Europa


Por Nicolas Lebrun

Esta vez es en la ciudad de Glasgow que se lleva a cabo la COP 26 para discutir y dar las pautas a seguir para hacer frente a la emergencia global que representa el calentamiento global provocado por el modo de producción capitalista.

Ciertamente la activista de Youth For The Climate, Greta Thumberg, tiene toda la razón al afirmar que esta cumbre no es más que un blablablá. Los gobiernos de los principales países contaminadores, llegan a la cumbre con floridos discursos que esconden la realidad de lo que hacen. Como se dice en nuestros pueblos, lo que hacen con la mano, lo borran con el codo.

La entropía y caos capitalista lleva a millones de millones de seres humanos al despeñadero y por consiguiente a la Naturaleza, de la cual solo es valorada como una fuente de enriquecimiento sujeta a los valores de la oferta y la demanda. Esta esquizofrenia capitalista que trata de separar al ser humano de sus cualidades naturales y escindirlo del medio que lo rodea provoca y seguirá provocando desgastes que a la postre serían irreversibles.

“El hombre no puede proceder en su producción como la naturaleza misma, esto es, alterando la forma de las materias. Aún más: en ese trabajo mismo de formación le ayudan constantemente las fuerzas naturales. El trabajo no es, pues, la fuente única de los valores que produce, de la riqueza material. El trabajo es su padre, como dice William Petty, y la Tierra es su madre.” (Marx, El Capital pág. 82 Alianza Editorial)

La depredación capitalista hace que estas interacciones se produzcan lejos de cualquier planificación y de las necesidades reales de la población. Basta echar un vistazo a las grandes compañías que son las que más polución generan para darse cuenta que su marco de acción es la de generar dividendos para los grandes accionistas que se ven reagrupados en consorcios a nivel planetario.

Antecedentes de un desastre anunciado

Como, por si fuera poco, a pesar de los múltiples e ingentes llamados a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, las principales compañías del sector de los hidrocarburos hicieron de oídos sordos para continuar obteniendo las jugosas ganancias derivadas del consumo de estos combustibles fósiles. Un artículo en la revista Global Environmemtal Change que acaba de ser publicado hace referencia sobre este descubrimiento puesto a la luz por los investigadores que escudriñaron los archivos de este gigante petrolero.

“Ya en 1971, una publicación en la revista Total explicaba que la combustión de combustibles fósiles conduce "a la liberación de enormes cantidades de dióxido de carbono" y a un aumento en la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. Un "aumento bastante preocupante [...]", señaló el texto de 1971. Sin embargo, el grupo ignoró este tema, señalan los investigadores.  En ese momento, la industria petrolera francesa aún tenía que enfrentarse a la opinión pública hostil, después de la explosión de la refinería de Feyzin (departamento de Ródano) en 1966, con 18 muertos, incluidos 11 bomberos y más de 80 heridos. Al mismo tiempo, también se produjo el desastre del petrolero Torrey Canyon, en 1967, cuya mancha había llegado a la costa francesa. La imagen del sector petrolero a principios de la década de 1970 era lo suficientemente negativa como para no agravar aún más el caso al resaltar los efectos del sector sobre el calentamiento global” (Rtbf info)

Un poco más atrás en la historia de estas cumbres y otros acuerdos globales encontramos el protocolo de Kioto de 1997. Este acuerdo que anunciaba objetivos ambiciosos fue torpedeado entre otros por el retiro de los Estados Unidos, lo que hizo que estos solo llegaran a un tercio de la meta. (Daniel Tanuro, El Imposible Capitalismo Verde)

En el mismo sentido las metas establecidas por el G8 se basaban en las emisiones basadas en 1990, lo que falseaba de entrada las proyecciones.

Estas cumbres dieron también el nacimiento a diversas formas de “Green washing” una manera de darle vuelta a las restricciones  para comprar derechos de emisiones sobre la base de la “neutralidad carbón”. Este perverso mecanismo mercantiliza por un lado y deja en manos de ávidos capitalistas la certificación de esta forma de producción que a la postre no tiene casi ningún impacto sobre la cantidad de gases de efecto invernadero. La venta y compra de estos certificados no son solo mas un reflejo de la putrefacción  del sistema que va a satisfacer su ánimo lucro a cualquier precio. Existen tres mecanismos que interactúan para llegar a estos fines. Por un lado, los MDL mecanismos de desarrollo limpio, la puesta en obra conjunta POC y el intercambio de derechos de emisión.

