Por Amelie Poinssot (Mediapart) y Stathis Kouvélakis (Contretemps)
[Syriza acaba de celebrar su Congreso fundacional que marca un punto de inflexión en la evolución de esta, hasta a ahora, coalición electoral que acaba de constituirse como partido unificado en un contexto político, externo e interno, preñado de contradicciones. Los artículos de Amelie Poinssot (Mediapart) y Sthatis Kouvélakis (Plataforma de izquierdas" de Syriza) nos permiten acercarnos a lo que ha dado de sí este congreso]
1.- Los múltiples desafíos de la nueva Syriza
Por Amelie Poinssot (Mediapart)
El 12 de junio de 2012, Syriza se hizo con la segunda plaza en las elecciones legislativas. El 27% de los votos y los 72 escaños obtenidos en la Asamblea General de Grecia, fueron toda una sorpresa en Europa. Con el paso del tiempo, la sorpresa creció más aun: según los institutos de sondeo, la izquierda radical oscila entre el 20 y el 28% de intención de voto, pisándole los talones a Nueva Democracia (partido en el poder). Estos resultados son tanto más sorprendentes en cuanto que, desde su creación en 2004, Syriza no había logrado pasar mas que del 4% al 5% en las elecciones. Si bien una parte de este éxito electoral puede ser interpretada como una forma de rechazo a las políticas de austeridad, lo cierto es que en sólo una década esta formación, a pesar de sus contradicciones internas ligadas a su constitución, ha destacado en el escenario político griego. Syriza está compuesta, originalmente, por una coalición de diversas formaciones de la izquierda y de la extrema izquierda, de ex-comunistas pro-europeos, maoístas, trotskistas y, también, por ecologistas radicales: una constelación que ha sido objeto de diversas críticas por parte de sus detractores.
Sin embargo, estos días Syriza ha sufrido un cambio de imagen: la izquierda radical ha realizado su “congreso fundacional” en la metrópolis ateniense, en el que sus diferentes componentes se han disuelto para fundar una nueva estructura, la “Syriza-EKM” (EKM siglas en griego de “Frente Social Unitario”). Una etapa decisiva en la historia de este joven partido, ya que todos sus componentes han acordado un programa político común, unos nuevos estatutos, una imagen común hacia el exterior más homogénea, más coherente con su electorado y frente a sus adversarios. Durante cuatro días, en el centro de congresos de Palio Phaliro, a poca distancia del Pireo, 3.500 delegados intercambiaron puntos de vista antes de votar la declaración de principios del partido, la elección de un nuevo comité central y la reelección de Alexis Tsipras para la presidencia.
En esta declaración de principios, Syriza se reafirma en sus fundamentos, “un partido fundado sobre el pensamiento marxista y la larga historia del pensamiento emancipatorio, que trata de avanzar teniendo en cuenta todo este importante aporte teórico”, y en sus objetivos: “cambio democrático del sistema político”, “organización de una sociedad basada en la propiedad y la gestión social de los medios de producción”, “acabar con la dominación de las fuerzas neoliberales y anulación de los memorandum de austeridad”. Aquí encontramos las grandes líneas de su programa, a saber, la paralización de la privatización de los servicios públicos, la garantía del acceso a bienes comunes fundamentales como el agua, la educación, la sanidad, … La instauración de una renta básica, y ayudas para toda la gente desempleada del país (actualmente la duración máxima de indemnización por desempleo es de un año para quienes hayan trabajado a jornada completa).
Para financiar todo esto, el partido propone la puesta en marcha de un nuevo sistema fiscal, más justo y eficaz, que afectaría a las fuentes de riqueza hasta ahora protegidas, como las propiedades de la Iglesia, así como relajar la presión presupuestaria que está padeciendo Grecia a través de una renegociación de su deuda con el objetivo de anular una parte y poner en moratoria el resto.. De forma más general, el partido defiende una política de recuperación, basada en el aumento del gasto social y el apoyo a la producción, en particular en el sector agrícola, siguiendo una política de protección del medio ambiente y de desarrollo sostenible.
