Por Melchor Benavente
El pasado 3 de septiembre se cumplieron 75 años de la fundación de la Cuarta Internacional, el partido mundial de la revolución socialista, fundado por León Trotsky, como una alternativa ante el proceso de degeneración burocrática de la Tercera Internacional, que fue conducida a la ruina por el stalinismo.
La Conferencia de Fundación de la Cuarta Internacional se realizó en París, Francia, en momentos de ascenso del fascismo y cuando Europa se encontraba al borde de la Segunda Guerra Mundial. Se reunieron un puñado de revolucionarios, expulsados y perseguidos por los Partidos Comunistas que seguían al pie de la letra las instrucciones desde el Kremlin. Hubo delegados de 10 partidos y organizaciones de Estados Unidos, Alemania, Polonia, Italia, Grecia, Holanda, Gran Bretaña y de la URSS. Participaron 26 delegados de 11 secciones nacionales, de las 29 que conformaban la Cuarta Internacional. Por Brasil asistió Mario Pedrosa.
La lucha contra el stalinismo
Después de la muerte de Lenin en 1924, se produjo una intensa lucha interna dentro del Partido Bolchevique. Esta lucha está relacionada con la política que debía sostener la Tercera Internacional en momentos en que el sistema capitalista estaba en crisis, pero había logrado evitar nuevos triunfos revolucionarios, como el ocurrido en Rusia en Octubre de 1917.
El atraso económico de Rusia por un lado, y el aislamiento del primer Estado obrero, por el otro, fueron los factores que incidieron en la formación del stalinismo, como una casta burocrática dirigente al interior del Partido Bolchevique y al interior del Estado soviético.
Quien más se opuso a este proceso degenerativo fue León Trotsky, quien junto a otros grandes dirigentes bolcheviques, organizó la Oposición de Izquierda, la cual fue perseguida y reprimida por el stalinismo tanto dentro de la URSS como a nivel internacional.
La teoría stalinista del “socialismo en un solo país” condujo a fracasos en muchos países. El triunfo de Hitler en 1933 fue posible por las tácticas erróneas del partido Comunista Alemán, que consideraba a la socialdemocracia como fascista. Esta división de los obreros alemanes fue aprovechada por los nazis quienes se hicieron del poder. Entonces Trotsky dijo que la Oposición de Izquierda debía construir una nueva internacional, vista la traición y la estupidez política del stalinismo.
De derrota en derrota
Stalin consolidó su poder masacrando a los opositores comunistas, dentro de la URSS y fuera de ella. Las derrotas ocasionadas por los errores del stalinismo y el peligro de restauración capitalista dentro de la URSS, acrecentaron la necesidad de construir la Cuarta Internacional. Esta no era una tarea fácil. En esa época, el fascismo estaba en ascenso en todo el mundo, y la conducción stalinista de los Partidos Comunistas conducía a los trabajadores de derrota en derrota, en Inglaterra en 1926, China, en 1927 Alemania en 1933, España durante la guerra civil y Francia en 1936.
El stalinismo mantuvo en ese periodo una política zigzagueante. Primero se refirió al “tercer periodo”, como una coyuntura mundial de ascenso revolucionario, cuando ocurría precisamente lo contrario. El Resultado fue una política ultraizquierdista que provocó desastres por todos lados. Después, el stalinismo levantó la política de los “frentes populares”, una extraña alianza política con supuestos sectores “progresistas de la burguesía, como una táctica para combatir al fascismo, pero que condujo a la derrota del proletariado donde se aplicó esta política, especialmente en España y Francia.
Rescatando las banderas del marxismo
Bajo esas condiciones desfavorables, y cuando el stalinismo aparecía ante los obreros del mundo como el legítimo heredero de la revolución bolchevique, Trotsky y sus seguidores se dieron a la ardua tarea de sentar las bases programáticas de la Cuarta Internacional.
Lo primero que hizo Trotsky fue luchar contra la campaña de desprestigio y calumnias del stalinismo, defender los postulados marxistas que habían sido deformados y prostituidos por el stalinismo, que había creado una nueva ideología cuya finalidad era defender los intereses de la casta burocrática al mando de la URSS y del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
Trotsky combatió la degeneración burocrática de la Tercera Internacional y el subordinamiento de los Partidos Comunistas a la política y la diplomacia del Kremlin. Lenin había fundado la Tercera Internacional como una agrupación revolucionaria, cuyo objetivo era la extensión de la revolución socialista en el mundo, y no subordinarse a las necesidades del primer Estado Obrero, por muy progresiva que fuese su defensa. Lo más importante, tanto para Lenin y para Trotsky, era que la Internacional sirviese para dirigir y expandir la revolución socialista, y no a la inversa. Era necesario rescatar el internacionalismo proletario, no la deformación del stalinismo.
El Programa de Transición
Trotsky en el exilio se mantuvo escribiendo, refutando cada mentira o calumnia stalinista, pero sobre todo trabajó arduamente en sentar las bases teóricas y políticas de la Cuarta Internacional.
Entre los documentos más importantes, y que fue tomado como el programa oficial de la Conferencia de Fundación de París, está el Programa de Transición. Este programa parte del hecho fundamental que el capitalismo ya no juega un papel progresivo, que las fuerzas productivas han dejado de crecer y que ello se manifiesta en la crisis crónica de la economía, en el desempleo masivo, la inflación, y todos los males que flagelan a los trabajadores. En su agonía, el capitalismo arrastra a la humanidad hacia la barbarie.
