Nahuel Moreno (1924-1987), Correo Internacional No. 32, marzo de 1988
La presente carta fue escrita por Nahuel Moreno en septiembre de 1982 para responder a un compañero chileno de la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional-, que discutía la validez de la consigna “Por una Palestina laica, democrática y no racista”, con ocasión de la invasión de Israel al Líbano en 1982.
Estimados compañeros:
Hemos recibido su carta del 31 de julio con preguntas “sumarias” y críticas implícitas y explícitas a nuestras posiciones sobre el Medio Oriente. La clave de nuestras diferencias, incluso en lo que hace al método para abordar el problema, radica en vuestra afirmación que la política y consigna “Palestina laica, democrática y no racista” son burguesas y sólo pueden llegar a apoyarse “si surge un estado de esas características, en lucha contra el sionismo y el imperialismo”.
Por otra parte, nuestras diferencias se precisan más cuando, al final de la carta, afirman que “naturalmente” coinciden con nosotros en “la caracterización de la guerra del Líbano, con las consignas centrales antiimperialistas y en hacer eje en la destrucción del estado sionista”. Además, cuando aprueban nuestra consigna “eje” de apoyo militar a la OLP y a las tropas sirias.
De modo que en una primera aproximación las diferencias parecieran ser meramente tácticas. Según ustedes, estaríamos completamente de acuerdo en “el eje” y “la base”, que sería la “destrucción del estado sionista” y ustedes marcan su desacuerdo en lo que habría que construir “después”: para nosotros, sería la consigna “burguesa” de un estado palestino, laico, democrático y no racista; para ustedes, en cambio, la consigna que consideran “transicional” y “clásica del trotskismo”: asamblea constituyente palestina sobre la base de la destrucción del estado sionista. Veremos que no es así:
¿Quién lo destruye?
Al formular esta primera pregunta lógicamente derivada de nuestro acuerdo principista, comienzan las profundas diferencias de método, que luego se reflejan en las políticas y consignas. Si el propósito decisivo y fundamental es la destrucción del estado sionista, se trata de establecer cuáles son las fuerzas objetivas que en este momento están embarcadas en esa tarea progresiva, histórica, y cuáles las mejores consignas para apoyarlas y lograr que cumplan su cometido con el mayor entusiasmo y fuerza.
¿Acaso lo están haciendo los explotados y discriminados sabras y sefaradíes de Israel? ¿O son los trabajadores asquenazíes? En este momento, esas fuerzas son baluarte del estado sionista y no la vanguardia de su destrucción. La aristocracia obrera asquenazí, a través del partido laborista, está con todo en el sionismo. Los sabras y sefaradíes le dieron la base electoral a Begin y apoyan con entusiasmo sus planes de colonización de las tierras árabes.
Esto deja actualmente como único sector social en lucha permanente contra Israel al movimiento árabe y mahometano, a cuya vanguardia indiscutida están los palestinos, arrojados de su patria por los sionistas. Desde hace 34 años, cuando se construyó el estado racista, la forma de luchar por su destrucción es apoyar la justa guerra de los palestinos y musulmanes. No vemos otra, porque no hay otra fuerza en la realidad objetiva, que se enfrente, armas en la mano, contra el sionismo.
Como trotskistas, debemos tratar de hallar entonces las consignas adecuadas a esa realidad objetiva, es decir, que ayuden a la movilización y al combate árabe. Ese es nuestro método, pero no el de ustedes.
¿Consigna para cumplir la tarea o para después de cumplida?
Cuando nuestras diferencias metodológicas se corporizan en distintas consignas, surge el nuevo problema del papel y la ubicación que ellas deben desempeñar en la lucha. ¿Cuándo y para qué debe utilizarse una consigna?
Si nos guiamos por la vuestra - constituyente palestina? se levantan para después de cumplida la tarea “base". No son para ayudar a mejor cumplirla sino para resolver una problemática posterior a ella, en este caso, la que surgiría después de la destrucción del estado sionista.
Esa es la metodología que Trotsky definió disolver lo concreto en lo abstracto y futurológico. En efecto: ustedes están disolviendo lo concreto, que es la lucha mahometana y palestina por destruir el estado fascista, racista y basado en el Viejo Testamento, en la abstracción futurológica de que, una vez que el estado sea destruido, llamarán a sus habitantes actuales, que son sionistas y tienen mayoría absoluta sobre los palestinos, a una constituyente para discutir la reorganización del país, dándoles a cada uno de ellos un voto, igual que a los palestinos.
