Por Melchor Benavente

En los más de seis de meses de lucha contra la dictadura orteguista, las masas populares han utilizado todos los mecanismos de lucha: marchas, plantones, manifestaciones, barricadas, tranques, se han defendido a pedradas contra las balas asesinas. Han desplegado un heroísmo sin límites, aunque el costo ha sido enorme: más de 500 muertos, más de 300 prisioneros políticos, más de 2,000 heridos, y decenas de miles de personas forzadas al exilio, para escapar de la represión.

Los paros nacionales a cuenta gotas

Los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), antiguos aliados del régimen dictatorial, dieron un bandazo después del inicio de la insurrección, en abril de este año, pasando a la oposición, creando la Alianza Cívica por la Justicia y la democracia (ACJD) como un mecanismo de presión social, para obligar a Ortega a negociar el adelanto de las elecciones.

Como parte de esas presiones, los empresarios han realizado tres paros nacionales de un día cada uno. El primero paro nacional fue convocado para el jueves 14 de junio, el segundo paro fue convocado para el viernes 13 de julio, y el tercer y último paro fue convocado para el viernes 7 de septiembre.

Estos paros nacionales fueron convocados por el COSEP bajo una enorme presión popular, que demandaba medidas contundentes para derrocar a la dictadura. En los meses de ascenso revolucionario, abril, mayo y junio, el COSEP maniobró para disipar la energía revolucionaria de las masas en paros nacionales simbólicos de un dia, a cuenta gotas.

Un nuevo invento: el paro de consumo

La represión desatada por la dictadura tiene en la cárcel a los más destacados dirigentes del movimiento estudiantil, en el clandestinaje a otra parte, y en el exilio a la parte restante. Pero el clamor popular a favor del paro nacional no ha desaparecido, más bien ha crecido la desconfianza hacia los empresarios, por sus vacilaciones y negociaciones secretas con la dictadura.

Entonces, para no quedar descolgados ante la mayoría de la población, en las últimas semanas los ideólogos a sueldo del COSEP, han inventado la teoría del “paro de consumo” en sustitución de los paros nacionales de un día. Y algunos medios de comunicación le dieron una gran cobertura a la novedosa idea del paro de consumo.

¿En qué consiste? En apagar las luces por las noches, durante una hora, para que el medidor marque menos, y de esta manera la familia Ortega-Murillo, que maneja el negocio de la energía eléctrica, no recibe más ingresos. De la misma forma, no se debe consumir combustible en determinados días, ni hacer comprar en ningún negocio, porque de esta manera el gobierno de Ortega recibe menos impuestos.

Esta loca idea del paro de consumo tuvo algún grado de aceptación en las redes sociales, pero es difícil medir su real impacto. Decimos que es una loca idea, porque en Nicaragua, por los altos niveles de pobres y de desempleo, el consumo es muy bajo. En realidad, la mayoría de los nicaragüenses vivimos en paro de consumo forzado permanente, a duras penas consumimos las calorías necesarias pare mantenernos con vida.

Esta ideología reaccionaria del paro de consumo, fue rescatada por el COSEP de experiencias de otros países, en donde el boicot acordado por una ciudadanía culta y bien alimentada, puede llegar a tener algún impacto económico, pero que no es aplicable a nuestro país, por los enormes índices de pobreza y desempleo. En realidad, la teoría del paro de consumo es para tapar la cobardía y las vacilaciones del COSEP, que cuida más su bolsa que el futuro de las instituciones del Estado.

La CUDJ demanda un paro nacional de 72 horas

Pero los luchadores aprenden de los trucos del COSEP. La represión de la dictadura ha sido tan intensa, que una buena parte de la dirigencia estudiantil esta presa. Todos reclamamos acciones reales contra la dictadura, y ya no sacar solo comunicados. Pues bien, la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ), más otros movimientos sociales, han emplazado al COSEP y AMCHAM a que se pronuncien sobre la necesidad de convocar a un paro nacional de 72 horas, como inicio del paro nacional indefinido.

Pero lo más importante, no solo es desenmascarar a los cobardes empresarios, sino estar claros que el futuro paro nacional solo será una realidad, si lo convocamos desde los barrios, colegios, y centros de trabajo, nosotros mismos, trabajadores y estudiantes.

Hemeroteca

Archivo