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Por Yaret R.

La lucha cívico-patriótica que libra el pueblo hondureño desde el 28 de junio ha tenido varios temas que han dominado las conversaciones y los medios comunicativos nacionales y del mundo: la lucha contra el golpe de estado, la restitución de la constitucionalidad, las marchas de los chusmas y las camisetas blancas, el Plan de San José, el retorno del Presidente Constitucional Manuel Zelaya, la valiente reacción del pueblo, las medidas de presión contra funcionarios golpistas y las posibles elecciones del 28 de noviembre.

Digo “posibles”, porque a medida pasa el tiempo  el tema se vuelve más discordante. Para el gobierno de facto y sus simpatizantes, las elecciones son la solución al conflicto político-social que provocaron y del cual no saben cómo salir, mientras alrededor del mundo les recetan la misma sentencia: “no reconoceremos a ningún Presidente surgido de  elecciones ilegítimas”. Para los liberales simpatizantes de Mel, los candidatos del partido están perdidos pues no los reconocen como tales. Pero para los militantes de la izquierda en particular y, los manifestantes de la Resistencia en general, las elecciones del 28 de noviembre no deben realizarse.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) proclama que las elecciones son legítimas porque fueron convocadas en el mes de mayo -durante el gobierno de Manuel Zelaya- pero al interrumpirse el mismo, las elecciones se tornan ilegítimas al igual que el candidato que resulte ganador pues seguirá siendo parte de un gobierno de facto en su continuación y, por lo tanto no será reconocido internacionalmente.

Para el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) los hondureños no debemos atender el llamado de participación en el proceso electoral, sino más bien, creemos que es necesario comenzar desde este momento una causa común; la no aceptación de las elecciones  mediante el entorpecimiento de las mismas. Esto conlleva el rechazo de la propaganda política boicoteando cada una de las campañas que realizan los candidatos golpistas, quitando sus afiches, haciendo un trabajo de concientización a los votantes a través de una labor conjunta con los grupos organizados de la Resistencia en las diferentes localidades del país e incluso, impedir la votación el mismo 28 de noviembre por la toma de las urnas.

Esto último implica una seria decisión de parte de todas las personas y organizaciones participantes en la Resistencia (FNRP contra el golpe, FOMH, Mujeres en resistencia, COPIN, Sindicatos, estudiantes, medios de comunicación independientes, Liberales, Frentes locales en resistencia, etc.) porque la lucha va más allá de la simple asistencia a las movilizaciones por los barrios y colonias, implica una verdadera planificación y el compromiso de ejecutarla sin miedo a ser reprimido por los pocos militares y policías que no podrían cubrir todo el territorio nacional en cuestión de horas y el pobre respaldo popular que tiene el régimen no sería suficiente fuerza contra la Resistencia bien organizada.

Las movilizaciones han perdido su norte, ya dejaron de ser el bastión de lucha contra la oligarquía tornándose en una exhibición de fuerza pasiva en su afán de manifestar el descontento de la mayoría popular contra el gobierno defacto. Debemos retornar al objetivo inicial de la lucha; derrumbar el régimen mediante la presión interna en el país y no solamente esperar que las presiones del exterior sean suficientes pues ya nos dimos cuenta que únicamente se le está dando largas al asunto para desmotivar y forzar a las elecciones como una salida viable al problema.

No dejemos que la improvisación y la politización nos hagan perder la lucha. Que los verdaderos líderes de izquierda retomen el control de la misma para provocar el cambio de mentalidad en los hondureños para que de ahora en adelante exijamos gobiernos populares y humanistas. No más manipulación.

Por el rescate de la lucha cívico-patriótica. A 70 días contra el gobierno defacto e impopular.

¡Venceremos!

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