Historia

Por: Raúl Jiménez Lescas

“Alcanzar los derechos legales es insuficiente; las mujeres deben emanciparse en la práctica. La emancipación de la mujer significa darles la oportunidad de criar a sus hijos, compaginando la maternidad con el trabajo para la sociedad.”

Alejandra Kollontai

Vladimir Ilyich Lenin.

Ya sabemos muchas cosas del origen del 8M. Sabemos que la idea no viene de la ONU, sino de socialistas, feministas, sufragistas y anarquistas de fines del siglo XIX y que se organizaron, para conmemorar por primera vez el Día de la Mujer un 19 de marzo de 1911. Tres años después, la fecha se conmemoró por primera vez, un 8M en 1914. Sabemos que tenían poderosas o pequeñas organizaciones de mujeres que se agrupaban en sindicatos o Círculos de Estudio, que editaron periódicos y revistas; que desarrollaron una intensa actividad cultural, de organización y agitación para que las mujeres trabajadoras despertaran a la lucha política y social (ahora le llaman “empoderamiento”). Los debates en las conferencias y congresos de mujeres eran de alto nivel político y destacaron importantes mujeres teóricas, propagandistas, organizadoras y agitadoras que fueron escuchadas por millones de mujeres por todo el planeta.

Una buena definición sobre el tema nos la heredó la rusa Alejandra Kollontai, que escribió en 1920: “El Día de la Mujer o Día de la Mujer Trabajadora es un día de solidaridad internacional y un día para revisar la fuerza y organización de la mujer proletaria.”

Sabemos que las celebraciones del 8M se suspendieron durante la Primera Guerra Mundial y que la Socialdemocracia, por considerar ese día como “radical” y promovido por mujeres “antiguerra” lo sacaron de su calendario, pero que las mujeres comunistas lo retomaron. Así tenemos un nuevo dato histórico: la Revolución Rusa de 1917 inició con la conmemoración del 8M en Petrogrado. En la historia de esa revolución se le considera como la “Revolución de Febrero” (23 de febrero), pero en realidad es la Revolución de Marzo (8 de marzo), ya que los rusos no tenían nuestro calendario. En el recuerdo de la Kollontai las cosas fueron así:

“En 1917, el 8 de marzo (23 de febrero), el Día de la Mujer Trabajadora, salieron con valentía a las calles de Petrogrado. Las mujeres, algunas trabajadoras, otras esposas de soldados, exigieron ‘Pan para nuestros hijos’ y ‘El regreso de nuestros maridos de las trincheras’. En este momento decisivo, las protestas de las trabajadoras plantearon tal amenaza que incluso las fuerzas de seguridad zaristas no se atrevieron a tomar las medidas habituales contra los rebeldes, sino que miraron con confusión el mar tormentoso de la ira del pueblo.

“El Día de la Mujer Trabajadora de 1917 se ha convertido en algo memorable en la historia. En este día las mujeres rusas levantaron la antorcha de la revolución proletaria y prendieron fuego al mundo. La revolución de febrero marca su comienzo a partir de este día.”.

Y, un año después del triunfo de la Revolución de Octubre (en realidad Noviembre), Alejandra Kollontai narró cómo se organizaron las mujeres durante la revolución:

“En el otoño de 1918, el partido envió a un grupo de bolcheviques activos a varias partes del país para trabajar entre las mujeres. Sverdlov [el organizador del Partido Bolchevique] me envió a Orekhovo-Zuyevo, Kineshma, Ivanovo y otros lugares. Recuerdo que una trabajadora textil llamada Anuchkina me invitó a casa. Ella me ofreció una taza de té; no había pan, ni azúcar, pero sí mucho entusiasmo. Durante nuestra conversación, la compañera Anuchkina expresó la opinión de que era el momento de convocar un congreso de mujeres trabajadoras y campesinas. Me gustó la idea y la presenté al Comité Central del partido cuando regresé a Moscú.”.

