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El progresivo colapso de los regímenes “democráticos” en Centroamérica

Uno de los grandes argumentos para justificar los Acuerdos de Paz en Centroamérica, en el periodo 1987-1996, era la necesidad de poner fin a la guerra civil en Nicaragua, El Salvador y terminar con cuatro décadas de conflicto armado en Guatemala. El cansancio y la desesperación acogió los Acuerdos de Paz como una tabla de salvación.

En cambio, quienes promovieron este tipo de Acuerdos para obligar a la rendición a las guerrillas del FMLN y la URNG, como fueron Estados Unidos y sus agentes en la región, prometieron décadas de democracia con inclusión de las exguerrillas y de las fuerzas de izquierda.

Tres décadas después, la situación es deprimente. La ofensiva neoliberal destruyó la industria manufacturera creada en la época del Mercado Común Centroamericano (MCCA). No hubo desarrollo económico ni mejoría en el nivel de vida de las masas populares, sino todo lo contrario: aumento del desempleo, descomposición social que se manifiesta todavía en el fenómeno de las maras y pandillas, y un constante flujo migratorio hacia Estados Unidos, que drena los cerebros y la mano de obra que necesitan nuestros países.

Actualmente, con la excepción de Costa Rica y Panamá, el conjunto de los países de Centroamérica, dependen de las remesas para la sobrevivencia. Aproximadamente el 20% del PIB de los países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) y Nicaragua también, dependen de las remesas enviadas por nuestros hermanos que trabajan en Estados Unidos y algunos países de Europa. El caso más dramático es el de Honduras: el 30% del PIB depende de las remesas.

Los artificiales Estados nacionales de Centroamérica desde hace muchos años ya no son autosuficientes, sobreviven precariamente con el endeudamiento, el envío de remesas que no detienen el declive social.

Estados Unidos y sus agentes prometieron décadas de democracia en Centroamérica, la sustitución de las dictaduras militares por estables e inclusivos gobiernos democráticos. ¡Pura demagogia! Los regímenes políticos instaurados después de la firma de los Acuerdos de Paz han sucumbido ante la dura realidad de barbarie económica y social en Centroamérica.

El caso más emblemático es Nicaragua, en donde existe una dictadura que niega los elementales derechos democráticos, y en donde el sistema electoral paso del multipartidismo al bipartidismo hasta establecer una dictadura.

En El Salvador, el bipartidismo instaurado (ARENA-FMLN) se derrumbó en pocos años, y la desesperación de las masas populares encontró en la demagogia de Bukele, una salida que nos conduce lenta y peligrosamente a un régimen dictatorial. Para solucionar temporalmente el problema de la violencia de las maras y pandillas, Bukele ha instaurado un estado de excepción permanente, que niega las libertades democráticas a los trabajadores y sindicatos. Bukele está realizando cambios sustanciales al sistema electoral, comenzando por imponer la reelección inmediata a pesar de que está prohibido por la Constitución de 1983.

En Honduras, el triunfo electoral de LIBRE desplazó al grupo de Juan Orlando Hernandez (JOH) del gobierno. Hoy todos aceptan que JOH y el Partido Nacional se mantuvieron 12 años en el poder por medio de fraudes electorales y de nexos con el narcotráfico. La gran incógnita es si LIBRE depurará y democratizará el sistema electoral, o si habrá un retorno al reaccionario bipartidismo.

En Guatemala, el régimen político es cada vez más reaccionario, imponiendo restricciones a los diferentes partidos, especialmente a la izquierda agrupada en el MLP. El relativo equilibrio entre los grupos de poder es cada vez más precario, y el recorte de las libertades más evidente.

En Costa Rica, el ascenso al poder de un personaje desconocido, como el actual presidente Chaves, refleja el intentó de imponer un régimen bonapartista ante la pavorosa crisis que carcome a ese país. Todavía no lo logra, pero ese es su objetivo.

Es evidente que la profundización de la barbarie está destruyendo los débiles e inestables regímenes democráticos que se impusieron tras la firma de los Acuerdos de Paz. Un periodo se está cerrando y estamos entrando a uno nuevo, marcando por el endurecimiento de los regímenes y el establecimiento de nuevas dictaduras.

Por esta razón, lo socialistas centroamericanos llamamos a luchar por defender y ampliar las libertades democráticas, para que los trabajadores y sectores populares puedan luchar contra la crisis del capitalismo semicolonial. Y tomamos nota que la crisis de los regímenes democráticos obligará, más temprano que tarde, a la movilización revolucionaria de las masas.

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