Por Hercilia Caceres y Tyscho

La Universidad de San Carlos de Guatemala se enfrenta todos los años a una enfermedad degenerativa que viene padeciendo desde hace más de 20 años, tomando una relativa “fuerza” durante la cuaresma, inhibiendo cualquier rastro de la larga trayectoria de lucha estudiantil y evidenciando sin duda alguna, el vacío intelectual que dejaron los años de brutal guerra civil que dejara al movimiento estudiantil y huelguero, acéfalo el primero e intervenido por el ejército y la mentalidad de mafia el segundo.  Durante el primer semestre de cada año, crece exponencialmente el abuso, encubierta por una capucha en el rostro que oculta a aquellos parásitos que se alimentan de la “huelga de todos los dolores”, parásitos sostenidos con el cuidado de las sucesivas administraciones durante estas dos décadas. Y de la cual la administración del demagogo Murphy Paiz no es la excepción, pues este ahora junto con el Consejo Superior Universitario (CSU) se muestra opositor a los desmanes de estos criminales, pero en la realidad tiene a muchos de los líderes de estas mafias trabajando en puestos de confianza de la propia rectoría.

Históricamente este movimiento de protesta sirvió como un medio de denuncia satírica ante las injusticias que padecía el pueblo de Guatemala, pero hoy en día es únicamente un insulto a la intelectualidad universitaria, dejando claro que la USAC es un patético reflejo de la crisis social que existe en el país. La descomposición de la huelga misma, refleja la descomposición a la que fue sometida la organización estudiantil, bajo la presión de las fuerzas derechistas que ocuparon material y psicológicamente la USAC hacia finales del siglo pasado. De ahí se desprende que las reivindicaciones, otrora mente populares que reflejaran la huelga durante los años más sangrientos de la represión militar de las dictaduras, ahora sea una mera burla a los huelguerso de antaño, un chupadero estacional que enriquece a pequeños grupos de la mafia que tienen secuestrada parcialmente asociaciones –como la de Ciencias Económicas, Humanidades EFPEM, por decir las más importantes–, comités de huelga que se llaman subs o autónomos, todos velan por los intereses de facción paramilitar, que hoy día casi no cuentan con base social dentro de los estudiantes, derivado del descredito a la tradición, causado por ellos mismos.

Drogas, alcohol, violencia contra los estudiantes, contra la gran mayoría, son tres palabras que definen a grandes rasgos la huelga de todos los dolores, que desde hace dos décadas es únicamente un desfile carente de sátira y un justificante para que operen grupos delincuenciales dentro de la universidad. Al caer la ex comisión transitoria se pensó que la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), Oliverio Castañeda de León (2017-2019), tendría un mínimo de capacidad para hacerle frente a dicha estructura parasitaría, pero para desilusión de muchos la AEU pensó ilusamente que podría “rescatar la huelga”, por medio del consensos con las mismas estructuras criminales que mantenía el poder y serbia de base de apoyo –como grupo de choque contra el estudiantado– de la misma Comisión Transitoria. El resultado de la huelga en 2018 fue una burla para la propia AEU, que no logró imponerse como tal, sino que terminó por hacerse a un lado sin presentar soluciones reales, dándoles dinero a los criminales, esperando comprar así su lealtad y voluntad, el tiro les salió por la culata, pues su “políticamente correcta estrategia” se vino al suelo, cuando los propios delincuentes a los que alimentaron, sacaron a la propia AEU del Desfile Bufo 2018, antes, incluso que diera inicio.

Durante mucho tiempo fue la propia Escuela de Historia, quién fue el eje aglutinador de las organizaciones estudiantiles y de huelga alternativa que principalmente mostró resistencia ante el “Honorable” comité de huelga de los criminales, contagiando el espíritu de rechazo a los estudiantes activos de muchas unidades académicas. Pues fue allí en donde los estudiantes mostraron su fuerza frente a estas estructuras delictivas, oponiendo a la violencia armada la fuerza popular de la asamblea estudiantil, construyendo una identidad sancarlista crítica contra las actividades de huelga, buscando infructuosamente disputarle a los sicarios y malandros el baluarte que significaba la tradición huelguera para la USAC, recuperarlo para los estudiantes, como se recuperó de forma pero no de fondo la propia AEU, que aun languidece en la crisis y la apatía, originada por 20 años de descredito del movimiento estudiantil. Más tarde, otras unidades académicas como Medicina, Trabajo Social y Ciencias Jurídicas y Sociales, también se tomaron valor para echar fuera a los comités de huelga mafiosos, pero ya no con organismos como los Comités Alternativos de Huelga (Historia y Ciencia Política), sino con el propio musculo estudiantil, la Asamblea General de Estudiantes cada Unidad Académica, asambleas que decidían en los hechos no celebrar la huelga o celebrarla bajo control directo del estudiantado y no de los grupos mafiosos.