En el Programa de Transición, Trotsky acuñó una frase histórica: la crisis de la humanidad es la crisis de la dirección revolucionaria del proletariado. Y para solucionarla se debían construir nuevos partidos comunistas, en contra de la degeneración que significaba el stalinismo. Trotsky en su libro La Revolución Traicionada no se cansó de alertar que el stalinismo conduciría tarde o temprano a la restauración capitalista, y por ello planteó la necesidad de realizar una revolución política, es decir, que la movilización de los trabajadores cambiara únicamente al régimen político, y los transformara de burocrático a democracia obrera, conservando la base económica del socialismo.
El asesinato de Trotsky
El stalinismo aniquiló físicamente a la oposición de izquierda en la URSS, y también asesinó a miles de trotskistas en otros países, donde las organizaciones de la Cuarta Internacional tenían algún grado de influencia, como China, España, Vietnam, etc.
La vieja guardia del Partido Bolchevique fue aniquilada en los “procesos de Moscú” en 1936. Pero Stalin nunca estuvo tranquilo mientras Trotsky, desde el exilio, construía una nueva Internacional. Stalin ordenó su asesinato. Ramón Mercader, un stalinista catalán, bajo las órdenes directas del servicio secreto ruso, se convirtió en amante de Silvia Angelof, secretaria de Trotsky, y de esta manera logró penetrar en su círculo más cercano, hiriéndolo gravemente el 20 de agosto de 1940. Trotsky murió al día siguiente.
Sin dirección y ante grandes desafíos
Con el asesinato de Trotsky, no solo moría el último representante de la vieja guardia del Partido Bolchevique que dirigió la revolución de Octubre de 1917, sino que Stalin privó a la naciente Cuarta Internacional de su dirigente más experimentado.
La Cuarta Internacional nació muy débil, en 1938, a las puertas de la segunda guerra mundial. Al desaparecer Trotsky, desapareció la persona que unificaba, inspiraba y orientaba a la nueva Internacional. La Segunda Guerra Mundial, sometió a la Cuarta Internacional a grandes desafíos. El resultado de la falta de una dirección experimentada, fue la dispersión de las escasas fuerzas, que debieron soportar la despiadada persecución combinada del nazismo y del stalinismo.
El boom capitalista de la postguerra
Antes de morir Trotsky balbuceo algunas palabras: “Díganle a mis amigos que estoy seguro de la victoria final de la Cuarta Internacional”. Pero el resultado de la Segunda Guerra Mundial no ocurrió exactamente como Trotsky había pronosticado. Las direcciones burocráticas, como el stalinismo y el maoísmo, fueron más allá de sus posiciones reformistas, una posibilidad excepcional que Trotsky había contemplado en el Programa de Transición. El stalinismo se fortaleció con el avance del Ejército Rojo que había conquistado Europa oriental, creando un conjunto de países que se convirtieron en satélites de la URSS. El aislamiento había sido roto.
En Oriente, el triunfo de la revolución china, bajo la conducción de Mao TseTung, dio mayor respiro a la URSS. En medio de las ruinas humeantes de la Segunda Guerra Mundial, el stalinismo surgió como la conducción de una nueva potencia mundial. Pero el stalinismo no quiso que la revolución avanzara, y apoyó la reconstrucción capitalista de Europa occidental, ordenándoles a los partidos comunistas colaborar con este proceso.
Se produjo un boom de la economía capitalista a nivel mundial, que le dio un respiro a la URSS y a los estados obreros burocráticos que surgieron del avance del Ejército Rojo. Pero cuando se terminó este boom, en la década de los años 70 del siglo pasado, volvieron a surgir los problemas económicos dentro del socialismo stalinista.
En la postguerra, la Cuarta Internacional se dividió muchas veces porque su dirigencia no supo comprender los nuevos fenómenos de la lucha de clases. Es el precio que tuvimos que pagar por el asesinato y desaparición de los mejores dirigentes. Las condiciones objetivas fueron más fuertes que el proceso de acumulación y maduración de la Cuarta Internacional: la URSS terminó derrumbándose ante la presión imperialista, y al no producirse la revolución política en la que tanto insistió Trotsky, se produjo un gran salto hacia atrás, hacia la restauración capitalista.
Retomar los pasos de Trotsky
No solo desapareció la URSS sino que se ha extendido la restauración capitalista a China y otros estados obreros, incluso Cuba marcha aceleradamente hacia el capitalismo. Este proceso de retroceso de las revoluciones del Siglo XX, le ha dado un respiro al sistema capitalista y ha dificultado aún más el proceso de construcción de la Cuarta Internacional, que continúa dividida en múltiples corrientes.
Trotsky no estaba equivocado. La restauración capitalista en los estados obreros burocráticos se produjo, y ello ocurrió precisamente por la debilidad de la Cuarta Internacional. El capitalismo ha logrado sobrevivir hasta el momento, pero su agonía confirma que es necesario construir una alternativa revolucionaria a nivel mundial. Debemos aprender las lecciones y retomar el camino por la construcción de la Cuarta Internacional.