Por Horacio Villegas
A 14 días de haberse llevado a cabo las elecciones primarias en Honduras, las figuras presidenciales encabezadas por el banquero Yani Rosenthal (Partido Liberal) Xiomara Castro (Libre) y Nasry Asfura (Partido Nacional) continúan defendiendo su victoria ante un proceso electoral viciado, según el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA)― por la existencia de datos duplicados de las actas electorales de cierre, la alteración de las mismas, y la descarada inflación de votos (CNA, informe Mercenarios de la democracia, marzo 2021).
Más allá de las impugnaciones que cada candidato ha interpuesto al Consejo Nacional Electoral (CNE), se encuentra la lucha encarnizada de los representantes de las corrientes políticas del tripartidismo (Libre, PN y PL); misma que ha desembocado en una nueva alianza de oposición conformada por dos de las corrientes perdedoras en Libre y nuevamente la contradictoria figura de Salvador Nasralla. Alianza que, por un lado, augura un nuevo triunfo de los nacionalistas en las próximas elecciones generales debido a la fragmentación del voto, y por otro, la inminente alineación de la dirigencia de Libre, los Zelaya, y Yani Rosenthal, a un mismo tronco liberal.
Nace la “Alianza de los Honestos”
La inconsistente maquinaria electoral que tardó varios días en dar resultados precisos sobre los ganadores, definió recientemente como candidata presidencial en Libertad y Refundación a Xiomara Castro de Zelaya, con una cantidad de 332,158 votos por encima de sus contrincantes Nelson Ávila (51,852), Wilfredo Méndez (18,973) y Eduardo Reina (20,985) (últimas cifras del CNE). Lo cual derivó en sucesivas acusaciones de fraude por parte de Ávila y Méndez, que ante la falta de respuestas decidieron acudir a una conferencia de prensa (realizada el 24 de marzo) junto a Luis Zelaya y Salvador Nasralla, donde se proclamó con bombos y platillos la nueva alianza de los “honestos”. Ávila detalló lo que sigue en su cuenta de Twitter.
“La Amplia Alianza Contra el Narco-Estado, incorporará a toda la Oposición y será VENCEDORA… Ningún corrupto será aceptado. Debe estar inscrita el 27 de mayo. Avanzamos en su construcción y somos los mismos que constituimos la Plataforma Social Ciudadana por Honduras PSCH y la Acción Ciudadana Contra la Dictadura. Nadie decente debe quedarse fuera.” (Cuenta de Nelson Ávila en Twitter, 24 de marzo de 2021).
De inmediato comenzaron a llover reacciones en contra de la nueva alianza de los “honestos”. Comentarios a quema ropa de parte de miembros de Libertad y Refundación que encuentran ―según rezan sus comentarios― el origen de esta nueva alianza en el capricho de Ávila y Méndez, quienes en bloque no aceptaron los resultados de las primarias ―mismas que estuvieron plagadas de inconsistencias.
Lo cierto es que este nuevo engendro que surge de los bloques opositores tanto del Partido Liberal como de Libertad y Refundación, no reúne ―hasta el momento― una cantidad considerable de votantes que den respaldo unánime a esta mezcla rara y coyuntural de centro derechas afines a EEUU como Nasralla, liberales próximos también a los yanquis como Luis Zelaya, y liberales radicales como Ávila y Méndez.
¿Una Alianza con el Pueblo?
La consigna “la alianza es con el pueblo” inundó las redes sociales al darse a conocer la nueva alianza de los “honestos”; significó, incluso, una pronta respuesta de parte de las filas de Libertad y Refundación ante la incógnita de si la familia Zelaya y Cía., formarían parte de esta extraña coalición política. Las posturas del clan Zelaya se resumieron en no ceder la candidatura de Xiomara Castro y estar al margen de la coalición “honesta”. Sin embargo, no descartan ―según ha declarado Juan Barahona― una alianza coyuntural con el movimiento liberal encabezado por el exconvicto Yani Rosenthal; quien, públicamente también ha demostrado interés en aliarse a Libre.
Por una alternativa política que rompa con el caudillismo y unifique a los sectores populares
Las filas de Libertad y Refundación, trabajadores y trabajadoras, estudiantes, movimientos sociales y demás luchadores agrupados bajo la amenaza de balas durante el golpe de Estado del 2009, y los nuevos liderazgos jóvenes herederos de la mejor tradición de lucha contra el fraude electoral del 2017, son los únicos que pueden hacer a un lado las rencillas entre los caudillos como Zelaya y Cía.
Romper con las ilusiones “democráticas” que provienen del juego electoral entre burgueses es el gran primer paso para focalizar la lucha en las calles en contra de la narco-dictadura y afinar ―si es necesario― una verdadera alternativa política que ponga al frente de la contienda electoral a verdaderos representantes populares. Es la única alternativa que tenemos ante el anuncio de un nuevo fraude electoral en las elecciones generales.