Por Agustín Raudales

El 28 de julio de 2016 se firmaba un acuerdo entre estudiantes -articulados en el Movimiento Estudiantil Universitario (MEU)- y autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), dándole una supuesta “solución” a la crisis universitaria que paralizó las actividades académicas a nivel nacional y, en general, provocó un período de poder dual entre estudiantes y autoridades por más de 55 días.

El MEU logró articular un espacio amplio y democrático de representación estudiantil, integrando a las legítimas Asociaciones de Carrera, algunos movimientos independientes como el Movimiento Amplio Universitario (MAU), Avanzada, Movimiento Estudiantil Participativo (MEP), etc., al Frente de Reforma Universitaria (FRU), y comunidad estudiantil en general; sentó las bases de una articulación a nivel nacional a través de todos los Centro Regionales, y desarrolló una serie de propuestas académico-políticas que vendrían a respaldar, desde mayo de 2016, la madurez organizativa del movimiento estudiantil en más de 6 años de formación y politización en la UNAH.

La crisis universitaria, sin embargo, no fue -ni continúa siendo- un fenómeno aislado o coyuntural. El proceso de Cuarta Reforma Universitaria, por medio de una Junta Interventora del Congreso Nacional en 2004, vino a redefinir las estructuras administrativas, políticas, jurídicas y académicas de la UNAH, intentando diseñar un plan a corto, mediano y largo plazo para una “Reforma Integral”, iniciando en 2005 con la aprobación de la nueva Ley Orgánica; y propiciando la conformación estratégica de una Comisión de Transición (CT) hasta el 2008, que definiría líneas generales de construcción, planeación y seguimiento del proceso de Reforma.

A grandes rasgos, la Cuarta Reforma Universitaria en el aspecto académico involucró la creación de nuevas unidades académicas, entre Facultades y Centro Regionales Universitarios; se planteó además un proceso -estancado- de reforma curricular y actualización docente. Y a nivel administrativo-político reestructuró los órganos de gobierno, generando una ruptura con la Ley Orgánica de 1957 y, por tanto, con algunas conquistas obtenidas en la década de 1950 por medio de luchas obreras y estudiantiles, en específico durante la Junta Militar de Gobierno de 1956-1957.

En ese sentido, la paridad estudiantil, consolidada a través de la lucha integral entre la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH), algunos sectores profesionales de la UNAH, partidos políticos, y en general, como consenso de la comunidad estudiantil, fue abolida; pasando a un sistema de participación tripartito entre estudiantes, docentes y autoridades. Con el sistema paritario los estudiantes representaban la mitad de la decisión en cualquier espacio colegiado del cogobierno universitario; quedando pues, con la Ley Orgánica del 2005, a casi un tercio, es decir, un 33.33% entre estudiantes, docentes y autoridades.

La Comisión de Transición, a sabiendas del conflicto que generaría no sólo la conformación del nuevo Consejo Universitario, sino también la nueva estructura orgánica y política del movimiento estudiantil universitario, llama a todas las Asociaciones de Carrera por medio del acuerdo CT 67-2006, a elegir dos representantes que pasarían a integrar la Asamblea Constituyente Estudiantil Universitaria (ACEU). La ACEU se plantearía en dos niveles, uno explícito de carácter organizativo-legal, y otro tácito desde lo político-gremial. En el nivel organizativo-legal, la CT veía necesario que la conformación de la FEUH fuera dispuesta sólo si sus instrumentos orgánicos estuvieran en armonía con la nueva Ley Orgánica en el marco de la Cuarta Reforma; por lo que es explicita en cuanto que delimita el objetivo principal de discutir, construir y -posteriormente- socializar los nuevos estatutos de la FEUH, así como el nuevo Reglamento Electoral Estudiantil, que garantizaría un proceso de elecciones en el autogobierno estudiantil, desde Asociaciones de Carrera (si fuera necesario), Asociaciones de Facultad, Centro Universitario y Centro Regional Universitario, hasta la FEUH.

