Por Leonardo Ixim
Para mediados de junio de 1837 había llegado la noticia a las principales plazas centroamericanas de la invasión inglesa a la isla hondureña de Roatán en las Islas de la Bahía hondureña, hecho sucedido a inicios de mayo del año mencionado.
Este hecho corona dos situaciones relacionadas, el desmembramiento de las Provincias Unidas de Centroamérica, el Estado formado tras la disolución del Reino de Guatemala, por un lado; por el otro, el intento de consolidar un Estado satélite controlado por el Reino Unido en la costa atlántica Centroamericana.
La República Federal Centroamericana se conformó en 1823 tras la declaración de independencia del efímero Imperio Mexicano el 1 de julio de ese año por las provincias de El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, incorporándose Costa Rica, que no fue parte del Imperio Mexicano. Mientras que Chiapas, en un plebiscito en septiembre de 1824 se incorpora a los nacientes Estados Unidos Mexicanos.
El Fracaso de la Federación
En septiembre de 1824 se promulgaba la Constitución Federal Centroamericana, una pieza acorde con el pensamiento liberal ilustrado. Prohibía la esclavitud, reconocía el derecho al asilo político, la limitación de la pena capital, el establecimiento de jurados, la elección popular de funcionarios de los tres poderes del Estado incluidos los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, la limitación de las potestades estatales de los derechos civiles y políticos.
La configuración estatal se caracterizó por el peso político del Congreso Federal sobre el Poder Ejecutivo. La Constitución Federal además otorgó varias potestades a las provincias, sobre todo en lo que se refiere a las rentas internas. Los gobiernos de las provincias por su parte, a semejanza del modelo federal mexicano y estadunidense, tuvieron sus propios poderes estatales y una serie de prerrogativas que limitaron al poder federal.
Esta situación fue el reflejo en la superestructura, de la estructura económica y social que se fue configurando desde la colonia, pues en cada provincia existió una unidad político-económica materializada en los ayuntamientos, dominados por la aristocracia criolla descendiente de los invasores; usando esos espacios para consolidarse como clase sobre el trabajo servil de los indígenas y en una constante búsqueda de autonomía con respecto al poder colonial, situación que se consolidó tras la independencia de 1821.
Para limitar tal autonomía, y a partir de la asunción de la casa de los Borbones en España, ésta reconfiguró el sistema colonial en función de mejorar la extracción de impuestos, creando las intendencias para reestructurar política y administrativamente los dominios coloniales. Sin embargo, las rivalidades económicas entre las distintas élites locales y la aristocracia guatemalteca que concentraba las riquezas, al ser intermediaria en el comercio entre la producción local y la metrópoli, no pudieron ser limitadas por la corona.
Esas disputas entre las fracciones que se convertirían en la clase dominante, se tradujeron en conflictos que se encarnaron entre liberales y conservadores, donde los primeros reflejaron las fracciones que se sentían agobiadas por el peso monopólico de la aristocracia guatemalteca controlada por el Clan Ayicinena. Pero también por diferencias regionales, porque existían disputas entre liberales y conservadores a nivel de cada Estado y éstas con las fracciones mencionadas de Guatemala.
La primera guerra civil centroamericana se produjo entre 1827 y 1830, a raíz de que, en el Gobierno Federal controlado por conservadores, los liberales, sobre todo salvadoreños y hondureños con el general Francisco Morazán a la cabeza, se opusieron a los primeros. Morazán fue controlando los Estados de El Salvador y Honduras, para -con el apoyo de algunos liberales guatemaltecos- sacar a los conservadores del gobierno federal en 1830, eligiéndose por voto popular presidente del Gobierno.
Morazán posteriormente fue reelegido en 1835 y en el ínterin, debido a que los conservadores se fortalecieron nuevamente en Guatemala, cambia la capital federal a San Salvador. Durante su gobierno permitió que los ingleses comerciaran desde Belice, pero tratando de limitar la expansión inglesa en la costa atlántica. Promulgó una serie de reformas sociales como la limitación del poder de la iglesia, el establecimiento del divorcio y el control de la administración pública en manos eclesiásticas, etc. Pero las fuerzas conservadoras guatemaltecas se levantaron bajo la égida del general Rafael Carrera en 1838, usando para ello las creencias y el fanatismo religioso de la población, derrotando a los liberales en Guatemala en 1840 en la Segunda Guerra Federal.
De igual forma las élites regionales, tanto liberales como conservadoras, de las distintas provincias fueron desconociendo la Federación. La creación de un sexto Estado en 1837 dentro de la Federación, el de Los Altos en el occidente guatemalteco, que fue solidario con los liberales salvadoreños apoyando a Morazán, no logró mantener la Federación. Para el 30 de mayo de 1837 el Congreso Federal otorga a los Estados a organizarse según mejor les convenga, situación que fue interpretada como la carta para declararse independientes.
Los liberales centroamericanos, y ni siquiera el general Morazán que representaba las posiciones de mas avanzada, a diferencia de sus pares en otras latitudes de Hispanoamérica no realizaron reformas sobre la tierra, el trabajo forzado y el tributo que aquejaba a la población rural e indígena, sino la disolución de los denominados pueblos de indios; descontento que fue aprovechado por Carrera y los conservadores.