Entre las y los delegados, la mayor parte vienen de la vieja guardia de la izquierda griega. Pero también encontramos a jóvenes militantes. Syriza contaba con 14.000 miembros antes de las elecciones del año pasado... Hoy cuenta con más del doble: 35.000.
Athina Arvaniti de aquellos que se han unido a Syriza después de las elecciones: “Yo encontré en Syriza al único partido que permitiría cambiar las cosas, dar la vuelta a las políticas de austeridad y batirse por una sociedad más igualitaria, más justa. No es que me reconozca en todas las posiciones del partido, pero es donde encuentro una razón para la lucha y para la esperanza”. Athina Arvaniti ha sido activista durante mucho tiempo en los movimientos sociales. Reside en el municipio portuari de Perama (antiguo buque insignia del sector naval griego hoy en quiebra). ha formado parte de las asambleas de base de su barrio, un colectivo construido a partir de la experiencia del movimiento Indignados hace dos años, y que trabaja en la recogida y distribución de alimentos para ayudar a decenas de familias necesitadas, mientras les animan a luchar contra la política de austeridad.
Muy presente en las manifestaciones, esta madre de familia no había militado jamás en un partido político. Para ella, su adhesión a un partido no es un fin en sí mismo: “Todavía hay mucho trabajo que hacer, hace falta que la gente se apropie del combate de la izquierda, hace falta que la gente comprenda que debe movilizarse y ¡deben hacerlo primero por sí mismos! Para esto, hace falta también que los miembros y cuadros del partido no se limiten a las palabras y estén más presentes en las organizaciones, los movimientos, … Syriza debe participar además en los procesos sociales”.
Si Athina llama a una mayor presencia sobre el terreno, los miembros de Syriza están, en realidad, muy implicados en los colectivos de solidaridad creados en numerosos barrios de la metrópolis ateniense y en otras ciudades del país. Algunos militantes han impulsado estructuras autogestionadas, como los dispensarios de medicinas básicas de Tesalónica: el partido no ha hecho publicidad de esto, pero cada vez hay más gente trabajando sobre el terreno. Por encima de todo, lo que se trata de cambiar es su tejido de simpatizantes: “El voto a Syriza era esencialmente urbano – nos explica el portavoz del partido, Panayotis Skourletis. Ahora, por primera vez en la historia, tenemos miembros del partido en las zonas rurales. Y los núcleos del mismo crecen en las pequeñas ciudades de provincia”. En el sector de Corinto y sus alrededores, por ejemplo, el partido cuenta hoy con siete secciones, frente a una única con la que contaba hace un año. En Arta, en el noroeste del país, hay cinco secciones cuando hace un año solo había una.
Toda esta ola de adhesiones, si bien alegra a los miembros históricos del partido, le plantea, evidentemente, nuevos desfíos: estos nuevos militantes no tienen el mismo pasado político, algunos vienen del Pasok (partido socialista) o del KKE (partido comunista), otros apenas están politizados… Muchas identidades diferentes pueden influir en la línea del partido. Se impune igualmente la pregunta sobre su representatividad: hasta el congreso, cada formación que componía Syriza tenía derecho a veto, lo que excluía del proceso de decisión a todos estos nuevos militantes no miembros de partidos preexistentes a Syriza. Aun más, los dirigentes asumían una doble función: eran al mismo tiempo cuadros en su formación de origen, y cuadros en el seno de las instancias de Syriza.
“Por razones funcionales, pero también por razones democráticas, había que reformar los estatutos, nos explica Natacha Theodorakopoulou, miembro del comité central, reelegida en el congreso. El objetivo es llegar a ser un partido más representativo y mejor organizado. Esto no impide que sigamos siendo una izquierda plural: las diversas tendencias continuarán existiendo en el partido”. Para el politólogo Georges Contogeorgis esta refundación tiene tanto de cambio como de salto hacia adelante: “Si bien las organizaciones componentes de Syriza son oficialmente disueltas, estas van a seguir existiendo en el interior del partido, nos explica este universitario, muy crítico con el sistema político griego. La mentalidad y la orientación de Syriza no va a cambiar fundamentalmente.”
