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La guerra de los bajos precios del petróleo y las sanciones contra Venezuela

En diciembre del año pasado, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una ley que fue firmada por el presiente Barack Obama, cuyo objetivo central era la de aprobar sanciones a algunos funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro, en Venezuela, so pretexto de defender los derechos humanos.

Este tipo de sanciones son similares, aunque parciales y con menor intensidad, a las que el imperialismo norteamericano ha aplicado recientemente contra Rusia, por su involucramiento en la guerra civil en Ucrania. Lo mismo ha sucedido con Irán por su empecinamiento de implementar un programa nuclear. Igual destino ha sufrido Cuba por más de 50 años. Estados Unidos se erigen como los defensores de los derechos humanos a nivel mundial y utilizan esta bandera para atacar a gobiernos independientes que no siguen sus dictados.

En el caso de Venezuela, las sanciones marcan el inicio de un redoblamiento de las presiones políticas y diplomáticas contra el gobierno chavista, aquejado por una grave crisis económica, marcada por la baja abrupta de los precios internacionales del petróleo, que ha generado un profundo malestar entre las masas.

Posteriormente, el presidente Obama ha firmado la “Executive Order 13692” del 8 de marzo del año 2015, contra algunos funcionarios del gobierno chavista, argumentando que “(…) la situación en Venezuela, incluida la situación del Gobierno en cuanto la erosión de las garantías de derechos humanos, la persecución de opositores políticos, restricción de la libertad de prensa, el uso de la violencia y violaciones y abusos de los derechos humanos en respuesta a las protestas contra el gobierno, y el arresto arbitrario y la detención de manifestantes que están en contra del gobierno, así como la presencia exacerbada de corrupción pública significativa,(…) constituye una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos (…)”.

Esta orden ejecutiva prohíbe a las empresas norteamericanas sostener relaciones financieras o de negocios con los funcionarios sancionados, con ello se inicia un bloqueo parcial contra la economía venezolana.

Estados Unidos está usando su alta tecnología para extraer petróleo de las rocas, el llamado “petróleo de esquistos”, inundando el mercado mundial, bajando los precios del crudo, propinando un duro golpe a países como Rusia y Venezuela, entre otros, cuyos principales ingresos provienen de la renta petrolera.

De la misma manera que Estados Unidos trata de debilitar al naciente imperialismo ruso (un posible competidor que tiene armas nucleares), en el caso de Venezuela está llevando su economía a la bancarrota, altamente dependiente del petróleo, exacerbando de esta manera el descontento contra el gobierno.

Los planes del imperialismo norteamericano con claros, pero para camuflar sus objetivos, utiliza hipócritamente la bandera de la defensa de los derechos humanos.

La respuesta del gobierno de Nicolás Maduro, ante la nueva ofensiva imperialista, deja mucho que desear. Ha utilizado el fantasma del golpe de Estado (un peligro real) para exacerbar el control militar sobre la sociedad venezolana, desarrollando maniobras militares para intimidar no solo a la oposición de derecha, sino fundamentalmente a los trabajadores, acallando el justo descontento popular contra el desabastecimiento y la desaparición de los salarios y las conquistas laborales de los trabajadores ante la galopante inflación.

El encarcelamiento de los dirigentes de la derecha es un boomerang, tiene efectos reducidos porque los transforma en mártires ante las masas desesperadas por la crisis económica. Y con ello refuerza el rol de la oposición de derecha.

El gobierno de Nicolás Maduro se niega a movilizar a las masas, continúa haciendo concesiones económicas a los empresarios, liberando la venta del dólar, mientras la escasez continúa. En cambio, ha desarrollado una campaña de recolección de 10 millones de firmas para pedirle a Obama que derogue la “Executive Order 13692”. Algo así como pedirles peras a los cactus.

El gobierno de Nicolás Maduro prefiere recurrir a los organismos diplomáticos, como UNASAUR, y nombrar al canciller de Ecuador como mediador en un hipotético diálogo con Estados Unidos.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a los trabajadores de Centroamérica, América Latina y el mundo, a cerrar filas con Venezuela contra la nueva ofensiva imperialista. Para derrotar la estrategia de Obama, el chavismo debe operar un giro hacia las masas, apoyándose en la movilización revolucionaria de estas. Si continúa por el camino actual, puede venir una derrota histórica, que no la deseamos.

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