Por Amílcar Valle y Gregorio Mateo Raudales

El Movimiento Estudiantil Universitario, por definición, ha constituido dos campos de acción política-académica dentro de la lucha universitaria: por los principios democráticos, por un lado, y el replanteamiento crítico de las normativas académicas por otro. Hoy día el terreno preparado por el movimiento sugiere el trabajo arduo por la organización de las Asociaciones de Carreras, Facultades y Centros Regionales.

Estudiantes-autoridades o un ferviente combate de ideas

En el plano académico el MEU figura como la reacción a un modelo «moderno» de administración que –bajo los principios degenerativos de la participación estudiantil y una retórica «tecnócrata» del quehacer universitario– brindó las condiciones para una reforma universitaria incrédula del papel de una generación de estudiantes que tomaron para sí, un proyecto de gran importancia como lo es una reforma. Esta generación de estudiantes proclives a la organización cuestionó los intentos determinantes, llenos de arrogancia, y sentido errado que tenían las autoridades del genio y predisposición de los jóvenes universitarios que acuerpan al MEU.

¿El reto actual para el MEU en cuanto a la academia se refiere? Sostener discusiones prolongadas; debates que evidencien y profundicen los elementos contradictorios de la normativa académica en cuanto al papel del estudiante, su definición, y la aplicabilidad de normas que verdaderamente tomen la realidad y condiciones de los jóvenes hondureños; todo esto en espacios cercanos de organización –asociaciones de carreras– y espacios amplios que aglutinan variedad de carreras como las facultades. El reto también es asegurar los espacios para la discusión con los docentes, quienes también son partícipes en la construcción de las nuevas normativas académicas. En suma, edificar y defender ideas que propicien un verdadero embate con las ideas subyacentes en esta reforma universitaria.

Política nacional o el próximo terreno de lucha del MEU

Qué es el Movimiento Estudiantil Universitario sino una serie de ensayos de democracia directa, que se desarrolló por medio de asambleas de carrera y facultad y de proponerse, a su vez, desde la legitimidad de la resistencia estudiantil, el rescate del espacio de dirección política-académica en la Universidad, como lo es el Consejo Universitario. El intento por resguardar y hacer notar valientemente la voz de las asambleas estudiantiles, y además condensar en propuestas el sentir de todas las bases de las carreras, he ahí algunas prácticas organizativas del movimiento.

Sin embargo, siendo estas prácticas rupturas significativas hacia una nueva concepción critica de la democracia –surgida desde la experiencia de resistencia y autonomía estudiantil–, es crucial en este momento dar vida orgánica al denominativo «político» –además de académico– que da consistencia y sentido al MEU, pero esta vez en los parámetros de la situación nacional: es decir, cuestionar tanto como lo fue con la 4arta Reforma Universitaria, los raquíticos proyectos del actual gobierno de Juan Orlando Hernández y sus intentos caudillescos de gobernabilidad prolongada e indefinida como lo es la reelección.

Continuar la lucha

Es necesario combatir las nefastas políticas de la actual administración nacionalista, que se orientan y se reducen en un patético asistencialismo como forma mesiánica en la solución de problemas sociales extendidos, como es la pobreza extrema y la marginalidad; es precisa en este momento, la movilización, los debates y las genuinas intervenciones artísticas de contenido combativo de parte del Movimiento Estudiantil Universitario; ¡claro!, todo sin abandonar la crítica, la raíz creemos, de la existencia del MEU.

El MEU construyó un ensayo ejemplar de lucha, movilización, crítica y claridad política a nivel nacional. Combatió una normativa desde el cuestionamiento a un proceso reforma que supone desvirtuar la responsabilidad de la UNAH con la sociedad, e implantar un modelo de exclusión a la política universitaria, como acreditación nacional e internacional. El movimiento estudiantil ha tenido un papel histórico destacado en la lucha por una transformación de la realidad social y cultural. La actual fortaleza del MEU no puede reducirse al ámbito –sectorizado– universitario; debe, más bien, comprender una conciencia y compromiso con la actual crisis política, social y económica del país, acuerpando la resistencia de los sectores más combativos, impulsando un ejemplo, por otra parte, a los que se encuentran desarticulados, y en general, siendo una vanguardia en la defensa de la voluntad popular.

