La Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), controlada por el ex Movimiento Renovador Sandinista (ahora Unámonos) y la Articulación, (ex Movimiento por el Rescate del Sandinismo, MPRS) debido a que en 2016 habían roto con la corriente liberal que ahora es el Partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) priorizaron la alianza con el adversario natural, el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), creyendo que podrían compartir el “segundo lugar” en la conformación de la estructura electoral. Así fue que abandonaron sutilmente la propuesta de reforma electoral. Este esquema fracasó cuando la corriente de Maria Haydee Osuna tomo el control del aparato del PLC, y este fuera “separado” de la Coalición Nacional (CN). La UNAB se quedó “sin Beatriz y sin retrato”. Al fin de cuentas, para poder participar en las elecciones necesita obligatoriamente una casilla electoral.

Muchos los diablos y poca el agua bendita

Sin haber desatado la presión social interna para obligar a la dictadura a negociar la reforma electoral, sin tener claro todavía las condiciones sobre las cuales se realizarán las elecciones de noviembre de 2021, (todo indica que será un proceso electoral bajo las condiciones de la dictadura) los diferentes grupos de oposición ya están enfrascados en una feroz pelea por la candidatura presidencial.

Félix Maradiaga, eterno obsesionado por la candidatura presidencial, rompió los fuegos, hasta que la represión le impuso casa por cárcel. Casi al mismo tiempo, Juan Sebastián Chamorro y su prima Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, anunciaron su intención de ser candidatos presidenciales de la oposición.

A casi tres años del levantamiento de abril del 2018, la oposición no tiene el arrastre popular mayoritario que debería tener. Esto no significa que la dictadura ya suero su crisis. No, la dictadura continua en crisis, pero la oposición se encuentra en estado lamentable políticamente.

La última encuesta de CID-Gallup

Las encuestas hay que tomarlas con pinzas, pero los resultados de la última encuesta de CID-Gallup son realmente preocupantes: el FSLN tiene un 25% de respaldo popular (su tradicional voto duro), la UNAB un 4%, CxL tiene un 3%, el PLC un 2% y el 62% restante no manifestó simpatía por ninguna fuerza política.

A nivel de los precandidatos, Cristiana Chamorro, quien acaba de anunciar su intención de postularse, tiene apenas un 13,3%, Félix Maradiaga tiene 10,3% y Juan Sebastián Chamorro tiene 9,7% y Medardo Mairena, el líder campesino, apenas un 7,8%.

Los porcentajes a favor de los precandidatos reflejan el voto duro opositor, pero este es siendo inferior al voto duro de la dictadura. Lo que más preocupa es que más del 60% no muestra simpatía por nadie. Esto refleja un rechazo pasivo, un desencanto, por la falta de políticas y discurso claro de los grupos de oposición.

Todos los grupos claman por la unidad de la oposición, una tarea imposible por los intereses particulares de cada grupo. La pelea se concentra en este momento en obtener la candidatura presidencial, porque a partir de ella se definen las diputaciones y las cuotas de poder.

Una interna que no se realizó

La UNAB fue una de las primeras agrupaciones en iniciar la lucha por la definición de las candidaturas. Con ademanes populistas, sus dirigentes dijeron que se oponían a los dedazos, y que las candidaturas serian definidas en una elección interna, bajo un complicado esquema de votos por sectores y por cada organización.

No obstante, en un comunicado del 9 de febrero, cambiaron el discurso: anunciaron que Félix Maradiaga había sido el único precandidato presidencial, apoyado por 19 organizaciones de la sociedad civil y 61 consejos municipales y que, al no haber otro candidato, será ratificado por la Asamblea Ciudadana. En pocas palabras, ya no habrá elección interna.

Félix Maradiaga, un disidente liberal, es la carta de la UNAB, controlada por el ex MRS y la Articulación, para negociar una posible formula unitaria con CxL. Un sector del gran capital impulsa la candidatura de Cristiana Chamorro, y los otros precandidatos aspiran a ser parte de la formula.

Mientras se producen los codazos y pellizcos entre los grupos de oposición, la mayor parte de la ciudadanía permanece sumida en la decepción. Un mal síntoma, pero la gente tiene razón en no apoyar a estos candidatos de papel, que no plantean soluciones a los graves problemas que sufre el pueblo de Nicaragua

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