Por Manuel Sandoval

Como parte de las maravillas que ha logrado esta Administración, Nogui Acosta volvió a anunciar en abril (ha venido en un jueguito de que sube y baja, y baja y sube) que el porcentaje de la deuda pública con relación al PIB cayó por debajo del 60%: habría caído al 59,5%, motivo por el cual Chávez, en una movida a todas luces electoral, no tardó en anunciar un reajuste salarial a las trabajadoras(es) del gobierno central. Como recordarán la lectora y el lector, la Regla Fiscal congeló el gasto de las Instituciones públicas y los reajustes salariales y de pensiones por inflación, mientras la deuda pública sea equivalente a un porcentaje superior al 60% del PIB.

Muchas veces hemos analizado que el gobierno mantiene una política de austeridad fiscal muy dura, para sostener un círculo vicioso de endeudamiento del país, y no tener que tocar a los grandes evasores del fisco: los principales empresarios y banqueros, así como para poder seguir alcahueteando con una carga tributaria mínima a las trasnacionales de las Zonas Francas y el sector piñero y bananero. La reforma fiscal de Carlitos Alvarado, que apuntó a gravar más sobre todo el consumo de los sectores populares, se ha venido agotando, no genera más recursos; y en el marco de la tormenta que se anuncia en los mercados internacionales con la guerra de aranceles de Trump, la estabilidad económica, el empleo y el equilibrio fiscal del país están apareciendo como endebles. El FMI lo ha comenzado a señalar, a su manera.

Es comprensible que un gobierno de inspiración neoliberal como el de Chávez apueste a que todos los problemas del país se resuelvan con el crecimiento económico (y que mientras éste se produce recurra al endeudamiento). Nuestro caudillo se vanagloria de que gracias a sus esfuerzos el país “crece a lo loco” -aunque en realidad, como hemos señalado en otras notas-, no es un crecimiento descomunal y poco tiene que ver la gestión del gobierno con el incremento de la Inversión Extranjera Directa en las Zonas Francas y el consiguiente aumento de las exportaciones.

Costa Rica se ha beneficiado del fenómeno del “near shoring”: la relocalización de plantas cerca de las metrópolis imperialistas que hicieron algunas trasnacionales (en el caso nuestro en función del mercado gringo), a fin de evitar las interrupciones en el suministro de insumos y productos que ocurrieron durante la reactivación post pandemia.

Ya habíamos señalado que este proceso tendía a agotarse y los últimos datos, que hablan de una caída del 62,4% en proyectos nuevos de inversión, lo hacen palpable. Aunque las exportaciones de Zonas Francas sigan creciendo, el impulso se va a ir aminorando paulatinamente.   En lo que indudablemente va a influir la guerra de aranceles de Trump y que este gobierno haya aceptado servilmente bloquear grandes inversiones de empresas chinas en el país, especialmente en el campo de las telecomunicaciones, coto cerrado ahora para favorecer a las trasnacionales yanquis.

Dicho esto, para hacerle justicia a nuestro Héroe de Zapote tenemos que concluir, que si no tiene el mérito, como pretende, del crecimiento de las exportaciones, tampoco es el responsable, en lo fundamental, de su caída.   Es evidente que la situación del país se va a deteriorar, y más aún con la dinámica de decrecimiento de la afluencia turística, que de lejos es la principal actividad económica del país. (En una nota anterior lo hemos analizado, sólo lo mencionamos para completar el panorama).

Preventivamente, por eso, el FMI está lanzando “recomendaciones”-eufemismo que impone obligaciones para el país-, aprovechando que el Gobierno quiere otro préstamo por $1500 millones (complementario a la emisión de eurobonos por $1000 millones este año y $1000 más el año entrante, y de $2000 o $3000 millones de dólares de préstamos que no han terminado de ser desembolsados por los organismos financieros internacionales prestatarios). 

¿Capta el lector hacia dónde queremos llevarlo?  Cuando toda esta plata entre a Caja en Hacienda la relación entre deuda pública y PIB va a ser superior al 60%. El éxito de Nogui haciendo bajar la deuda con una austeridad brutal es un fiasco. Si el gobierno da ¢3 o ¢4 000 a los trabajadores del Estado como reajuste salarial para comprarles la conciencia y el voto, habrá otros cuatro años de congelamiento salarial brutal y recortes presupuestarios en Educación, Seguridad Social y Protección Policial (sea Ramos o una títere de Chávez la que gane las elecciones).  (Claro que por poco que se meta en cintura a los grandes evasores fiscales, financiar un reajuste fiscal del 10 o el 15% del salario (lo que ha perdido por inflación desde la anterior Administración) no sería oneroso para las finanzas públicas; pero de dar una piltraja el gobierno de Chávez no va a pasar porque es precisamente para los sectores más mafiosos y sinvergüenzas de los empresarios que gobierna).

