Por Melchor Benavente
Después de las dos independencias de Centroamérica en 1821 y en 1823, y la aprobación de la Constitución federal en 1824, finalmente la provincia de Honduras se constituyó en Estado, siendo Dionisio Herrera su primer jefe de Estado (1824-1827). Herrera nombró a Francisco Morazán su secretario y Consejero de Estado, lo que permitió ascender a las altas esferas del poder.
La revolución de 1827 y el inicio de la guerra civil centroamericana
Las autoridades coloniales que proclamaron la primera independencia en 1821 y la segunda independencia en 1823, había logrado mantener el control del poder, pero las oligarquías, no conformes, intentaban recuperar los espacios perdidos, especialmente en Guatemala y El Salvador que fueron siempre los sectores dominantes que oprimían no solo sus propios pueblos sino el resto de pueblos de Centroamérica.
En 1825 se realizaron las elecciones para autoridades federales, pero con base al sistema electoral censitario de la época colonial, donde solo podían votar los varones que tuviesen bienes y dinero. Solo votaba una minoría de la población, los indígenas y mestizos que eran la mayoría no tenían derecho al voto. En estas elecciones salió electo el hondureño José Cecilio del Valle, pero bajo el argumento que no hubo mayoría absoluta, la fracción liberal del Congreso federal escogió al salvadoreño Manuel José de Arce como Presidente para el período 1825-1829. En repudio, José Cecilio del Valle, no aceptó la Vicepresidencia que le correspondía y en su defecto fue electo el liberal guatemalteco José Francisco Barrundia quien tampoco acepto el cargo. El primer gobierno federal comenzaba chorreando sangre desde el inicio.
El liberalismo centroamericano se dividió en dos corrientes: uno proclive al statu quo colonial y a establecer alianzas con los serviles o conservadores, y la otra las radical que representaba a la clase media y los pequeños propietarios de la época colonial
En 1826 se produjo un pequeño golpe de Estado, por medio del cual Manuel José Arce derrocó al liberal Barrundia. Arce representaba a una fracción del liberalismo que se apoyó en la oligarquía y el clero. Las instituciones creadas por la Constitución federal de 1824 no funcionaban.
El 1 de marzo de 1827, Arce designó a Mariano de Aycinena como Jefe del Estado de Guatemala, quien restituyó los diezmos a favor del clero de la Iglesia Católica. Posteriormente, se produjo el levantamiento de Antigua contra Aycinema, iniciándose la revolución en Guatemala.
Arce había desterrado a los principales dirigentes del liberalismo guatemalteco. Temeroso del perder el control de la situación, los serviles o conservadores guatemaltecos optaron por aplastar la rebelión interna y el proceso de fortalecimiento del liberalismo en El Salvador y Honduras, declarándoles la guerra a los gobiernos estatales, para colocar en su lugar a fuerzas afines.
El coronel Justo Milla al frente de un batallón federal penetró en Honduras. El comandante de Comayagua se rindió ante los federales. Morazán fue encarcelado. En esa coyuntura, en Nicaragua fue derrocado el gobierno del oligarca Juan Arguello, y el plebeyo Coronel Cleto Ordoñez ascendió al poder, ofreciendo apoyo material y militar a la causa liberal. Morazán logró escapar de la prisión y después de viajar a El Salvador logró reunir una fuerza militar de 135 nicaragüenses, dirigiéndose a Comayagua y logrando derrotar a las fuerzas federales en manos de los serviles, liberando a Honduras de la opresión. La contraofensiva guatemalteca era inevitable, Arce envió más fuerzas militares al mando del coronel Domínguez, el que finalmente fue derrotado en la localidad de Lolotique, en la hacienda Gualcho, a pesar que las fuerzas de Moranza eran infinitamente inferiores.
Esta victoria militar de Morazán cambió radicalmente los acontecimientos. El coronel guatemalteco Montufar combatía a los liberales salvadoreños en la localidad de mexicanos. Se produjo un reagrupamiento militar del liberalismo de El Salvador, Honduras y Nicaragua, contra el gobierno federal en manos de los conservadores guatemaltecos.
