Por Manuel Sandoval
En Costa Rica se aceptaba como algo “normal” que por los tamales de diciembre el costo de algunos alimentos se disparara y volviera al nivel anterior en los primeros meses del año. En esta ocasión, en medio de las lluvias y las inundaciones de noviembre y diciembre, el costo de las hortalizas se disparó a las nubes como nunca antes, y más lo grave de la situación es que a estas alturas de marzo no parece que vayan a regresar a los niveles anteriores. “Hay que comer carne porque ya no se pueden comer verduras”, “A la Feria del Agricultor ya no se puede entrar, los precios dan miedo”… Algunas frutas importadas están más baratas que las nacionales. ¿Se atreverá alguien a negar que el costo de la vida está subiendo en el país, mientras los salarios y las pensiones están congelados, y esto nos hace más pobres a los trabajadores y los sectores populares? ¿Puede alguien negarlo?
Pues bien, aunque parezca increíble, según los tecnócratas de los organismos oficiales que miden la inflación (INEC, Hacienda, Banco Central) seguimos teniendo una de las inflaciones más bajas de la OCDE (el club de los países “desarrollados”): +1,25% de inflación interanual (de febrero del 2024 para acá) y lo más sorprendente: -0,01% de rebaja en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en febrero. Los “técnicos” del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) “procesan” la información de los precios de bienes y servicios de tal forma, que bajo los parámetros del mundo burgués para juzgar si un país es exitoso -entre ellos una inflación baja- Costa Rica lo es. Eso es importante (en la lógica que priva en las cúpulas del gobierno) para atraer inversiones.
No tenemos duda de que los precios van a seguir altos, pues no han bajado significativamente a estas alturas de marzo. La razón principal de esto es que el gobierno “mantiene abandonado” (sin apoyo crediticio y técnico) al sector campesino que produce para el mercado interno. Aunque para ser justos con el Mandamás de Zapote, es una política que iniciaron las últimas administraciones del PAC y del PLN. En CR hay costos de producción muy altos en el campo por la utilización excesiva de insumos importados: fertilizantes, pesticidas y otros implementos agrícolas; y frente a esto Chaves no tiene ninguna política para hacer más eficiente y barata la producción del sector.
Chaves es un tecnócrata neoliberal que en tiempos de calentamiento global (con los problemas que se pueden generar en los mercados internacionales por sequías o inundaciones en los países que producen más granos y alimentos), se aferra a la idea de importar los principales productos de la dieta del costarricense porque supuestamente sería más barato; un esquema falso y peligroso, como lo demostró la Ruta del arroz. Disminuyó los aranceles a la importación que permitían subsidiar precios más bajos para la producción nacional (beneficiando a sus amigos importadores con un regalo fiscal de ¢7 000 millones), y no sólo logró arruinar al sector (la producción local disminuyó un 58%) sino que también el precio al consumidor aumentó en un 11%.
El alza del costo de la vida que se experimenta en el país es tan grave, que hasta las nicas, que se las ingenian para vender barato en las calles de San José enchiladas, palmeadas, tacos y quesillos, le están pasando la factura a los clientes.
Es una fiebre que puede terminar matando los pequeños negocios de los nacionales que viven de la actividad turística, porque vuelve prohibitivo el país para los extranjeros de recursos limitados. Regionalmente, en las zonas donde se concentra la actividad turística, el alza en el costo de la vida es incluso peor que en el Centro del país, por el fenómeno de la “gentrificación”. En Guanacaste y otros lugares se ha disparado la compra de propiedades por extranjeros, no para vivir, sino como una inversión para rentabilizar en la actividad turística, con la consecuencia de que la población local pierde acceso a la propiedad, se le despoja de recursos como el agua y está siendo desplazada al dispararse el costo de la vida. El año pasado se hizo viral un tik tok de una maestra que tenía que viajar todos los días desde Liberia a Nosara, porque no encontraba una habitación barata para quedarse durante la semana laboral. La pobre estaba al borde del colapso físico y nervioso.
