Por Armando Tezucún

A pesar de una lluvia persistente, el 20 de octubre miles de trabajadores y ciudadanos se hicieron presentes en la marcha conmemorativa de los 80 años de la insurrección popular que en 1944 derrocó al gobierno dictatorial de Federico Ponce Vaides, heredero de la dictadura de 13 años del general Jorge Ubico, quien había presentado su renuncia en junio de ese año.

La caminata fue convocada por el Movimiento Popular y Sindical Autónomo de Guatemala y los Sindicatos Globales, y en ella participaron cientos de sindicatos de gran variedad de ramas de la economía, organizaciones estudiantiles, organizaciones sociales y grupos políticos. Los participantes agitaron numerosas consignas, como la exigencia de la renuncia de los funcionarios corruptos que controlan el sistema de justicia, el respeto del derecho a la libre sindicalización y la negociación colectiva por parte de los patronos, el cese a la persecución de dirigentes sindicales, comunitarios y periodistas, etc.

El espíritu de la marcha fue resumido por el compañero Julio Coj, dirigente de la Unión Sindical de Trabajadores de Guatemala (Unsitragua Histórica), cuando afirmó en su discurso: “Exigimos una democracia real, efectiva y participativa, inclusiva, que dé justicia social. Ya no aceptemos esa democracia empresarial y militar que nos han impuesto de 1985 hasta estos días … aquí, un puñadito de 20 o 15 familias son las que mandan y deciden…” (https://www.facebook.com/search/top?q=cgtg).

En el evento se hizo evidente que una parte importante del movimiento sindical y popular todavía tiene esperanzas e ilusiones en el gobierno de Bernardo Arévalo y el partido Semilla; aún cree que el actual presidente, con su tibio discurso democrático y anticorrupción va a solucionar la grave situación de pobreza y extrema pobreza de la población, y pondrá fin a las estructuras corruptas de empresarios, políticos, funcionarios de justicia, militares y crimen organizado que conservan el control de buena parte del Estado.

Arévalo fue invitado especial en la tarima donde se ofrecieron discursos al finalizar la marcha. El secretario general de la Confederación Central General de Trabajadores de Guatemala (CGTG), Luis Cortez, dirigió una parte sustancial de su discurso al presidente, ya presente en el escenario. Dijo Cortez: “… ya las decisiones del salario mínimo para este año ya están hechas y esperamos que usted tome la mejor decisión en beneficio de la clase trabajadora que lo apoyó y lo sigue apoyando en contra de la corrupción que sigue todavía vivo ahora ¿es así o no? Desde octubre todos los compañeros estuvieron luchando para que esa mafia, esa corrupción que sigue todavía y que está; pero, decimos los trabajadores y el pueblo, ‘somos más’, y aquí está que se ha respetado la democracia … Señor presidente, cuenta con el pueblo de Guatemala, y cuenta con la clase trabajadora” (Ídem).

El compañero Cortez mencionó la lucha generalizada de octubre del año pasado, en que la población defendió el voto democrático frente a las maniobras de los corruptos, pero olvidó mencionar que, entre el 19 y 31 de ese mes, Arévalo propició un diálogo entre empresarios y dirigentes indígenas, apoyado por la embajada de Estados Unidos, que culminó con la creación de una entidad llamada “Acción por la Democracia”, que suspendió los bloqueos que valientemente sostuvo la población durante varias semanas, frenando las luchas (La Hora 31/10/2023).

El presidente Arévalo pronunció su discurso, pero evitó referirse directamente a los temas mencionados por Cortez, como los nuevos salarios mínimos, o los ataques a dirigentes sindicales. Más bien se refirió a generalidades sobre democracia, justicia social y combate a la corrupción.

Arévalo llegó a la marcha vestido de paisano, con sombrero de paja, jeans, zapatos deportivos y chaqueta. Cuatro días después se presentó de elegante traje completo oscuro a un evento de la gremial de la burguesía exportadora, la Asociación Guatemalteca de Exportadores. El camaleónico presidente no tuvo empacho en compartir con los azucareros, textileros, cafetaleros y productores de palma, que son los mayores violadores de los derechos de los trabajadores, usurpadores de la tierra de los campesinos pobres y contaminadores del medio ambiente. El evento fue una premiación a empresas destacadas, y uno de los mencionados fue Licores de Guatemala, propiedad de la familia Botrán, una de las familias a las que hizo referencia en su discurso el compañero Coj ¿Qué tal?

Los compañeros del movimiento sindical y popular deben ya quitarse la venda de los ojos y percatarse de quién es realmente Arévalo. Les respaldamos totalmente en su exigencia de un nuevo salario mínimo de Q 200 diarios, para todas y todos los trabajadores. En la lucha por esta demanda veremos del lado de quién está realmente el presidente Arévalo.

 

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