Nosotros en cambio, creemos que la consigna debe estar al servicio de la tarea, en este caso, de la destrucción del estado israelí. No para dar respuesta a la problemática posterior a esa destrucción, sino para implementarla, para mejor movilizar a los palestinos. Y mucho menos cuando la abstracción futurológica es completamente reaccionaria.
Vuestra consigna no sirve para que los únicos agentes actuales de la destrucción del estado sionista tengan cada vez más audacia y coraje sino que atenta contra ese propósito. La asamblea constituyente palestina, consciente o inconscientemente, hoy sirve al sionismo, contemporiza con él, y es la causa por la cual la levanta Lambert[1], no todo el trotskismo y menos el revolucionario.
La trampa del apoyo vergonzante
Uno de los problemas básicos de la guerra que, bajo diversas formas, se desarrolla desde hace 34 años, es la disputa sobre quién tiene derecho a permanecer en Israel. O sea, si los sionistas van a seguir o no, si el enclave imperialista apoyado en los judíos va a quedar o será destruido. Los palestinos dicen y pelean para que los sionistas -y los ocupantes que llegaron a fortalecer el enclave-, se vayan.
Si el enclave permanece, es decir, si Israel gana la guerra, puede adoptar distintas formas. Puede llegar a asimilar a una minoría palestina colaboracionista y permitirle algunos derechos; incluso, ¿por qué no?, los electorales. Pero si es destruido por la guerra palestina significará que los sionistas salgan de Israel y, con ellos, quienes les dan su base social y política. Esta consigna: fuera los sionistas de Israel es la decisiva, la que da contenido a nuestra formulación de destrucción del estado sionista. No hay otra manera de destruir el estado sionista que no sea echando a los sionistas. ¿Qué clase de destructores del estado sionista somos si nuestra bandera principal es la de permitirles a los sionistas que ganen o participen en una elección de asamblea constituyente, por la cual nos comprometemos a luchar junto a ellos y contra los palestinos, pues estos no consideran voto útil al de los sionistas?
La asamblea constituyente palestina después de la destrucción del estado sionista es precisamente la manera vergonzante de apoyar a los sionistas y de convalidar su presencia, dándole un barniz “democrático” a su usurpación fascista.
Si se quiere insinuar que esa constituyente se haría con pobladores judíos no sionistas, implícitamente ya hemos contestado antes. Esos habitantes imaginarios no existen. Si el proletariado judío llegara a romper con sus aparatos sionistas (a lo que nosotros llamamos), deberíamos estudiar la mejor manera de que empalmara con la lucha palestina. Pero eso es música del futuro.
Un error teórico
En vuestra carta hay un error teórico que los conduce hacia la consigna de la constituyente, a pesar de que, como hemos visto, no sirve para movilizar a los palestinos y es pro sionista. Ustedes creen que es “transicional” y por ello superior a la nuestra, que es burguesa.
Eso es falso. Es una consigna estrictamente burguesa, tan burguesa como la nuestra. Ninguna de las dos tiene un solo elemento clasista. La constituyente es un reclamo democrático burgués, que no se basa en clases sino en ciudadanos. A cada habitante un voto. Es la máxima expresión del derecho político burgués.
Como toda reivindicación, independientemente de su origen histórico, puede desempeñar un papel transicional, progresivo, regresivo, revolucionario o contrarrevolucionario, que depende del contexto. Por ejemplo, es criminalmente contrarrevolucionaria en todo enclave colonial, por lo que suele esgrimirla el imperialismo para defenderlos. Nosotros no les reconocemos ningún derecho democrático burgués a los pobladores de los enclaves enviados por la metrópoli. Cuando ocupemos Guantánamo no llamaremos a una constituyente con igualdad de derechos para los cubanos y para los colonizadores de la base. Nuestra consigna es, desde ya, fuera yanquis de Guantánamo, la misma que tenemos en Israel.
En Israel, actualmente, la constituyente es igualmente contrarrevolucionaria. Solo podíamos levantarla ultra propagandísticamente -y no serviría para nada-, precedida de una larguísima explicación diciendo que sólo se realizará, siempre y cuando los palestinos lo quieran, cuando se haya echado de Israel a todos los judíos sionistas, fascistas, racistas y que no quieren convivir con los árabes.