Por Amílcar Valle y Angélica Mencía

El 6 de junio fue uno de los momentos claves donde el movimiento Estudiantil Universitario definió uno de sus planteamientos de lucha como lo es la toma general de la Universidad, luego que fuesen agotadas las medidas para hacer visibles los reclamos por la derogación de las vigentes Normas Académicas y la justa representación estudiantil en los órganos de gobierno en la Universidad.

Otro momento crucial para entender el rumbo de la lucha estudiantil fue el desalojo del 1 de julio, que desencadenó un malestar generalizado en los estudiantes y la sociedad hondureña; el desalojo fue propiciado por las autoridades de la institución, quienes además de conceder las instalaciones universitarias a los cuerpos armados del Estado –lo que violó inmediatamente la autonomía universitaria– establecieron las condiciones para un ciclo de criminalización de estudiantes a nivel nacional: más de 75 requerimientos fiscales y órdenes de captura.

Medidas como la cancelación del periodo académico a distintas facultades y carreras y la convocatoria el 10 de julio a un pre-diálogo que mostrara el papel insistente de las autoridades en defender una 4arta reforma que en sus bases reglamentarias como las Normas académicas adolece de la verdadera participación estudiantil, y que además fue suspendido por las autoridades, ya que éstos no atendieron las exigencias homologadas por las asociaciones de carreras en donde se peticionaba un diálogo directo y sincero condensado en cuatro puntos claros: 1) derogación de Normas Académicas, 2) participación estudiantil, 3) cese a la criminalización estudiantil y 4) la desmilitarización de la universidad. Estos fueron los acontecimientos que devinieron luego del desalojo.

De un diálogo de sordos al cese de la acción penal y una mesa mediadora

Luego de una intensa jornada de discusión entre representantes del MEU y la comisión de diálogo conformada por las autoridades –donde se propusiera como punto inicial una mesa mediadora con representantes de ambas partes y un testigo de honor–, se pasó, transcurridos los días, a los puntos de mayor contradicción que eran el fin de las acciones penales, las Nomas Académicas y la organización estudiantil: del primer punto ambas partes llevaron propuestas, el MEU sostuvo la figura del «desistimiento» -que acabaría definitivamente con las acciones penales a nivel nacional– y las autoridades defendieron la figura de la «conciliación», que se traduce en la aceptación de las acciones penales y la criminalización del derecho a la protesta. Al llevar a cabo actos deliberativos los abogados de ambas partes por varios días, se llegó al acuerdo de detener los procesos penales, fin de las tomas, e instaurar la mesa mediadora: victorias parciales del movimiento, y en especial la de asegurarle la libertad a más de 75 compañeros judicializados.

El contenido del acuerdo sugiere un estudio sectorial de las Normas, es decir, analizar y debatir sus inconsistencias; después del estudio sectorial se llegaría a su discusión en un grupo más amplio acompañado de observadores y dar así propuestas de nuevas normas académicas que respondan a la realidad de cada carrera y facultad, finalizando su aprobación en el Consejo Universitario con un plazo hasta febrero del 2017. En cuanto a la organización estudiantil la mesa mediadora indicó que las autoridades tendrán que dar el apoyo necesario para la realización de un reglamento electoral de elecciones, y además el reconocimiento de las asociaciones de carrera, organizaciones político-académicas que vertebran al MEU, y las que han enarbolado esta justa lucha por la democratización de los espacios de decisión en la Universidad.

¿El MEU: una vanguardia estudiantil, o un movimiento que buscará compromiso con las luchas sociales?

Hasta este momento el MEU ha tenido que replantearse nuevos escenarios en esta lucha: desde sus victorias a corto plazo, sus trabajos de organización y su reestructuración interna. Este último punto fue llevado a cabo en un largo taller que reflexionara colectivamente sobre el MEU como definición, su trayecto y su papel en el tiempo venidero; desde el PSOCA invitamos a este movimiento a que participe –luego de dirigir los procesos de organización estudiantil– del compromiso con luchas igualmente importantes ahora: combatiendo las intentonas reeleccionistas de Juan Orlando Hernández con movilizaciones y protestas que den cuenta del descontento generalizado de la población hondureña, y asumir el enlace y nexos con organizaciones sociales en lucha –como el COPINH y OFRANEH– y organizaciones que han sido aplacadas desde el Golpe de Estado como los gremios magisteriales y sindicatos de trabajadores, para así vigorizar sus luchas en conjunto y acabar con las injusticias en menoscabo del pueblo hondureño.

