Por Orson Mojica
Desde el año 1960, cuando los Estados de Centroamérica aprobaron el Tratado General de Integración Económica (TGIE), que dio origen al Mercado Común Centroamericano (MCCA), se contemplaba la unión aduanera centroamericana. El artículo I del TGIE incluyó el compromiso de “constituir una unión aduanera entre sus territorios”.
54 años después todavía no se ha creado la unión aduanera centroamericana, a pesar que en 1991, después de consumada la derrota de la revolución (1979-1990), se creó el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) que sustituyó al MCCA. Después vino la ofensiva neoliberal y la suscripción, cada Estado por separado, de múltiples tratados de libre comercio, que han tenido una incidencia negativa en los proyectos burgueses de integración económica centroamericana.
No se debe confundir la unión aduanera centroamericana, destinada a fortalecer un mercado regional centroamericano, que crearía las bases económicas y fiscales de un posible Estado Centroamericano, con la suscripción de tratados de libre comercio, dirigidos a facilitar las importaciones de las metrópolis, así como el abastecimiento de materias primas.
En Octubre de 1993 los Estados de Centroamérica suscribieron el Protocolo de Guatemala, el cual en su Artículo 15 reafirmó nuevamente el compromiso de constituir de manera gradual y progresiva la Unión Aduanera Centroamericana, entre sus territorios. Los países que más avanzaron en una unión aduanera bilateral fueron Guatemala y El Salvador, pero en el resto de países predominan las aduanas nacionales que se han convertido en un obstáculo al comercio regional.
Desde entonces han ocurrido enorme cantidad de reuniones, cumbres presidenciales, pero la meta de la unión aduanera centroamericana no se ha realizado. El junio de 2004 los Estados de Centroamérica aprobaron el Marco General para la Negociación de la Unión Aduanera en Centroamérica, repitiendo lo mismo que ya estaba establecido en el TGIE. En 2006 se acordó iniciar la “armonización arancelaria”.
En este proceso, hay tendencias contradictorias. Por un lado, los Estados de Centroamérica han suscrito varios tratados de libre comercio, siendo los más importantes el CAFTA-DR en 2003 (Costa Rica lo hizo hasta el 2007) y reciente el Acuerdo de Asociación (ADA) con la Unión Europea (UE).
Si bien es cierto que estos tratados han facilitado el comercio mundial, privilegiando las exportaciones e importaciones hacia Estados Unidos y Europa, las trabas del comercio intrarregional subsisten y en algunos casos han empeorado, paralizando o debilitando en los hechos el proceso de implementación de la Unión Aduanera Centroamericana. De esta manera podemos concluir que la incidencia de los tratados de libre comercio ha sido impedir en los hechos la constitución de la unión aduanera centroamericana.
La implementación del CAFTA-DR y el ADA ha profundizado la crisis fiscal de los Estados en Centroamérica, en la medida en que la desgravación arancelaria reduce los exiguos ingresos fiscales. Algunos especialistas estiman que la eliminación total de aranceles en las exportaciones centroamericanas, más el efecto producido en los impuestos internos indirectos (como el IVA), le cuesta a los países centroamericanos una reducción de sus ingresos fiscales en alrededor del 10%.
El resultado final ha sido que para superar la crisis fiscal, muchos gobiernos crean nuevos impuestos y cobros aduaneros, con el objetivo de aliviar sus propias crisis fiscales, pero con ello entierran el ansiado proyecto de unión aduanera.
Lo poco que se ha avanzado en materia de unión aduanera se debe a las presiones imperialistas de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), con el objetivo de consolidar un mercado regional donde puedan vender libremente sus productos, pero nunca han intentado crear un Estado Centroamericano.
En la cumbre del SICA de mayo del 2013, Barack Obama criticó a los gobiernos centroamericanos por la lentitud del comercio regional, presionando por la unión aduanera centroamericana sin decirlo abiertamente.
Ante el estancamiento de la unión aduanera, ahora le ha tocado el turno al inoperante Parlamento Centroamericano (PARLACEN) de reimpulsar el proyecto de unión aduanera centroamericana.
En noviembre de este año será instalada en Panamá la comisión mixta de diputados del PARLACEN y del Parlamento Europeo para aprobar el reglamento de control y ejecución del ADA, el que incluye la implementación de la unión aduanera centroamericana.
La meta del PARLACEN es que en enero del 2015 comience a funcionar la libre circulación de mercancías y personas en toda Centroamérica. Hasta ahora, el tratado CA-4 ha permitido que en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua exista un régimen flexible de circulación de personas y mercancías, pero éste no funciona hacia el sur, es decir, no incluye a Costa Rica y Panamá.
Orlando Tardencilla, diputado nicaragüense y vicepresidente del PARLACEN, ha dicho que en 2015 los Estados de Centroamérica “deben garantizar la homologación de los procedimientos de regulación comercial y migratoria en cada una de las fronteras” (www.parlacen.int).
Para el año 2017 debe estar funcionando plenamente la unión aduanera centroamericana. Esos son los planes y directrices del imperialismo norteamericano y europeo, quienes imponen el ritmo del mercado regional.
Los trabajadores y la izquierda centroamericana debemos estrechar lazos y potenciar nuestro propio proyecto socialista, ante la existencia de un mercado regional y grupos burgueses regionales que se coordinan entre sí. Ellos nos llevan ventaja, debemos apurar el paso.