Entre las tendencias encontramos a la “Plataforma de Izquierda” de Panagiotis Lafazanis. En las reuniones preliminares al congreso, en diciembre pasado, remarcó la necesidad de una moción, apoyada por la cuarta parte de los delegados, que se caracterizaba por un programa económico más radical que el que marcaba la línea mayoritaria, y que no excluía, por ejemplo, la salida de la zona euro. En esta ocasión presentó cuatro enmiendas a la declaración de principios del partido; enmiendas que, si bien no han sido apoyadas por la mayoría, sí han dejado su huella, por ejemplo, en el no reconocimiento de la deuda y en la propuesta de una negación absoluta a pagarla: estas propuestas trascendieron más allá de sus propias filas. El domingo, para la elección del comité central, la lista de la “Plataforma de izquierda” obtuvo el 28% de los votos, consiguiendo una representación nada desdeñable en el seno del comité central.
Entre las corrientes minoritarias, las opiniones son, de hecho, más variadas sobre la nueva forma de Syriza, algunas incluso profundamente contrarias: “Esta es una tentativa de control, de centralización en detrimento del pluralismo que nos enriquecía”. Se le reprocha a Alexis Tsipras el haber hecho durante los últimos meses un discurso centrado más en las organizaciones que en las cuestiones políticas, y de querer evitar las cuestiones delicadas, como por ejemplo, la moneda única o de la negación del pago de la deuda: “¿Hasta dónde debe negociar Grecia el pago de la deuda? ¿Hasta alcanzar el escenario chipriota? ¿Hasta que la deuda detenga la financiación? El partido no dice nada”, apunta Lafazanis. Los componentes reticentes a la autodisolución, como el partido de Manolis Glezos, miembro del Parlamento y de la resistencia griega, han experimentado un fuerte crecimiento en los últimos meses.
Alimentado por el miedo de ver a Syriza transformarse en un partido monolítico y por los desacuerdos con la estrategia de Tsipras, las críticas se han multiplicado en las filas del partido, pero también entre sus electores. Tsipras ha ido decepcionando desde que durante este invierno multiplicara sus intervenciones en el extranjero y en diversas instituciones internacionales: mantiene un doble discurso, radical en Grecia, pero muy centrista en el exterior.
Otros, en cambio, defienden el rol que Syriza debe jugar en el extranjero. Es el caso de la diputada Rena Dourou, convencida de que este congreso fundacional es internacional: “Grecia ha sido la cobaya de la austeridad a nivel europeo, hoy debe convertirse en el modelo de una estrategia radical en términos de democracia y justicia social”. Numerosos delegados extranjeros han estado presentes en el Congreso, por ejemplo, procedentes del Front de Gauche francés...
Pero internamente, la cuestión de una estrategia europea parece una cuestión poco importante en el seno de Syriza, incluso cuando estamos cada vez más cerca de las elecciones de 2014. “¡Podemos tener elecciones antes!”, teme Natacha Theodorakopoulou. De hecho, las cuestiones nacionales son múltiples, y hoy también presionan: después del cierre brutal y unilateral de la televisión pública el mes pasado, el gobierno se prepara para votar en el parlamento, a finales de la semana, una ley para aprobar, entre otras cosas, el despido de 4.000 funcionarios y la transferencia de otros 12.500. Así, los sindicatos del sector público y del sector privado han convocado una huelga general para mañana.
El jueves se espera al ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble, y el viernes se debe votar la ley para la creación de un nuevo medio audiovisual público que bloquea la entrada de los trabajadores de la antigua ERT... Frente a un Gobierno que no cuenta mas que con el apoyo de 155 diputados sobre 300, la izquierda radical debe jugar su rol como primer partido de la oposición, y Alexis Tsipras debe reclamar, ya, la convocatoria de nuevas elecciones.
