Por Manuel Sandoval
No son sólo los femicidios los que se están disparando en el país, los abusos de índole sexual contra niños y niñas también. La semana pasada se destapó el caso de una niña de 11 años abusada por el padrastro, que perdió un bebé de 7 meses en Guácimo. Sorprendentemente, la niña había estado en manos del PANI en el 2022 por sospecha de violación por parte de un vecino y la devolvieron al “hogar”. Es decir, cuando se trata de niñas(os) pobres esta Institución es absolutamente inoperante. El director del OIJ manifestó que están a la espera del ADN del feto para determinar si es el padrastro o el vecino el gestor de la criatura. Del 2022 para acá el PANI dejó a la niña expuesta a estos monstruos.
Es evidente, que el clima de violencia doméstica que se intensifica en el país, tiene mucho que ver con la ofensiva reaccionaria de las Iglesias, fomentando el rechazo a los derechos de las mujeres, la intolerancia a las personas LGTBI y oponiéndose a la educación sexual de carácter laico y científico en el sistema educativo. Para quedar bien con Fabrizio y los obispos, Chávez eliminó los programas de educación sexual y afectiva del MEP, que no eran una maravilla, pero daban una orientación a los docentes y a los educandos, que ayudaba a éstos a empoderarse para enfrentar situaciones de violencia sexual en el entorno social y familiar.
Sobre las consecuencias que esto va a tener es interesante leer un artículo que publicó La Nación el lunes: Carta escrita en retiro espiritual reveló dos años de violaciones sexuales contra niña, de los periodistas Diego Bosque y Yeryis Salas. Ellos no se proponen denunciar el rol de encubrimiento de la violencia familiar que juegan las Iglesias, pero de los hechos que denuncian se desprende este rol reaccionario en función de proteger la autoridad patriarcal del hombre.
Un empresario de seguridad de apellido Sancho fue denunciado y condenado hace unos días a 48 años de prisión, por violar en varias ocasiones a una sobrina menor de edad. Su compañera se encontró accidentalmente una carta de la niña pidiéndole que no la agrediera más e hizo la denuncia.
“La nota, escrita a mano por la víctima durante un retiro espiritual organizado por la iglesia evangélica a la que asistía, no tenía la intención de acusar a su victimario con otro adulto y, mucho menos, con las autoridades policiales o judiciales. Por el contrario, su mensaje hablaba de perdón, de clemencia, de dolor por años de maltrato físico y emocional, y de una tregua.
Ella perdonaba las veces en que el agresor le quitó su ropa interior a la fuerza, los episodios en que la arrinconó en un pasillo para tocar sus genitales o las veces en que, durante las vacaciones, fue abusada.
El ejercicio de reflexión promovido en el retiro pretendía que los jóvenes sacaran cosas que resentían de sus seres queridos y que, luego del evento, le entregaran el documento. Este caso, sin embargo, la misiva no llegó al destinatario, pues la menor prefirió esconderla en su habitación.”
Vergonzoso. En el retiro espiritual se promovió resignación y el perdón frente a la violencia intrafamiliar y el abuso sexual, pese a que los curas y los pastores no ignoran que hay situaciones de abuso sexual por parte de los padres. NO PROMOVER QUE LAS NIÑAS(OS) Y LOS JÓVENES SE EMPODEREN PARA DENUNCIAR ESTAS SITUACIONES, SIMPLEMENTE ES CRIMINAL. Aunque se entiende; es coherente con el abuso infantil dentro de las Iglesias, donde sistemáticamente se ha tapado a curas y pastores pedófilos.
¡FUERA LAS MANOS DE FABRIZIO Y LOS OBISPOS DEL SISTEMA EDUCATIVO COSTARRICENSE!
¡POR UNA EDUCACIÓN SEXUAL Y PARA LA AFECTIVIDAD DE CARÁCTER CIENTÍFICO Y LAICO!