Por R. Ibarra

Los trabajadores ferroviarios pueden representar la situación y las reivindicaciones del conjunto de la clase obrera de los Estados Unidos. En varios sectores se desarrollan acciones separadas sin que las confederaciones AFL-CIO, SEIU, ni grandes federaciones sindicales llamen a unir fuerzas para ir hacia una huelga general. 

Lo ferroviarios no tienen derecho de huelga, porque lo suprimió la ley ‘Taft-Hartley’ de 1947. Esta vez el gobierno Biden y ambas cámaras del Congreso han esgrimido esa ley para descarrilar el intento de los trabajadores de ir a la huelga como instrumento de lucha por un convenio laboral justo. 

La ley permite que las empresas sustituyan trabajadores en huelga por esquiroles, que despidan a los huelguistas, y amenaza con cárcel, grandes multas y despidos. Es el poder del Estado contra la huelga. 

Los patronos, el gobierno Biden y el Congreso alegan que la huelga ferroviaria en esta coyuntura histórica llevaría al colapso todo el sistema. El enfrentamiento del Estado con estos trabajadores repercutirá en el próximo periodo político hasta las elecciones presidenciales del 2024. Es un hecho trascendental. 

El sistema ferroviario de los Estados Unidos está en el corazón de la cadena de suministros al mercado. Aproximadamente el 30% de la carga se mueve por ferrocarril, y la Asociación de Ferrocarriles estadounidenses estima que una huelga ferroviaria nacional causaría más de dos mil millones de pérdidas al día. 

Las empresas ferroviarias obtuvieron 21.000 millones en ganancias en los primeros 9 meses de 2022. Ahora bien, costear el seguro de enfermedad durante 7 días a los trabajadores costaría al sector 321 millones de dólares al año. Es solo el 1,5% de esas ganancias. El problema, por lo tanto, no reside en la reivindicación misma, el propósito de los patronos es diezmar la fuerza del movimiento sindical en el conjunto de la clase obrera. La huelga no es cualquier huelga. 

Lo que distingue la situación actual es la crisis general del sistema y la potente clase obrera estadounidense entra en acción exigiendo a su organización sindical la lucha para evitar el desastre. 

Por otro lado, la huelga se realizaría en una coyuntura en la cual se juntan todas la crisis: crisis económica, con el choque profundo de la guerra comercial con China, que presiona constantemente con el aumento de la inflación y la posible recesión; crisis social derivada de la crisis económica; y crisis del sistema político e institucional que se ha revelado en las elecciones de mitad de legislatura de 2022.

Hay que poner de relieve que la pobreza generada por la situación económica ha producido la descomposición social, el aumento desmesurado del crimen y el fenómeno de comunidades de mendigos sin techo en las calles y parques de las principales ciudades.

Un movimiento nuevo que viene desde abajo 

En esta situación, hemos visto el desarrollo de un movimiento en el seno de la clase trabajadora, presionando por organizar sindicatos en sus lugares de trabajo, algo más generalizado de lo que se piensa, sea en Amazon, Starbucks o en los servicios de comida rápida, por poner solo algunos ejemplos. 

La tendencia a la baja en la organización sindical dominante durante décadas parece sufrir un cambio, para volver a subir, presionando a la cúpula sindical, hasta ahora implicada en la política oficial del Partido Demócrata.

Desde otro ángulo, podemos afirmar que la coyuntura actual se distingue del movimiento espontáneo Ocupa Wall Street, y también del movimiento contra la brutalidad policial Black Lives Matter, en las cuales la juventud y las comunidades oprimidas (las clases populares en los Estados Unidos) expresan su odio al sistema que los oprime y los mantiene en la pobreza. 

Además, en la actualidad más del 70% de la población apoya a los sindicatos, una aceptación no vista en muchas décadas, cuando los sindicatos eran culpados del desempleo generado por la desindustrialización / deslocalización de la industria y masificación de industrias en zonas francas en países con mano de obra barata. 

La clase obrera está en movimiento, levantándose por sus derechos contra los grandes partidos del sistema. Pero ese despertar de la clase obrera representa la mayor amenaza para la frágil estabilidad del sistema. 

El sindicato Railroad Workers United (RWU) está en lucha por reivindicaciones desde enero de 2022 cuando tomaron la decisión de ir a la huelga y se ha visto confrontado con el Partido Republicano y con el Partido Demócrata. Al fin, el 2 de diciembre ambos partidos se unificaron tras la patronal contra los intereses que el sindicato reclama. En una declaración el sindicato afirma: 

 “Los demócratas, luego los republicanos castigan a los trabajadores ferroviarios. Railroad Workers United (RWU) considera despreciable, pero no sorprendente, que ambos partidos políticos optasen ayer por ponerse del lado de las grandes empresas contra los trabajadores, votando en contra de los intereses de los trabajadores ferroviarios, no una, sino dos veces, en cuestión de horas. Sufrimos un doble golpe a manos de, primero, el Partido Demócrata; el segundo de los republicanos. En primer lugar, respondiendo a los deseos del presidente Biden y de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, la Cámara votó a favor de un contrato contra el que habían votado la mayoría de los trabajadores ferroviarios de carga de EE. UU. El Senado rápidamente hizo lo mismo. Sus acciones simplemente anularon nuestras voces y deseos. Los trabajadores ferroviarios, como todos los trabajadores, deberían tener derecho a negociar colectivamente y participar libremente en actividades de huelga si los miembros lo consideran oportuno y cuando así lo deciden democráticamente. Pocas horas después de que la votación del Senado sellara nuestro destino el jueves por la tarde, sufriríamos una segunda derrota, esta vez a manos del otro partido de las grandes empresas, el Partido Republicano.”

Así que, pocas semanas después de las elecciones de mitad de legislatura (8 de noviembre) en las cuales afloraron todas las contradicciones entre republicanos y demócratas, súbitamente se unificaron en la Cámara baja para legislar en favor de los patronos ferroviarios contra los sindicatos, bajo la presión de los empresarios que dictaron su orientación al poder ejecutivo y al poder legislativo contra la huelga ferroviaria. Una maniobra parlamentaria burló los intentos del caucus progresista de apoyo a los sindicatos ferroviarios.

Los estrategas del Partido Demócrata maniobraron contra el caucus progresista que exigió la aprobación de una provisión que concedía 7 días pagados por enfermedad, aceptándolo, pero en una ley separada de la principal, lo que convierte la huelga en ilegal. 

Cuando ambas propuestas de ley llegaron al plenario del Senado, pasó la ley que prohíbe la huelga, pero no la otra, que obligaba a los patrones a pagar los 7 días por enfermedad. Ese punto fue lo que sirvió de detonante de la situación en el parlamento, aunque hay muchas reivindicaciones más en la propuesta del convenio colectivo en discusión.

La huelga planteada desde enero de 2022, está planeada para el 9 de diciembre, los trabajadores no han dado su última palabra. La ley significa que la huelga es ilegal, y el gobierno podría incluso militarizar todo el sistema. La confrontación entre los patronos a los que sigue el gobierno Biden, sometiendo al Congreso contra los trabajadores exige la más amplia unidad del conjunto de los trabajadores en lucha, incluyendo a los trabajadores no sindicados, los trabajadores desempleados y las comunidades pobres y oprimidas. 

Es un desafío a los dirigentes de las confederaciones AFL-CIO / SEIU y demás sindicatos. Y es también un desafío al conjunto del caucus progresista del Congreso. 

Hemeroteca

Archivo