Por otro lado, el planteamiento de una ACEU a un nivel político-gremial fue en principio una forma efectiva de garantizar la representación estudiantil, que desde años anteriores a la intervención se veía envuelta en un letargo ideológico, político y práctico, siendo cómplice -incluso- de actos de corrupción dentro de la UNAH. Y aunque fue previsto así por la CT, las autoridades de la UNAH, en sus diferentes gobiernos, han invisibilizado y frustrado cualquier intento de organización a través de este mecanismo. Desde el 2011, el MAU, junto con otros sectores como el MER-LZ, algunas asociaciones como Historia y Sociología, impulsaron no sólo el uso legal de esta garantía, sino que lo dimensionaron desde la legitimidad autónoma que surge desde la decisión estudiantil inmediata en las asociaciones de carrera. En ese sentido, la ACEU pasa a significar un espacio primordial para redefinir la identidad, principios, políticas, ideología y visiones generales del movimiento estudiantil universitario, en el marco no solo de la Cuarta Reforma, sino de los procesos de globalización neoliberal, reflejados en la progresiva privatización de la educación pública, privatización de los servicios públicos en general, medidas de extractivismo, etc.

Desde la conclusión emitida por la CT en 2006, muchos han sido los intentos de parte de los estudiantes por desarrollar un proceso autónomo hacia una legitima participación y representación estudiantil. Muchas han sido las experiencias de articulación que se han ido perdiendo en la efectiva política de las autoridades universitaria de la dilatación y el agotamiento.

Y en especial después del Golpe de Estado de 2009, el movimiento estudiantil universitario se vio en necesaria y pronta responsabilidad de pensarse y actuar desde la independencia de los lineamientos legales (que no reconocían sus estructuras en ningún nivel) para impedir la intromisión del sector administrativo, docente, y en un todo, alejados de la dinámicas y principios de los Frentes estudiantiles.

El 2010 vio nacer proliferar varias iniciativas de organización. Unas coyunturales, o bien articulaciones, como la Alianza de Movimientos Independientes (AMI), y otras como el Movimiento Estudiantil Lorenzo Zelaya (MER-LZ) o el MAU, que nacen como alternativas que defienden los principios de autonomía e independencia del movimiento estudiantil; y conscientes de la importancia de una visión amplia y consensuada del autogobierno presentan en 2011, junto con las Asociaciones de Carrera, una propuesta de ACEU, que como otras posteriores fueron anquilosadas entre silencio y la postergación.

Hoy, la síntesis de la organización del movimiento estudiantil universitario de la UNAH es un suspiro, un suspiro prolongado que lleva el aliento de generaciones frustradas, de generaciones quizás olvidadas, quizás necesariamente; lleva el aliento de 12 expulsados/as en 2014 por la democratización de la UNAH; lleva el aliento Morán y los gritos que frenaron la arrogancia; llevan el aliento de una semana de julio en 2015, y más de 20 compañeros/as entre letras rojas de penalistas; y llevan sobre la experiencia minúscula de 6 años, en especial, el reto de una sociedad que se irgue asolapada por sus verdugos entre la brutalidad y el hambre.

Si bien el MEU logró plasmar estos años de iniciativas y experiencias en sus estructuras, organización y dinámicas en general, la fragilidad en la claridad política pesó más hasta llevar a la firma de un acuerdo que acorraló al movimientos, dejando los dos grandes tareas de la articulación: consenso de un REE para consolidar en 2016 la representación estudiantil en el autogobierno y cogobierno universitario (Comité Técnico de Carrera, Junta Directiva de Facultad y Consejo Universitario) y discusión, derogación, debate y construcción de una nuevas Normas Académicas, con un límite todo esto hasta febrero de 2017; sin verdaderas condiciones objetivas que permitan, a todos los sectores estudiantiles, sentirse parte directa de un nuevo proceso de reforma.

El MEU alcanzó un nivel de coordinación a nivel nacional, con bases hacia una ambiciosa articulación permanente y cohesionada, pero terminó dilatando sus procesos internos según las exigencias aceleradas e inviables de unos acuerdos no socializados, y, lo que es más, en desmedro del apoyo que espontáneamente mostraba la masa estudiantil desde el inicio de la lucha. El MEU, además, sostuvo una imperativa pelea mediática en contra del supuesto apego a las política-partidistas de LIBRE, PAC o incluso del Partido Nacional, precisamente, porque basados en independencia se podía conseguir una visión auténtica por sobre el interés electoral, como el que en medio de supuestos se han lanzado una cantidad considerables de “personajes” activos, o en su defecto, simpatizantes de la lucha del MEU.