Si no se aclara esto debidamente, o se disuelve en una fórmula abstracta como la de la destrucción del estado israelí, sin explicitar que esa destrucción implica obligatoriamente el alejamiento de sus habitantes actuales, la consigna significa aceptar el hecho consumado de la ocupación judía de Israel y decir que a partir de ahora vamos a ser todos democráticos, inclusive los fascistas.
¿Por qué la abandona la dirección de la OLP?
En cambio, la consigna burguesa y no clasista de “Palestina laica, democrática y no racista”, además de ser la más progresiva que levantó el movimiento palestino, puede abrir paso a la revolución obrera. En otra situación podría volverse contrarrevolucionaria, pero hoy cumple un papel preciso, equivalente a fuera yanquis de Guantánamo o fuera sionistas de Israel, que es lo que efectivamente significa el “no racista” de la fórmula. Y eso nos parece muy bueno: que los racistas judíos sean echados de Palestina. Y el día de mañana, también los racistas árabes. Pero mañana, no hoy. Porque hoy el racismo árabe frente a Israel es progresivo: destruye al estado sionista.
Tan buena es la consigna que, a medida que la dirección de la OLP y el movimiento árabe se vuelven cada vez más reaccionarios la abandonan y, con ella, la línea política de destruir el estado israelí, para aceptar que se levante un estado palestino en un lugar de Medio Oriente.
Nosotros quedaremos solos levantando la consigna democrático burguesa más sentida y avanzada del pueblo palestino. No es tomar un “despojo” burgués o pequeño burgués. Insistimos que el rol de cada consigna depende del contexto en que se esgrime. En este sentido, es bueno recordar la táctica que aconsejó Trotsky, después que Hitler tomó el poder. El Viejo aconsejó que se estudiara la posibilidad de levantar la convocatoria del parlamento que eligió a Hitler, con la que se hubiera podido intentar que la pequeño burguesía rompiera con el fascismo y se uniera al proletariado, vía la legitimidad parlamentaria. Lo mismo en Austria. Como allí la clase obrera no creía en la democracia obrera ni en la dictadura del proletariado, Trotsky aconsejó la línea de defender la democracia burguesa con métodos de movilización de clase.
Así como un parlamento ultra reaccionario, la democracia burguesa o la asamblea constituyente pueden, en determinadas circunstancias convertirse en consignas progresivas o transicionales, nosotros creemos que en Medio Oriente la consigna burguesa que cumple ese papel es la de Palestina laica, democrática y no racista.
Ella está sirviendo -en la medida que es abandonada por la dirección de la OLP ?, para atacarla con el boomerang y lo mismo a todos los reformistas que entran a pactar con el imperialismo, entregándole la lucha contra el estado sionista. Aparecemos como los únicos “demócratas consecuentes”, que estamos dispuestos a utilizar todos los medios de lucha para destruir al estado de Israel, imponiendo el gran objetivo de las masas árabes.
¿Qué es la OLP?
Nuestras diferencias metodológicas y políticas están íntimamente ligadas a las que también tenemos respecto a la caracterización global de la situación y de la propia OLP. Cuando ustedes escriben que “si surge un estado de esas características (laico, democrático y no racista), en guerra contra el sionismo y el imperialismo, lo apoyamos. Pero no queda claro por qué lo reivindicamos como nuestra consigna”, demuestran que no creen que ya hay una organización laica, democrática y no racista, en guerra contra Israel y el imperialismo. Sin embargo, ella existe en germen desde 1948 y consolidada desde 1969, cuando se fundó la OLP.
Para nosotros, la clave de la situación de Medio Oriente es la guerra a veces declarada, otras no, pero permanente del movimiento árabe y específicamente palestino, contra el estado de Israel. Esa guerra se ha expresado bajo distintas formas, global o limitadamente, con enfrentamientos entre estados ?como los que protagonizaron Egipto y otras naciones árabes- o con pequeñas y grandes acciones guerrilleras.
De las distintas naciones y nacionalidades en guerra permanente contra Israel hay una, la de los palestinos que, cuando organizaron la OLP, formaron esa organización laica, democrática y no racista, vanguardia de la guerra contra el sionismo. ¿La apoyamos ya o esperamos que gane la guerra, ocupe Israel, recupere su territorio y, con ello, vuelva a conformarse como un estado, para recién entonces apoyarla? Si hiciéramos eso la apoyaríamos cuando la guerra terminase, cuando nuestro apoyo no significaría nada e incluso, cuando la consigna perdería su carácter transicional.