Desde Gualcho, Morazán se dirigió a San Miguel, imponiendo el orden. A diferencia de lo que hacían los conservadores, Morazán no fusilaba ni expropiaba a sus enemigos. Esta decisión política no necesariamente atraía aliados, sino que dejaba con vida a los enemigos. El coronel Montufar envió al general Arzú a contener a Morazán, obligándolo a refugiarse temporalmente en Honduras. Arzú dejo al coronel Antonio Aycinena, quien fue derrotado por la contraofensiva de Morazán. Este no lo fusiló, sino que lo dejo en libertad hasta le dio dinero para que pagara a sus tropas. Esta bondad de Morazán era letal en una guerra civil. Ante la ferocidad del ejercito liberal salvadoreño, Montufar se había rendido en mexicanos, el 20 de setiembre de 1827.
La victoria militar de hondureños y salvadoreños creaba condiciones favorables para el asalto sobre Guatemala.
El ejército aliado protector de la ley
Así fue denominado el ejército de salvadoreños, hondureños y nicaragüenses, del cual formaba parte Morazán. La invasión a Guatemala se inició, estableciendo un gobierno provisional en Antigua, en manos de los liberales. Es importante señalar que en este proceso se produjeron reagrupamientos entre los llamados liberales, no todos eran revolucionarios, algunos solo habían sido purgados por Arce.
Después de un fracasado intento por lograr una salida negociada, bajo la mediación del Cónsul General de los Países Bajos, finalmente se produjo el asalto sobre la capital de Guatemala. El avance militar del ejército aliado fue posible por el rechazo de la mayoría de la población indígena y mestiza a una restauración total del orden colonial.
EL gobierno de Aycinena fue sitiado por las tropas del ejército aliado, pero se produjo una negociación que permitió la rendición, pero a cambio de garantizar las vidas y las propiedades. Esta fue una constante en el comportamiento de Morazán, que devolvió la vida a sus enemigos. Se produjeron algunos inevitables saqueos, pero en términos generales Morazán cumplió su palabra. Con esta rendición se produjo una victoria parcial porque las fuerzas armadas en manos de la reacción seguían en pie, simplemente fueron acuarteladas.
El gobierno provisional de Antigua se trasladó a ciudad Guatemala, y se convocó nuevamente a las autoridades del congreso que había sido disuelto por Arce. El congreso nombro al liberal José Francisco Barrundia como nuevo Jefe de Estado por el Congreso, pero también declaró la nulidad de los acuerdos políticos que permitieron la rendición del gobierno de Aycnema. Barrundia delegó facultades extraordinarias sobre Morazán para que pacificara Guatemala.
Con el triunfo del ejercito aliado se restableció el orden postcolonial pero no se instauró un orden revolucionario. El clero y la oligarquía mantuvieron los mismos privilegios de siempre. Las contradicciones seguían latentes.
Morazán, presidente de la república federal
En marzo de 1830, después de varias votaciones, el congreso federal declaró a Francisco Morazan como presidente popularmente electo, pero con base al mismo sistema censitario. Morazán asumió el cargo el 16 de septiembre de 1830, realizando algunos cambios democraticos, pero el sistema postcolonial permanecio casi intacto. La ausencia de profundos cambios revolucionarios fue una de la principales causas de la posterior derrota de Morazan.
En Julio de 1831 el Congreso Federal expidió un Decreto, declarando que el patronato eclesiástico corresponde a la Nación, y que debe ser ejercido por el Presidente de la República. El arzobispo Casaus, desterrado en La Habana, centro de las conspiraciones, fue declarado fuera de la ley y traidor a la patria.