El MEU tiene la tarea redefinir sus principios organizativos en vista de no relacionar sus líneas políticas en el interés electoral-partidista. Esta tarea puede tener tres espacios de acción durante este año: el primero en la politización del estudiantado de la UNAH, para lograr crear cohesión en la lucha estudiantil y nacional; el segundo será la convergencia con otros grupos estudiantiles en lucha como UNA-Reforma, que si bien han acumulado experiencias negativas con respecto a las condiciones objetivas y subjetivas de su institución, no habían tenido hasta noviembre de 2016 un posicionamiento tan firme que obligó -sin mucha crítica de su parte, sino lo contrario- un proceso de intervención. El acercamiento a otros grupos estudiantiles es esencial en la conciencia gremial como sector vanguardista que ha demostrado estar al frente y activo en la crisis de las instituciones; al final, el objetivo pasa a ser una democratización de la educación pública. El último espacio es, precisamente, el acompañamiento popular. Porque si bien la lucha contra el gobierno nacionalista no es propia de un partido político, ésta todavía se relaciona con ciertos discursos populistas y cínicos.

El MEU debe mostrar posturas críticas y determinantes en la construcción democrática de espacios de participación popular; debe mostrarse, como en todas crisis políticas y sociales desde 2009, al frente, siendo capaz tanto de acuerpar, alegrar y acompañar, como discutir, construir y consensuar con los trabajadores, campesinos, pueblos originarios, etc.

Por Justo Severo Izquierdo

En las últimas dos semanas, el gobierno de JOH y los personeros de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (MACCIH), se enfrascaron en una lucha verbal que generó enormes fricciones. Lo que sembró la manzana de la discordia fue la polémica elección de los nuevos magistrados del Tribunal Superior de Cuentas (TSC). La MACCIH emitió un pronunciamiento sobre el proceso de escogencia de los tres funcionarios del TSC en el Congreso Nacional, donde cuestionaron fuertemente el proceso.

En el manifiesto señalan que no siguieron las recomendaciones hechas a la Comisión Multipartidaria, tampoco se conocieron los criterios de selección ni las calificaciones asignadas, mucho menos hubo un enfoque de género durante todo el proceso.

La MACCIH es una entidad internacional que se instauró en Honduras en el mes de febrero del 2016, como respuesta a la demanda del pueblo de instalar un organismo internacional que cumpliera con la investigación y judicialización de los casos más emblemáticos de corrupción en el país; esto después que se supo del bochornoso caso del Seguro Social, donde se dilapidaron cientos de millones de lempiras por parte de funcionarios del gobierno de Porfirio Lobo Sosa y que estos mismos ayudaron a financiar la campaña de Juan Orlando Hernández. El caso del Seguro Social conmovió a todo el pueblo y en ese marco surgió la plataforma de lucha de los indignados a través de la marcha de las antorchas; el gobierno y el imperialismo Yanki maniobraron para que ese enardecimiento popular no llegara a una convulsión social y desbaratara sus proyectos de saqueo y control político, es por ello que crean estratégicamente la MACCIH, organismo que llegó a disipar la ira de todo un pueblo indignado.

Luego de los nueve meses de instauración de la MACCIH, los resultados han sido escasos, parece ser que los misioneros se han acomodado a mantener firmas, convenios y celebraciones diplomáticas, no ha existido hasta el momento una acción contundente. El caso es que, para dinamizar este circo, el palabreo entre los personeros de la misión, JOH y su séquito, han creado falsas expectativas en el pueblo. JOH responde a Juan Jiménez Mayor, funcionario de la misión, que “la MACCIH debe entender una cosa también, el acompañamiento lo hemos solicitado, el acompañamiento activo, pero esa línea entre querer sustituir al hondureño de parte de un extranjero, eso no lo vamos a tolerar, no se puede por un tema de dignidad del país y si algo ellos consideran que no estuvo bien, entonces plantearlo” (El heraldo 10/11/2016).

José Ugaz, presidente de Transparencia Internacional sale a la palestra y defiende a su amigo Jiménez Mayor, declarando que “Hemos visto con preocupación los ataques de los últimos días a esta Misión porque lo único que ha hecho es cumplir con su deber y señalar que esa designación de los miembros del Tribunal de Cuentas ha sido un error. No es posible que se circunscriba el debate público a la reelección o no del actual presidente o de la agenda política que las elecciones van a imponer en algunos meses, aquí hay problemas más importantes que ese, como la corrupción, la violencia y seguridad ciudadana, por eso queremos insistir en que la agenda nacional no se distraiga por fuegos artificiales electorales” (El heraldo, 16/11/2016). Finalmente, el presidente del Congreso Mauricio Oliva defiende a su amo; Oliva responde a Ugaz “Debo reiterar que las funciones de la MACCIH en el territorio nacional, de conformidad al acuerdo es que apoyará y acompañará al Ministerio Público en procesos de capacitación y dar opiniones técnicas en algunos casos, pero al final las decisiones las tomarán los organismos nacionales” (La tribuna 17/11/2016).