Pero Syriza no podrá evitar, tarde o temprano, la delicada cuestión de las alianzas políticas: por sí misma, y aun cuando las estimaciones de voto son altas, no obtendría la mayoría necesaria. A la izquierda del Pasok, no hay nada más que el ortodoxo partido comunista – hostil a cualquier acercamiento a la izquierda radical – y Dimar (“Izquierda democrática”), nacida hace tres años de una escisión... de Syriza.
2.- 9+1 notas sobre Syriza tras su congreso fundacional
Por Stathis Kouvélakis
1. El congreso de Syriza se ha desarrollado en un contexto de inestabilidad política creciente como consecuencia de la crisis que ha seguido al cierre de la radiotelevisión pública (ERT) por el gobierno de Antonis Samaras y la salida de ese gobierno de una de sus tres componentes (el partido de la Izquierda Democrática -DIMAR). El nuevo gobierno bipartito de la Nueva Democracia y el PASOK ya no puede contar más que con una mayoría parlamentaria muy estrecha (153 votos de 300), como ha mostrado la votación en el Parlamento del 17 de julio sobre el nuevo paquete de recortes presupuestarios en la función pública. Hay más: la amplitud de la reacción popular al cierre de ERT ha marcado el fin de la relativa apatía que reinaba en el frente social desde la votación del precedente Memorándum en noviembre pasado. El bloque en el poder sale indudablemente debilitado de esta prueba de fuerzas. La caída del gobierno actual bajo la presión popular aparece como un objetivo más realista que hace algunos meses. Sin embargo, falta cruelmente una estrategia y una táctica que aborden frontalmente la cuestión.
La posición de Syriza sigue estando desde este punto de vista a un nivel declarativo, marcado por la distancia entre una retórica de conflicto, pero vaga, y la línea concretamente seguida en momentos claves del enfrentamiento social del último período (huelgas abortadas o rotas en el metro, los estibadores y la enseñanza secundaria debido a medidas requisitorias adoptadas por el gobierno). En cada una de estas ocasiones, la dirección de Syriza ha dado pruebas de una gran prudencia, evitando todo objetivo de desarrollo de la protesta y culminando con la retirada del apoyo a la huelga de los enseñantes que sin embargo estaba aprobada por más del 90% en Asambleas excepcionalmente masivas.
2. Al anunciar el congreso del partido en mayo, la dirección buscaba un único objetivo: hacer de la constitución de Syriza como partido unificado la ocasión para “tomar las riendas”, con el objetivo de marginar a la oposición interna y estabilizar una forma partidaria en ruptura con aspectos decisivos de la cultura política y organizativa de la izquierda radical. Por decirlo de otra forma, el objetivo era llegar muy rápidamente a una “forma partido” tallada a medida para anclar en las realidad organizativa una línea de “recentramiento” que la dirección prosigue encarnizadamente desde el otoño de 2012 -línea que se ha traducido en la confusión creciente de las posiciones de Syriza ( y de su percepción por los sectores sociales que le conceden su confianza) sobre las cuestiones clave (anulación de los Memorándum, deuda, salida del euro, rechazo a las privatizaciones) /1.
Para hacerlo, la dirección del partido ha impuesto un congreso a marchas forzadas (con un plazo de menos de un mes entre la publicación de los textos preparatorios y la votación en las secciones) y una agenda enteramente volcada hacia cuestiones internas, lejos de las preocupaciones estratégicas y de los imperativos de elaboración programática que una coyuntura tan volátil como ésta exigen.
Esta agenda “introvertida” se ha estructurado alrededor de tres puntos claves:
- la llamada cuestión de las “componentes”, con un ultimátum de dos o tres meses máximo para su disolución en el marco del proceso de “unificación” de Syriza /2.
- un derecho de tendencia vaciado de contenido, con la supresión de las llamadas “listas separadas”, forma desviada de designar la representación proporcional de las minorías en las instancias.
- la modalidad de elección del presidente del partido, por el congreso y no por las instancias de dirección (el comité central).
3.- Esta agenda interna solo tiene sentido a condición de ser situada en el contexto más amplio de la percepción de Syriza por los representantes del bloque en el poder y de la evolución interna que conoce este partido desde hace un año.