Al año siguiente, se fundó, en marzo, la Tercera Internacional o Internacional Comunista (en ruso Komintern) en Moscú y los comunistas rompieron definitivamente con la Socialdemocracia Internacional (hoy Internacional Socialista). Una de las destacadas comunistas que esperaban en el congreso fundacional era Rosa Luxemburgo, pero fue asesinada por la policía socialdemócrata y arrojada al río, como ya les he contado. Por eso, la nueva Internacional le rindió un merecido homenaje. Su compañera de armas, Zetkin, la recordó en una semblanza muy emotiva en septiembre de 1919 y fue la primera vez que se le llamó la “Rosa Roja”:

“Rosa Luxemburgo fue una mujer de voluntad indomable. El severo autocontrol puso freno al valiente ardor de su temperamento, ocultándose bajo un comportamiento aparentemente reservado y tranquilo. Dueña de sí misma; ella pudo liderar a otros. […] Su sentido interior de libertad allanó todos los obstáculos en su camino.”.

La Internacional Comunista tomó resoluciones importantes en sus primeros 4 congresos sobre la mujer bajo la siguiente lógica: “Lo que el comunismo dará a la mujer, en ningún caso el movimiento femenino burgués podrá dar. En tanto exista la dominación del capital y de la propiedad privada, la liberación de la mujer no será posible”.

La Revolución era permanente o ininterrumpida en la naciente URSS, por lo que uno de los temas a resolver fue la llamada “Cuestión de la Mujer”. El recuerdo de la Kollontai nos sirve para entender esa revolución en las mujeres:

“El 19 de noviembre Vladimir Ilich [Lenin] pronunció su histórico discurso que se convirtió en la base de nuestro trabajo. El congreso adoptó propuestas sobre métodos de trabajo, protección de madres y niños pequeños, y muchas otras.” (como el derecho al aborto y la creación de un departamento de gobierno dedicado a la protección de las mujeres que dirigió, precisamente, la Kollontai). De esta forma, el 8M se hizo oficial en la URSS y se dieron pasos para la emancipación en los hechos de la mujer (hoy se le llama “igualdad sustantiva”).

Así tenemos un nuevo dato histórico: la primera mujer en dirigir un departamento o secretaría de la mujer en un gobierno fue una comunista-feminista llamada Alejandra Kollontai, que después caería en desgracia durante el estalinismo y enviada como embajadora a México, pero ya nos ocuparemos de esa harina para ponerla en su costal. La primera Constitución de la URSS otorgó el derecho al sufragio a las mujeres entre otros notables derechos (1918).

Cabe destacar que, desde fines del siglo XIX, Nadezhda K. Krupskaya empezó a analizar el tema de las mujeres campesinas y obreras en la Rusia zarista. Un trabajo memorable de 1889 se extendió años después y, sus notas, sin duda ayudaron a su marido, Lenin, a entender la “cuestión de la mujer”. Las notas de la Krupskaya son reveladoras sobre las condiciones de las mujeres: “Examinemos las condiciones de la mujer trabajadora, comenzando por la campesina. Tiene que hacer frente a todo tipo de trabajos de campo pesados, sin tregua día y noche en la cosecha. Tiempo ya que, en muchos lugares, las mujeres aran y cosechan junto con los hombres. Además de eso llevan la carga de cuidar las aves de corral y el ganado, las tareas domésticas, confeccionar ropa y cuidar a los niños; de hecho, es imposible enumerar todos los trabajos que le caen a la campesina”.

Las comunistas alemanas, con Clara Zetkin al frente, siguieron trabajando por las mujeres y, como ya les he contado, en 1921, la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas, presidida por la mismísima Zetkin (celebrada en Moscú), proclamó que en el futuro el Día Internacional de la Mujer se celebraría en todo el mundo el 8 de marzo.

Esa madurez en la lucha y organización femenina fue expresada por la Kollontai en los siguientes términos:

“No solo las mujeres de la Unión Soviética, sino las mujeres de todo el mundo deben saber que Vladimir Ilich sentó las bases de la emancipación femenina. Alcanzar los derechos legales es insuficiente; las mujeres deben emanciparse en la práctica. La emancipación de la mujer significa darles la oportunidad de criar a sus hijos, compaginando la maternidad con el trabajo para la sociedad.

“En ninguna parte del mundo, en ninguna parte de la historia, existe un pensador y estadista que haya hecho tanto por la emancipación de la mujer como Vladimir Ilich.”.

Avanti.

Hemeroteca

Archivo