Por Leonardo Ixim
Con la denominada revolución de 1871, los liberales al mando de Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios Auyún retoman el poder, el cual perdieron tras la disolución de la República Federal de Centroamérica y la creación del Estado de Guatemala bajo la figura caudillista de José Rafael Carrera y Turcios, que llevó a los conservadores al gobierno.
Pese a que la historiografía liberal la considera una revolución, sobre esto existe aun mucho debate; toca profundizar el alcance de ésta, si fueron reformas o una revolución propiamente dicho y cuánto modificó tanto el modelo social como al régimen político existente. Esto tras el derrocamiento del mariscal Vicente Cerna, que gobernaba desde 1865 tras la muerte de Carrera -brevemente gobernó Pedro de Aycinena- continuadores del conservadurismo.
Características del período
De tal forma que Miguel García Granados gobernó entre 1871 a 1873, para que posteriormente asumiera Barrios en 1873. Entre las características mas destacadas de este gobierno -las cuales le dieron fisonomía a la denominada revolución liberal- estuvieron: a) Separación definitiva de la Iglesia y del Estado, que procedió a expropiar a las órdenes regulares y a los jesuitas, sobre sus vastas propiedades. b) Supresión de diezmos y primicias obligatorios. c) Extinción de las cofradías. d) Instauración del matrimonio civil. e) Secularización de cementerios. f) Creación del registro civil. g) Instauración de la enseñanza laica. h) Instauración de la escuela primaria gratuita y obligatoria. i) Reorganización de la Universidad de San Carlos, para eliminar los cursos de teología.
El elemento central en el plano económico fue el aumento de la extensión del cultivo del café, bebida demandada por los mercados internacionales, considerada vital para mantener a la fuerza de trabajo europea produciendo. En ese sentido, se valió de dos estrategias, a saber, uno la expropiación de tierras a la iglesia católica y dos, la eliminación de las tierras comunales indígenas (Decreto 170). Estas medidas, realizadas por los distintos gobiernos liberales de Centroamérica fueron consideradas la entrada a la división internacional del trabajo.
Esto, que ya estaba considerado en el viejo ideario liberal pos independencia, consideraba ambos reservorios de tierras vitales para la producción y por ende, como improductiva la forma en que estaban. Para los Pueblos Indígenas este proceso ha sido considerado un verdadero despojo, a partir de que las tierras de indios mantenidas por el sistema colonial y los gobiernos conservadores fueron disueltas. De tal forma que muchas de estas tierras robadas fueron a parar a sectores de la pequeña burguesía que se identificaba como ladina, entre ellos a cercanos colaboradores del nuevo régimen liberal. Pese a todo, algunas tierras comunales quedaron en manos de las municipalidades, convertidas en ejidos.
Este expolio fue acompañado de la necesidad de garantizar mano de obra por métodos pre-capitalistas, aunque el objetivo era acrecentar al máximo las ganancias de los dueños de las plantaciones de café. De tal forma, que el gobierno emitió el Decreto 177 o Reglamento de Jornaleros; este decreto establecía que los indígenas y campesinos debían trabajar obligatoriamente en las fincas de café, y el Estado velaba porque eso fuera efectivo. Los campesinos quedaban sujetos a la habilitación, es decir, se les pagaba anticipadamente para endeudarlos y oblígalos a pagar la deuda a discreción del finquero. Además, se creó la libreta de jornaleros, el cual fue un documento probatorio de solvencia del trabajador frente a su patrono, y sin la cual estaba sujeto al rigor de las autoridades y de los dueños de fincas, que incluía la cárcel o vejámenes físicos
El Reglamento de Jornaleros fue eliminado en 1874 por el gobierno liberal de José María Reina Barrios, pero impuesto nuevamente por el también liberal Manuel Estrada Cabrera, hasta la derogatoria de estas formas serviles de trabajo, por la revolución democrática de 1944.
Fracasa la reunificación forzosa centroamericana
El gobierno de Barrios, caracterizado por su despotismo pese a su ropaje liberal, representaba a las facciones de la burguesía y pequeña burguesía desplazada por los gobiernos conservadores previos y tenía entre sus horizontes la reconstrucción de la República Federal Centroamericana. Los hechos produjeron que esta intentona fuera por medio de las armas, dando como consecuencia que Barrios resultara muerto en la batalla de Chalchuapa de 1885.
Pese a que entre 1872 y 1885 existieron varias tentativas de unificación por medio de conferencias, en 1876 se realizó la Conferencia de Guatemala, pero otra guerra entre El Salvador y Guatemala detuvo las posibilidades. Barrios intervino en Honduras, derrocando a Mario Aurelio Soto e imponiendo a Luis Bogran en mayo de 1883, esperando contar con aliados en El Salvador; al final, el gobierno de ese país, más los de Costa Rica y Nicaragua, se opusieron a estas maniobras.
