Anastasio Somoza García, el fundador de la dinastía, rodeado de sus hijos, altos oficiales de la G.N.

Por Melchor Benavente

La historia de la dictadura somocista (1937-1979) es también la historia de la Guardia Nacional (GN). Como un personaje ignoto llego a controlar de manera férrea el poder político en Nicaragua, por un largo periodo, obedeció a causas muy particulares, las cuales vale la pena repasar.

La creación de la Guardia Nacional

El derrocamiento del gobierno nacionalista del general José Santos Zelaya en 1909, dio paso a la posterior intervención militar norteamericana, que se mantuvo casi de manera interrumpida hasta el año 1933.

La guerra constitucionalista iniciada en 1926, terminó el 4 de Mayo de 1927 con el pacto del Espino Negro, con la única oposición del general Augusto C. Sandino. En esa reunión se acordaron las bases para la creación de la Guardia Nacional.

Posteriormente, el “Convenio sobre la Guardia Nacional de Nicaragua”, fue negociado por Carlos Cuadra Pasos, ministro de relaciones exteriores del gobierno conservador, y Mr. Dana G. Munro, embajador norteamericano en Managua, y finalmente firmado el día 22 de Diciembre de 1927. Ese mismo día el presidente Adolfo Díaz, lo refrendó y lo envió de urgencia al Congreso, el cual lo aprobó mediante el Decreto del día 21 de Febrero de 1929, siendo publicado en La Gaceta del jueves 4 de abril de ese mismo año.

Esta fue la partida de nacimiento de la Guardia Nacional, producto directo de la intervención norteamericana. El Convenio contemplaba que “la Guardia Nacional da Nicaragua se considerará como la única fuerza militar y de Policía de la Republica, y la que dispondrá el Comandante General para garantizar la paz interior y seguridad de los derechos individuales

En la parte final, dicho Convenio contemplaba que el gobierno de Estados Unidos “se compromete a destacar oficiales y hombres alistados de la marina y cuerpo de marina de los Estados Unidos para que cooperen con el Gobierno de Nicaragua en la organización y ejercicio de una Constabularia (…) Los oficiales (norteamericanos) no serán juzgados por los tribunales civiles y consejos de guerra nicaragüenses, sino que estarán sujetos a juicio por consejo de guerra bajo las leyes orgánicas de la marina de los Estados Unidos”.

El primer nicaragüense Jefe-Director de la Guardia Nacional fue Anastasio Somoza García, un personaje sin trayectoria militar, sin conexiones con la oligarquía libero-conservadora. Somoza García es ampliamente conocido por ser el principal organizador del asesinato del general Augusto C. Sandino, el 21 de febrero de 1934.

 

Crisis y descontento popular

El poder de Somoza García y de la Guardia Nacional creció enormemente después del asesinato de Sandino y del aplastamiento militar de las guerrillas campesinas sandinistas en las montañas del norte y centro de Nicaragua. Ya no había dualidad de poderes, el único poder de las armas se concentraba en la GN. El plan del imperialismo norteamericano dio resultados: ya no era necesario intervenir militarmente a Nicaragua para imponer el orden, la GN ocupaba el mismo rol de las tropas norteamericanas pero con soldados nicaragüenses.

La retirada de las tropas norteamericanas produjo un vacío de poder, y un forcejeo entre las cúpulas de los partidos Liberal y Conservador, quienes peleaban por controlar a la GN. Al terminar el periodo presidencial de José María Moncada (1929-1933), le sucedió el gobierno del liberal Juan Bautista Sacasa (1933-1936), pero este nació prácticamente en la orfandad, sin la protección directa de las tropas norteamericanas y con el incontrolable y creciente poder de la GN, en una sociedad atrasada económicamente y duramente golpeada por el crack de la económica mundial: desplome de los precios del café y de los productos agrícolas de exportación, causando un desempleo masivo, y con ello un enorme malestar social.

Las masas desesperadas buscaban soluciones que los partidos Liberal y Conservador, las paralelas históricas, no podían dar. Somoza García, un hábil oportunista, comprendió perfectamente la oportunidad que se abría con la crisis del gobierno de Juan Bautista Sacasa, y por ello preparó las condiciones para su derrocamiento.

