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Señales alentadoras este 1 de mayo en Centroamérica

Este 1 de Mayo pudimos observar algunas señales de revitalización del movimiento sindical, después de dos años de pandemia de coronavirus y de décadas de la pandemia del capitalismo neoliberal.

Muchas industrias manufactureras han sucumbido ante la desigual competencia neoliberal, han tenido que cerrar operaciones, enviando al desempleo a decenas de miles de trabajadores, colocándolos entre la espada y la pared. Estos trabajadores solo tienen tres opciones: la primera es emigrar hacia Estados Unidos, la segunda es formar parte del ejercito industrial de reserva, o ganarse la vida precariamente en el subempleo, y la tercera, la más dura, es entrar a trabajar a las maquilas, convirtiéndose en un moderno esclavo industrial.

Los tratados de libre comercio y al auge neoliberal han debilitado a los sindicatos y a las centrales obreras. Este fenómeno siempre se reflejaba en la participación decreciente de los trabajadores en las luchas y en las marchas del 1 de Mayo.

Este año hemos notado una mayor participación, lo que refleja un creciente descontento social. Este año la marcha del 1 de Mayo en Guatemala superó la cantidad de gente movilizada el año pasado. Ni los sindicatos ni los medios de comunicación hicieron un estimado de la cantidad de participantes, pero fueron más de 20 cuadras que abarcó la marcha.

El secreto de este éxito modesto fue que la marcha fue convocada de manera unitaria por las dos grandes coordinadoras sindicales del país: el Movimiento Sindical y Popular Autónomo Guatemalteco, integrado por la Confederación Central General de Trabajadores de Guatemala (CGTG), la Unión Sindical de Trabajadores de Guatemala (UNSITRAGUA Histórica), la Confederación de Unidad Sindical de Guatemala (CUSG) y el Movimiento de Trabajadores Campesinos de San Marcos, y la coordinadora de Sindicatos Globales, que agrupan sobre todo a organizaciones de trabajadores estatales.

Las principales consignas fueron de naturaleza defensiva: por la garantía del ejercicio de la libertad y derechos sindicales, respeto de las leyes laborales nacionales y de los convenios de la OIT, respeto al derecho de negociación colectiva, salarios dignos, igualdad de oportunidades de empleo y de trato en el trabajo sin discriminación, por una política sólida de protección social, generación de empleos de calidad.

Además, los sindicatos denunciaron los ataques contra la libertad de pensamiento y de prensa, las alianzas perversas que están frenando la democracia, el fortalecimiento de la corrupción, el crimen organizado y el narcotráfico.

En El Salvador, las diferentes convocatorias terminaron en dos grandes marchas. La marcha convocada por Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular (BRP) y otras agrupaciones sindicales, bajo la influencia del Frente Farabundo Martí por la Liberación Nacional (FMLN), terminó frente a la Catedral, en la plaza Gerardo Barrios. La otra marcha, convocada por Unidad Sindical Salvadoreña (USS) y la   Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de El Salvador (CSTS) y sindicatos de empleados públicos. Ambas marchas contaron con mayor participación que el año pasado. A pesar de que las reivindicaciones eran casi las mismas, no se logró una marcha unitaria, que hubiera tenido mayor impacto político, porque las dirigencias sindicales actuaron como cajas de resonancia de los partidos políticos. El BRP se inclina por el FMLN, y la USS y aliados apoyan al presidente Bukele. La polarización política que carcome a El Salvador, afecta al movimiento sindical.

Los sindicatos deben recuperar su independencia política, liberarse tanto de Bukele como de la oposición, y levantar sus propias reivindicaciones para lograr la unidad de los trabajadores, por encima de las banderas partidarias.

En Honduras, la participación también fue masiva. El fin del gobierno de JOH ha despertado muchas ilusiones entre los trabajadores y demás sectores populares, de que el gobierno de Xiomara Castro puede solucionar los principales problemas. Las demandas sociales son muchas y pocas las repuestas efectivas. Ha comenzado un lento proceso de ruptura de esas ilusiones, la impaciencia de las masas crece al ritmo de la crisis económica.

Las burocracias sindicales, por mezquinos intereses políticos o de cúpula, se niegan a impulsar los procesos de lucha unitaria que tanto reclama la realidad.

En Nicaragua, otro año más, no hubo celebraciones del 1 de Mayo. El control de la dictadura sobre los pocos sindicatos es total, bloqueando cualquier intento de movilización de los trabajadores.

En Costa Rica, en la marcha del 1 de Mayo, hubo más afluencia de trabajadores que el año pasado. Miles se congregaron para protestar contra las políticas económicas del presidente Chaves, por la defensa de la vivienda popular, especialmente contra la intentona de extender la jornada laboral a 12 horas, y contra la implementación de la Ley de Empleo Público, por la que mantiene congelados los salarios de los empleados públicos.

Poco a poco, la crisis económica del capitalismo obligará a millones de trabajadores a luchar, y las circunstancias desfavorables del momento serán un triste recuerdo.

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