Por Marcos Galicia
Este artículo va dedicado al estudiantado organizado de Centroamérica, desde la Universidad de San Carlos de Guatemala -USAC-, que en estos momentos históricos de represión imperialista resiste con valentía frente a la persecución y la criminalización.
La USAC ha atravesado por periodos oscuros en donde se ha derramado la sangre de estudiantes, trabajadores y docentes que acompañaron las luchas obreras, campesinas y populares del país. Desde la firma de la paz, se puso fin a una guerra civil que duró décadas, y la USAC ha sido objetivo de agresiones imperialistas que buscan opacar todo intento de organización revolucionaria.
Después de décadas de torturas, secuestros y terrorismo en contra de los sectores organizados de la USAC, se logró la desarticulación de cualquier oleada revolucionaria, como la ocurrida en los años 50. La gran tarea de la USAC de facilitar el acceso a la educación superior (gratuita y laica) a los sectores empobrecidos nos exige lograr la unidad de todos los sectores organizados apuntando a la articulación o a un frente común.
En años recientes se logró recuperar la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) que es la gremial de estudiantes más grande del país, dedicada a la defensa de los derechos estudiantiles y la promoción de los derechos humanos a través de luchas populares. Se logró recuperar de la cooptación de grupos criminales que utilizaban la capucha para encubrir su identidad.
El movimiento de encapuchados surge para resguardar la identidad de quienes luchaban en contra de la corrupción y la represión de las dictaduras durante el siglo pasado. Sin embargo, terminada la guerra, la capucha se convirtió en sinónimo de corrupción, por parte de grupos que dejaron de lado las luchas populares en la tradicional “Huelga de Dolores” y que utilizaron el anonimato para enriquecerse ilícitamente.
Este mismo movimiento de encapuchados fue utilizado por Walter Mazariegos Biolis para imponerse como rector de la USAC en un proceso electoral fraudulento, y esto con el aval del expresidente Alejandro Giammattei y la fiscal del Ministerio Público Consuelo Porras. Todo esto ocurrió poco después de terminada la pandemia de COVID-19, que forzó a la universidad a operar en clases virtuales y que dio paso a la desorganización de movimientos estudiantiles, situación aprovechada por las mafias para enquistarse en la USAC.
Desde la pandemia se han estancado varios procesos electorales, lo que dio lugar a un periodo de cleptocracia y captura de la democracia universitaria en donde se retrocedió en la lucha anticorrupción a lo interno de la USAC. Esto resultó en la derrota de los pocos sectores organizados que eventualmente fueron criminalizados, dando lugar a que hoy muchos luchadores y defensores de derechos humanos se encuentran tras las rejas o en el exilio.
En este proceso de exigir elecciones hemos sufrido retrocesos y derrotas, pero no nos damos por vencidos. Recientemente, la Escuela de Ciencias de la Comunicación (ECC) tuvo elecciones para elegir al Comité Ejecutivo de su Asociación de Estudiantes. Esta fue mi primera participación para un cargo público ad honorem. Y doy fe que la articulación de estudiantes de distintas carreras y jornadas fue clave para una reñida contienda electoral en donde ganamos frente a una planilla conformada, en su mayoría, por encapuchados.
La contienda electoral fue manchada por campañas negras en nuestra contra, compra de votos y acarreo. ¿A dónde íbamos a denunciar estas malas prácticas? Si las instituciones administrativas fueron cooptadas por Mazariegos. Tuvimos que confiar en nuestras fuerzas y luchar por ganar la confianza de un estudiantado que venía de clases virtuales sin organización estudiantil.
Sin embargo, a pesar de las adversidades, ganamos. Esa victoria es dedicada a un pueblo que clama por justicia, a un estudiantado que exige sus derechos. Debemos cumplir lo prometido en campaña y sabemos que no será un proceso fácil en medio de un ambiente tan hostil. Se acercan las elecciones para la AEU y para renovar al Consejo Superior Universitario (CSU, máxima autoridad en la USAC). Hacemos un llamado a todas las organizaciones, que coincidan en la necesidad de recuperar la única universidad pública del país, para unificar esfuerzos para la defensa de los derechos humanos.