 

Por Sebastián Ernesto González

El “estira y encoje” sobre el cacareado tema de la reelección sigue su camino a medida transcurren los meses. Sin duda alguna que los que más cacarean son los miembros y la dirección del Partido Nacional, y aunque Juan Orlando Hernández pide que lo dejen trabajar, es el que más impulsa este tema desde la dirección de su Partido Nacional. Hasta ahora no ha dado su opinión sobre que su periodo termina el 27 de enero del 2018 y que entregará la banda presidencial a otra persona. Lo que nos da la pauta de que sí existe un deseo manifiesto en su silencio.

En el fallo emitido por la Corte Suprema de Justicia en abril del 2015, sobre la petición de Rafael Leonardo Callejas por un lado y de 15 diputados nacionalistas por otro lado, en el que pidieron despenalizar el hablar sobre la reelección, la Corte controlada por el Partido Nacional por unanimidad dictaminó a favor de la petición.

Desde entonces Juan Orlando Hernández, que controla los 3 poderes del Estado, el Tribunal Supremo Electoral y el resto de las instituciones estatales, dedica todo su esfuerzo a reelegirse; para ello pasa en proselitismo permanente a través de actividades deportivas, sociales y médicas.

En esta coyuntura, el Ex presidente Manuel Zelaya, Coordinador General del Partido Libertad y Refundación (Libre), ha dado un apoyo engañoso a tal deseo de JOH. Como todos sabemos, el anhelo del ex presidente también es volver a la silla presidencial; sin embargo, el hecho de que JOH controla toda la institucionalidad hace que las bases se opongan al continuismo de Juan Orlando, quien se da por hecho que se reelegiría en la coyuntura actual.

Ese apoyo de Manuel Zelaya al proceso de reelección quedará plasmado en la consulta que se hará en el mes de octubre, cuando se elegirán las autoridades de Libre y en el que se preguntará si el votante está de acuerdo en que Manuel Zelaya se lance a la aventura política en el caso de que Juan Orlando se inscriba.

Pero este apoyo de Manuel Zelaya a la reelección no es contundente, más bien es tanteando lo que saldrá de la humareda, para así tomar una decisión de lanzarse él o lanzar a Xiomara su esposa.

El Congreso Nacional, el gran definidor

Según los juristas a favor de JOH, la reelección es un hecho que ya está permitido y para ello, según el diputado nacionalista Mario Pérez, introducirán en el Congreso Nacional una propuesta como iniciativa ciudadana: “Se va a entrar al Congreso Nacional sea vía ciudadana o que las personas que participaron en la consulta le pidan a los diputados que introduzcan una iniciativa de ley normal para reformar la Constitución o la Ley Electoral en este momento” (LT 23/07/2016).

Entre los temas a tratar están las reformas constitucionales o cambios en la Ley Electoral para que se dé paso a un segundo periodo presidencial.

Sin duda alguna que los diputados del PN siempre votan en bloque en las decisiones que se toman en el CN, pero los nacionalistas son minoría en este poder del Estado, y en esta ocasión, no la tienen clara con respecto a la oposición. De hecho, el Partido Liberal y el Partido Anticorrupción recogen firmas en contra de la reelección.

Refiriéndose a un probable plebiscito en las elecciones internas de marzo, Erik Rodríguez, presidente del Tribunal Supremo Electoral manifestó “De momento -precisó- solo el Partido Nacional, el Partido Liberal y Libre han anunciado que irán a elecciones internas y si en ese proceso eleccionario se decide hacer Plebiscito entonces eso limitaría la participación de los ciudadanos que no irían a elecciones internas de su partido”…“Pero para realizar un Plebiscito tiene que haber una aprobación del Congreso Nacional en donde se necesitan 86 votos para este tema y habría que ver si existe esta posibilidad” (LT 23/07/2016).

