Por Melchor Benavente
Nicolae Ceaucescu, auto nombrado “conducator”, fue líder del Partido Comunista de Rumania (PCR) durante 24 años y presidente de Rumania por 21. En ese periodo, Ceausescu logró mantenerse en el poder con el respaldo del Ejercito y de la “Securitate”, la policía secreta o fuerzas de seguridad.
En marzo de 1965 murió Gheorghiu-Dej, el líder stalinista rumano, quien fue su protector. Fue el momento de ascenso de Nicolae Ceaucescu al poder. En 1967 fue elegido presidente del Consejo del Estado y, en cierta medida, fue una líder con respaldo popular. En 1968, Ceaucescu se opuso a la intervención militar del Ejército Rojo en Checoslovaquia, que termino aplastando la llamada “primavera de Praga”, mostrando cierta independencia de las ordenes de Moscú. Obviamente, su oposición a la invasión soviética no era para apoyar la revolución política en Checoslovaquia, sino como una preventiva medida de autodefensa ante una posible invasión del Ejército Rojo que lo destituyera.
La utopía autárquica de Ceausescu
La popularidad de Ceausescu fue efímera, porque él era solo la cabeza visible de un sistema totalitario, copia del que existía en la URSS y en Europa del Este en ese momento.
Dentro de los planes quinquenales de la URSS se contemplaba que Rumania se convertiría en proveedor agrícola de los países del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME o COMECON). Ceaucescu se opuso a ese rol subordinado y desafiando el control de Moscú, solicitó préstamos a los países occidentales para impulsar un proceso de industrialización que terminó en el fracaso, por las dimensiones reducidas del mercado interno rumano y la inexistencia de un mercado en el exterior.
En 1977 se produjo una feroz huelga de mineros, que mantuvieron secuestrado al ministro del ramo durante dos días. Y 10 años más tarde, en 1987, se produjo una violenta revuelta en Brasov (que fue incluso sitiada por el Ejército hasta el aplastamiento de los rebeldes) indicaba la existencia de una creciente oposición al régimen.
El experimento autárquico impulsado por Ceausescu terminó en un rotundo fracaso y en la pauperización general. Ceaucescu quiso pagar la deuda externa, solicitando prestamos al Fondo Monetario Internacional (FMI) e imponiendo un brutal plan de ajustes, que provocó más miseria y el descontento de la población. Mientras tanto, los lujos, extravagancias y el derroche de la familia Ceausescu era ampliamente conocidos.
La caída del muro de Berlín
1989 fue un año de muchos cambios en el mundo. Debido a la crisis económica en la URSS, Mijaíl Gorbachov impulsó un proceso de reforma llamada “perestroika” a lo interno, y un proceso de distensión a nivel internacional. Las cumbres presidenciales entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov renegociaron el frágil equilibrio surgido de los pactos de Yalta y Potsdam.
Lo anterior llevo a la URSS a ceder posiciones en Europa del Este, y el primer país que sucumbió fue la República Democrática Alemana (RDA), iniciándose su derrumbe con la caída del muro de Berlín. Los acontecimientos se precipitaron en toda Europa del Este, un mes después vendría el estallido de una rebelión popular en Rumania y el fusilamiento de Nicolae Ceaucescu y su esposa Elena.
Rebelión estudiantil y masacre en Timisoara
El 16 de diciembre de 1989, un mes después de la caída del muro de Berlín, producto de la grave crisis económicas y de las restricciones materiales en Rumania, los estudiantes de la ciudad de Timisoara salieron a las calles a protestar, siendo brutalmente reprimidos por el Ejército durante seis días. El resto del país estaba en relativa calma.
Las noticias de la rebelión y masacre en Timisoara llegaron rápidamente a Bucarest, donde miles de personas tomaron las calles para agolparse en la que posteriormente sería bautizada como Plaza de la Revolución.
Contramanifestación, gritos y abucheos
Ceausescu quiso restablecer su autoridad, y demostrar que seguía siendo popular, y por eso convocó una gran movilización a favor del gobierno, el 21 de diciembre en el Ágora, o sede nacional del Partido Comunista Rumano (PCR) pero las cosas no salieron bien.
En una parte de su discurso, dijo lo siguiente: “Queridos camaradas y amigos, ciudadanos de Bucarest, capital de la Rumania socialista. Permítanme enviar mis sinceros saludos revolucionarios a todos los que participan en esta gran demostración. Esta mañana hemos decidido que, durante el próximo año, aumentaremos el salario mínimo”.
La multitud descontenta interrumpió el discurso del líder, miles de gargantas abuchearon a Ceausescu. La radio y la televisión estatal tuvieron que interrumpir la transmisión en vivo, por los efectos políticos en el resto del país.