Ustedes caracterizan a la OLP como si fuera un partido político más. Para nosotros, representa a la nacionalidad palestina como organización estatal sui generis laica, democrática y no racista, en guerra. Es casi un estado: es un frente único que abarca a todo el movimiento palestino en lucha por reconquistar su patria y volver a ser un estado. De hecho es un gobierno: reclamamos por su reconocimiento del mismo modo que lo hacíamos por el FSLN en Nicaragua. Es una nacionalidad organizada a la que le suprimieron la tierra: cuando la recupere volverá a ser nación. Es una nación sui generis.
Cuando ustedes desconocen esa función de la OLP, considerándola una simple fracción política de los palestinos, le otorgan un fundamento de “izquierda” a la caracterización del imperialismo. También él la desconoce como organización nacional palestina, definiéndola como una corriente terrorista. En cambio está dispuesto a negociar con personajes palestinos que nadie conoce y, eventualmente, con los alcaldes palestinos de Judea y Samaria, porque ellos colaboraban con Israel.
Vuestra negativa a reconocer ese carácter de nación sui generis sin territorio significa avalar el despojo sionista e imperialista de ese territorio y darles la razón cuando sostienen que, al ser expulsados, los palestinos dejaron de ser una nacionalidad organizada.
Hoy día, la nacionalidad organizada palestina cuenta con unos 5 millones de habitantes, divididos en dos sectores: los que están en los campos de refugiados, dirigidos por la OLP, que son la mayoría, y la capa de profesionales, técnicos y, en general, clase media acomodada, que es lo más avanzado del mundo árabe, y que se desempeña principalmente en los países del Golfo Pérsico. Ellos no han perdido su nacionalidad palestina: son militantes o cotizantes de la OLP, la que tiene sedes y embajadas en todos los países árabes y en muchas otras naciones.
La OLP y su gobierno
Vuestra caracterización sectaria de la OLP, en la que confunden su totalidad progresiva con el hecho que tiene una dirección traidora, capituladora o conciliadora, produce varias consecuencias. En primer lugar, respecto a su guerra histórica, ustedes se parecen a los sectarios que no querían apoyar a la Argentina contra Inglaterra, porque la gobernaba Galtieri.
Pero tampoco son capaces de golpear a la dirección por sus verdaderas capitulaciones que, a nuestro juicio, se basan en el abandono de la consigna por una Palestina laica, democrática y no racista.
La misma raíz tiene vuestra crítica de que somos unos ilusos porque llamamos a la OLP a luchar por el socialismo.
Sin ser ésta nuestra consigna fundamental ya que, como queda dicho, ella es la recuperación de la tierra, para reconstituir la nación, expulsando a los sionistas y terminando de constituir una Palestina laica, democrática y no racista, nuestro llamamiento a la OLP para que luche por el socialismo se basa en que la consideramos una nación sui generis . Decimos OLP socialista como decimos Chile socialista. No se lo pedimos a su dirección burguesa o pequeño burguesa, del mismo modo que en Chile no se lo pedimos a Pinochet. Ustedes olvidan señalar que cuidadosa pero sistemáticamente – como hacemos con todo gobierno burgués que dirige una guerra justa -, criticamos a la dirección de la OLP, y no le brindamos ningún apoyo político.
La misma confusión los lleva a señalarnos que no agitamos la necesidad de construir partidos trotskistas en Palestina y Medio Oriente. ¡Por supuesto hay que hacerlos desde ya! Pero lo primero para construirlos es un programa concreto. Nosotros damos ese programa: triunfo militar de la OLP, apoyado en la movilización de las masas árabes contra el sionismo, para destruir su estado y para que vuelvan los palestinos, es decir, la OLP. Ese es el punto fundamental. Junto a él, hacer una OLP que rompa con la burguesía, es decir, un estado palestino que rompa con las burguesías árabes y practique la lucha de clases. Esto es lo que decimos sistemáticamente.
Podemos discutir cuál de los dos polos del programa debemos resaltar, si el de la ruptura con la burguesía o el de la destrucción del estado de Israel. Pensamos que si queremos trabajar sobre las masas árabes y palestinas se impone el que venimos haciendo: el frente común de lucha contra los sionistas, dentro del cual reclamamos una nueva dirección.
Con esa orientación trabajamos y queremos trabajar en la OLP. Nos parece la más adecuada, en rigor, la única, para construir, con sus mejores combatientes y con sus sectores más explotados, el partido revolucionario.
Notas:
[1] Pierre Lambert, dirigente trotskista francés.