Por Marcial Rivera
La pobreza en Guatemala se expresa por medio de distintos matices, además tiene rostro indígena, y de niñez rural. Esto se deduce a partir de lo planteado por la encuesta de condiciones de vida 2014, hecha por el Instituto Nacional de Estadística, INE, que refleja –en términos generales- que la pobreza ha aumentado considerablemente, y aunque existe una disminución en la brecha entre ricos y pobres, esta disminución no es suficiente para dar por resuelto el tema de la distribución de la riqueza y de la desigualdad.
Entre algunos datos sumamente importantes, se menciona que el 68.2% de los menores de 18 años habitan en hogares pobres y el 70.2% de los menores de 10 años, viven agobiados por la pobreza, el 20% de la población captaba más de la mitad de los ingresos. El costo de la canasta básica alimentaria es de Q. 3,800.00, mientras que el salario mínimo, ronda los Q. 2,500.00; esto significa que para cubrir una canasta básica, en cada hogar deben trabajar al menos dos personas, para darle cobertura al costo de una sola canasta básica. El problema directo de esto es la disminución de la capacidad adquisitiva de buena parte de la población, que aunque hace un uso ingenioso y creativo de los limitados recursos que entran a cada hogar, los mismos siguen siendo insuficientes para paliar el alto costo de la vida.
Rostro indígena
La pobreza alcanzó el 59.3% del total de la población, en consecuencia 9.4 millones de personas viven con un promedio de Q 10,028 anual para cobertura de necesidades básicas y 3.7 millones con menos de Q 7,750.00, al año. La población rural e indígena, es mayormente impactada por este tema, esto significa que este último grupo de la población, vive en condiciones paupérrimas y de marginalidad, en relación a la calidad de vida.
Uno de los fenómenos que mayor impacto tiene en el aumento de la pobreza, es el crecimiento de la población, pues hay un impacto en el tema económico, tanto a nivel de trabajo, como de necesidades propias, que tienen los nuevos habitantes; lo anterior aunado al encarecimiento de la vida, y de la canasta básica y que obviamente ni el sueldo, ni los ingresos provenientes de las actividades relacionadas a la agricultura y ganadería, cubren el costo de la canasta básica y la inflación. En el tema económico, se afirma que Guatemala sigue siendo un país cuya matriz económica es fundamentalmente la provisión de servicios. La evasión de impuestos, la defraudación tributaria, y la corrupción en la administración pública, son temas que agudizan más la desigualdad.
Invertir en educación
Una de las grandes discusiones, y que a su vez, se convierte en propuesta de solución, es que deben incrementarse los niveles de inversión en rubros como la educación, para que mejore la situación y que en general, exista mayor inversión social. Aunque la desigualdad se ha reducido, el número de pobres ha aumentado, aunque hay menos desigualdad, hay más pobres, e indudablemente la inversión en educación, tendría incidencia directa en el freno al incremento de la población, y en mejores oportunidades para la superación de la población en general.
Los más pobres
En cuanto a los resultados de la ENCOVI 2014, por etnicidad se asevera que 4 de cada 5 indígenas es pobre. Alta Verapaz y Sololá son los departamentos más pobres, el primero con 83.1%, en materia de pobreza general; esto significa que de cada 10 personas, 8 son pobres. Lo que todo esto evidencia, es que el sistema económico capitalista y el modelo de desarrollo, simplemente han fracasado; debe apostarse por acabar con el capitalismo, que solo ha empobrecido más a los pobres y enriquecido más a los ricos, un modelo de desarrollo que tenga como epicentro a la clase trabajadora, es necesario.
La pobreza no se terminará, mientras el sistema económico capitalista, siga propiciando el enriquecimiento de las clases poderosas, y el empobrecimiento de las mayorías desposeídas. Debe impulsarse una reforma tributaria, para que quienes tienen más, paguen más e invertir estos recursos en áreas como salud y educación, este es un tema que no se puede postergar más. El modelo de desarrollo debe ser uno ideado y dirigido por la clase trabajadora, y que esté puesto en función de las mayorías y la clase trabajadora, y no en función de los grandes capitales, que por décadas han esclavizado a la sociedad, que hoy desconocen y de la que niegan ‘sea pobre’.