Ante la falsa percepción de que la MACCIH será la panacea que curará todos los males en el país, es de aclarar que es un organismo creado por el imperialismo Yanki; éste junto al gobierno de JOH manejan una política mixta, donde se defiende por un lado los intereses de las élites políticas corruptas y por otro lado se nos vende la idea que en el país se necesitan cambios y que se debe combatir la corrupción. Desde su entrada, la MACCIH ha sido muy cuidadosa, no ha sido capaz de tocar los puntos centrales de la corrupción, ya que existen grupos ligados fuertemente a JOH, como el caso de Tony Hernández, hermano del mandatario que está involucrado en asuntos de narcotráfico. Por eso vemos cómo JOH se la juega junto a la MACCIH para obstaculizar todo proceso de investigación, porque teme que le destapen toda la olla de corrupción. La única manera para luchar contra la corrupción es que el pueblo se movilice, que cambie el gobierno, que depure y reestructure el Estado. Nos oponemos a los mecanismos del imperialismo de ejercer la tarea que le corresponde al pueblo: la de movilizarse y luchar contra las estructuras enquistadas en el Estado.

Por Ismael Galeano

El día 22 de noviembre del 2016, se convocó a una asamblea general del Frente de Reforma Universitaria (FRU), en el Centro Universitario Regional del Litoral Atlántico (CURLA).

En la reunión, uno de los puntos más importantes a tratar fue acerca de la protesta estudiantil que estaba ocurriendo en la Universidad Nacional de Agricultura (UNA).

La protesta, en el momento de la asamblea, llevaba alrededor de una semana y media. Se discutió punto por punto cuales eran las exigencias de los estudiantes de la UNA, por qué era su lucha, si esta era justa al tener vinculación directa con la UNAH. Como compañeros de lucha, se puso en votación si se debía apoyar a los estudiantes de la UNA, la asamblea votó por decisión unánime que se debía acuerpar a nuestros compañeros en Olancho, es por ello que después de un tiempo de discusión, se decidió emprender una movilización del portón de acceso a la universidad hasta el edificio de Voae (Vicerrectoría de Orientación y Asuntos Estudiantiles).

La movilización tenía dos objetivos: ser apoyada por la mayor cantidad de estudiantes posibles y que los medios de comunicación locales y nacionales filmaran esta protesta pacífica. El otro punto era para darle a entender al pueblo Hondureño y a los compañeros en lucha de la UNA que no estaban solos, que desde el CURLA serían apoyados por el FRU, las juntas directivas de las Carreras y la comunidad estudiantil.

El día jueves 24 de noviembre, los estudiantes de manera entusiasta llegaron a las instalaciones del CURLA atendiendo la convocatoria, cuyo propósito era obstaculizar el paso a los docentes y personal administrativo. Se comenzó a las 7:20 am, la marcha avanzaba lentamente como estrategia para poder paralizar las clases lo mayormente posible, se caminaba con pancartas y gritando consignas estudiantiles; a cada hora se acercaban más estudiantes que llegaban a unirse a la movilización.

Los dirigentes estudiantiles a cargo de esta movilización, velábamos por la seguridad física de los estudiantes, pidiendo a cada conductor de los vehículos que querían ingresar fuera meramente del personal de vigilancia y del de producción. En el transcurso de las 9:00 am, llegaron los distintos medios de comunicación, lo cual se designaron a los dirigentes o los voceros que expresarían el porqué de la marcha y sus motivos.

Se utilizó la movilización como táctica para la paralización de las actividades académicas. Esta surtió efecto. Consideramos que fue todo un éxito, se obstaculizó el paso de los docentes, personal administrativo y buses que llevaban a todos los estudiantes del centro. Se finalizó en el edificio de Voae como se tenía planificado, se gritaron las últimas consignas, se le agradeció a toda la comunidad estudiantil que participó en la movilización y se les exhortó a estar pendientes de las acciones que se vendrán en el futuro para conveniencia, ya sea de los compañeros que aún están en lucha de la UNA o para la misma lucha estudiantil de la UNAH.


