Por Orson Mojica

La prologada crisis de Venezuela se nos presenta como un interminable laberinto político, donde no parece haber una salida inmediata. Para un simple mortal, los vaivenes de la crisis venezolana se transforman en un problema incomprensible. Para entender lo que ocurre en ese país, necesitamos analizar un conjunto de factores, internacionales, económicos y de geopolítica mundial.

1.- Crisis económica, conflictos interimperialistas y reordenamiento del mundo en áreas de influencia

Para comprender lo que ocurre en Venezuela necesitamos actualizar el análisis de la situación internacional. El surgimiento de los llamados gobiernos “progresistas” en América Latina fue posible por la combinación de varios factores: crisis crónica del imperialismo norteamericano, recesión económica del año 2008 y boom exportador de materias primas. Este último factor permitió a China convertirse en el principal comprador (y también vendedor) en América Latina, después de Estados Unidos.

Para el año 2019 tenemos una situación internacional completamente diferente. El mundo unipolar que surgió con el derrumbe de la URSS en 1990, dejó de existir. El arribo de Donald Trump al poder en el año 2017, representa un renovado esfuerzo por superar la crisis crónica del imperialismo norteamericano, con el agravante que ahora debe competir con nuevos imperialismos rivales. China es actualmente la segunda economía del mundo, y Rusia ha resurgido como la segunda potencia militar del planeta. El surgimiento de estos dos nuevos imperialismos, Rusia y China, ha obligado a Estados Unidos a volver al esquema de la guerra fría, cuando las principales potencias peleaban para mantener sus respectivas áreas de influencia.

En este conflicto creciente, Rusia intervino militarmente en la guerra civil siria, asegurando la victoria de la dictadura de Bashar Al Assad, fortaleciendo sus fronteras con los gobiernos aliados de Turquía, Siria e Irán. Al final, Estados Unidos fue obligado a retirar sus tropas de Siria.

Rusia intenta recuperar el espacio perdido en Afganistán, donde fue expulsada militarmente en 1989. El nuevo zar de Rusia, Vladimir Putin, promovió recientemente una Conferencia de Paz sobre Afganistán en Moscú, a la que asistieron delegados de los Talibanes, quienes mantienen una estrecha relación con el Ejército de Pakistán. Las negociaciones han continuado entre los Talibanes y Estados Unidos, ahora en Qatar. Tanto en Medio Oriente como en Asia, crece la influencia de Rusia y China. Este último país tiene una influencia determinante en Asia. El tablero mundial ha sufrido cambios importantes en detrimento de Estados Unidos.

La influencia de los imperialismos de China y Rusia ha crecido en América Latina, cuando la tradicional hegemonía norteamericana se encuentra en franco declive. Según un informe del Foro Económico Mundial, China es el principal socio de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay, y el segundo socio de México. Desde 2003 hasta 2017 China ha invertido más de 110 mil millones de dólares en América Latina. (Celag.org)

En el año 2014, Rusia condonó a Cuba la impagable deuda de 30,000 millones de dólares. Rusia mantiene un alto nivel de negocios y de comercio con Brasil y Venezuela. La situación se vuelve insostenible para Estados Unidos. La administración Trump ha definido como una de sus prioridades recuperar la influencia perdida en América Latina, y esto la lleva a enfrentar la influencia de China y Rusia.

Mike Pompeo, secretario de Estado de los Estados Unidos, en una visita a Panamá, en octubre del 2018, dijo: “(…) Estados Unidos quiere cosas positivas para la gente de Panamá y la región, queremos asegurarnos de que cuando los países realicen inversiones, entre ellos China, lo hagan de un modo que sea consistente con leyes internacionales" (AFP 19/10/2018). Esta fue la repuesta de Estados Unidos ante la decisión de Panamá de romper relaciones con Taiwán y reconocer diplomáticamente a China.

La ofensiva diplomática contra China no ha cesado. En entrevista en Buenos Aires, Argentina, declaró: “(…)  nuestra relación con América del Sur, América Central y México es fundamental para el éxito de Estados Unidos (…) todos estamos preocupados por China y la forma en que China está entrando en los países. No siempre es el caso que cuando China se presenta, es con una buena intención para la gente del país que están mostrando un apoyo aparente. A menudo, es más conveniente para China misma”. (VOA, 01-12/2018)

Por estas razones, una prioridad de la administración Trump es recuperar América Latina como una exclusiva área de influencia de Estados Unidos, por ello ha acelerado la ofensiva contra la resistencia que representan los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua (Bolivia en menor grado), es decir, contra los gobiernos del ALBA que se han alineado con Rusia y China.

