Por: Daniel Hernández.

Al final de la segunda década del siglo XXI, después de 27 años de los Acuerdos de Paz de 1992, el sindicalismo salvadoreño afronta enormes desafíos, que son impuestos por la continuación, casi ininterrumpida, de la decadencia económica y la ofensiva neoliberal impulsada por cinco administraciones, a la que se agrega la actual gestión Bukele-Gana.

Devastación económica y retroceso sindical

La precariedad del empleo formal, y las nuevas pero escasas ofertas del mercado laboral (Call Center a outsoursing) inciden negativamente en la baja organización y escasa combatividad sindical. Conforme se extiende la tercerización y flexibilidad laboral, se van dando nuevas formas de explotación de la fuerza de trabajo que, sin embargo, amenazan la estabilidad laboral, reduciendo en la práctica las posibilidades de sindicalización de los trabajadores del sector servicios.

Los sindicatos de trabajadores del sector público son, por el momento, los más estables y numerosos en la actualidad, pero en su mayoría no son clasistas, sino más bien elitistas, muy alejados de la dura realidad de sus hermanos: los sindicatos de trabajadores de empresa. Cuando se producen luchas en este último sector, no se observa solidaridad y acompañamiento de las reivindicaciones y exigencias laborales, ni siquiera en los temas comunes como son las luchas por la dignificación de las pensiones.

Es importante recordar las particularidades de nuestro país, donde la aparición de los sindicatos se produjo en la producción agrícola. No obstante, aunque si bien la industrialización fue lenta, el movimiento sindical, como expresión obrera en busca de sus mejoras laborales, fue tomando fuerza. Desde sus orígenes, el sindicalismo salvadoreño ha estado inmerso en luchas heroicas, pasando de las reivindicaciones económicas a las políticas, pero después se fue en picada.

La guerra civil (1980-1992) desarticuló al viejo sindicalismo salvadoreño, asentado en la industria manufacturera que ha sido casi liquidada por la ofensiva neoliberal. La dispersión es la característica más evidente en las organizaciones de los trabajadores salvadoreños. Hace diez años existían un total de 243 sindicatos, todos del sector privado, hasta el momento los sindicatos inscritos superan los 500 activos. Dichos sindicatos se encuentran distribuidos en 35 federaciones y 6 confederaciones del sector privado; 5 federaciones y 1 confederación del sector público.

Precariedad del empleo formal

El Salvador es un país predominantemente urbano, con el 62.65% de su población ubicada en zonas urbanas y el 37.35%, en zonas rurales. El Estado capta el 15% del PIB. La clase obrera capta el 25% bajo la forma de salario y 6,000 empresarios grandes y medianos se quedan con el 60%. Los salarios mínimos están por debajo de la canasta básica y de la carestía de vida.

Estos son los salarios actuales: 1) sector comercio e industria: $258.93. $263.03 2) Sector maquila textil: $ 221.44. 3) sector industria: $ 245.61; 4) sector agrícola: $124.11. El desempleo es el 6.07% de la Población Económicamente Activa (PEA) que es alrededor de 2,724.754 personas.

La crisis y las burocracias sindicales

El reformismo de algunos sindicatos se debe en gran parte a que, como organización legal su fin es únicamente la lucha económica, lo que es aprovechado por la burguesía para corromper a la dirigencia enquistada en los sindicatos: la burocracia.

La mayoría de los sindicatos, hoy por hoy, son organizaciones cuya principal función es la contratación colectiva. En los últimos años las políticas neoliberales han producido un efecto que ha encendido la llama de la lucha entre los empleados del sector público. El aparato burocrático del Estado ha sido utilizado durante mucho tiempo como base clientelar para la estabilidad del gobierno de turno. Pero la crisis económica y fiscal obligar a los trabajadores a luchar. Cualquier mejora salarial ahora es una sobre carga en el presupuesto general, por eso las recomendaciones giradas por Fondo Monetario Internacional (FMI) recomienda  recortar la cantidad de empleados públicos y congelar sus salarios. El proyecto de Ley de Servicio Público fue un punto que generó alta tensión entre algunos sindicatos de empleados públicos y el gobierno del FMLN, lo que originó el rompimiento de ciertas burocracias sindicales con el FMLN, ahora en la oposición.