Y aquí es donde el PN no la tiene segura, porque no cuenta con el apoyo de los 86 votos. Otro factor subjetivo es la posición de la embajada estadounidense al respecto, con los escándalos de corrupción y narcotráfico en que están involucrados los máximos dirigentes del PN, donde muchas personas muy ligadas a JOH se menciona que están en la lista de extraditables.

Sin duda alguna que el gobierno de JOH ha sido el peor enemigo que han tenido los trabajadores en la historia del país. Su continuismo sería seguir acatando fielmente los dictámenes del FMI y del imperio. El llamado es a las bases de toda la oposición para movilizarse en contra de JOH.


Por Gregorio Mateo Raudales

La actual crisis de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) se ha desarrollado a lo largo de seis años, en medio de una Reforma Universitaria que en su forma práctica se ha consolidado gracias a la desarticulación de la participación y representación estudiantil en la construcción, discusión, aprobación, socialización y aplicación de los procesos académicos-políticos que supone dicho proyecto de reforma.

Será precisamente en el segundo período académico de 2016 cuando entran en vigencia la Normas Académicas de la UNAH, mismas que despiertan una profunda contradicción con gran parte de los sectores estudiantiles –organizados y no organizados–, quienes en un primer momento enfocaron su atención en la cuestión de aprobación y permanencia. Estas contradicciones particulares, sin embargo, van acrecentando la necesidad de reconocer un principio esencial, relegado por la desinformación mediática que la institución promueve: el poder estudiantil. Tras un proceso de maduración política en el seno de las dinámicas democráticas del Movimiento Estudiantil Universitario (MEU), las Asociaciones de Carrera van asumiendo la visión de construir un proyecto de democratización de la Universidad, que nos permita como estudiantes ser parte auténtica de las decisiones y procesos de la UNAH.

Del MEU, su organización y estructura

Las contradicciones entre visiones de lucha abrieron la discusión para buscar una solución a la crisis de la UNAH, pero no a través de la demagogia planteada por las autoridades universitarias. El MEU se constituirá desde la experiencia permanente de ideas y propuestas de las asambleas de las Asociaciones de Carrera y Movimientos Independientes que articulan al movimiento. El nivel de participación, y la prioridad que las bases le han dado a su incidencia en las tomas de decisiones, ha superado –como en los casos de la Facultad de Economía o la Carrea de Medicina– a la dirigencia de las mismas carreras; permitiendo una representación consensuada y amplia en los espacios de construcción del MEU.

Cada Asamblea de Carrera, Facultad y Movimiento Independiente promueve una visión de la lucha, que pasa por una discusión integral entre los sectores de coordinación, hasta una plena socialización y construcción en asambleas generales del MEU. Es precisamente esa práctica política la que ha consolidado la legitimidad nacional del Movimiento; la misma que hace dos semanas permitió la articulación del Frente de Reforma Universitaria (FRU), en el seno de las Asambleas del MEU, como muestra de apertura e inclusión.

Propuestas y contrapropuestas: el poder estudiantil

La lucha estudiantil se enmarca en una crisis de legitimidad. Escenario que pone en contradicción los mecanismos de acceso y permanencia a la Educación Superior, y las “exigencias sociales y políticas de la democratización de la universidad y la reivindicación de la igualdad de oportunidades para los hijos de las clases populares” (Santos, 2007, pág. 22); y que se ha agudizado en la UNAH después de la invisibilización constante de las propuestas que como sector organizado hemos presentado, y obviamente, por la criminalización a nuestros compañeros y compañeras en Ciudad Universitaria y Centros Regionales. El 23 y 25 de mayo de 2016, el MEU presentó sus propuestas iniciales que pretendían abrir paso a un proceso de construcción entre las partes para resolver la problemática de la normativa académica. Tras la negativa a estas propuestas se resolvió tomar medidas de presión que abrieran mediática y políticamente la atención a la crisis para la población hondureña, pero también a la comunidad universitaria todavía apática.

