Por: Alberto Castro.

Nayib Bukele tiene dos meses de haber asumido la presidencia de la República. La “medicina amarga’’  que ofreció está deteriorando aún más las condiciones de vida del pueblo. Ha utilizado artimañas para soslayar la crítica y fagocitar a toda la oposición, aprovechando cierto grado de legitimidad de la que goza, y explotando el desgaste de la oposición parlamentaria (ARENA-FMLN) ensombrecida por 30 años de corrupción. Su victoria en primera vuelta fue posible por el hartazgo popular, manifestado y canalizado por la vía electoral. Bukele manipula las ilusiones y la esperanza de la mayoría de la población que ve en él la solución al desesperante problema de inseguridad.

La violencia social empeora.

Con el reciclaje de las viejas ideas de sus predecesores de la posguerra, Bukele profundiza el proceso de remilitarización tan apetecido por la oligarquía salvadoreña. El recrudecimiento de la violencia y delincuencia junto con el fortalecimiento de la actividad criminal de las maras y pandillas, crean exaspero en la población civil, situación que condiciona la adecuación del régimen para dotarlo de elementos de Bonapartismo. Así, Bukele goza de legitimidad popular y credibilidad mediática. Bajo la máscara del combate a las maras y pandillas se prepara para derrotar a los sindicatos, que luchan como "gato panza arriba" por defender sus conquistas laborales y economicas ante el recorte acelerado del presupuesto nacional y de los programas sociales. De las más de 4, 000 capturas, la mayoría no tienen responsabilidad penal, las detenciones en masa son pura propaganda mediática, los homicidios en realidad no han tenido una reducción seria. Con la reserva de los datos sobre las muertes violentas, busca impedir el reporte de los posibles repuntes; la separación de los mareros y pandilleros del registro de homicidios es para cubrir los asesinatos extrajudiciales. Recientemente se ha difundido la imagen de un niño pobre siendo violentado por la autoridad policial, mostrando el endurecimiento de la estigmatización de la niñez y juventud pobre. 

La Huelga en Centros Penales.       
El plan Control Territorial, tuvo en sus entrañas el primer debacle, a partir de la toma y posterior huelga del Sindicato de Trabajadores de Centros Penales (SITRAPEN), quienes han solicitado: el reinstalo de trabajadores despedidos por la nueva administración, para lo cual solicita la instauración de una comisión para evaluar tal situación; que los trabajadores que laboran en las Tiendas Institucionales sean reconocidos como trabajadores permanentes y por consiguiente pasen a Ley de Salarios; que el bono sea aplicado tanto a trabajadores operativos como administrativos, sin distinción alguna; la eliminación del turno 96x96 que agota excesivamente al personal de custodios; la disolución de la Comisión Disciplinaria por arbitraria y que su lugar sea ocupado por la Comisión del Servicio Civil, la que debe regular las faltas laborales adecuadamente. En aras de aplicar un estricto control carcelario, se están violentando derechos laborales, el plan está siendo aplicado sobre la carga laboral excesiva de los trabajadores de los centros penales. La huelga es legítima y legal, atender las demandas y solicitudes es responsabilidad del Presidente.     

La visita de Pompeo y el silencio del twitero.

Otro suceso que destaca es la reciente visita del Secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo. Bukele ha establecido las buenas relaciones con el imperio, guardando silencio sobre el trato que reciben los inmigrantes salvadoreños en aquel país, especialmente la niñez. La sesión de trabajo en el Aeropuerto Internacional Oscar Arnulfo Romero, en realidad es la abyecta entrega de una parte de la soberanía, que no siquiera significa la mejora del país, sino la exención del control comercial estadounidense. El uso de tropas yanquis es una intervención que, de concretarse, agravará el problema, como en el pasado.

Bukele va por mal rumbo.

La persecución de la actividad criminal debe ir en consonancia con programas de rehabilitación psicopedagógicas y laborales que desarticulen y reduzcan la base social marginal de las maras y pandillas. Bukele solo ha ofrecido cárcel y muerte. La posible llegada de las tropas estadounidense son una amenaza para la seguridad del pueblo. Como clase trabajadora debemos oponernos enérgicamente a la presencia militar norteamericana y exigir soluciones viables en consonancia con el respeto a la soberanía.           

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