Por Marcos Galicia 

“Los que luchan por la vida nunca mueren, decimos nosotros en las organizaciones. El recuerdo de los muertos los hace vivir entre los vivos, dicen por ahí, o algo así, no lo recuerdo muy bien” Carta de Misael Sen, defensor del Río Nahualate, quien escribe desde la prisión.

En la costa sur de Guatemala viven comunidades indígenas y campesinas asediadas por monocultivos de caña de azúcar propiedad de grandes empresas agroexportadoras. Estas industrias operan como carteles al margen de la ley, violando los derechos humanos con el consentimiento del Estado. Pero para que la maquinaria de los ingenios funcione, se necesita de la producción constante de energía y debido a la cantidad de ríos en la costa, las hidroeléctricas han sido una opción viable, y que también se publicita como una “energía verde” o “amigable con el medio ambiente” pese a que destruye los ecosistemas y, en este caso como muchos otros, destruye el tejido social.

“¿Cuál es el sentido de la vida? Buscar el bien común por encima de todos nuestros intereses personales” dice Misael en una de las muchas cartas que escribe en la cárcel. Misael fue encarcelado injustamente junto a otros dos defensores del territorio: Nicolás Pacach y Eliseo Sapón. ¿La razón? Se les acusa del delito de robo agravado durante una manifestación en dónde comunidades campesinas protestaban en contra de la construcción de una hidroeléctrica, que bajo engaños les había prometido el servicio de luz, promesa que resultó falsa en complicidad con la municipalidad.

“Les extraño a todxs, mamá, papá y ustedes carnales y carnalas y los sobrinos/as y bueno, tenemos que pensar en la muerte no como el fin, sino como el inicio de algo”. Los tres defensores siguen injustamente presos por el ansia de dinero de la Hidroeléctrica Santa Teresa S.A, que, por cierto, incumplió con la consulta previa e informada del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo -OIT-. 

Tuve la oportunidad de visitar a Misael en la cárcel gracias a las organizaciones basadas en la fe (en este caso, la iglesia evangélica). Dicha cárcel estaba controlada por una de las pandillas más grandes y sanguinarias de Guatemala. Misael relata cómo es llevar la vida ahí dentro: seguir las órdenes de arriba y pagar la extorsión a tiempo. Pese a que las condiciones de la infraestructura son muy deplorables y la comida es la misma, día tras día, Misael no ha perdido el sentido del humor y la valentía de que pronto saldrán del injusto encarcelamiento.

La condena es de 6 años inconmutables, pero los abogados de la empresa y la finca “El Edén” (lugar donde opera la hidroeléctrica) siguen buscando la manera de aumentar la condena a 12 años. Ya llevan más de un año privados de libertad, pero no pierden la esperanza de que haya justicia para ellos y sus comunidades, pues la hidroeléctrica sigue su curso. Y vale la pena recordar que Misael fue militante de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca -URNG- que fue el resultado político de las guerrillas tras los acuerdos de paz en 1996. Por ello exigimos a la URNG que también demuestre su solidaridad y apoyo a Misael, quien dedicó años de militancia política en años recientes, ¿En dónde están?

La familia de Misael ha sufrido el rechazo de miembros de la comunidad, pero el principal problema que han padecido desde que comenzó la persecución en contra de Misael ha sido el costo económico que esto conlleva. Pagar transporte, abogados, papeles y alimentación fuera del hogar han sido solo unos de los gastos que su apretada economía ha sufrido. 

Misael se dedica a la carpintería dentro de la cárcel, eso le ayuda a mantener su mente ocupada. También necesita de dinero para poder comprar artículos de primera necesidad y otro tipo de alimentación dentro de la cárcel. Fui el único miembro de la iglesia al que permitieron entrar para orar por él, sentí miedo, pues nunca había entrado a una cárcel de ese tipo. Y con respecto a la espiritualidad, Misael comenta lo siguiente:

“¿Cómo está mi espiritualidad? Vivo el día a día sin miedo a encontrarme con la muerte, cuando me toque trascender (...) siempre agradezco estar vivo y no pierdo la esperanza de un mañana mejor, libre”. Por ello nuevamente hacemos un llamado a organizaciones campesinas, sindicatos y asociaciones universitarias a articularnos para la defensa de los derechos humanos y comenzar una lucha frontal y sin temor en contra del capitalismo y el imperialismo estadounidense, que se ha servido de nuestros bienes naturales y que ha esclavizado a nuestros pueblos para seguir haciendo más dinero, dinero que nos llevó a la crisis ambiental y que está dañando a nuestros hermanos y hermanas.

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