Por Horacio Villegas

Escuchamos este jueves 10 de noviembre las declaraciones sobre la reelección de parte de un funcionario-político del gobierno de turno; el tipo espetó algo sumamente peligroso: «Si la oposición saca 10 mil personas a las calles, nosotros sacaremos un millón». Esto es un anuncio claro: es el llamado a la intolerancia y al enfrentamiento de un bando con otro. Son estas unas viles declaraciones, sólo un político como estos, con ánimo desesperado y sed de encuentros violentos estilo fracciones armadas siglo XIX, podría dar rienda a propaganda semejante, y reabrir un trágico episodio de nuestra historia como lo fue la Guerra Civil de 1924.

Es condenable que los nacionalistas rememoren y utilicen la retórica de sus abuelos caudillos; después de todo ellos hunden sus raíces en el amargo proyecto de la confrontación y el continuismo. El escenario no puede ser más claro: mientras la inútil clase política hondureña nos lleva hacia la afrenta civil y al casi espectro de una fatal dictadura, nosotros los hondureños, los que engrosamos las filas de los que exigen la condena para los corruptos del país, los que creemos en el ferviente resultado de las luchas sociales y los que resentimos la desigualdad a diario, tenemos que aferrarnos al resguardo de la constitución.

Esto significa no acudir al semblante pasivo y despreocupado ante los hechos; más bien tenemos que asistir a las asiduas movilizaciones que se convoquen, propiciar el paro laboral si es posible por cortos momentos, demostrar nuestro disgusto en objetos alusivos a la repulsión por esta traicionera maniobra de los nacionalistas ─quizá pancartas, banderas, camisetas, etcétera─. En suma, tenemos la gran tarea de defender este terruño de cualquier pretensión que nos regrese a los fatídicos momentos de nuestro pasado ─la dictadura cariísta de los 16 años─, y es necesario tomar acciones concretas en este momento, como la desobediencia civil y la organización en cada espacio para sumar fuerza en las protestas.


Por Horacio Villegas

Unos niños acompañando la lucha de los estudiantes, a primera vista estos pequeños parecen contentarse con el ambiente de tensión y peligro; le comentaba a una amiga que estos niños no tienen las experiencias, quizá inocentes de los infantes normales de la ciudad. Es una etapa muy adelantada y arriesgada la de ellos, la calle les ofrece tensiones y preocupaciones diarias.

El escenario conflictivo entre estudiantes y policías les divierte, pareciera que les cautiva y les vuelve más lozanos y contentos. Es fascinante verles ─a su libre decisión─ en una relación de camaradería con los compañeros que luchan: se compartieron el vinagre, agua y palabras alentadoras. En un momento varios de ellos se desprendieron de sus camisetas y decidieron colocárselas en su rostro, estuvieron encapuchados, listos para enfrentarse con los policías.

Ellos espetaban: “¡Chepos basuras!, ¡hijos de puta! En unas veces todos al unísono, y en otras uno replicaba primero estas frases y el otro le contestaba en tono cantado y a la vez prolongado en su última palabra: “¡Ba…sú…ras! Todo un festín de sonidos lastimeros y fuertes. En un momento algunos de estos pequeños irrumpieron con una piedra en mano a soltar golpes a las barandas de las orillas de la calle, produciendo un ruido desgarrador; algo siniestro para los policías, la fuerza sonora que reemplaza las balas y golpea el pecho de quien la escucha.

Estos niños valientes y desprotegidos, acompañaron en el lanzamiento de piedras y les demostraron su fuerza a los represores. Es una especie de desquite este encuentro: estos niños dejan su agresión y descontento en cada piedra, las lanzan al sistema que les dio desahucio en vez de cuidado y resguardo. No es muy claro esto a la vista de ellos, pero las sensaciones orillan a la consciencia por un solo cauce, aunque falte interpretación de todas estas acciones, lo que resulta es una comprensión instantánea del problema: hay algo que está mal y nos incomoda a todos, y los únicos representantes de ese mal están frente a nosotros y nos disparan bombas, nos intimidan.

Hay algo que es muy evidente: la hospitalidad y cercanía de los estudiantes con estos niños, comprendemos su situación y sabemos que tan estrecha es nuestra realidad con la de aquéllos, sino la misma. Al fin de cuentas “somos ellos”, encarnamos el cuerpo social de la pobreza juntos, y esperamos pletóricos de inquietud la justicia y el cambio en este quimérico país, donde en política Juan y Pedro se arrancan el corazón el uno al otro, tal cual lo vio Rubén Darío en toda Centroamérica.

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