La lucha abierta por el poder se intensificó cuando Somoza García anunció su pretensión de correr como candidato presidencial, en abierta violación a la prohibición constitucional que impedía que el jefe de la GN participara en política, además que también era sobrino político del presidente Sacasa. El enfrentamiento de Somoza García contra su tío, fue cada vez más abierto y despiadado.

El 18 de Mayo de 1936, Somoza García propuso al caudillo conservador, Emiliano Chamorro, y al influyente Carlos Cuadra Pasos, la formación de un gobierno de coalición, como un anzuelo para disipar la resistencia de las paralelas históricas. Un gran sector del liberalismo también se oponía a sus pretensiones de llegar a la presidencia.

Dentro del Congreso, se formó una alianza libero-conservadora que se oponía a la incursión de Somoza García en la política. La situación no era fácil para Somoza.

Los “Camisas Azules”

Producto de la crisis económica mundial de los años 30 del siglo XX, se produjo un fenómeno mundial de crecimiento del fascismo. Nicaragua no fue la excepción. El Partido Conservador se dividió en 1934 y del cisma surgió un ala fascista. En la ciudad de Granada, cuna del conservatismo, un grupo de jóvenes intelectuales conservadores iniciaron el movimiento fascista conocido como “camisas azules”, nombre copiado de la Falange Española, que a su vez imitaba a las “camisas negras” de Mussolini. Entre los más destacados estuvieron el poeta Pablo Antonio Cuadra y José Coronel Urtecho (al final de su vida apoyó la lucha guerrillera del FSLN contra Anastasio Somoza Debayle).

Para imponer sus planes, Somoza García utilizó a los “camisas azules”, pero también se montó sobre justas luchas populares, como la huelga de choferes por el alza de la gasolina, para crear un escenario de caos social que ameritara la necesidad del surgimiento de un salvador supremo.

El 26 de abril de 1936, en la ciudad de Granada, los “camisas azules” proclamaron a Somoza García, como candidato presidencial. Este se esforzaba por aparecer por encima de los tradicionales partidos Liberal y Conservador, como un candidato unificador de la nación en momentos de aguda crisis.

Los “camisas azules” no eran un movimiento de masas, tenían apenas unos 250 seguidores que salían a marchar a las calles, proclamando la necesidad de destruir el sistema imperante. No eran las clásicas bandas fascistas armadas, aunque Somoza García les proveyó dinero y armas a los principales dirigentes, con el objetivo de contar con una fuerza paramilitar de choque que atemorizara a quienes se oponían al creciente liderazgo político de Somoza García

Se inicia el levantamiento de la GN

En ese contexto de enfrentamientos callejeros e inestabilidad politica, se produjo una huelga de choferes que protestaban por la escasez de gasolina. El gobierno de Sacasa ordenó a la GN que impusiera el orden en las calles. Somoza García no reprimió al movimiento, sino que se mostró conciliador, atrayéndolos a sus planes, prometiendo una solución justa

Todas las piezas estaban en orden. El 27 de mayo de 1936, la Guardia Nacional bajo el mando de Somoza García, inició una rebelión militar contra el débil gobierno de Sacasa. Para justificar el levantamiento militar Somoza García necesitaba profundizar la crisis y poner al país al borde del abismo.

Pero no toda la GN estaba a favor de Somoza, había sectores de la oficialidad que le eran fieles al presidente Sacasa, en los cuarteles de Corinto, Rivas y Managua. Entonces, con el golpe de Estado, Somoza García quería no solo derrocar al gobierno sino también ejercer el control total sobre la GN.

Ese día los “camisas azules” atacaron y destruyeron las imprentas del periódico liberal “El Pueblo”. Somoza salió a defender el orden, distanciándose de los “camisas azules”, pero sin reprimirlos. Conforme el plan maestro, el 29 de Mayo los “camisas azules” atacaron el “Diario Nicaragüense” en Granada.

El 27 de Mayo en Bluefields, en la costa Caribe, la Guardia Nacional destituyó a las autoridades civiles, cobijada en un levantamiento popular que protestaba porque no dejaban correr a Somoza García como candidato. Algo similar ocurrió al mismo tiempo en las ciudades de Chinandega, Estelí, León Masaya, Matagalpa y Granada.

