Por German Aquino
En el 2009 el pueblo salvadoreño derrotó a la derecha arenera. Mauricio Funes desde la campaña planteó el acercamiento con el empresariado salvadoreño y una vez electo se proyectó un gobierno de unidad nacional, lo que implicaba gobernar de la mano de los ricos. El FMLN hizo una diferencia entre el gobierno de Funes y el FMLN, argumentando que esas cosas pasaban por que el partido todavía no había llegado al gobierno y que era necesario que llegara uno que proviniera directamente del FMLN, manteniendo un discurso de cara a mantener siempre el apoyo de sus bases. Cuando se acercaba la campaña electoral para presidente, el FMLN sacó ventaja política de los proyectos ejecutados por el gobierno de Funes, quien a pesar de mantener un aparente distanciamiento con la cúpula del FMLN pasó a ser uno de los mayores activistas del FMLN, utilizando los recursos del pueblo de forma similar a como lo hacía la derecha arenera.
De los acuerdos de paz al acuerdo de nación
Según declaraciones que dieron dirigentes empresariales de la ANEP después de la reunión con representantes del Gobierno recién electo, ellos consideran que “hasta hoy es que se ha iniciado un diálogo con el sector empresarial y el público”, considerando al gobierno de Funes como “confrontativo y excluyente”. Al respecto, Funes de manera contradictoria ha manifestado: “Da la impresión que el diálogo ahora es que comienza…que su gobierno fue quien ‘rompió con el esquema oligárquico’ que antes dominaba en el país…Estoy convencido que el nuevo Presidente electo (Salvador Sánchez Cerén) continuará con este esquema antioligárquico”. Las declaraciones del presidente Funes son contradictorias; por un lado se presenta como el gobierno que inicio el diálogo, pero por otro como un gobierno antioligárquico. Habrá que ver cuáles fueron esas medidas que realizó en contra de la oligarquía.
Roberto Lorenzana, secretario de comunicaciones del FMLN, considera que el Presidente Funes inició el diálogo, pero que no tenía capacidad de negociación, manifestando al respecto que “Ahora van a negociar con el poder real del FMLN”; e incluso realizó una comparación entre el proceso de diálogo y negociación de la revolución salvadoreña manifestando que en la guerra: “Fue Duarte el que inició el proceso de diálogo, en un principio nosotros teníamos escepticismo porque Duarte no representaba un poder real, cuando llega Cristiani, que tenía una posición mucho más dura, nosotros dijimos: este es el poder real, con este se puede negociar”. Queda claro que Funes, al igual que Duarte, solo sirvió para acercar las partes. Ahora viene una nueva negociación de la cúpula del FMLN como representante de intereses de núcleos económicos emergentes y ARENA como representante de los intereses de la rancia clase dominante. Se habla de un segundo acuerdo de nación, como si los acuerdos de paz hubieran traído grandes beneficios a la clase trabajadora, los campesinos, los pueblos originarios y demás sectores populares; y lo peor, aún no han traído la paz que tanto se ansiaba. Contrario a todo ello, dichos acuerdos de paz fueron la llave que le permitió a la derecha arenera gobernar por 20 años, periodos en los cuales se saquearon las instituciones del Estado y muchas pasaron a manos privadas, permitiendo la acumulación de mayores riquezas a los sectores ligados a la derecha arenera.
Las bases del FMLN deben interpelar a la burocracia del FMLN
Los argumentos de que el gobierno del FMLN no realizaba verdaderos cambios son inválidos. Ahora se tiene a Sánchez Cerén como el presidente de la república y a Óscar Ortiz como vicepresidente; ambos provienen de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), una de las organizaciones que conformaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Pero todo parece que en vez de combatir a la clase dominante, la cúpula del FMLN por fuera de la voluntad de sus bases ha iniciado todo un proceso de diálogo y negociación con ARENA, a quien caracteriza como oposición y con Gana, PCN, PDC y Unidos por El Salvador a quienes sitúa como oposición democrática. Las esperanzas de aquellas bases del FMLN que pensaban que en este gobierno del FMLN se verían verdaderos cambios están en riesgo.