Retos y desafíos del sindicalismo

No se debe confundir sindicato con sindicalismo. Sindicato es la persona jurídica que representa a sus afiliados. Sindicalismo es una corriente que frecuentemente influencia a los sindicatos.  El sindicalismo de El Salvador, no tiene una unidad programática que edifique un plan de lucha que permita la coordinación, de cara a enfrentar los problemas generales que afectan a la clase trabajadora.

Al contrario, hay una fragmentación influenciada en gran parte por el control del FMLN sobre algunas instancias sindicales, subordinándolas políticamente. Estos sindicatos carecen de autonomía. Además, en los últimos años, como contraposición al fenómeno anteriormente descrito, ha crecido el control de los partidos burgueses, como ARENA y ahora GANA-NI, sobre algunos sindicalistas, quienes ya no levantan reivindicaciones de los trabajadores, sino las políticas de las cupulas partidarias.

La necesidad de un programa común

Para recuperar su autonomía, los sindicatos deben trabajar conjuntamente sobre los siguientes puntos:

  • Por aumentos generales de salarios acordes a la carestía de la vida.
  • Luchar contra los paquetazos de reformas fiscales que afectan a los trabajadores por lo cual se debe exigir que los empresarios paguen más impuestos.
  • Defensa de la seguridad social: oposición a la elevación de la edad de jubilación; muchos mueren prematuramente por mala atención médica y por pensiones insuficientes que no ajustan para vivir. Se deben revalorizar las pensiones conforme el costo de la vida, y la seguridad social debe cubrir a todos los trabajadores. Por tanto, debemos exigir la renacionalización de las pensiones bajo control de los sindicatos.
  • Defensa y renacionalización de los servicios públicos (energía, comunicaciones, salud y educación).
  • Defensa de la educación pública con calidad y gratuita, en todos los niveles.
  • Recuperar los servicios de salud para los trabajadores y los pobres. Reforma agraria que acabe con el latifundio y brinde financiamiento barato a los campesinos e indígenas.
  • Defensa de las tradiciones, idiomas y cultura de los pueblos originarios, sometidos al hambre y miseria por las políticas discriminatorias.
  • Independencia y democratización de las organizaciones y centrales obreras y campesinas, por la democratización de los sindicatos, para que las bases decidan cómo y cuándo luchar contra las situaciones que afectan sus intereses.

¿Cuál debe ser el rol de los sindicatos frente al Estado?

De ninguna manera debe admitirse la idea del sindicalismo como apéndice del Estado, debemos rechazar ese corporativismo. Debemos luchar por la independencia de las organizaciones sindicales respecto al Estado, el cual debe limitarse a respetar la libertad de asociación y sindicalización, el cual debe fomentar la creación y funcionamiento autónomo de los sindicatos

Hace falta una legislación que proteja al trabajador de los vaivenes del mercado laboral. Debe respetarse el derecho a sindicalización de los trabajadores de Call center, Outsoursing, etc, que no están expresamente reconocidos en el Código de Trabajo. Además deben  incorporarse mecanismos de supervisión desde el MINTAB sobre las empresas para que no intervengan en el derecho de los trabajadores a crear sus sindicatos. Recientemente el presidente Nayib Bukele intervino sobre el funcionamiento interno del STISSS, imponiendo una junta directiva ilegitima a su conveniencia. Esto es una clara muestra de la abierta intervención del Estado sobre los asuntos sindicales, violentando la libertad e independencia sindical. 

Incidencia e importancia tiene el sindicalismo en El salvador.

Los sindicatos son grupos de poder, aunque hayan sido debilitados. Solo por el hecho de ser la forma natural de organización de la clase trabajadora, son una poderosa fuerza social; no existe otra forma de comunicación directa con los trabajadores que no sea el sindicato.

A pesar del desgaste ocasionado por el neoliberalismo, el sindicalismo es una enorme fuerza dormida en la vida nacional.

El tema de las pensiones y la seguridad social tocan las puertas al sindicalismo. Estos temas serán, en los próximos meses, los grandes temas del debate nacional. Viene la pelea por una reforma más justa que las aprobadas el año pasado por la Asamblea Legislativa. Dentro de los sindicatos existe un grupo que propugna por la nacionalización de pensiones, el regreso y el fortalecimiento del INPEP e IPFA, y el regreso del sistema de reparto, o sea, la derogación del actual Sistema de Ahorro de Pensiones (SAP). Algunos de estos sindicatos están  organizados alrededor de la Coordinadora Sindical Salvadoreña (CSS) y CONAPAR.

Hemeroteca

Archivo