El 29 de mayo Somoza García viajó a León con un contingente de 600 hombres para aplastar la resistencia del Fortín de Acosasco, al mando del mayor Sacasa, primo del Presidente, quien al tercer día se rindió. Somoza García fue aclamado como un héroe en León, bastión del liberalismo.

El 1 de Junio se inició la batalla por el control de Managua. Las tropas somocistas rodearon la Casa Presidencial, ubicada en la loma de Tiscapa, y asaltaron militarmente los cercanos cuarteles de El Hormiguero y El Campo de Marte. El 3 de Junio Somoza García se dirigió en tren hacia Managua, siendo recibido al día siguiente por más de 3,000 personas que lo ovacionaban.

La renuncia de Sacasa

En esos días de levantamiento militar, el presidente Sacasa escribió a los presidentes centroamericanos: “Desde que el general Somoza comenzó a trabajar en favor de su candidatura, ha estado usurpando las funciones que me pertenecen como Comandante en Jefe del Ejército, desobedeciendo órdenes emanadas de mi autoridad. Probablemente en cualquier momento, la sangre será derramada, reinará la anarquía en el país, poniendo en peligro no sólo a esta nación, sino a las otras de Centroamérica. Como las instituciones y la sociedad, seriamente amenazadas, han sido dejadas a mi autoridad sin suficiente apoyo militar para defenderlas y como tengo certeza del interés que la paz de Nicaragua inspira al ilustre gobierno de los Estados Unidos no vacilé en pedirles una acción conjunta de cooperación amistosa".

El Presidente Sacasa, impotente, no tenía tropas ni aliados en el Congreso para defender su gobierno. Somoza García había calculado bien el momento, y contó con el respaldo popular necesario para legitimar el golpe de Estado. El 6 de Junio, el presidente Sacasa, acorralado, humillado, envió su formal renuncia al Congreso, depositando el poder en manos de Julián Irías, ministro de gobernación.

El 7 de Junio Somoza García entró triunfante a Casa Presidencial, pero no cometió el error de hacerse nombrar presidente, simplemente se limitó a liquidar al inepto e impopular gobierno de Sacasa, convirtiéndose en el centro del poder y despejando el camino para su candidatura presidencial.

Finalmente, el 9 de Junio, el Congreso legitimó al golpe de Estado y designó al títere a Carlos Jarquín Brenes como presidente provisional. El 16 de Junio Somoza García anunció su candidatura presidencial.

Somoza negocia con la oligarquía e impone su candidatura presidencial

 

El victorioso Somoza García desarrolló intensas negociaciones políticas para despejar el camino de su candidatura presidencial. Como no pudo juntar los votos para una reforma constitucional, logró que el Congreso pospusiera las elecciones un año, hasta diciembre de 1936, logrando el tiempo necesario para cumplir la disposición constitucional que lo obligaba a renunciar un año antes de presentarse como candidato presidencial. Para guardar las formalidades, Somoza García renunció simbólicamente a la Jefatura de la poderosa Guardia Nacional, en Noviembre de 1936, dejando a Rigoberto Reyes como títere sustituto.

Los conservadores, preocupados por el giro de los acontecimientos, pidieron al gobierno de Estados Unidos, al igual que en 1928, la super vigilancia de las elecciones, pero la solicitud no fue aceptada, dejando el camino libre para que la GN contara los votos. El 11 de Diciembre de 1936 la GN dio a conocer que Somoza había arrasado en las elecciones, obteniendo el 80% de los casi 110 mil votos emitidos. Somoza tomó posesión como presidente el 1 de enero de 1937. Las circunstancias de crisis económica y caos social, llevaron a Somoza García a la jefatura de la GN y después a la presidencia de la república, abriendo un nuevo periodo de dominación política. Así se inició la sangrienta dinastía somocista, que duraría 43 años en el poder. Por eso, bajo la dictadura somocista, el 27 de Mayo era celebrado como el día de la “gloriosa e invicta Guardia Nacional”.

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