Por Ovidio Molina
Las fechas conmemorativas de los Estados centroamericanos, como el 15 de septiembre, con toda su carga patriotera y de culto a panteones liberales, ofrece un espacio para que los movimientos sociales deliberen verdaderas alternativas en contra de sus respectivos gobiernos nefastos. Honduras no es la excepción. La plaza central de Tegucigalpa ha aglomerado a muchas organizaciones sociales que cada año ―y con mayor intensidad en esta década de administraciones nacionalistas― otorgan un significado opuesto a la decorativa “celebración de independencia”. La dinámica de todos estos años ha sido movilizarse hacia el Congreso Nacional y desde allí aclamar consignas en contra de las ofensivas del régimen.
A pesar de los impulsos que muestran las organizaciones, las jornadas de lucha terminan diluyéndose en convocatorias posteriores que no son enteramente acuerpadas. Lo cierto es que la prueba de fuerza contra el gobierno nacionalista no tiene el mayor alcance que quisiéramos. En el año 2019, el transcurso de la lucha que emprendió la Plataforma en defensa de la educación y salud logró el objetivo de derogar los decretos PCM 026 y 027, producto del esfuerzo de hacer concurrir a multitudes de hondureños que se enmarcaron en las exigencias definidas por la plataforma.
Definir nuestras estrategias de lucha en medio de una pandemia
En medio del confinamiento por la pandemia del Covid-19, los medios físicos que antes se utilizaban para presionar la salida de este narco-gobierno, pasaron a convertirse en eternas y numerosas reuniones virtuales; sumado a pocas caravanas que enarbolaron la frase insigne ¿Dónde está el dinero? No cabe duda que los médicos y demás personal de salud han tenido la constancia de pronunciarse con mítines, ciertos paros laborales y denuncias en contra de las corruptas y fracasadas políticas sanitarias que desplegaron los nacionalistas.
¿Cómo reactivar la lucha ante estas condiciones? Es la interrogante que resuena en las discusiones que tienen lugar en el seno de las organizaciones gremiales y ciertas facciones de los partidos de oposición. Estamos ante la disyuntiva de quedarnos en casa apaciguando los ánimos, o salir pese a la probable realidad del contagio. No tenemos otra opción que salir a las calles de nuevo con medidas de autocuidado y traer de nuevo la realidad de la protesta y un ideal paro nacional, que es la única forma de sacar a este gobierno.
¿Traspaso formal de gobierno con elecciones, o sacar al narco dictador a como dé lugar?
Un motivo que ha desplazado del punto de enfoque la lucha decidida en contra del régimen, y que ha aquietado la rabia de miles de hondureños que antes salían a las calles a exigir la salida de Juan Hernández, es la anunciada celebración de elecciones generales en el año 2021, mediante las reformas electorales que ha preparado el Consejo Nacional Electoral y las comisiones del Congreso Nacional. El temperamento elevado que nos mostraba la oposición en el congreso con su “insurrección legislativa” ya pasó a la historia, ahora tenemos un panorama de conciliación bajo el reparto de las instituciones que darán lugar a los comicios.
Las jornadas de entrega de una nueva identidad que pretende depurar el padrón de votantes, y el lanzamiento de campañas electorales prematuras parte del candidato nacionalista y actual presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, se cuentan entre las actividades que anticipan un panorama de aparente normalidad. Una condescendencia solapada con la administración que impuso a la fuera su segundo periodo de gobierno, con el fraude electoral del año 2017. Todo indica que de este lado de las instituciones políticas de oposición no veremos resultados creíbles que arrinconen a este gabinete, dado que su salida se da por sentado, no será a la fuerza, sino que en las urnas.
La unidad para reactivar la lucha y no para apoyar intereses electoreros
Todas las iniciativas que surjan en estas nuevas movilizaciones del pueblo, que busquen la unidad de las organizaciones bajo el interés de formular un programa que trace las estrategias para lograr la salida del gobierno, debe ser aplaudida y encaminada hasta sus últimas consecuencias. No pueden añadirse intereses diametralmente opuestos como el calendario de elecciones, si fuese de esta forma, no tendría ningún sentido salir a luchar a las calles, dado que la respuesta a todas las “soluciones” están vertidas en urnas.
Los movimientos sociales, los trabajadores y trabajadoras, y otras organizaciones que participen en estas nuevas jornadas de lucha que arrancarán en este mes de septiembre, tienen nuevamente la oportunidad para seguir luchando en contra de la dictadura.