“Los tres mecanismos implican la creación de un mercado de carbono que permite de interconectarlos y el intercambio de derechos es el pilar del conjunto. ..Los países que son sometidos a una obligación de reducción realizan una lista de los lugares que emiten  emiten mucho CO2: centrales térmicas, cementeras, fábricas de acero…Al principio de cada periodo, cada empresa recibe una cierta cantidad de unidades de CO2 o derechos de emisión. Ese derecho es negociado con los gobiernos. Una vez autorizados, las empresas realizan un reporte anual (sic) verificado por un auditor independiente. Si el límite es sobrepasado se exponen a sanciones. Para evitarlos las empresas compran a las que no gastaron su cuota el saldo” (Ídem Tanuro)

La COP 21 que analizamos en su momento, no significó ningún cambio de paradigma. Los efectos que esta se planteaba alcanzar resultaron muy por debajo de los que se esperaban. Crónica de una muerte anunciada. En realidad, los mecanismos mencionados anteriormente y otras argucias permitieron que los grandes industriales siguieran por la vía de destrucción de los recursos naturales de manera desmesurada.

El fracaso se puede establecer en cifras.

“El primer sistema de intercambio de cuotas establecido por la Unión Europea en 2005 ha fracasado. 85% de los proyectos no han contribuido a disminuir las emisiones, según un estudio del 2017 de la Comisión Europea según la BBC. En 2015, el acuerdo de Paris preveía en su artículo 6 establecer un acuerdo mundial más eficaz.” (Correo Internacional N° 1617)

Los escándalos como los puestos a la luz pública de las falsificaciones de datos y otros medios empleados por los diferentes sectores de la industria en los países industrializados hacen dudar de este mecanismo. Este a la vez profundiza las diferencias entre los países de las metrópolis y el resto de los países.

No existe un capitalismo verde

El capitalismo no ofrece ninguna perspectiva en todos los aspectos de la vida humana. El marketing actual hace descansar la responsabilidad sobre la gente común y corriente, sobre sus hábitos de consumo como si pudiéramos elegir libremente los bienes y servicios que nos imponen los capitalistas. Por un lado, estos realizan todo este circo y por otro anuncian que van a relanzar la economía de la misma forma que lo han hecho antes de la pandemia para cumplir con los objetivos de crecimiento.

El grueso de las emisiones de CO2 provienen del sector de la “energía” 73,2% del total. Dentro de ella se encierran las producidas por la industria 24,2% , el transporte 16,2% .El transporte terrestre de mercancías, los camiones que han invadido las autopistas y carreteras para abaratar el costo. Los conductores contratados a destajo y en condiciones deplorables serpentean las redes de comunicación.

El segundo sector es el de la agricultura que produce el 18,4%. En este campo, las prácticas monopolísticas de los países desarrollados concentran una buena parte de la producción de granos y cereales, además de los productos cárnicos y lácteos.

La expansión de estos métodos de producción capitalista hace que la presión sobre el Medio sea cada vez más fuertes. Solo el 3% de las superficies emergidas del planeta se encuentran en el estado intactas ecológicamente (The Guardian) 

Solo un cambio de sistema asegura la supervivencia de la especia humana

Los apologistas del ecologismo capitalista solo proponen alternativas cortoplacistas e irracionales como la puesta en marcha de centrales nucleares y otras argucias para favorecer los grandes grupos de la energía que buscan a todo costo sacar el último centavo de esta catástrofe planetaria.

La pandemia ha puesto de nuevo de manera cruel el precio que puede pagar la humanidad por el manejo inescrupuloso de la naturaleza. Inundaciones, sequias, aumento de la temperatura global y otras catástrofes mas son ya parte de la realidad.

Pero el capitalismo seguirá haciendo oídos sordos porque su dinámica no es armoniosa con el Ambiente.

La movilización de los jóvenes alrededor del planeta es un punto de partida para llevar al conjunto de los trabajadores organizados a enfrentar la vorágine capitalista.

La consigna “fin de mes, fin del mundo, el mismo combate” es la clave para entender la importancia que releva las luchas por el mejoramiento del nivel de vida y de la lucha por preservar el planeta.

No tenemos otra perspectiva que la movilización combativa que el partido revolucionario debe completar con un programa de transición  climático aunado al programa de transición de las principales reivindicaciones de la clase trabajadora.

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