Contrarrevolución secesionista
Pero la calma social no duraría mucho tiempo. Arce iniciaba una invasión militar desde el Soconusco. José Maria Cornejo, jefe de Estado de El Salvador, se rebeló y proclamó por primera vez que ese Estado se retiraba del pacto federal, insistiendo en una reforma del pacto federal. Esta primera ruptura encendió las alarmas. El Congreso Federal invistió con facultades extraordinarias al presidente Morazán para que repeliera la contrarrevolución separatista. Morazán dirigió las tropas que debían sofocar la rebelión en El Salvador, el coronel Raoul se trasladó a la frontera de México, y el coronel onge se trasladó a Honduras. Al dividir el ejército federal, se debilitó su capacidad militar.
Metapán, Chalatenango y Sonsonate se pronunciaron contra Cornejo, quien fue finalmente derrotado y encarcelado. Los coroneles Martínez y Raoul derrotaron a Arce en Escuintla. El Coronel Gutiérrez venció y fusiló a Domínguez. La derrota de esta primera rebelión secesionista no produjo una revolución democrática. Las tropas del ejército federal entraron triunfantes en Guatemala, el 26 de diciembre de 1832.
Don Mariano Prado fue electo jefe de Estado de El Salvador, pero durante algún tiempo ese Estado permaneció inestable, pues el cornejismo persistía. Joaquín de San Martin sustituyó a Mariano Prado como Jefe de Estado en 1834, fortaleciendo las tendencias separatistas, declarando nuevamente la separación de El Salvador de la federación.
Morazán dirigió sus tropas a ese Estado, para sofocar la rebelión, pero vaciló en aplastar la rebelión. El razonamiento de Morazán era el siguiente: “La entrada a San Salvador, me hubiera puesto en la precisión de reponer a las autoridades legítimas, y esta habría sido la señal de una nueva alarma y el origen de otra revolución. El partido que iba a sucumbir, hubiera ampliado sus esfuerzos para deponerlas, porque eran el objeto de su odio. El que las sostenía, habría sucumbido nuevamente por su apatía o debilidad; y unas autoridades sin prestigio, acechadas por un partido más poderoso o más activo, hubieran abandonado sus asientos bien pronto segunda vez. La revolución habría seguido con más encarnizamiento: y la opinión pública que debe ser nuestra guía, no hubiera podido fijarse entre tantos acontecimientos complicados, resultado necesario de un trastorno semejante”.
Aun así, Morazán solicitó 500 hombres, pero el Congreso los negó obligándolo a retirarse de Chalchuapa, dándole aires al sitiado San Martin. Después de complicadas negociaciones se produjo un acuerdo: Morazán se retiraría Guatemala y disolverían las fuerzas federalistas que Benítez había organizado, dejando todo en mano de las autoridades salvadoreñas. El acuerdo fue una derrota política, porque dejaba todo intacto, es decir, las fuerzas secesionistas mantenían el control del Estado, y el Estado federal no podía intervenir en nada. El acuerdo fue ratificado por el propio Morazán y el congreso federal el 14 de abril de 1833.
Morazán, en roces políticos con Mariano Gálvez, Jefe de Estado de Guatemala, y San Martin, jefe de Estado de El Salvador, pidió licencia para retirarse temporalmente de la Presidencia de la Republica Federal, dirigiéndose a Comayagua. Un año después, el 15 de junio de 1834, asumió nuevamente el cargo. El Congreso Federal había declarado ilegitimas a las autoridades de El Salvador, porque San Martín convocó a elecciones violentado el tratado de Jutiapa. El ejército de Morazán nuevamente se impuso, apoyándose en la rebelión de los pueblos contra el gobierno local. El vice jefe de Estado, José Salazar, asumió el mando en sustitución de San Martin.
La segunda Presidencia de Morazán
Al final el primer periodo presidencial de Morazán en 1834, el congreso federal convocó a nuevas elecciones y resultó electo José Cecilio del Valle, un liberal moderado. La elección demostró que había una fuerte oposición entre los criollos liberales al proyecto de Morazán. Un hecho inesperado, la muerte de Del Valle antes de asumir la presidencia ese mismo año, motivó que el Congreso declarará nuevamente electo a Morazán, iniciando su segunda y última presidencia el día 15 de febrero de 1835.