Para los medios y las fuerzas políticas sistémicas, las “componentes” y las “tendencias” de Syriza, su famosa “cacofonía”, son la forma codificada de designar el radicalismo de Syriza, que esas “tendencias” encarnan frente a una dirección (encarnada por Tsipras) que representa el “realismo” y la línea del recentramiento. La dirección, y más en particular Tsipras, está por tanto sometida a una presión constante proveniente del sistema para que “haga limpieza” en el partido y afirme su autoridad (“Tsipras, corta cabezas” es una de las exigencias preferidas de los comentaristas mediáticos autorizados...) librándose de las voces discordantes. Son blanco particular las voces que le critican por su izquierda y que son presentadas como otros tantos obstáculos a la “imagen” de Syriza como “partido responsable de gobierno”.
En el seno mismo de Syriza, los extraordinarios éxitos electorales de la primavera de 2012 se han traducido en una dinámica contradictoria. De un lado, una ola significativa de afiliación (el número de afiliados se ha duplicado más o menos en algunos meses y ha alcanzado actualmente los 35.000), así como éxitos en ciertos sectores, más en particular en el movimiento sindical, punto débil tradicional de Syriza -éxitos relativos sin embargo en la medida en que la influencia sindical sigue siendo significativamente inferior a la del PC griego (KKE), que solo ha conseguido menos del 5% de los votos -alrededor la sexta parte que Syriza. Pero esta ola tiene también otro aspecto, bastante más ambiguo. En una sociedad traumatizada por la depresión económica y formada por decenios de “partitocracia” (el “sistema” forjado por Nueva Democracia y el PASOK que se han alternado en el poder desde la caída de los coroneles en 1974), la adhesión a un partido que aparece como a las puertas del poder puede también tener la significación de la reconstitución de una relación clientelista, a la que se añade una relación de obediencia al líder carismático. Si este fenómeno está aún lejos de ser mayoritario, no deja de alterar de forma ya significativa la composición del partido y alimenta de forma esencial la proliferación de “afiliados pasivos”, que no se manifiestan más que el día de las votaciones para el congreso y cuyos lazos con la organización se basan principalmente en las relaciones personales que mantienen con uno o varios cuadros locales.
4. Este fenómeno, en parte espontáneo y perfectamente previsible para quien esté al tanto de las realidades griegas, ha sido sin embargo claramente impulsado, en nombre de la necesaria “ampliación”, por la dirección del partido a partir del otoño de 2012. Las decisiones tomadas a partir de ese momento -ausencia de toda verdadera estrategia de intervención militante y de construcción del partido, decisión de congreso o de conferencias nacionales organizadas a toda prisa, con un número de delegados enorme, semejante al de las instancias nacionales o federales, constitución de poderosas redes de tipo personal alrededor de ciertos cuadros dirigentes (en general también parlamentarios) -conducen inevitablemente a un partido de tipo “recogelo todo”, un catch-all party como dicen los politólogos que siguen a Kirchheimer. En otros términos, un partido electoralista, de vida interna atrofiada, principalmente soldado alrededor de su líder y de un discurso que viene de arriba, principalmente dirigido -vía los medios- a una “audiencia nacional”, pero siempre modulado de forma que guste a los diversos “públicos” (más “radical” y “lírico” cuando se dirige a la militancia, más “sobrio” y “pragmático” cuando se trata de reunirse con Schaüble o el FMI).
5. Los aspectos más problemáticos del congreso fundador de este “nuevo Syriza”, partido ya unificado, derivan de estas tendencias profundas, que conducen a su mutación en “partido de gobierno” de tipo gestionario: un número de votantes desproporcionado en relación al de los participantes en las discusiones internas, un cuerpo ingestionable de 3.500 delegados, ausencia de discusión estructurada en las dos primeras jornadas (en las que los delegados podían tomar la palabra), ausencia de informe de actividad de las instancias salientes, discurso de apertura de Tsipras adaptado a las exigencias de un mitin electoral y no a las de la instancia deliberativa del partido.
