Por Armando Tezucún

En el marco del diferendo territorial entre Guatemala y Belice, que lleva más de 150 años, la relación entre ambos países experimentó una escalada de tensión a partir del 20 de abril. Ese día una patrulla de soldados beliceños abrió fuego contra una familia guatemalteca en la zona de adyacencia, en la comunidad San José Las Flores, Melchor de Mencos, Petén, con el resultado de un niño de 13 años muerto, Julio René Alvarado, y su padre, Carlos Alvarado, y hermano heridos.

El origen de la disputa por territorio entre ambos países se remonta al siglo XVIII, cuando la corona española permitió a Inglaterra la explotación de árboles de hule en el área que hoy es parte de Belice. Los ingleses fueron expandiendo el territorio ocupado, y fundaron una colonia, aprovechando la inestabilidad política posterior a la independencia, la debilidad del Estado guatemalteco y su práctica ausencia en la región. El imperialismo británico logró controlar el territorio y consolidar su presencia, violando acuerdos a los que había llegado con diferentes gobiernos guatemaltecos, como la construcción de una carretera que uniera la zona central de Guatemala con el territorio beliceño.

Guatemala reconoció la independencia de Belice en 1991, pero reclama un territorio de 12,272 kms. cuadrados, prácticamente la mitad del territorio beliceño, incluyendo varios cayos e islas. Las fronteras no están definidas, y existe una Zona de Adyacencia que se adentra un kilómetro en cada país, patrullada por militares de ambos países. Hay un acuerdo entre ambas naciones para llevar el caso a la Corte Interamericana de Justicia, pero antes se debe realizar sendas consultas populares, sin fecha definida, para su aprobar esta acción. Este referendo se iba a realizar en octubre de 2013, pero el entonces presidente guatemalteco Pérez Molina lo suspendió al descubrir que Belice había modificado en secreto su legislación para que ningún referendo fuera válido a menos que contara con la participación de al menos el 60% de los electores registrados.

La población campesina que habita del lado de Guatemala, vive en total abandono, sin energía eléctrica, sin agua potable, y con frecuencia pasan inadvertidamente a territorio beliceño para buscar leña, raíces y realizar pequeñas siembras. En estas ocasiones los campesinos han sido atacados por tropas beliceñas, con saldos trágicos. El Procurador de los Derechos Humanos guatemalteco, Jorge de León Duque, visitó la zona el 4 de mayo y calificó la situación de “impresionantes, espantosas e impactantes condiciones de pobreza y ausencia absoluta del Estado guatemalteco” (El Periódico, 04/05/16).

La respuesta del gobierno de Guatemala al ataque del 20 de abril fue llamar a consulta al embajador en Belice e incrementar la presencia militar en la zona; al principio el gobierno anunció que fueron 3 mil soldados, después que solo mil efectivos, y a inicios de mayo afirmaron que son 400, que patrullarán de forma permanente. Las autoridades beliceñas afirman a capa y espada que sus soldados fueron atacados por los campesinos y actuaron en defensa propia, algo muy difícil de creer. El presidente guatemalteco Jimmy Morales rechazó categóricamente esta versión. Los mandatarios de ambos países se reunieron en la sede de la ONU y acordaron bajar la tensión, a la vez que la OEA iniciará una investigación de los hechos, mientras el gobierno guatemalteco llevará el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Sin embargo, el 4 de mayo ambos gobiernos incrementaron el enfrentamiento verbal, cuando el primer ministro beliceño Dean Barrow calificó de “injustificada, desproporcionada e incendiaria” la respuesta de Guatemala ante el incidente, y afirmó que tiene el respaldo del Grupo de Estados de África, del Caribe y del Pacífico, de la Comunidad del Caribe, del Reino Unido y de la Baronesa de Escocia. El vicepresidente guatemalteco Jafeth Cabrera respondió diciendo que Belice trata de victimizarse, cuando la realidad es que ellos mataron impunemente al joven e hirieron a su padre y hermano (Prensa Libre 05/05/16). El jueves 5 el Congreso guatemalteco aprobó un punto resolutivo rechazando las declaraciones de Barrow, y solicitando al poder ejecutivo que advierta a la población sobre los riesgos de viajar a Belice; el presidente del Congreso, Mario Taracena, que se encontraba en Nicaragua, rechazó la resolución, calificándola de “torpeza política” y “falso patriotismo” (Prensa Libre 06/05/16). Taracena se encontraba en Managua para gestionar una reunión entre la presidencia del Congreso de Guatemala y su par beliceña, a realizarse en la sede de la Asamblea Nacional de Nicaragua; este encuentro tendrá lugar el 19 de mayo con la finalidad de ayudar a superar el conflicto.

Lo cierto es que ambos gobiernos burgueses pueden obtener ventajas al explotar el lamentable incidente a su favor. La respuesta belicista de Jimmy Morales y su exacerbado nacionalismo le permitiría desviar la atención de su incapacidad para enfrentar los graves problemas del país, los continuos problemas de corrupción de la bancada oficial en el Congreso y los ataques de la Cicig y el MP contra funcionarios y empresarios. El gobierno de Belice, al victimizarse, podría conseguir más ayuda militar de parte de los británicos, con los recursos financieros que eso implica. En un panorama más amplio, las burguesías de ambos países lo que buscan es el control del potencial turístico de Belice, y los recursos petroleros situados en el subsuelo a ambos lados de la frontera.

El territorio beliceño es parte de Centroamérica, y su pueblo debe hermanarse con el pueblo guatemalteco y el del resto de la región en la lucha contra las burguesías locales y contra los imperialismos gringo y británico que controlan los recursos y riquezas del istmo centroamericano. El pueblo beliceño es parte de las fuerzas populares que se levantarán y lucharán por refundar la patria centroamericana bajo una federación de Estados socialistas.

En el corto plazo debemos reclamar el retiro inmediato de las tropas de ambos países de la Zona de Adyacencia; que se permita la libre movilización de ciudadanos beliceños y guatemaltecos en esta zona, y se otorguen salvoconductos para aquellos que por sus actividades económicas necesiten movilizarse en la zona fronteriza; que el diferendo sea resuelto, no por los organismos internacionales del imperialismo, sino por Asambleas Constituyentes populares y soberanas que pongan fin a los reclamos territoriales de ambos países y a los nacionalismos absurdos, y preparen la unificación socialista de Centroamérica.

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