La toma general de Ciudad Universitaria el 6 de junio, el desalojo por parte de la Policía Nacional el 7 junio y el levantamiento injustificado de 6 órdenes de captura en contra de nuestros compañeros/as –anteriormente requeridos en 2014 y 2015– terminó acrecentando el descontento de la población estudiantil, que para el día jueves 9 de junio se concentra de manera espontánea en una movilización de más de 10,000 personas; y quienes deciden, no sólo en CU sino en los demás CR, asumir la toma general de todos los edificios: paralizando el funcionamiento y ejerciendo la “recuperación de territorio” de la UNAH, por más de un mes a nivel nacional.  

Represión y… lucha, arte, resistencia

La recuperación de territorio parte de una experiencia aprendida de las comunidades indígenas del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas Nacionales de Honduras (COPINH), y comunidades garífunas de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), quienes tras el asesinato de la compañera Berta Cáceres, compartieron mucha de su sabiduría y resistencia a las y los estudiantes. Su visión de la tierra parte de la comunión y no de la posesión; la relación y no la propiedad.

Así como nuestros hermanos y hermanas ofrendan sus vidas por proteger y recuperar lo que la opresión neocolonial les arrebata, así como estudiantes asumimos, en la limitante de nuestras condiciones sociales, culturales y políticas, una práctica de comunión entre compañeros y compañeros, una relación permanente de solidaridad, respeto, consenso y construcción.

Esta nueva práctica, lección que además se hereda de los compañeros/as zapatistas, permitió canalizar nuestra visión de una nueva universidad a través del arte. Murales, mantas, performance, vídeos, peñas, conciertos, poemas; la UNAH se pintaba de colores, y los muros opacos y sin historia contaban ahora la resistencia de los que nunca fueron, ni intentaron, ser oídos. El MEU se declaraba en Asamblea permanente, pero también a la UNAH y la lucha estudiantil como un espacio de felicidad.

En medio de este ambiente, el 22 de junio se hizo una presentación formal de nuestra propuesta de diálogo. Dicha propuesta buscaba sentar las bases de espacios permanentes de construcción que permitieran, de manera participativa, plural e incluyente, dar continuidad con auténtica representación estudiantil a los procesos de democratización que la UNAH requiere para reafirmar su carácter autónomo, crítica, propositiva y transformadora.

Los intentos por desmovilizar y desmoralizar a la lucha se frustraron en figuras penales, administrativas, grupos de choque, difamaciones públicas, etc. La legitimidad del MEU se consolidaba más, en contraste con el desgaste mediático que las autoridades universitarias sufrían, quedando sin argumentación válida para poder asumir cancelar el proceso de prediálogo iniciado el 26 de junio en Ciudad Universitaria con el MEU, el Frente de Reforma Universitaria (FRU) –que todavía no era parte de la articulación–, Fuerza Universitaria Revolucionaria (FUR), Frente Unido Universitario Democrático (FUUD), Facultad de Odontología, Facultad de Química y Farmacia y la Facultad de Ingeniería; donde estas facultades, y las próximas a sentarse el 27 (Facultad de Ciencias Económicas, Ciencias Sociales, Ciencias Espaciales, Ciencias Médicas, Ciencias, Ciencias Jurídicas, Humanidades y Artes), presentaron –y presentarían– la misma posición de no emprender un diálogo, sino no se elimina cualquier proceso judicial en contra de nuestros compañeros y compañeras; y además de la instalación de una mesa mediadora, que garantice la imparcialidad y crítica en el proceso de diálogo.

La postura de las autoridades ante la cancelación del diálogo fue no contar con las condiciones de respeto y altura que merecía el evento. A diferencia del “diálogo” del año 2015, ninguna carrera o facultad presentó una posición distinta a la consensuada por el MEU; y para sorpresa de algunos y consecuencia inevitable para otros, los frentes presentaron una postura similar, o sin cambios significativos, a la propuesta del movimiento, a excepción de la FUR. Precisamente, porque la construcción de la propuesta involucró a todos los sectores en una discusión activa, y el respaldo de bases hacia los frentes es mínimo.

El primero de julio, después de tres días de silencio institucional, de más acompañamiento en la recuperación de territorio, y de las amenazas constantes de desalojo, un contingente de más 500 efectivos de represión entra a CU, siendo una acción a nivel de CR, no para desalojar, sino con órdenes de capturar y levantar procesos judiciales a todas y todos aquellos que se encontraran en las instalaciones de la UNAH.