Tal situación desesperó a Barrios, que el 28 de febrero de 1885 emitió un decreto mediante el cual proclamaba la unificación centroamericana, por medio de la fuerza si fuera necesario. Barrios se arrogaba el titulo de Supremo Jefe militar de Centroamérica y disponía que el 1 de mayo de ese año se reuniese en Guatemala una constituyente con quince delegados por país, para emitir una Constitución, escoger una capital y elegir al presidente. Declarando traidores a quienes adversaran el plan y ofreciendo ascensos a los militares que la apoyasen; la Asamblea Legislativa de Guatemala aprobó enseguida el decreto. Al parecer, en un inicio se contó con el beneplácito de las autoridades de Honduras y la simpatía del gobierno salvadoreño de Rafael Zaldívar, sin embargo, Costa Rica y Nicaragua se opusieron tajantemente.
Por otra parte, el 10 de marzo el Secretario de Estado de Estados Unidos, Thomas F. Bayard, anunció que su país no aprobaría el uso de la fuerza para restablecer la unión centroamericana y el Senado de ese país indicó que una invasión a Nicaragua o a Costa Rica sería percibida como un acto de enemistad y de intervención hostil. El Gobierno de ese país despachó, además, cinco barcos de guerra a las costas caribeñas centroamericanas.
A su vez, el gobierno mexicano de Porfirio Díaz, temeroso de que en su frontera sur se formara una potencia competidora, envió un contingente de 30 mil elementos a la región de Soconusco en Chiapas, fronteriza con Guatemala, que unos años antes había sido apropiada por la fuerza por ese país en detrimento Guatemala.
El senado y la cámara de representantes de El Salvador se opusieron a esa tentativa y encomendaron a Rafael Zaldívar defender las fronteras de ese país. Así, el 22 de marzo los gobiernos de Costa Rica, El Salvador, Honduras y Nicaragua, firmaron en la occidental ciudad de Santa Ana en el segundo país, un tratado de defensa mutua que tuvo el apoyo en armas y recursos de parte de México. Esta situación provocó un movimiento de piezas, porque Nicaragua envió tropas cerca de la frontera con Honduras y hasta Estados Unidos movilizó elementos en su frontera sur con México.
Pero Barrios, decidido, envió tropas a El Salvador, de 14 a 14,500 hombres, entre ellos un pequeño contingente salvadoreño que simpatizaba con esta tentativa al mando de Francisco Menéndez; mientras que El Salvador movilizó entre 5 a 8 mil hombres. Con movimiento de artillería, las tropas guatemaltecas, superiores en número, entran a territorio salvadoreño, pero en la ciudad de Chalchuapa el dos de abril, en el actual departamento de Ahuachapán, cerca de la frontera, durante un fuerte enfrentamiento entre ambos, una bala alcanzó al general Barrios, quien a los minutos resultó muerto.
Muchos de los muertos de ambos bandos fueron enterrados en fosas comunes en las faldas del volcán Chingo, situado en la frontera entre ambos países
Consecuencias
La muerte de Barrios desalentó esta tentativa y la Asamblea Legislativa rápidamente, el 3 de abril, derogó el decreto de unidad centroamericana por la fuerza si fuera necesario. El 11 de abril Honduras y Nicaragua concertaron un acuerdo de paz en Namasigue, y el 14 del mismo mes el gobierno de El Salvador, en nombre de los aliados de Santa Ana, firmó un convenio de paz con Guatemala, aprobado posteriormente por Costa Rica y Nicaragua.
A los días, el presidente salvadoreño Zaldívar invitó a los demás gobiernos centroamericanos a enviar delegados para celebrar en Santa Tecla, El Salvador, el 15 de mayo, una conferencia unionista. La iniciativa fue acogida por Honduras, pero Costa Rica, Guatemala y Nicaragua declinaron la invitación y la reunión no se celebró.
Posteriormente se realizaron tres congresos para lograr la unificación centroamericana. En 1891 se firmó el proyecto de Dieta Arbitral Centroamericana, la cual no fue ratificada por la guerra entre Honduras y Nicaragua. En 1895 se firmó la Conferencia Presidencial de Amapala, en esta ciudad en el departamento del Valle, Honduras, para crear los Estados Unidos Centroamericanos, entre Honduras, El Salvador y Nicaragua; estableciendo un ejecutivo federal en noviembre de 1898, pero a los meses, producto de las oscilaciones políticas en estos países, se disolvió.