Por Adrián Laurel.

El pasado 23 de mayo centenares de estudiantes y profesores universitarios marcharon en las calles de Managua para manifestarse en contra de la propuesta proveniente del FMI al gobierno de Nicaragua. La propuesta del FMI es sencilla y se lo dejó saber a algunos dirigentes sindicales en una reunión en el Banco Central de Nicaragua: “Ellos recomiendan que se debe bajar (el 6%) o transferirlo a la base, porque cuando se mide el nivel de alfabetización que hay en un país, se hace con base en los (estudiantes) de primaria y de secundaria, y no con base en los universitarios” (La Prensa 06/05/12)

Al parecer, la comisión que visitó el país en los primeros días de mayo, exhortó a los funcionarios nacionales a trasladar parte de los recursos económicos destinados a la educación superior para mejorar aspectos sustanciales de la educación básica.

Con esta medida propuesta por el FMI se tendría que reajustar todo el presupuesto general de la república, y la responsabilidad recaerá directamente  en el débil sector de la educación superior, que se le “extraerá” parte de los 37 mil millones de córdobas que percibe para permitir la “subsistencia” de la educación básica. Este acontecimiento impacta en todo el sector educación y deja entrever varios elementos  que deben ser abordados con una visión crítica como lo son: el ingerencismo del FMI. Las notables deficiencias en la educación básica, acrecentadas por el pobre subsidio del Estado a este sector. Y  por último, el carácter institucional de los organismos universitarios que derrochan el 6% en clientelismo político. Es claro el objetivo del FMI y del gobierno, crear trabajadores en masa.

Pareciera mentira, pero la propuesta del FMI se ajusta naturalmente a los intereses económicos y políticos de la burguesía sandinista. El FMI juega el rol de porta voz del imperialismo pidiendo que se reduzca la calidad de la educación superior. El país es, y seguirá siendo, un centro maquilero en el cual los trabajadores se encontrarán con jornadas laborales infrahumanas y con poca remuneración. Pero hay una contradicción brutal para el gobierno, ya que por casi dos décadas se refugió en las universidades financiándose de ellas y forjando cuadros desde el aparato estudiantil.

La burocracia sandinista

Debemos tener cuidado en intentar ver en las manifestaciones, a favor de los universitarios, una comunidad estudiantil que cuente con una ideología propia e intereses autónomos, desligados de la clase dirigente. El pronunciamiento de Telémaco Talavera, presidente del Consejo Nacional de Universidades (CNU) movilizó a un fuerte grupo de universitarios dirigidos por la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) y el mismo CNU, aparatos del gobierno, ya que con la propuesta de la reducción del 6% la burocracia de las universidades visualizan cuantiosas  pérdidas a sus privilegios económicos y políticos.

El porcentaje del Presupuesto General de la Republica aplicado a la educación superior no es regulado ni controlado por las masas estudiantiles, profesores y trabajadores de las universidades, para mejorar las condiciones de las instalaciones, promulgar planes de beca, aumentar el salario de los maestros y actualizar los materiales didácticos. Contrario a lo anterior, los fondos del 6% son usados por UNEN y el CNU para hacer clientelismo político. Ese es el triste panorama del movimiento estudiantil al margen de las reuniones entre capitalistas nacionales y banqueros internacionales.

Una mal logrado sistema educativo

Nicaragua tiene un bajo nivel de acceso a la educación primera, secundaria y universitaria. La realidad del país nos muestra, sin necesidad de hacer un análisis exhaustivo, las carencias de toda la estructura que conforma el servicio estatal de educación primaria y secundaria, regulado por el MINED. Los profesores nicaragüenses son los peores pagados en Centroamérica, las condiciones de las aulas de clases son pésimas y los estudiantes no cuentan con todos los materiales didácticos básicos y actualizados  para obtener un aprendizaje significativo.

Pero la solución nunca debe ser bajar el presupuesto a la educación superior, el gobierno de Daniel Ortega debe ser asignar mas presupuesto a toda la educación. Nicaragua requiere por lo menos la inversión del 8% del Producto Interno Bruto (PIB) en educación general. Estos recursos deben ser gastados bajo el control y supervisión de la sociedad, de los trabajadores universitarios, de profesores y de cualquier organización que sea estudiantil, sin distinción de colores políticos.

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