Por: Salvador Belloso

El Salvador pasa por uno de los momentos más funestos en los últimos años, pese la inmensa campaña publicitaria que de manera permanente sostiene el Gobierno de Bukele-GANA-NI, para conservar los altos índices de popularidad en el interior y exterior del país. Sin embargo, esas luces LED y sus colores de fantasía no opacan la gris realidad del pueblo salvadoreño. La reelección presidencial de Nayib Bukele, es el enclave para la llegada de otra dictadura militar, sustentada esta vez en la imagen carismática que él representa, por lo que es necesario tomar en consideración qué tipo de régimen político trae consigo, habiendo tenido ya una experiencia con la gestión (2019-2024). 

Se le ha tildado de Dictador por su forma de obrar en cuanto a la concentración de poder y su manera autoritaria de proceder, sobre todo en este último año en el que han quedado expuestas sus intenciones al pretender reelegirse pese a que la Constitución Nacional lo prohíbe. Desafía llanamente al orden Constitucional porque se asienta sobre una base sólida, al tener el total sostén de la bancada cyan en la Asamblea Legislativa (AL), al Fiscal General de la Republica como inquisidor político, al sistema judicial a su favor producto de una judicatura depurada, la Sala de lo Constitucional como garantía de respaldo jurisdiccional en materia constitucional, valga la redundancia, y, tras esto tiene una minoría electoral  que le respalda, medios de comunicación y adulación más una gran cantidad de trolles y fakes news, pero fundamentalmente su fuerte es el sector burgués ascendente árabe-palestino junto a sus alianzas.     

¿Cómo se escuda para justificar sus actos?

Las sensaciones generadas por la aparente seguridad y disminución en los índices de homicidios, en consonancia con la desarticulación territorial de las maras y pandillas, son solo eso; sensaciones, pero esto le sirve al bukelismo para legitimarse en todos los actos antidemocráticos y violaciones a los Derechos Humanos, por eso los señalamientos de antidemocrático, totalitario y, asesino ya no le inquietan, con la reelección presidencial en las manos pasa de largo de cualquier señalamiento en su contra, siempre legitima su proceder mostrando a la seguridad como de si de un artículo promocional se trate, porque en efecto es lo único que puede percibirse como efectivo, por eso se aferra a eso.

La propaganda repite insaciablemente lo mismo: que la seguridad en El Salvador es la mejor de Latinoamérica. Ninguno de sus medios de comunicación y adulación explica razonablemente, porqué el país lleva más de un año en estado de excepción, si se supone que todo marcha bien en la seguridad, pues es necesario cuestionar si aún persisten las circunstancias que justificaron esta medida, de ser así entonces, lejos de mejorar en materia de seguridad todo ha empeorado, al persistir por más de un año las mismas circunstancias extremas que justificaron el régimen de excepción, sin que lo haya solucionado el gobierno, pues de lo contrario es válido pensar que en realidad esto se ha sostenido de manera permanente porque forma parte de su régimen político, el cual antes ya arrastraba dotes de autoritarismo; es decir, es una excusa para el uso de la violencia del Estado, en menoscabo de las libertades y derechos del pueblo.

Nuestras fuerzas son nuestra única arma

El bukelismo va en camino consolidarse en el Estado como poder único (bukele, banacada cyan y aliados), la carroñera oposición que antes le llamaba dictador a Nayib Bukele, ahora vuelve al redil electoral al cual pertenece esperando obtener alguna renta que le permita existir en la Asamblea Legislativa,mientras tanto la clase trabajadora y pueblo salvadoreño tiene en su contra todo un aparato (militar, policiaco y propagandístico), dispuesto para desarticular cualquier lucha o expresión de resistencia popular.

Bajo estos parámetros es necesario poner los pies en la tierra, romper con el ciclo embaucador de los medios del bukelismo, para no digerir y repetir esa retórica falsa y buscar puntos de coordinación por aquellas situaciones que afectan al pueblo salvadoreño, las que son ignoradas pero son lo esencial por lo que debemos luchar.      

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