La presencia inglesa en la Costa Caribe de Centroamérica
Un factor que coadyudó para el resquebrajamiento de la Federación fue la presencia inglesa en la Costa Caribe. Tanto como la presencia histórica como el hecho del accionar de los agentes ingleses en la coyuntura de disolución de la República Federal de Centroamérica.
Sobre el primer aspecto, la presencia inglesa se da a partir de las concesiones forestales que la corona hispana le otorgó a colonos ingleses a finales del siglo XVII en Belice, que se extendían a la Península de Yucatán. Ya en la primera mitad del siglo XVIII el Reino Unido había establecido una presencia y una colonia formal denominada Honduras Británica. Todo ese siglo fue de confrontación entre las potencias (España, Reino Unido, Francia y Holanda) por el control geo-político del Caribe.
El Reino Unido se estableció en Jamaica y Gran Caimán, que junto a Belice eran una cuña entre las posesiones españolas en Cuba, Centroamérica y Nueva España. En 1779 los ingleses ocupan Omoa y en 1781 intentan ocupar Roatán. Dos años después España y el Reino Unido firman un tratado que obliga al segundo a dejar los territorios continentales a excepción de Belice. Pero nuevamente en 1796 se enfrentan estas potencias incorporándose Francia como aliada de España.
Pese a eso, la presencia inglesa es efectiva en toda la costa a partir del contrabando, la piratería y las concesiones a colonos ingleses entregadas por la misma corona española. Sobre todos estos factores los pueblos indígenas misquitos y los zambos (mezcla de negros e indígenas), más otros pueblos indígenas o afrodescendientes como los garífunas, que llegan a finales del siglo XVIII a la región, se van convirtiendo en socios desiguales de los comerciantes ingleses y en mano de obra para sus concesiones. Estableciendo a instancias de los intereses imperialistas ingleses una monarquía títere misquita -pero con existencia desde 1625- que era coronada en Belice con el visto bueno de la administración colonial de esa potencia.
Con las independencias de las antiguas colonias españolas, los intereses comerciales ingleses y el otorgamiento de préstamos a las nacientes repúblicas fue del interés del Reino Unido, manteniendo su influencia. Se agrega la competencia con Estados Unidos como potencia emergente, que manifestaba su interés en la región. Así, entre estas dos y en menor medida otras potencias, empezó una disputa en torno a la construcción de un canal interoceánico que se materializó hasta 1915 en Panamá. Además, estaban también los intereses de Nueva Granada, que reclamaba la costa costarricense y las islas de San Andrés, Providencia y Corn Island que al final quedaron en posesión de Colombia.
Con la invasión de Roatán el Reino Unido establece un protectorado en el Reino Misquito que se extendió desde las Islas de la Bahía, la costa oriental hondureña y toda la costa atlántica nicaragüense, hasta el río San Juan. Aprovechando entonces las disputas que terminaron con la Federación, el cónsul inglés Federico Chatfield y el Superintendente de Belice de apellido McDonald, complotaron con los conservadores guatemaltecos y hondureños para ponerle fin a la Federación, garantizar la presencia inglesa y de paso darle fin al efímero Estado de Los Altos, que junto a El Salvador fueron los que más protestaron por la invasión a Roatán.
Sin embargo, en el Reino Unido no había consenso sobre sostener la presencia en la región más allá de Belice. Por un lado, el Foreing Office azuzado por Chatfield y McDonald junto algunos colonos y comerciantes ingleses, abogan por mantenerse; pero por el otro, el Colonial Office y varios miembros del parlamento consideraban una pérdida de recursos mantenerse y sostener un Estado títere, más el conflicto que se generaba con otras potencias. Así, en 1850 se firma el Tratado Clayton-Bulwer entre Estados Unidos y el Reino Unido, donde ambas potencias acuerdan no monopolizar el control político ni militar de la región de cara a un futuro canal.
Bajo los intereses imperialistas
En la segunda mitad del siglo XIX, tanto la costa misquita como las Islas de la Bahía pasan en posesión formal de Nicaragua y Honduras respectivamente, dejando a Belice como colonia inglesa hasta su independencia en 1981, con un reclamo territorial sobre el sur de ese país de parte de Guatemala que se mantiene.
Sin embargo, subyacente a esta situación están los derechos de autodeterminación de los pueblos misquitos y afrodescendientes de la costa atlántica. Éstos desde la colonización española habían manteniendo cierta autonomía, aunque vinculados e influenciados por los intereses coloniales británicos.
En la actualidad estos pueblos son discriminados por los Estados centroamericanos, generando conflictos recientes. Recordemos que durante la revolución sandinista se persiguió a los Misquitos por el gobierno revolucionario nicaragüense, hasta que consiguieron su autonomía en 1987; o más recientemente en torno a la defensa del territorio Misquito ante el intento de construir un canal, de Garífunas en Honduras por la instalación de zonas especiales para las empresas y complejos hoteleros; y de Q´ekchies y Garífunas en Guatemala y Belice ante la apropiación de sus recursos naturales. Todo esto por los intereses imperialistas de diverso cuño.