A esto se ha venido a añadir el clima particularmente agresivo respecto a la oposición interna (reagrupada en la Plataforma de Izquierdas /3) que culminó la noche de la última sesión del congreso, en las votaciones sobre la representación sobre los tres puntos que afectaban al funcionamiento interno sobre los que se había focalizado la discusión (disolución de las componentes, representación de las tendencias y modo de elección del presidente del partido). Hubo escenas chocantes para un congreso de la izquierda radical (representantes de la Plataforma de Izquierdas abucheados, “peinetas”, insultos, con Tsipras aplaudido cada vez que subía a la tribuna antes incluso del comienzo de sus intervenciones), que llevaron a la salida de la sala de los delegados de la Plataforma de Izquierdas y de un número significativo de delegados de la mayoría.
6. ¿Cuál es el balance del congreso? Desde el punto de vista del contenido programático y de la elaboración estratégica, muy escaso, incluso inexistente. Los documentos adoptados se limitan a repetir, a menudo al pie de la letra, las formulaciones adoptadas (ahí también de forma más bien expeditiva) en la conferencia nacional del pasado noviembre. De todas formas, esos textos de compromiso, trufados de formulaciones alambicadas y ambiguas, no han sido verdaderamente difundidos o apoyados públicamente por la fracción mayoritaria de la dirección, que se ha apresurado a proporcionar “interpretaciones” de acuerdo con la línea del “recentramiento” y del “realismo”.
Así, en diciembre pasado, apenas algunos días después de la conferencia nacional que había confirmado la posición de Syriza en cuanto a la anulación inmediata de los Memorándum por votación parlamentaria en caso de victoria electoral, los responsables de la cuestiones económicas, y principales figuras de la dirección después de Tsipras, se descolgaron con declaraciones en los medios para precisar que Syriza “no actuaría de forma unilateral”, evitando sistemáticamente utilizar los términos de “anulación” o de “derogación”, reemplazados por referencias tranquilizadoras a la “negociación” con “nuestros socios europeos”. El propio Tsipras ha multiplicado las declaraciones “conciliadoras” de este tipo, en particular en sus desplazamientos al extranjero, más en particular a Alemania, donde se reunió con Schaüble, y a los Estados Unidos, donde se entrevistó con representantes del Departamento de Estado y del FMI.
7. La Plataforma de Izquierdas ha intentado dar un contenido político a un debate programático casi inexistente y ha presentado cuatro enmiendas que afectaban a los puntos estratégicos más sensibles: deuda (puesta en cuestión de la legitimidad de la deuda como tal, denuncia de los acuerdos existentes y recurso si fuera necesario al cese del pago para obtener su anulación); eventualidad de salida de la zona euro (opción válida que se trata de preparar seriamente si, o más bien cuando, un gobierno Syriza se encuentre, como el de Chipre, confrontado al chantaje de la UE y del BCE); nacionalización del sector bancario en su totalidad, compromiso claro de anular el conjunto de las privatizaciones en curso y renacionalización bajo control popular de sectores estratégicos de la economía (telecomunicaciones, energía, infraestructuras viarias y aeroportuarias); estrategia de alianzas reafirmando la línea de un gobierno de izquierdas antiausteridad, con exclusión de apertura al “centro” o a las fuerzas de la derecha soberanista. El conjunto de estas enmiendas ha sido rechazado, pero ha recogido entre un tercio y un 40% de los votos, siendo las enmiendas sobre la deuda y el euro las que han recibido el apoyo más amplio. En este sentido, se puede decir que, sobre la cuestión de la línea política, la dirección ha podido imponer su punto de vista.
8. Sin embargo, respecto a los objetivos que se había fijado, este congreso representa un serio revés. La agenda en tres puntos evocada anteriormente y focalizada en la “puesta en orden” del interior del partido, ha salido malparada en este momento fundador del “nuevo Syriza”.