Nogui Acosta es el mejor jugador de yoyo del país. Con plena conciencia y cinismo finje que se enoja con los diputados de la Oposición burguesa y del Frente Amplio cuando cogen plata de partidas exageradamente altas en el presupuesto nacional destinadas a pagar los intereses de la deuda pública, partidas que han sido calculadas con base en un dólar con un tipo de cambio muy alto. Sabe que está manteniendo un castillo de naipes que se vendría abajo inevitablemente si el tipo de cambio del colón con relación al dólar se deteriora (porque hay un 40% de la deuda en dólares) y por si las moscas asigna recursos que le niega a los gastos en Educación y Salud. Todas estas gentecillas se dan cuenta que los bancos están llenos de dólares del narco, pero deben de razonar que le sirve al país para evitar que se venga a pique el castillo de naipes de la deuda.

Frente a la deriva populistona del gobierno anunciando el reajuste salarial en el sector público, el FMI se ha creído obligado a cruzar el caballo, señalando que este reajuste puede disparar la deuda otra vez por arriba del 60% del PIB.  Advierte que si el congelamiento salarial se mantuviera hasta el 2030, el porcentaje de la deuda con relación al PIB caería a menos de un 55%. Es decir, es una orientación destinada a reforzar la austeridad fiscal en materia de salarios y gastos sociales del Estado.  Que queda clara cuando el FMI presiona abiertamente por una reforma del IVM y la Seguridad Social REGRESIVA,  tendiente a borrar la cotización tripartita (patrón-Estado-trabajador) que sostiene el sistema (ya lo analizaremos en otra nota). En el extremo del cinismo propugna por  entregarle la plata del ROP y los demás fondos de pensiones a las mafias financieras internacionales, planteando que toda la plata se invierta en Wall Street.

No hay que confundirse por eso cuando el FMI comienza a discutir con Nogui Acosta la necesidad de profundizar la reforma fiscal: “La recaudación fiscal de Costa Rica está por debajo del promedio de la OCDE (especialmente cuando se excluyen las contribuciones a la seguridad social), y existen numerosas exoneraciones en el impuesto sobre la renta”, señaló el FMI en su informe al país (La Nación, 23/5/2025).

Esta política del FMI tendiente a igualar las condiciones tributarias del país con las del resto de la OCDE, responde a una orientación de “no darle privilegios” a economías más débiles y dependientes como la nuestra, que pudiera ir en detrimento de los grandes.  De palabra al menos, significa atacar la evasión fiscal e imponer un 15% de carga sobre las utilidades a las empresas de las Zonas Francas, que en muchos casos tienen 0 cotización. Evidentemente, ni a los inversores en Zonas Francas ni a Nogui Acosta le gustó la recomendación y no por nada el proyecto al que se comprometió el gobierno con la OCDE para establecer un 15% de impuesto mínimo para las trasnacionales va a paso de tortuga en la Asamblea Legislativa.

Como el gobierno no ha priorizado en sesiones extraordinarias ni éste ni ningún proyecto tributario en el que sí tenga interés (como el de Nogui Acosta para sangrar a los sectores medios con la renta global), pareciera que se inclina a tener una buchaquita de plata con el préstamos de $1500 millones que negocia con el FMI y los eurobonos, por si las moscas, y  que Chávez va a tener que multiplicar los shows y las amenazas para compensar la ausencia de “dádivas” con que sustentar el clientelismo electoral. Para no hacer la discusión de impuestos como la renta global en medio de la campaña electoral, Nogui Acosta va a tener que hacer sortilegios y desvestir santos en otros sectores si hacen el pequeño reajuste salarial que ofreció Chávez.

Esta nota se está extendiendo mucho y no queremos cansar a la lectora y el lector. Señalamos rápidamente que el FMI recomienda al gobierno y al Banco Central que no tenga ninguna interferencia con la apreciación del colón. ¡LIBERTAD AL CAPITAL FINANCIERO Y ESPECULATIVO DE IR Y VENIR A SU ANTOJO! ¡Quién trae los dólares no le importa mucho al FMI!

Nos queda para una segunda nota, entonces, analizar qué concesiones va a tenerle que hacer el gobierno, a cambio de los $1500 millones. No queremos despedirnos, sin embargo, sin señalar la pasividad de casi todas las dirigencias sindicales y populares frente a la intromisión del FMI levantando para el gobierno un programa para golpear más los derechos del pueblo costarricense. No nos podemos quedar en declaraciones, hay que tratar de expresar en las calles el repudio a la violación de la soberanía del país por parte de este organismo que da expresión a los gobiernos imperialistas y las mafias financieras internacionales.

¡FUERA EL FMI DE COSTA RICA!

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