Humillado pero colérico, Ceausescu no comprendía lo que estaba pasando ni los orígenes de la rebelión popular. Hizo ademanes pidiendo silencio, pero los abucheos no se detenían, tuvo que retirarse del balcón del edificio PCR
La crisis económica era tan aguda, que a la gente no le importó la represión, las masas estaban dispuestas a todo, a triunfar o morir. Ceausescu, sin percatarse de la magnitud de la crisis, dio la orden a las fuerzas de seguridad de disparar nuevamente a la multitud, como lo hizo en Timisoara.
La masacre se convirtió en una batalla campal. Las masas, sin conducción alguna, levantaron barricadas en todo Bucarest, paralizando todas las actividades.
Los manifestantes lograron hacer retroceder a las fuerzas de seguridad y penetraron al interior del edificio del PCR, lo que obligó a Nicolae y Elena Ceausescu a huir en helicóptero el día 22 de diciembre, desatando el entusiasmo general.
Bajo el fuego de la represión, en un momento de tensa calma, el general Viorel Oancea, camino hacia la multitud para hablar con los lideres que encabezaron la revuelta, con la intención de negociar con ellos. Un sector del Ejercito se estaba sumando a la revolución popular, y se pusieron de acuerdo, deteniendo los disparos y la represión. Alrededor de mil personas fueron asesinadas en esos tres tumultuosos días de rebelión popular.
División en el Ejercito y conspiraciones
Antes de la masacre de Timisoara, ya existían síntomas de descontento entre la cúpula del Ejercito. La situación mundial y los cambios en Europa del Este, especialmente con la caída del muro de Berlín, un mes antes, el noviembre de 1989, dio origen a una conspiración dentro del Ejercito y las fuerzas de seguridad.
Aunque una parte del Ejército y de la policía secreta se mantenían leales al matrimonio Ceausescu, era obvio que estaban perdiendo el control, porque en última instancia su poder se había erigido, no en base a la popularidad, sino por el soporte militar del Ejército Rojo que controló muchos países de Europa del Este al finalizar la segunda guerra mundial. Y Gorbachov, que estaba en problemas dentro de la URSS, no estaba dispuesto a arriesgar la “perestroika” por mantener, contra la rebelión popular, al matrimonio Ceausescu en el poder
El juicio y fusilamiento de los Ceausescu
Aunque el matrimonio Ceausescu habían logrado huir en helicóptero, no lograron escapar. Los pilotos del helicóptero recibieron la orden de aterrizar en una base militar a unos 80 kilómetros de Bucarest.
Ahí fueron detenidos y encarcelados, a la espera de un juicio marcial sumario, organizado por el sector del Ejercito y las fuerzas de seguridad que se sumaron a la rebelión. El destino de ambos fue decidido de antemano, el juicio era solo una formalidad para calmar la rebelión que se había extendido por toda Rumania.
El juicio contra el matrimonio Ceausescu fue transmitido en cadena de radio y televisión estatal. El sector del Ejercito que se sumó a la rebelión necesitaba ganarse la confianza de las masas recelosos que estaban en las calles, esperando el resultado final.
Antes las acusaciones del tribunal militar, Ceausescu respondió con colera: “Sólo contestaré al Parlamento del pueblo y vosotros tendréis que responder”, mientras insultaba a los jueces. Su mujer, Elena, le decía: “¿Cómo permites que te hablen de ese modo?”.
El juicio duró menos de dos horas y la sentencia fue leída en voz alta: fueron declarados culpables de haber matado a miles de personas, de usar los fondos del Estado para beneficio personal y condenados a pena de muerte inmediata.
El paracaidista Ionel Boeru narra cómo fueron los últimos minutos de los condenados a muerte. "El general Stanculescu nos dijo que ellos estaban ahí y que se les haría un juicio y se les ejecutaría. Sabíamos antes del juicio que tendríamos que ejecutarlos. (…) El general Stanculescu nos indicó cómo les ejecutaríamos, cuántas balas dispararíamos, desde qué posición y distancia. Nos dijo que disparáramos de la cintura para arriba”.
Para calmar a la población, y convencerla que no era un engaño, el fusilamiento no fue transmitido en directo. Los Ceausescu habían sido fusilados, pero el régimen totalitario que ellos forjaron maniobraba para mantenerse con vida
Un nuevo gobierno hacia el capitalismo
Una vez que fue confirmado el fusilamiento del matrimonio Ceausescu, los conspiradores de ultima hora constituyeron un nuevo gobierno, bajo la egida del Frente de Salvación Nacional (FSN), un nuevo partido conformado por sectores del PCR. El nuevo gobierno fue encabezado por Ion Iliescu, quien había sido ministro en el gobierno de Ceausescu.
Este nuevo gobierno encabezo el proceso de restauración capitalista en Rumania, y se mantuvo en el poder hasta 1996, garantizando con mano de hierro la transición hacia el capitalismo. Actualmente Rumania es un país capitalista atrasado en Europa del Este, afiliado a la UE y la OTAN.