Por Carlos M. Licona
En Honduras, siempre ha existido una caricatura de democracia, la forma en que se ha violentado la constitución es diversa e histórica, con una clase política neófita y parasitaria no se puede esperar más que corrupción e ignominia, de tal forma que las frases más célebres que se pueden recordar son las de Plutarco Martínez quien en 1936, defendiendo el continuismo de Tiburcio Carías Andino dijo “La constitución es pura babosada”. En 1988, Rodrigo Castillo Aguilar, justificando la entrega de Ramón Matta al gobierno estadounidense dijo “Yo entiendo que con la entrega de Matta a Estados Unidos se violó la constitución, pero si es para beneficio de Honduras, que se viole las veces que sea necesario”. Y Oscar Arias, ex presidente de Costa Rica, mediador en el diálogo “San José”, entre el sector golpista y Manuel Zelaya, en el 2009 dijo “La constitución de Honduras es un adefesio”. https://nacerenhonduras.com/2010/01/la-inolvidable-frase-de-rodrigo.html.
No existe duda, que el régimen que gobierna desde el golpe de estado, iniciando con Micheletti, luego Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández, se han tomado como palabra santa las declaraciones de los folclóricos personajes ya mencionados, de tal forma que se rompe récord de las veces en que se ha violado la constitución. La más lapidaria fue la reelección de Juan Orlando Hernández y el descarado fraude del 2017. Ahora, se pretende desmarcar al Partido Liberal del Partido Nacional, para resucitar al moribundo partido de los colorados, sin embargo, la población debe tener claridad que el régimen se ha sostenido por más de 11 años por la confabulación de los mismos bajo la careta de “gobernabilidad”.
¿Convulsión en noviembre?
A finales de noviembre del 2017 e inicio de diciembre del mismo año se dio en el país el levantamiento popular con la toma de las calles en las principales ciudades, producto del fraude gigantesco que oficializó el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y que permitió el continuismo de JOH. Las tomas de calle se extendieron al mes de enero y solamente se retornó a la normalidad por el cambio de chip en el candidato Salvador Nasralla al regresar de una reunión en Washington. La revuelta popular dejó asesinatos y detenidos y nuevamente la población dividida entre continuistas y oposición.
Actualmente, el panorama pareciera que ya no es el mismo, el régimen muy debilitado por los casos de narco tráfico en el norte, parte de la empresa privada y de la clase política que le ha quitado el apoyo, la iglesia católica que se le ha desmarcado y las nalgaditas que le ha pegado el recién instaurado gobierno de Joe Biden. Son factores que presentan el espejismo de un oasis en el desierto, sin embargo, la estructura golpista del 2009 sigue intacta y maniobran de todas las formas posibles para que el ganador de noviembre sea el candidato oficialista. Situación que puede hacerse real por la falta de visión de la oposición o quizás por complicidad.
Pareciera que el régimen juega sus cartas a su voto duro y a la incapacidad de los que se hacen llamar líderes de oposición para tomar decisiones que refunden al país en beneficio del pueblo. Es así que, no hay consenso para reformas electorales profundas como la segunda vuelta electoral, solo medidas cosméticas como la integración de las mesas electorales o quitar la deuda electoral para partidos bisagra o de maletín. De aquí a noviembre hay seis meses y es incierto el panorama, la desesperanza hace contraste con el deseo de que la dictadura se termine, pero nadie quiere mover un dedo, las artimañas desde el poder se realizan y marchan con viento en popa. El proceso electoral avanza y posiblemente en noviembre se tenga nuevamente una convulsión social o resignado el pueblo, siga soportando la dictadura asesina.
Movilización y refundación
Lo único que puede poner fin a la estructura golpista y criminal es la movilización y un proyecto de unidad para refundar al país, una Asamblea Nacional Constituyente que inicie un panorama alentador, que no se entregue el territorio y en el que se adquiera soberanía absoluta, pero, sobre todo; beneficios para la mayoría. Se debe poner fin a los que violan la constitución como ellos quieren, enjuiciarlos y condenarlos. La clase política y el poder económico nos han orillado a la miseria, corresponde al pueblo adueñarse del país.