2.- Los intereses imperialistas de China y Rusia

Tenemos, pues, un conflicto inter imperialista entre Estados Unidos, Rusia y China por la influencia, mercados y materias primas de América Latina.  No obstante, ha sido en Venezuela donde este conflicto ha adquirido las proporciones de un enfrentamiento inter imperialista, debido al volumen de las inversiones e intereses en juego.

Desde el año 2007, Venezuela recibió un 52% del financiamiento de bancos estatales chinos a la región, equivalente a US$ 65.000 millones. Para 2018, el monto de la deuda que Venezuela mantiene con China subió a $70.000 millones. China ha sido el principal financista de la expansión de la mega-minería en el Arco Minero del Orinoco (AMO).

Inicialmente, la deuda con china se pagaba con petróleo y con minerales, a partir de la firma del Cuarto Protocolo de Enmienda, China ha impulsado la creación de Zonas Económicas Especiales (ZEE), una de las figuras emblemáticas del neoliberalismo chino. El AMO surgió formalmente en 2016 como un tipo de ZEE. Los préstamos de 5,000 millones de dólares, acordados en septiembre del 2018, estaban acompañados de la cesión por parte de PDVSA del 9,9% de las acciones de la empresa mixta petrolera SINOVENSA, en favor de la empresa China National Petroleum Corporation (CNPC). Definitivamente, no hay almuerzo gratis. La crisis en Venezuela es utilizada por China para profundizar el saqueo y control sobre sus recursos naturales.

Según Bloomberg, Rusia ha inyectado más de US$17.000 millones en los últimos 20 años. Rusia y Venezuela operan empresas conjuntas en la faja petrolera del Orinoco.

China y Rusia son los principales acreedores de la deuda externa venezolana, estimada en 150.000 millones de dólares. Mientras Venezuela se aleja de Estados Unidos, aumenta su dependencia de los imperialismos de Rusia y China.

3.- Las sanciones imperialistas de Estados Unidos

El conflicto entre Estados y Unidos y Venezuela en los últimos 20 años ha tenido diferentes expresiones de alejamientos y acercamientos, siempre fluctuantes. El pleito por el botín, que representan el petróleo y los recursos naturales de Venezuela, ha adquirido la forma de un constante y creciente enfrentamiento político. La administración Trump, igual que sus antecesoras, acusa al gobierno de Nicolás Maduro de convertirse en una dictadura, que violenta los derechos humanos.

Hasta 2017, las sanciones de Estados Unidos estaban concentradas de manera individual contra altos funcionarios gubernamentales. A partir de marzo de ese año, la administración Trump firmó una orden ejecutiva que impide a los ciudadanos y empresas norteamericanas realizar transacciones con cualquier tipo de moneda digital emitida por, para o en nombre del gobierno de Venezuela. Era un claro boicot al “Petro” la criptomoneda con la cual el gobierno de Maduro pretendía resolver el problema de la escasez de dólares. En noviembre del 2018, Trump firmó otra orden ejecutiva que prohibía a ciudadanos y empresas norteamericanas realizar transacciones sobre el oro de origen venezolano.

Las ultimas sanciones se produjeron en enero del 2019, cuando Trump ordenó que la administración de los activos de PDVSA en territorio norteamericano, fuesen transferidos al gobierno de Juan Guaidó, el auto proclamado presidente interino de Venezuela. .

4.- El efecto de las sanciones imperialistas

La economía venezolana está sumida en la decadencia y el caos. Sin lugar a dudas, una parte importante de la responsabilidad se debe a las sanciones y el boicot imperialista, que terminan hundiendo la economía venezolana en profundo abismo, sin salida inmediata.

Ricardo Menéndez, vicepresidente de Planificación de Venezuela, declaró que en los últimos tres años Venezuela había perdido un total de 38.000 millones de dólares, correspondientes a la producción de bienes y servicios, así como a la actividad petrolera, debido a las sanciones económicas y financieras impuestas por el gobierno de Estados Unidos. (El Universal 19/02/2019)

En el año 2018, el PIB de Venezuela había retrocedido un 50%. La inflación cerró con un millón por ciento, la cifra más alta del mundo. Estos simples datos reflejan la decadencia de la economía venezolana, con efectos devastadores sobre el nivel de vida de las masas populares. Hay casi tres millones de venezolanos que han salido al exilio por el hambre y la miseria que predominan en Venezuela.

