Por: Salvador Belloso

Debemos sacar conclusiones y aprendizajes con respecto a este último periodo presidencial, sobre todo porque Nayib Bukele continuará a la cabeza del Ejecutivo, por los los resultados para diputados de la Asamblea Legislativa (AL), ahora se sabe que bajo ninguna circunstancia, por lo legal o ilegal, por lo legítimo o ilegítimo,  Bukele no iba permitir que la oposición parlamentaria logrará obtener mayoría parlamentaria, en razón de ello utilizó todos los medios posibles para evitarlo, se jugó muchas cosas, después de todo. Existían mucha expectación al respecto, ilusamente hubieron grandes esperanzas  en recomposición de la AL, desde donde se detendría esta dictadura en ascenso y en el retorno a la normalidad institucional de la democracia burguesa.

 La confianza en la institucionalidad controlada por el bukelismo es de verla con asombro y preocupación, desmontar las bases de la dictadura es algo más complejo que algo tan simple como lo es pensar en lograr mayoría en la AL. El electorerismo inculcado en la posguerra produjo esto, que el sentir popular se canalice a través de las urnas, porque se desmotó la fuerza revolucionaria al aparecer el partido FMLN, quien colaboró con la desarticulación de muchos sindicatos, en cambio permitió la creación de otros dependientes políticamente de él, es decir, sindicatos sin identidad propia.

 De la necesidad a la acción

Nayib Bukele, desde el inicio de su gestión golpeo aún más a la de por sí debilitada organización sindical salvadoreña, al colocar a un ex sindicalista al frente del Ministerio de Trabajo y Previsión Social (MINTRAB), Rolando Castro, quien desde el primer día impulsó una corriente sindical supeditada al oficialismo, mientras que a la oposición sindical le dio un tratamiento execrable que se reduce al despido de dirigentes. Atrás quedó toda la legislación que protege y garantiza la estabilidad laboral, quedando sin efecto derechos como la libertad sindical, el fuero sindical, y demás derechos individuales y colectivos conquistados por la clase trabajadora. Razón por la cual necesitamos reflexionar de cara a recobrar nuestras propias fuerzas, esta es una tarea urgente por resolver.        

No se trata de una recomposición electoral          

Es un error de principio pensar en recuperar la organización de clase e independiente, teniendo como horizonte las elecciones, bajo esta errada idea muchos sindicalistas han perdido la dirección correcta, por aspiraciones personales o por otras causas han corrido por diputaciones variopintas, cuando lo mesurado es que las bases sean quienes expresen su intención de lanzar sus propias candidaturas o no, lo cual no ha sucedido, deshonestos dirigentes aparecen en cada coyuntura electoral con diferentes banderas, debido a esto casi siempre pierden al no representar realmente a sus colectivos.

El motivo de estas líneas no va encaminado a sensibilizar al dirigente ya coaptado por el encantamiento electoral y que aspiraciones del tipo personal, aunque se le insta a rectificar, más bien se pretende invitar a reflexionar a la clase trabajadora persé, ahora que ha finalizado otro proceso electoral (presidencial y diputados), para que tomemos en cuenta lo conquistado a través de la lucha, Derechos laborales ahora fenecidos por el imperio del arbitrio, porque de concretarse la victoria cyan en la AL las cosas se pondrán mucho peor.         

Reconfiguración de nuestras fuerzas         

La fuerza de la clase trabajadora y del pueblo salvadoreño, no yace en la consecución de determinada fuerza electoral o en la esperanza de que eventualmente una ajena correlación de fuerza nos represente, todo radica en nuestra propia capacidad de organizarnos con independencia de clase, al margen de la institucionalidad burguesa.

Corresponde a la realidad actual superar a las organizaciones sindicales a través de organismos de poder que no estén bajo tutela del Estado, esto no significa que se deba abandonar a la organización sindical, al contrario este método robustecerá al movimiento sindical al operar mediante la acción directa, y representación democrática de las bases, no podemos limitarnos a recibir los embates del Gobierno y la patronal sin dar una respuesta a la medida. Sirva esto para la discusión, el debate y el estudio.         

       

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