Se levantaron 19 nuevas órdenes de captura, bajo los cargos de “usurpación de la propiedad pública”, “daños al bien público”, y lo más preocupante, “sedición en contra del Estado de Honduras”. Durante el desalojo los más de 250 estudiantes se aglutinaron en el edificio de Ciencias de Salud para esperar acompañamiento de prensa y defensores de Derechos Humanos, y quedando en la Facultad de Economía 24 compañeros/as (dos de ellos menores de edad) que por la irregularidad del proceso, no pudieron aglutinarse con los demás estudiantes: siendo desalojados violentamente, expuesta su imagen y llevados al Departamento Policial de Investigación (DPI); cometiéndose un delito a no presentar una orden de captura formal en contra de ellos, y de sobrepasar el límite de tiempo establecido para una detención de este tipo.

El desalojo se dio a las 8 de la mañana, al principio sólo acompañaban padres y madres de familia, 300 personas caminaban las primeras cuadras hasta verse acompañadas, posteriormente, por docentes, estudiantes, trabajadores de la UNAH, que en su movilización hacia la DPI se acuerpaba por más de 800 personas.

La UNAH permaneció cerrada y militarizada hasta el 6 de julio. El MEU decidió reactivar las Asambleas en todas las Facultades, y CR. La convocatoria fue masiva, en Comayagua, Choluteca, San Pedro Sula. En Tegucigalpa fue el centro del descontento, más de 14,000 personas se aglutinaron en CU exigiendo justicia y diálogo bajo las condiciones que el MEU había solicitado.

En horas de la tarde, y tras una jornada de socialización en todos los sectores, las autoridades presentan su apertura para “continuar” el diálogo, teniendo como agenda única: las condiciones del MEU para sentar un diálogo sincero, incluyente y participativo. La convocatoria del MEU fue para el domingo 10 de julio, con una movilización desde el Hospital Escuela Universitario, más de 10,000 personas acompañó el acercamiento entre estudiantes y autoridades.  

Democratizar para construir

El balance del proceso de lucha estudiantil es crucial para consolidar su fuerza a nivel nacional. El acercamiento permitió que una de las exigencias, la mesa mediadora, fuera aceptada. Sin embargo, la dilatación de la jornada sólo sirvió para disolver la movilización y jugar la estrategia del desgaste. Ningún escenario de diálogo es posible si nuestros compañeros y compañeras continúan con procesos judiciales. Desde el MEU comprendemos que la necesidad de una nueva universidad se debe constituir desde el llamado de todos los sectores. La Plataforma Coordinadora Universitaria supone un intento por articular fuerzas con el sector docente, representado por el ADUNAH, el sindical, representado por el SITRAUNAH, y el estudiantil, representado por el MEU.

La necesidad de democratizar se enmarca en la conciencia general del estudiantado por ser parte activa y propositiva de un proceso de construcción de una nueva universidad; orientada su responsabilidad a los sectores que las actuales N.A., PA.A., en otras medidas de selección académico-política, excluye, margina e invisibiliza. El MEU debe elaborar un balance público de la situación de lucha, tomando la experiencia de cada asamblea de carrera; la política debe ser generar las bases para un escenario de lucha a largo plazo, que consolide su legitimidad y articulación desde las asambleas permanentes por carrera y facultad. Cualquier escenario de diálogo, especialmente sin el desistimiento de los cargos penales, sólo beneficia a las autoridades que buscan sanear su imagen y recuperar credibilidad en la opinión pública. Los diálogos entre estudiantes son la base esencial de cualquier proceso de democratización, porque la participación de cada carrera no sólo permite diagnósticos generales sobre la problemática, sino propuestas de acción y lucha, que se desarrollan con apertura según la particularidad histórica de cada sector.

