Europa

Por Armando Sosa

Las pasadas elecciones en Alemania significó el retiro de la escena política nacional e internacional de la Canciller Ángela Merkel.

Los resultados de este escrutinio dan como vencedor al partido socialdemócrata alemán liderado por Olaf Scholz. El escaso margen (25,7% versus 24,1%) con el que ha vencido a su principal oponente, el candidato Armin Laschet de los cristianos demócratas, tuvieron el peor resultado desde 1949, por debajo de la barra del 30%. En el tercer lugar, el partido de los Verdes de Annalena Baerbock llegan en tercer lugar recogiendo 14,8%. Los liberales la siguen con 11,7% de los votos.

Este panorama como bien se ve, no le permite al SPD llegar solo al gobierno para declarar canciller a Sholz. En este caso, una frágil coalición tendría que formarse. Ya en el pasado, la coalición SPD-CSU-CDU le permitió a Merkel asegurar su último mandato en 2018.  Sin embargo, esta nueva negociación que se abre, es todavía más álgida. La fuerza que representaba la figura de Merkel en todos los ámbitos no puede ser asegurada por ninguno de los actuales candidatos a su sucesión.

La burguesía alemana, la más fuerte de Europa, siendo este país la “locomotora” económica del viejo continente, se encuentra sometida a enormes presiones para asegurar su enorme plusvalía.

Durante la era Merkel, la continuación de las reformas anti obreras emprendidas desde el gobierno socialdemócrata de Schröder generaron enormes ganancias para los empresarios y un empobrecimiento de los trabajadores alemanes.

“La adopción de la llamada Agenda 2010, un paquete de medidas para flexibilizar el mercado laboral, reducir gasto público y restringir acceso a ayudas impulsada por el canciller Gerhard Schröder, sentó los pilares de esa recuperación, pero también contribuyó a un aumento de la precariedad laboral, una tendencia que empieza tras la caída del muro de Berlín. Mientras la riqueza se acumula en cada vez menos manos privilegiadas, Alemania también ha visto una polarización de salarios en el mercado laboral donde crecen los empleos mal remunerados. Aquejados por el empobrecimiento del sistema de pensiones, cada vez más jubilados necesitan un empleo parcial para subsistir. Desde el 2010, esa necesidad se ha disparado hasta un 22%. La gran mayoría de ellos también dependen de ayudas del gobierno.

Pero, aunque, como apuntan los índices macroeconómicos, la locomotora europea es cada vez más próspera también es más injusta y polarizada. Según el último informe de la OCDE, el 10% más rico posee el 60% del patrimonio privado mientras que el 40% más pobre no tiene casi nada. Una creciente brecha que convierte a Alemania en uno de los países más desiguales de Europa.” (El Periódico 18/09/2018)

Estos datos explican en parte la forma como el ataque a las conquistas sociales de la clase trabajadora que consiste entre otras cosas el seguro de desempleo, la inversión en el sistema de salud y de educación, representan una salvaje expropiación del salario social para pasar de los bolsillos de los trabajadores a los bolsillos de los accionistas de las grandes empresas.

En 2015, Alemania repartió cerca de 30 923 mil millones de euros a sus accionistas, ocupando el segundo lugar en el ranking europeo, solo por detrás de Francia que en el mismo periodo distribuyó 42 497 mil millones de euros.  Esta medida se hace por medio del Hendreson Global Index, que toma en cuenta las 1200 empresas más importantes por capitalización, es decir que colocan acciones en la bolsa, el sistema especulativo del capitalismo.

Para este año, el mismo índice reporta que “El segundo trimestre es el período más importante para los dividendos europeos, y la región ha visto la los dividendos totales aumentan en 66,4%, es decir, un aumento del 20,1% en términos subyacentes. Francia y Suecia registraron la recuperación más fuerte; Alemania, la Suiza y Noruega se quedaron atrás.

La recuperación de dividendos es mucho más sólida de lo esperado. Janus Henderson ahora planea que los dividendos llegarán a 1390 mil millones de dólares en 2021, hasta en 2,2 puntos porcentuales por informe a la última edición de JHGDI publicado en mayo de 2021; estas noticias los pronósticos son solo más bajos en un 3% hasta el pico registrado antes de la pandemia.  El monto total de dividendos debe ahora aumenta un 10,7% en 2021, que corresponde a un crecimiento subyacente del 8,5%”

La sed de ganancia no se detiene ante nada. Las medidas adoptadas por los diferentes gobiernos de diferente composición, social demócratas, liberales, ecologistas y otras denominaciones, se pliegan a los designios del gran capital. La reforma del código de trabajo en Francia, Alemania, Bélgica y muchos otros países de la UE van en el mismo sentido: maximizar las ganancias y aumentar las cadencias de explotación de los trabajadores. A la par de esto, los trabajadores jóvenes se encuentran en situación de precariedad laboral para así aumentar el ejército de reserva que representan los desempleados.