Sobre la cuestión de la disolución de las componentes, y del ultimátum que les estaba dirigido, la dirección ha tenido que resignarse a un compromiso (la formulación adoptada habla de “disolución en un plazo razonable y tras un acuerdo”) como consecuencia de la actitud extremadamente firme de Manolis Glezos. Figura emblemática de la Resistencia, que goza de un prestigio inmenso y de una estatura de héroe nacional, Glezos no se ha contentado con defender el derecho de las componentes a preservar su autonomía. Ha atacado a Tsipras de forma directa y personal, rechazado con fuerza el modelo de un partido “presidencialista”, minando así la autoridad moral y simbólica de la dirección y de su líder.
Sobre la cuestión de la representación de las minorías, la mayoría puso todo su peso en la balanza, ejerciendo lo que puede ser calificado de un golpe de fuerza, llevado a cabo por Tsipras en persona: tras haber propuesto un sistema que concedía, mediante un subterfugio “técnico”, una ventaja automática a la lista mayoritaria, el bloque mayoritario impuso a las tendencias (minoritarias) que querrían presentarse como tales la obligación de constituir listas separadas, figurando en papeletas diferentes.
Fue suprimida la posibilidad existente hasta ahora de elegir, en una misma papeleta, una lista y luego añadir, con ciertos límites, candidatos presentados en las diferentes listas. En cuanto a la lista mayoritaria, no se presentó como una lista de tendencia, o de un acuerdo entre tendencias (lo que sin embargo es), sino como la “lista unificada”, simple adición de candidaturas individuales representando a la “diversidad del partido” como tal. Se trataba de forma evidente de hacer aparecer a las minorías como un “cuerpo extranjero”, simplemente tolerado, y dar a la lista mayoritaria un estatuto simbólico de detentador único de la legitimidad partidaria.
La operación, sin embargo, se volvió contra sus inspiradores. En lugar de debilitarse, la Plataforma de Izquierdas se reforzaron sensiblemente (ver más adelante) y, ayudada por la presencia de pequeñas listas “independientes”, hicieron que la lista mayoritaria quedara en el 67,5%, es decir, siete puntos menos que en la conferencia nacional de diciembre pasado.
En fin, sobre la cuestión de la elección del presidente por el congreso, la dirección ha salido ganando, pero al precio de adoptar en los estatutos una disposición “flexible” que autoriza a cada congreso a decidir libremente sobre el modo de elección del presidente. Sin sorpresas, este congreso se ha pronunciado a continuación a favor de la elección directa del presidente. Pero en la votación mediante escrutinio secreto, Tsipras ha realizado lo que puede ser considerado como lo contrario de un éxito, totalizando el 72% de los votos (74% de las papeletas válidas, expresando los votos nulos en su casi totalidad diversas formas de rechazo del procedimiento y/o de la persona de Tsipras).
9. Sin embargo, se puede considerar que la principal contrariedad de la dirección se encuentra en el refuerzo de la Plataforma de Izquierdas, que ha franqueado el umbral simbólico del 30%, es decir un progreso de cerca de 5 puntos en relación a la conferencia nacional de noviembre pasado (30,16% vs 25,6%), y esto en un marco altamente conflictivo, enteramente preparado con el objetivo de obtener su marginación. No hay duda alguna de que el clima de intimidación ha suscitado una fuerte resistencia entre una parte de los delegados, más allá de las filas de quienes habían apoyado de entrada las posiciones de la Plataforma.
El resultado ha causado un verdadero choque en el seno de la dirección, que ha evitado cualquier comentario oficial (sus representantes se han vuelto invisibles desde el anuncio de los primeros resultados). La prensa y los medios muestran un nerviosismo manifiesto en las filas mayoritarias, si bien, de una forma general, intentan tratar bien a Tsipras. Los interrogantes se vuelven cada vez más apremiantes en cuanto a la línea que seguirá en el período que se abre, búsqueda de compromisos o continuidad del enfrentamiento interno, a riesgo esta vez de provocar una crisis interna prolongada.
