Por: Magdalena D’paz

Nayib Bukele, se dispone a dar por asentada su dictadura, habiendo logrado hacerse previamente en este quinquenio del control formal del Estado, a través de los espacios de la democracia burguesa salvadoreña que entró en crisis conforme se agotó el bipartidismo de la posguerra.          

La continuidad del bukelismo, hasta ahora ha dependido para su validez del ejercicio electoral, un acto que en todo su desarrollo ha estado manoseado por el oficialismo amén para asegurarse del dominio absoluto de la Asamblea Legislativa (AL), luego con la reelección ya asegurada podemos decir que las elecciones de este 2024 fueron en realidad un trámite meramente formal. Le ha servido al oficialismo para dar esa fachada de democracia, la cual decora haciendo ver que esta es la voluntad del pueblo porque es quien les ha colocado ahí, y, que esa misma voluntad ha decidido que sean los diputados cyan quienes se expresen en su nombre, bajo esta falacia tantas veces han usurpado la democracia popular, falsedades sobre las que se asienta esta inmundicia.     

Derivaciones electorales y situaciones concretas     

Veamos lo siguiente: con los datos proporcionados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), para las elecciones legislativas y municipales 2024 participó el 52.08% del padrón electoral, es decir con exigua diferencia la mitad del padrón. De esta cantidad de votantes el 70.57% votó por los candidatos de Nuevas Ideas, con ello Nayib Bukele se aseguró la consecución de 54 diputados de 60, lo que significa que por sí misma la bancada cyan es mayoría absoluta, no necesita hacer nada más que cumplir con su voluntad, procesada formalmente a través de este Órgano de Estado. Por como lo veamos, no es la mayoría del padrón electoral la que decidió que sea el partido Nuevas Ideas quien se exprese por él en la AL.

Con un escenario favorable junto a  las reformas electorales se impuso esta fuerza electoral oficialista, no en sí la voluntad popular mayoritaria, los partidos ARENA y FMLN no pudieron recomponerse, para el caso del FMLN es aún peor, sin otras alternativas que movilizaran a las urnas a votantes consientes, la propaganda que estimula fanáticos pro bukelismo confluyó a favor de este objetivo; arrasar en la AL. Luego sobre la elección presidencial las circunstancias favorables al bukelismo no iban a cambiar, de un 56.60% de votantes el 84.65% eligió a Nayib Bukele, logrando ser reelecto sin discusión alguna pese las ilegalidades en torno a la Constitución y Código Electoral.

Este 1 de junio, Bukele no solamente asume un cargo presidencial, más bien contrae el rol como dictador absoluto, al no tener freno ni contrapeso de ningún tipo en la institucionalidad del Estado, por lo que la clase trabajadora y pueblo salvadoreño deben aspirar a construir su verdadera fuerza, su propia expresión democrática, esto es el verdadero poder popular.

Los espacios que necesitamos construir

No faltará más de alguien que escondido en las sombras espere que el bukelismo entre en desgaste, para así posicionarse como otra alternativa del tipo electoral, el mismo FMLN aspira redimirse para volver a ganarse la confianza del pueblo, por ahora hay quienes desesperadamente intenten ocupar la vacante que existe dentro de la izquierda, pero poco se ha hablado de lo que realmente importa, de algo diferente. El movimiento sindical y todas las organizaciones populares están bajo vigilancia y en un buen número controladas por el bukelismo, por este motivo es importante plantearnos otras formas de organización que no necesariamente pase por el control burocrático del Estado, algo más de hecho, donde por supuesto esté en todo momento presente la democracia obrera y popular.

Reorganicemos el poder popular

El bukelismo dice ser la voluntad popular mientras precariza cada vez más la vida de la clase trabajadora y pueblo salvadoreño, a esta mentira debemos oponerle resistencia desde los mismos centros de trabajo, sean estos formales o no, donde se articulen espacios para la discusión enlazados en un espacio mayor donde converjan todas las expresiones de lucha, acción directa y consecuente.  Entendamos que esta es una necesidad histórica que necesitamos para enfrentar otro ciclo de dictadura.     

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