La crisis política en Alemania es el reflejo de esta desaceleración de la economía que no logra retomar el ritmo de antes de la crisis provocada por la pandemia.

“El instituto de investigación económica responsable de IFO ha reducido su estimación del crecimiento del PIB alemán en 0,8 puntos hasta el 2,5% en 2021 y ha elevado su estimación para 2022 en 0,8 puntos hasta el 5,1% ". La economía alemana está actualmente dividida. Como industrias de servicios intensivas en contacto recuperarse con fuerza de la crisis del coronavirus, el valor agregado en la fabricación está disminuyendo debido a los cuellos de botella en el suministro de productos intermediarios clave de la industria”, comentó IFO.  Explica que la alta tasa de crecimiento en 2022 se debe en gran parte al bajo nivel de producción de bienes y servicios en 2021. Se espera que Alemania vuelva a una tasa de crecimiento normal en 2023: + 1,5%.” (capital.fr 09/2021)

Como quedó demostrado durante la crisis, lejos de todo el discurso de las élites, los que producen la riqueza son los trabajadores. Durante el confinamiento, los accionistas no pudieron hacer crecer sus inversiones. Los dividendos en muchas industrias, fueron anulados para el año pasado. Esto no es difícil de comprender y por eso la presión  que ejercen y ejercieron los sectores empresariales para aligerar las medidas de salud para permitirles recuperar las inversiones, todo esto a costa de la salud de los miles de trabajadores que perdieron la vida por la contaminación en los sitios de trabajo o bien en los trayectos hacia los mismos.

En Alemania, esta gestión de la crisis que fue durante mucho tiempo puesta como ejemplo en Europa, no fue del total agrado de sectores de la burguesía que o dudaron en movilizar a los sectores más retardatarios de la extrema derecha para cuestionar inclusive la existencia de la pandemia.

Evidentemente muchos de estos dividendos no pasan por la caja del fisco. Como lo han demostrado los Panamá Papers y los Pandora Papers, los millonarios utilizan los sistemas de “optimización fiscal” para esconder sus fortunas en los paraísos fiscales para no pagar ni un céntimo de impuestos. Toda esta sangría que se calcula en miles de millones de euros amplificando todavía más la polarización social y la destrucción del sistema de seguridad social.

Triunfo del SPD: ¿esperanza de cambio para los trabajadores?

Como lo hemos expuesto anteriormente, los partidos socialdemócratas del viejo continente se han transformado en una correa de transmisión del gran capital. Las alas derechas de los mismos han tomado el control y su discurso proclive a las reformas neoliberales ha pasado a la acción en los  países del área. Este es el caso del SPD, del PS francés, sumido en su máxima crisis desde su creación, el PSOE en España, que ha aumentado la edad de la pensión a los 67 años y restringido el acceso a la pre pensión para millares de personas con empleos precarios, sobre todo mujeres; etc. La lista, así como quedó también al descubierto el ex primer ministro laborista Tony Blair y sus maniobras para esconder al fisco una importante suma de dinero por la transacción de la compra de su mansión. En Noruega, el partido Laborista votó favorablemente una ley reaccionaria de inmigración impulsada por el partido del Progreso de la ultra derecha. 

Estos partidos que viven de la renta de la época en los que el movimiento de masas obtuvo muchas de sus conquistas, se deshace en demagógicas promesas electorales que luego abandonan una vez instalados en el gobierno con el pretexto de las concesiones que se hacen a los otros miembros de la coalición gubernamental o bien simplemente porque su programa político va en ese sentido.

Por otro lado, las burocracias sindicales que controlan estas importantes organizaciones son controladas por los partidos en el gobierno o por personajes afines a los mismos y están muy lejos de organizar una resistencia consecuente contra los planes de austeridad y pobreza generalizada.

Urge entonces que la unidad de las bases de los trabajadores y sectores populares se amplíe fuera de las fronteras nacionales y se traduzca en un plan de acción unitario para detener este asalto al nivel de vida de las masas trabajadoras.

Esta es la única salida que tenemos los asalariados para enfrentar al gran capital y sus socios en los partidos del gobierno.

El ejemplo de los obreros que se movilizan contra los cierres de las empresas y los otros sectores que dan la pelea por lograr el mejoramiento de las condiciones de trabajo son muy valiosos y demuestran que la lucha tiene su mérito y sus resultados.

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