Por su parte, la Plataforma de Izquierdas ha hecho público por primera vez un comunicado diferenciado precisando que su esfuerzo por obtener la “radicalización y el anclaje en la izquierda de Syriza y por la unidad del conjunto de la izquierda radical proseguía en mejores condiciones”. Signo de que su éxito es comprendido como un impulso para desplegar su intervención de forma aún más visible en el seno del partido e incluso más allá.
9+1. En conclusión, se puede decir que este congreso fundacional ha creado, sin duda, más problemas de los que ha resuelto o ha intentado resolver. Constituido ya en partido unificado, dotado de estatutos, de documentos de carácter programático y de una dirección elegida, Syriza continua apareciendo, sin embargo, como un partido profundamente dividido sobre cuestiones estratégicas fundamentales, que están en el centro del debate nacional y europeo. Es evidente que la confrontación entre los partidarios de un planteamiento “realista”, preocupados por acceder al poder “en frío”, de no romper con el marco europeo y de tener buenas relaciones con los sectores estratégicos de las fuerzas dominantes, y los que plantean el enfrentamiento abierto y la ruptura con el marco actual de la UE, afecta al corazón de las cuestiones que se plantean hoy a la izquierda radical del Viejo Continente. La aportación esencial de Syriza, y de la dinámica que ha sabido crear en la primavera pasada, es haber sabido plantear en el seno de la izquierda radical la cuestión de una alternativa de poder en términos concretos. Queda por saber si lograr este objetivo se hará a costa de la radicalidad o si se sumará a la larga lista de experiencias de la izquierda de gobierno que se ha atascado rápidamente en las arenas de la gestión del sistema. Sin duda, el congreso de Syriza habrá sido útil en que al menos habrá permitido formular los términos del problema de una forma más clara y más fácilmente perceptible por las fuerzas sociales y políticas comprometidas con un proyecto emancipador.
Notas
1/ Sobre la evolución de Syriza es interesante el artículo de Baptiste Derickebourg, “Tomar el poder sin perder su alma” en la entrega de junio pasado de Le Monde Diplomatique así como el texto de Philippe Merlière, “Alexis Tsipras entre radicalisme et réalisme” en http://blogs.mediapart.fr/blog/philippe-marliere/220313/alexis-tsipras-entre-radicalisme-et-realisme
2/ Desde 2004, fecha de su creación, hasta la conferencia nacional del pasado noviembre, Syriza existía como alianza entre una docena de componentes distintas, que cubrían la casi totalidad del espectro de la izquierda radical. La más importante de sus componentes era Synaspismos, el partido de Alexis Tsipras, él mismo constituido de corrientes distintas, que iban de la social democracia moderada (la actual Izquierda Democrática salió de ahí, pero una parte significativa de esa corriente ha permanecido en Synaspismos) al neocomunismo de Corriente de Izquierdas (ver nota 3).
3/ La Plataforma de Izquierdas se constituyó bajo su forma actual en la conferencia nacional de noviembre de 2012 por la convergencia de dos principales componentes, que cuentan con más de un decenio de existencia bajo diferentes configuraciones: 1) la Corriente de Izquierdas de Synaspismos, esencialmente formada de militantes que abandonaron el PC griego (KKE) en la escisión de 1991. Controla la mayor parte de las secciones de empresa, el sector sindical, y conserva una fuerte presencia en ciertas secciones y federaciones regionales, esencialmente en el norte de Grecia. 2) las tres componentes de origen trotskysta de Syriza (Kokkino, DEA y APO), ya reagrupadas bajo el paraguas de Rprojetc/Red Roja. En el congreso se han sumado a la Plataforma una componente salida del PASOK, DIKKI, así como una organización de cuadros sindicales que abandonó el KKE en 1995 (KEDA). Alrededor de una docena de parlamentarios de Syriza de un total de 70 se reconocen en la Plataforma, entre ellos uno de los portavoces del grupo parlamentario, Panayiotis Lafazanis, antiguo dirigente del KKE y diputado desde hace mucho de la emblemática segunda circunscripción de El Pireo, la más obrera del país, de la que es igualmente su figura pública más conocida.