Por María Armas

La violencia contra las mujeres siempre ha sido latente en el país, especialmente en las niñas, quienes son vulnerables y sujetas a abuso, violencia física, sexual y psicológica, mayormente en el seno de su hogar, por familiares, hermanos, padres o personas cercanas a la familia.

En una cultura donde poco se habla de sexualidad, sobre todo porque la educación pública niega la educación sexual, no es difícil pensar que sea uno de los 15 países con más violencia de género en el mundo, según fuentes internacionales como “El Economista”, en 2018 y 2020.

El ministro de gobernación Gendri Reyes, en declaraciones oficiales propuso endurecer las penas vigentes en el país, cuando asegura que el número de menores de edad desaparecidas va a la baja. Es más cómodo para las autoridades del gobierno alargar penas que no han sido efectivas, ni erradican, ni contribuyen al desarrollo de las mujeres en el marco de la seguridad; y es que se carece de un sistema de protección para la niñez y las mujeres. Las autoridades no toman medidas claras y preventivas con políticas públicas desde la perspectiva de género que puedan atacar todas las formas de violencia femicida que afecta a las mujeres, desde la desigualdad social, económica, racial, cultural y religiosa.

Actualmente se tiene como medida de apoyo la activación de las alertas Alba-Kenneth, pero esto no es una medida que funcione o responda a la inseguridad que viven las niñas, niños y mujeres en el país; su aporte directo ha sido en contribuir a mejorar el proceso de difusión de la desaparición de la víctima, con un 88% de menores que han sido encontrados en las primeras 72 horas de desaparecidas.

El año pasado se reportaron más de 4 mil embarazos en niñas menores de 14 años. El confinamiento obligatorio en el país debido a la emergencia sanitaria por el Covid-19, nuevamente dejó en estado de vulnerabilidad a la niñez, que ve destrozados sus sueños. Como siempre en Guatemala las decisiones del gobierno no fueron acompañadas de políticas o un sistema de apoyo para erradicar o mitigar la violencia, por el contrario, la precariedad económica, perturbación e incertidumbre que se vivió a nivel nacional, por la ineficiencia del presidente Alejandro Giammattei Falla para manejar la pandemia, lejos de apoyar a la población, dejó aún más vulnerables a las mujeres.

Según datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala (INACIF), el 75% por de las agresiones sexuales son cometidas a menores de edad, un alarmante 39% en niñas de 10 a 14 años, 18% de 15 a 17 años, 12% de 5 a 9 años y un abrumante 5% en niñas de 1 a 4 años. Los departamentos con mayor índice de violencia a menores de edad son Guatemala, Escuintla, Quetzaltenango, Chimaltenango, Petén, Alta Verapaz, Santa Rosa, San Marcos y Huehuetenango.

Existe una la ola de violencia que es visibilizada actualmente por las redes sociales en Guatemala, con el hashtag #Tengomiedo, el cual es una iniciativa de mujeres que están fuera del sector feminista, pero que han sido sensibilizadas por los recientes casos de las niñas que fueron asesinadas de formas violentas como Sharon Figueroa, de 8 años, y Hillary Arredondo, de apenas 3 años de edad. Estos casos y el impacto social que lograron gracias a las redes sociales hacen necesaria la presión contra el gobierno actual para implementar un verdadero sistema de protección a la niñez. Se hace necesario el análisis del “Tengo miedo” en una cultura machista que nos impone y nos convierte en sumisas, cuando mayormente el riesgo se vive en casa; es importante empoderarnos y crear alianzas entre nosotras que no nos inviten al miedo, que nos llamen a la denuncia y el apoyo sororario entre todas, el miedo es un sentimiento válido y de resistencia, que solo nos sirve si accionamos contra él.

El pasado sábado 13 de febrero se realizó una protesta con manifestantes poco usuales en el país, abanderadas por niñas y adolescentes en bicicletas, quienes demandaron a las autoridades fortalecer las políticas de seguridad para frenar la violencia y repunte del 2021; menores de edad con pancartas acompañadas de sus familias en total indignación, quienes caminaron hasta la plaza de la constitución, donde fueron recibidas por un cordón humano de policías para impedir que estas se acercaran al palacio nacional.

Como mujeres, madres y trabajadoras tenemos la necesidad de articularnos y pedir un cambio de sistema de protección para la niñez y las mujeres, no podemos seguir siendo una estadística que coloque a Guatemala en el ranking de los peores lugares del mundo para ser mujer.

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