Hay sitios con hoteles, restaurantes y condominios tan caros, que son inaccesibles hasta para los nacionales de ingreso medio alto. Un estudio modesto con una habitación, sin piscina o gimnasio en el condominio, se alquila en US$ 2000 en Santa Teresa.
El hecho lo están registrando los youtubers que viven de los videítos que hacen a su paso por sitios turísticos de moda. Ubican a CR entre los lugares más caros del mundo. No por nada, el turismo tico de clase media se endeuda para ir de vacaciones a Cancún o a Medellín. Con el dólar barato porque los bancos están llenos con billetes verdes del narco, los colones se multiplican fuera del país al transmutarse en dólares y otras monedas.
Bueno, pero si me extiendo en esta situación es porque los organismos oficiales mantienen la inflación cercana a cero. Cada vez que el Presidente Chaves habla de las maravillas de su gobierno -y hay que reconocerle que generalmente lo hace sin inspiración etílica-, pareciera que las estadísticas oficiales son de otro país. Es surrealista que en medio de este escenario de alto costo de la vida, con sueldos y pensiones estancados, se afirme que la pobreza está disminuyendo (habría caído del 21,8% de los hogares a un 18% en esta Administración).
Esto se explica porque la línea de ingreso por debajo de la cual se establece que una familia está en la pobreza, es muy baja con relación al costo de la vida: ¢127.324/US$225 para la zona urbana y ¢98.673/US$200 para la zona rural.
En realidad, grupos familiares cuyos ingresos no llegan a los US$ 1000 o US$ 1200 están al límite de la verdadera línea de pobreza.
Así, mientras Chaves nos asegura que estamos ya a la altura de Dubai, un tercio de la población la pasa muy mal y crece la miseria extrema. Lo que hay que entender, sin embargo, es que el entusiasmo del Presidente Chaves por los logros de su gobierno tienen algo de real, no responden sólo a los excesos etílicos en que cae, cada vez con más frecuencia, durante sus mítines de campaña.
Efectivamente, a las gentes que viven en Monterán, Guachipelín de Escazú, las torres de Nunciatura y otros lugares selectos, les está yendo bien con este gobierno. Son los grandes empresarios nacionales y extranjeros que evaden el pago de impuestos y estafan al fisco. Los “consentidos” de Nogui Acosta.
Por supuesto que podemos creerle a Chaves y aceptar que “la economía crece a lo loco”. (En el contexto de “crecimiento modesto” de las economías latinoamericanas, CR no anda tan mal). Esto, por sí sólo, sin embargo, no resuelve nada. Con salarios bajos de por medio y sobreexplotación de los trabajadores inmigrantes en el agro, esto sólo concentra riqueza en menos del gran capital nacional y extranjero. El punto es que la contraparte de este crecimiento económico es un empobrecimiento progresivo de los sectores populares, que lleva a muchos organismos internacionales a señalar que CR es uno de los países más desiguales de América Latina. Lo que para el buen entendedor significa que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Recuerdo que Carazo, en el 82, en una mesa redonda en la Facultad de Ciencias Económicas de la UCR sobre los problemas que generaba la oleada de refugiados nicaragüenses que estaban llegando al país por la guerra de Reagan y la Contra, enemigos de los sandinistas, dijo que el problema que tenía que discutirse no era la llegada de refugiados, sino más bien cómo iban a salir los costarricenses a trabajar en el exterior si se comenzaba a implementar con Monge un modelo económico de apertura comercial que iba a empobrecer a los sectores populares y no iba a crear muchas oportunidades de empleo.
El proceso ha sido más lento que lo que vislumbraba Carazo, pero es en la era de Trump (persiguiendo a los inmigrantes latinoamericanos en USA) no hay otra salida que asumir la lucha contra las políticas neoliberales de éste y el próximo gobierno (del partido burgués que sea), pues aunque se pinte con piel de oveja para ganar las elecciones, le dará continuidad a este modelo de desarrollo económico a favor de las grandes transnacionales, el capital financiero internacional y los capitalistas nacionales.