 

Por José Ángel Troglio

El conflicto que vive hoy en día la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), producto del autoritarismo, intolerancia e intransigencia de las autoridades universitarias, ha llevado el problema al extremo: no existe consenso entre los mandos y estudiantado. La rectora Julieta Castellanos, acostumbrada a imponer y hacer cumplir sus caprichos, ha procedido de manera vertical desde que inició su administración, a tal grado de instaurar una cultura del miedo y del terror junto con sus más cercanos colaboradores en Ciudad Universitaria y todos sus centros regionales. Esta medida aberrante y antidemocrática ha mantenido a docentes y demás empleados en constante silencio, replegados y humillados ante cualquier atropello de las autoridades; aquel o aquellos que se han atrevido a cuestionar o denunciar la violación de sus derechos, han sido despedidos, castigados con penas administrativas severas, hostigados y hasta con persecución laboral, como ejemplo concreto tenemos la desarticulación y debilitamiento de instituciones insignes como IMPREUNAH y ADUNAH.

Julieta Castellanos encuentra la horma de su zapato

La aplicación de la nueva Ley Orgánica de la UNAH, aprobada en diciembre del 2014, contempla en sus preceptos más básicos lo siguiente: terminar con la paridad estudiantil, controlar el SITRAUNAH, controlar el ingreso a la UNAH por medio de examen de admisión y la privatización de los servicios de la UNAH. El origen de la lucha de los estudiantes lo ha provocado la aplicación de estas reformas académicas. En el 2015 se luchó por la derogación de la tabla de unidades valorativas; éstas afectaron a los estudiantes a la hora de matricularse, normas que condicionaron al alumno a matricular sus asignaturas por el índice académico, medida que limitó la cantidad de clases que los estudiantes querían cursar, otros se quedaron fuera del sistema sin opción alguna, lo cual provocó retraso para aquellos que sí lograron permanecer en el sistema a partir de la fecha, alargando los años para poder graduarse. La presente lucha es por la derogación de todas las normas académicas; una de sus reglas contempla elevar al 70% el índice académico, esto afectaría y excluiría a miles de estudiantes, estas normas no fueron consensuadas ni socializadas con los alumnos, padres de familia y docentes para su aplicación, los estudiantes exigen que se les dé mayor participación en las decisiones que tomen las autoridades.

Por otro lado, la rectora pensó que su autoritarismo aplicado a docentes y trabajadores iba a funcionar de la misma manera con el sector estudiantil. La petición de los estudiantes de exigir que se deroguen estas normas utilizando métodos de lucha tradicionales, obligó a la rectora a buscar salidas totalmente irracionales para dirimir el conflicto; toda autoridad que dirige una institución de educación superior aboga por una salida donde impere la razón, todo académico, dentro de la academia utiliza las herramientas del diálogo, la sabiduría y el consenso, herramientas que al parecer desconoce la rectora. Castellanos aplica los instrumentos típicos de los sin razón: procedimientos judiciales, desalojos violentos que permiten la clara violación de la autonomía universitaria al permitir la incursión de ejército y policía a los predios universitarios, requerimientos fiscales contra estudiantes y una serie de medidas que van desde la cancelación de los períodos académicos; esto denota la intransigencia y la inocultable venganza en contra del movimiento estudiantil, con ello demuestra que no lo ha podido controlar y es un hueso duro de roer.

Histórica lucha estudiantil

A pesar de todas las medidas represivas y la criminalización de la lucha estudiantil, estos compañeros nos han dado la enorme lección de coraje, empuje, organización y espíritu de lucha que no los hace doblegarse ante nada. El fenómeno de los centros regionales es digno mencionarlo, la mayoría de estos centros no han tenido la experiencia en procesos de lucha estudiantil como UNAH-CU y UNAH-VS. Esta vez, en los centros regionales la lucha tomó otras dimensiones; ante la custodia de los centros por militares y policías en la que se encontraba el CURC (Comayagua), CURLA (La Ceiba), CURVA (Olanchito) y el CURLP (Choluteca), los estudiantes convocaron a exitosas huelgas de brazos caídos: método de lucha que consiste en no asistir a clases, sin tomar los edificios ni cerrar las entradas a los distintos campus, dejando las aulas vacías. Además, se realizan asambleas, marchas por las principales vías de acceso tanto fuera como dentro de los centros y otras actividades para protestar pacíficamente.

El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a toda la comunidad estudiantil a mantenerse en la lucha por la democratización y rescate de la autonomía en la UNAH

¡Abajo Julieta Castellanos! ¡Arriba la lucha estudiantil!

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