5.- La responsabilidad y los errores del chavismo

Pero no podemos echarle toda la responsabilidad solo al enemigo imperialista. Debemos analizar cuáles fueron las políticas y estrategias del chavismo para enfrentar las agresiones y el boicot imperialista que, por cierto, se iniciaron cuando Hugo Chávez estaba vivo.

El error estratégico del chavismo fue no aprovechar los recursos del boom de los precios internacionales del petróleo para subsidiar en Venezuela una industria estatal y una agricultura, que permitiese tener una base económica capaz de garantizar la seguridad alimentaria y las condiciones mínimas de vida para la población.

En sentido inverso, el modelo chavista profundizó la dependencia en el petróleo y la minería. La crisis fue evidente cuando se produjo la caída de los precios internacionales del petróleo. Esta tendencia a utilizar los petrodólares para comprar casi todos los productos en el extranjero, terminó creando una nueva burguesía “compradora”, la “boliburguesia” que engordaba sus negocios con las coimas de los jugosos contratos. El incremento en los índices de corrupción gubernamental en Venezuela está ligado al modelo dependiente y comprador.

6.- El chavismo: oficialidad nacionalista y movimiento de masas

El chavismo, como corriente política, tuvo su origen en el intento de golpe de Estado que encabezó el coronel Hugo Chávez contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez en febrero de 1992. La rebelión de Chávez reflejó la inconformidad de una parte de la oficialidad del Ejercito de Venezuela, que quería terminar con la corrupta democracia bipartidista instaurada con el pacto de Puntofijo (1958) que reprimió al pueblo durante el Caracazo (1989) y entregaba las riquezas petroleras a  las compañías transnacionales.

Chávez fue indultado por el gobierno de Rafael Caldera en 1994, pero se convirtió en un héroe popular. Tres años después, en 1997 fundó el Movimiento V República (MVR) y un año después ganó las elecciones para asumir la presidencia en 1999, iniciando un periodo de dos décadas en la que el chavismo ha sido el partido hegemónico en Venezuela.

El fenómeno político del chavismo fue la fusión de la oficialidad nacionalista del Ejercito de Venezuela, con el movimiento popular. El electrizante discurso de Chávez y las multitudes que lo seguían, borraron o disimularon el otro componente del chavismo. Chávez se apoyó no solo en la movilización de masas para derrotar a sus contrincantes en los procesos electorales, sino también en un sector importante de las Fuerzas Armadas.

Este fenómeno político y social del nacionalismo de los militares, cuyo epicentro ha sido la oficialidad descontenta, no es un fenómeno nuevo en América Latina. Ya existían los antecedentes del coronel Jacobo Arbenz Guzmán (1944-1954) en Guatemala, el general Juan Domingo Perón (1952-1955) en Argentina, el general Juan Velazco Alvarado (1968-1975) en Perú, y el general Omar Torrijos Herrera (1968-1981) en Panamá, solo para citar los casos más relevantes del nacionalismo de los militares, vinculados al movimiento de masas.

Chávez creó en 2007 el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) convirtiendose en la expresión política de la oficialidad nacionalista, que se apoyó en ese momento en las masas, para regatear con las transnacionales imperialistas una cuota importante de la renta petrolera. El PSUV está subordinado a la cupula militar.

7.- La FANB: el centro del poder del chavismo

Durante el fallido golpe de Estado del año 2002, el presidente Chávez aprovechó la derrota de los golpistas para depurar el Ejercito, destituyendo a los mandos ligados a los golpistas, ascendiendo a toda una camada de oficiales de origen plebeyo, consolidando con ello su control sobre las fuerzas armadas.

Al impulsar la modernización de las Fuerzas Armadas, Chávez creo en 2005 el Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (CEOFANB) que agrupó a las diferentes ramas: Ejército Nacional, Armada Nacional, Aviación Militar y Guardia Nacional. Además, creó, como soporte social de las nuevas fuerzas armadas, la Milicia Nacional Bolivariana (MNB). Chávez logró, con los petrodólares, modernizar un imponente aparato militar que ocupa el sexto lugar entre los ejércitos más importantes de América Latina.