Como la historia ha demostrado, todo es dialéctico y aquellos tiempos en los que la Huelga de Todos los Dolores estaba en pleno apogeo, ha quedado atrás, pues actualmente de las estructuras con suficientes personas –muchos no son estudiantes– para amedrentar a los verdaderos estudiantes, no queda más que el recuerdo, ya que la resistencia y la denuncia fueron entes que emplazaron a la administración central, empujándola a tomar posiciones en palabra contra los restos de la huelga, mostrándose públicamente contrarios a los propios grupos criminales que alimentaron y respaldaron durante los últimos 20 años. Cabe resaltar que, durante muchos años, las autoridades universitarias han utilizado a estos grupos de choque contra movimientos estudiantiles, ofreciéndole a cambio dinero, protección y el préstamo de las instalaciones universitarias para sus actividades junto con las grandes industrias cerveceras. Pero las autoridades hipócritamente han sabido leer la debacle y la crisis que estos grupos mafiosos llevaron a la Huelga de Dolores, ahora se desembarazan públicamente de ellos, incluso aprovechando para pasar antipopulares normativos que no solo va dirigido a los encapuchados, sino contra toda la organización estudiantil legalmente constituida, vedando los derechos de reunión de las propias Asociaciones y de la amplia mayoría del estudiantado.

Gracias al rechazo que han provocado las actividades huelgueras, dentro y fuera de los recintos universitarios, teniendo como última gota la intoxicación provocada a dos estudiantes dentro del campus central (dirigida por Tommy Morales, Marco López y otros personajes conocidos por vivir de estas actividades y ser violentos dirigentes de las mafias que siguen enlodando la tradición huelguera), las autoridades universitarias se han dado la tarea de prohibir cualquier actividad que atente contra la integridad de otras personas, el consumo de bebidas alcohólicas y hasta la toma de espacios sancarlistas. El cumplimiento del reciente acuerdo aprobado por el CSU está por ponerse a prueba una vez que dé inicio la cuaresma, razón por la que los estudiantes, docentes y trabajadores deben empujar a que se sancionen las prácticas que atentan contra la comunidad universitaria, pero que este normativo en los hechos no vaya dirigido contra la vida estudiantil dirigida por las asociaciones legalmente establecida, que estos normativos no se usen contra los estudiantes que han resistido valientemente a las mafias, incluso antes que las autoridades se apartaran de cuidarles. Es necesario, tomar en cuenta que esta nueva norma también pretende castigar a cualquiera que asuma posturas y actividades que atenten contra el “orden”, buscando meter en el mismo saco y castigar tanto a los delincuentes como a estudiantes organizados contra las autoridades. De esta manera la Rectoría y el CSU plantean no solo alejarse de sus otrora grupos de choque, ahora en una crisis permanente que esta pronta a ver su final, sino también criminalizar al estudiante que sin capucha ha estado en la lucha contra los criminales que alimenta la rectoría, y contra la propia administración que ha querido y sigue queriendo, privatizar la USAC.

Lo que es evidente ante los ojos de la comunidad sancarlista, es la reducción de encapuchados y actividades previas a la huelga de dolores, lo que prevé un desgaste en estas acciones, esperando de la misma manera que las autoridades cumplan su palabra en los hechos, para terminar de una vez con ellas. Es necesario, además, que la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) asuma un rol más allá de posicionarse contra la huelga por las redes sociales, sino también realizar asambleas estudiantiles y contrapropuestas que busquen aglutinar a los estudiantes. Esta táctica mostro en el pasado ser vencedora en la lucha contra las mafias en Historia y en otras unidades académicas que como Medicina sacaron en los hechos a los huelgueros que no repensaban y estaban integrados por estudiantes.

Tanto el actual secretariado de la AEU, como las juntas directivas de las diferentes Asociaciones de Estudiantes deben mostrar la valentía y la decisión que le faltó a la anterior AEU, deben ponerse al frente del estudiantado en sus Asambleas para que sea el estudiante el que decida qué hacer con la Huelga y como celebrarla en cada una de las unidades académicas, es tarea de la dirigencia temporal del movimiento estudiantil constituido acelerar el transito histórico que condeno ya a los mafiosos al basurero de la historia. La Huelga es del pueblo y es deber del estudiante decidir si está ya llego a su fin y si es mejor entonces hacer huelga estudiantil llevando los servicios de primera necesidad y nuestros conocimientos al pueblo profundo, asistiendo durante la cuaresma a la población en lugar de engrosar las ganancias de las cada vez más reducida mafias que viven de la huelga y sus patrocinadores dentro y fuera del gobierno, dentro y fuera de la oligarquía nacional, que se envilece viendo al estudiante que reclama como tradición el emborracharse mientras se llena la boca de frases revolucionarias vacías que en nada ayudan a trasformar la realidad de nuestro dolorido país.

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