Para evitar el dominio de Guatemala sobre los otros Estados, el Congreso federal aprobó que la sede del gobierno federal estuviese en San Salvador (desde 1834 estaba en Sonsonate), cambiando su nombre a Cuscatlán, y San Vicente fue declarada capital del Estado.
Bajo la segunda presidencia de Morazán se aprobaron reformas a la constitución federal de 1824, pero solo Nicaragua y Costa Rica aceptaron los cambios. Los demás Estado mostraron su desconfianza y recelos hacia el centralismo del gobierno federal.
La creación del Estado de los Altos
Mientras ascendía al poder el caudillo Rafael Carrera en Guatemala, quien se montó sobre la ola de una gran insurrección campesina, al día siguiente, el 2 de febrero de 1838, en la ciudad de Quetzaltenango, se constituyó el Estado de Los Altos, siendo reconocido por el Congreso Federal el 5 de junio de ese mismo año. El territorio del nuevo Estado de Los Altos correspondía a los actuales departamentos de Quetzaltenango, Totonicapán y Sololá. Las contradicciones entre la población de Los Altos y la oligarquía asentada en ciudad de Guatemala, era el monopolio comercial derivado del control de los puertos del atlántico. Esta desmembración de Guatemala provocó la ira de la oligarquía y el clero de la Iglesia.
Los liberales del Estado de Los Altos cometieron el grave de atacar a las comunidades indígenas, las que se sublevaron, debilitando al nuevo gobierno, y creando las condiciones para que Rafael Carrera destruyera al nuevo Estado, dentro del proceso global de destrucción de la federación centroamericana. Carrera se convirtió en el gran antagonista de Morazán y en el sepulturero de la federación centroamericana.
La batalla final
El gobierno federal con sede en El Salvador, encomendó a Morazán la pelea por la recuperación de Guatemala, ahora en manos de Carrera, quien gozaba del apoyo de la oligarquía. Las tropas de Morazán lograron hacer retroceder temporalmente a Carrera, pero las autoridades del Estado de Guatemala, encabezada por Mariano Rivera Paz, coincidente con la guerra de guerrillas de Carrera, declararon la separación de Guatemala de la federación.
Morazán terminó a duras penas su segundo periodo presidencial con una rebelión en tres Estados (Guatemala, El Salvador y Nicaragua). Estos tres Estados unieron fuerzas militares para desalojar al gobierno federal con sede en San Salvador. El general Francisco Ferrara, antiguo aliado de Morazán, declaró a Honduras como Estado soberano y formó un ejército contra los restos de la federación, pero las tropas de Morazán lograron derrotarlo primero en la batalla de Espíritu Santo, y después en la batalla de San Pedro Perulapan, en territorio salvadoreño. La Republica federal estaba moribunda, conformada solo por El Salvador y el Estado de Los Altos. Costa Rica siempre permaneció al margen de los conflictos.
A inicios de 1840, las tropas de Carrera invadieron el Estado de Los Altos y lo anexaron nuevamente a Guatemala. Las tropas de Morazán salieron en defensa del territorio federal, invadiendo Guatemala. Morazán fue recibido con honores, pero era una trampa, una vez reconcentradas sus tropas en la ciudad fueron atacadas masivamente por campesinos e indígenas al mando de Carrera, provocando la derrota militar del ultimo ejército federal. Morazán tuvo que huir. Para evitar un mayor derramamiento de sangre o una aplastante derrota, Morazán renunció al gobierno federal y al gobierno del Estado de El Salvador, y se embarcó con rumbo al Perú, haciendo escala en Costa Rica y Panamá. La guerra civil centroamericana había sido ganada por la reacción. Los gobiernos reaccionarios y conservadores se habían impuesto en todos los Estados. El liberalismo surgido en la primera mitad del siglo XIX había perdido la batalla. El estado federal fue disuelto dando lugar a la formación de mini Estados nacionales que fueron manejados con facilidad por el colonialismo inglés y el naciente imperialismo norteamericano.
Esta narración de hechos debe motivarnos a estudiar las verdaderas causas de la destrucción del Estado Federal Centroamericano.