No obstante, la crisis económica en Venezuela ha disminuido enormemente la base social clientelar del chavismo, sobresaliendo su núcleo duro: la FANB. En la medida que la crisis económica se agudizó, se produjeron importantes cambios en el régimen político que fueron acompañados en su forma y en el tiempo por el cambio de personajes. El bonapartismo sui generis de Chávez, quien se apoyaba en las masas para renegociar con el imperialismo, fue sustituido por el bonapartismo reaccionario de Nicolás Maduro, que debido a la crisis económica dejo de apoyarse en las masas para evolucionar rápidamente a la dictadura cívico-militar.

Las inmensas riquezas petroleras y mineras de Venezuela son la base material que mantiene cohesionadas, por el momento, a la FANB; la defensa de esos privilegios materiales le ha permitido a la cúpula militar mantenerse unida y resistir las embestidas del imperialismo norteamericano, pero en este proceso ha sido obligada a buscar apoyo material y militar en los imperialismos de Rusia y China, echando más leña al fuego en el conflicto inter imperialista anteriormente descrito.

Pero los beneficios económicos de la alta cúpula militar de la FANB no se extienden a toda la oficialidad y a los soldados. El grueso de la oficialidad media y baja no participa del festín, ni son parte de la reducida “boliburguesía”, creándose un talón de Aquiles que puede provocar fisuras y nuevas rebeliones militares, esta vez contra la cúpula de las FANB. Trump apuesta a aprovechar y explotar esta contradicción.

8.- Los gobiernos de Maduro y Guaidó

La proclamación de Juan Guaidó como Presidente interino, ha dado nuevos aires a la ofensiva imperialista contra Venezuela. Guaidó ha sido reconocido como gobierno interino por más de 50 gobiernos, provocando el aislamiento diplomático del gobierno de Maduro a niveles nunca antes visto. Aunque Guaidó mantiene cierta credibilidad a nivel de las masas, no controla más instituciones que las que ya estaban en poder de la oposición burguesa.

A nivel interno, el descredito y rechazo del gobierno de Maduro es evidente, pero este continúa controlando el aparato del Estado, porque las FANB han cerrado filas en torno a él, por el momento.

9.- La “ayuda humanitaria” y la hipocresía democrática de Trump

La estrategia de las últimas administraciones de Estados Unidos, incluido Trump, ha sido ganarse a la FANB, o un sector de ella, para devolver a Venezuela al status semicolonial. El golpe de Estado del 2002 fracasó precisamente porque el conjunto del Ejercito cerró filas con Chávez y el chavismo. Mientras las FANB se mantengan cohesionadas, difícilmente ocurrirá a nivel inmediato el cambio de gobierno que desea el imperialismo norteamericano.

Por ello Trump ha centrado sus ataques contra el gobierno de Maduro, mientras tiende un puente hacia los militares. En su último discurso, en la Universidad Internacional de la Florida (FIU), Trump exhortó a los militares a romper con Maduro: “(…) aceptar la generosa oferta de amnistía de Guaidó (...), o pueden elegir el segundo camino: seguir apoyando a (el presidente Nicolás) Maduro. Si eligen este camino no encontrarán un refugio, no habrá una salida fácil. Lo perderán todo. Si escogen este camino, van a tener oportunidades (...) Pero si escogen el segundo camino y continúan respaldando a Maduro, no van a encontrar puerto seguro, no van a encontrar soluciones fáciles y no van a encontrar salidas. (AFP, 19/02/2019)

Para presionar a la cúpula de la FANB, el imperialismo norteamericano ha acentuado la asfixia financiera sobre Venezuela, aumentando la crisis económica, endureciendo las condiciones de la vida de las masas, para que estas se rebelen. El cinismo del imperialismo no tiene límites: con la mano derecha Trump firma las diferentes órdenes ejecutivas que aumentan el hambre y del desempleo, y con la izquierda ordena organizar envíos de ayuda humanitaria para paliar los efectos de la hambruna.

La ofensiva imperialista tiene varios componentes: el discurso y la bandera democrática contra la dictadura de Nicolás Maduro, y la entrega de “ayuda humanitaria” para paliar los efectos de la crisis económica. Ambos componentes buscan apuntalar a Juan Guaidó como alternativa de poder, ante el aislamiento diplomático y ocaso del gobierno de Maduro.

El fracaso del ingreso de la “ayuda humanitaria” programado para el 23 de febrero, evidenció que, a pesar de las manifestaciones de protestar popular convocadas por Guaidó, las FANB son el factor determinante de la crisis política en Venezuela. Mientras no se produzca una insurreccion popular, como fue el Caracazo, los militares siguen siendo el factor decisivo. La politica de Trump y el discurso de Guaidó estan diseñados, en primer lugar, para evitar esa insurreccion popular latente, conduciendo a las masas desesperadas al pantano de la reccion democrática. El surgimiento de Guaidó ha paralizado las movilizaciones independientes de los trabajadores.

10.- Los intereses de Cuba

Existe un factor invisible pero de mucho peso, que incide decisivamente en la crisis de Venezuela, aunque casi no es mencionado: los intereses particulares de Cuba. En los últimos 20 años, el petróleo de Venezuela ha permitido la sobrevivencia económica de la isla. Un abrupto cambio de gobierno en Venezuela puede traer consecuencias desastrosas en Cuba, en momentos en que se intensifican las presiones nortamericanas para avanzar hacia el capitalismo y derogar el regimen de partido unico en la isla, por ello la dirección castrista tiene especial interés en mantener el statu quo en Venezuela, mientras negocia sus contradicciones con Trump.

Si alguna experiencia tiene la dirección cubana, es resistir y mantenerse en el poder a cualquier costo, con la salvedad que Cuba es una isla, que recibió un cuantioso subsidio de la URSS. En cambio, Venezuela sigue siendo un pais capitalista, rico en petróleo y recursos naturales y con amplias fronteras con Colombia, Brasil y Guyana. Lo unico que une a Venezuela y Cuba son sus contradicciones con el imperialismo norteamericano, porque en lo demas son sociedades de naturaleza completamente diferentes.

La asesoría cubana ha sido fundamental para que el gobierno de Maduro resistiera las diferentes embestidas del imperialismo y la oposición burguesa. Es un secreto a voces que la contrainteligencia de la FANB como la Escolta Presidencial de Nicolás Maduro, está bajo control de asesores y tropas cubanas.

Si bien es cierto que el gobierno de Maduro, aliado vital de Cuba, ha logrado resistir hasta el momento, la relación entre el PSUV y las masas se debilita, mientras se endurece la dictadura militar. La agudización de la crisis económica obligará a la dictadura de Maduro a endurecerse aún más, con resultados impredecibles.

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11.- Las presiones, chantajes y amenazas de invasión militar

Como parte de su estrategia para quebrar el control de las FANB, el imperialismo norteamericano a través de Trump ha llegado a afirmar que “todas las opciones están sobre la mesa”, insinuando la posibilidad de una inminente intervención militar.

Existe una relación dialéctica entre amenazas militares y estrategias de negociación. El imperialismo norteamericano siempre recurre a las presiones militares para lograr sus objetivos en la mesa de negociaciones. Venezuela no es la excepción. Por el momento, los objetivos de Trump están centrados en lograr que la FANB se separe del gobierno de Maduro y negociar unas próximas elecciones presidenciales. Las presiones militares y las amenazas de invasión tienen el objetivo de lograr una negociación, un cambio de gobierno y de régimen político, una reorganización del aparato de Estado que el chavismo había logrado construir en los últimos 20 años.

La XI reunión del Grupo de Lima, a la que asistió el vicepresidente Mike Pence, confirmó que el eje central de la política de Estados Unidos y sus aliados, no es la intervención militar, sino la busqueda de una "salida negociada", es decir, negociar con la FANB un gobierno de transición, que garantice una mínima estabilidad política, mientras los diferentes imperialismos reordenan sus intereses en Venezuela.

12.- La independencia de Venezuela no depende del gobierno de Maduro

Ante la ofensiva de Trump para recuperar el control sobre Venezuela y sus riquezas naturales, muchos grupos y partidos de izquierda han terminado cerrando filas con el gobierno de Maduro, por considerar que es víctima de los ataques de Estados Unidos, y que el deber de todo revolucionario es luchar contra el imperialismo.

Esta posición le claudica al gobierno de Maduro, porque este gobierno ha dejado de apoyarse en las masas, y resiste desde el aparato militar de la FANB, sin mayores posibilidades de triunfo. Además, mientras el gobierno de Maduro se pelea con Trump, el petróleo y los recursos naturales de Venezuela están cambiando de manos, a favor de nuevos imperialismos como Rusia y China.

La cúpula militar de la FANB, como casta privilegiada, en cualquier momento puede llegar a un acuerdo con el imperialismo norteamericano. La mayoría del pueblo venezolano debe cambiar al gobierno de Maduro, porque este ya no garantiza la defensa de la independencia política ni la soberanía nacional. Y eso solo se puede lograr con la movilización independiente, repudiando las maniobras de Trump y su títere Juan Guaidó.

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